Todo el mundo se acuerda del mayo francés, pero nadie recuerda exactamente como acabó - simbólicamente. El 30 de mayo de 1968, la facción más conservadora del Gobierno francés, con André Malraux a la cabeza, sacó a la calle a trescientos mil franceses, entre ellos todos los alcaldes que pudieron recoger, para demostrar su adhesión al General y a los valores establecidos. Fue una demostración de poder muy efectiva, que simbolizó que el gaullismo tenía sus defensores, que estaban igualmente movilizados, y que, si por ellos dependiese, las cosas iban a seguir siendo como habían sido - como finalmente fue.
Un dictador no se mantiene treinta años en el poder subido exclusivamente al poder del miedo. Es insuficiente. Necesita una masa crítica de partidarios, no atados a él por su dependencia del sistema, sino por una serie de factores que incluyen la admiración por el Líder, el odio a sus enemigos, o simplemente el miedo a las novedades. A mi entender, en el caso español, más importante fue para la pervivencia del franquismo el hecho de que existiesen franquistas dedicados que todo el aparato represor del Estado.
Hosni Mubarak está acabado, pero ya lo estaba desde antes de la crisis. Tiene 82 años y ya dudaba en presentarse a las siguientes elecciones. Se ha conseguido el gambito que deseaba Occidente: que los problemas de Egipto, su corrupción, su pobreza, su desigualdad, cristalizasen en un hombre viejo y decadente. Mubarak acabará cayendo. Pero los que agriden a los manifestantes en la plaza garantizarán que el sistema perdure una vez más. Y nos dirán que respiremos tranquilos.
Seguiremos informando.
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