lunes, 31 de mayo de 2010

El suicidio diplomático de Israel

Israel ha decidido suicidarse política y diplo- -máticamente, erróneamente convencida de que seguimos estando en 2002 y todo está permitido en nombre de la sacrosanta lucha contra el terrorismo. El gesto de disparar contra una flotilla que pone rumbo a Gaza con barcos que son obviamente ferries del Egeo - lo que traducido a nuestro idioma quiere decir "cacharras en los cuáles ninguna persona sensata se subiría más de media hora" lleno de activistas extranjeros (¡una Premio Nobel de la Paz, por Jehová!), todos y cada uno de ellos con un blog.

Los barcos cargan ayuda humanitaria a Gaza, incluyendo cemento, cuya importación hacia la Franja está prohibida si no es para un proyecto autorizado por Israel. Así pues, Israel ordenó a la flotilla desviarse hacia un puerto israelí, desembarcar las cosas ahí y dejar que fuesen transportados a Gaza "conforme los canales autorizados", es decir, cuando y como a Israel le salga de su circuncidado.

Según la marina israelí - comunicado oficial leído en Haaretz - la pelotera empezó cuándo los israelíes empezaron a abordar los barcos vía helicóptero y el marine en acción ue agredido con barras de hierro. Eso, según la marina israelí, es un acto de agresión que requiere una respuesta contundente, así que empezaron a llover balas por todas partes - al menos diez muertos, según las últimas noticias.

Es una sucesión tan grande de estupideces diplomáticas que dan ganas de gritar. No sólo es que son activistas extranjeros; no sólo es la ausencia de armas de fuego; es que encima el barco es de bandera turca - Turquía, recuerdo, siendo el primer país musulmán que reconoció a Israel; siendo el único país de la zona dispuesto a comerciar y, no olvidemos, si Israel fuese invadido, la única ayuda posible vendría de bases turcas -

Si Israel fuese el que fue, ahora mismo habría unas cuántas cabezas rodando en Jerusalén. Pero como el Estado de Israel se está convirtiendo lenta pero inexorablemente en una teocracia parapetada en la fuerza de su ego y de su armamento, lo que vamos a ver aquí es la bola de nieve que acabará con el poco prestigio que le quedaba a Israel allende sus fronteras y puede desencadenar el éxodo definitivo de la intelectualidad laica que marcaba la diferencia en el Estado judío.

Es terriblemente grave porque es terriblemente estúpido.

Seguiremos informando.

viernes, 28 de mayo de 2010

It's the end of the left as we know it

La aprobación de las medidas de austeridad ayer en el Congreso no tendría que ser una victoria para el Partido Socialista, porque no lo es, bajo ningún concepto. Es un desastre de una magnitud tan colosal que debería ser un toque de atención galvanizador y conclusivo que dé paso a un cambio revolucionario de los paradigmas de la socialdemocracia. Y, como sabrán si me han estado leyendo con atención, estaba cantado.

Lo que se ha visto ayer en el Congreso de los Diputados es el fin definitivo, al menos en España, del paradigma ideológico fundamental de la izquierda democrática: que se pueden defender y mejorar los derechos sociales de los ciudadanos en general y de los trabajadores en particular desde el gobierno del Estado-nación. Me duele decirlo de una manera inconmensurable, pero ya no es posible. El capitalismo global ya es demasiado grande y poderoso como para que un gobierno estatal pueda, por su cuenta, contrariar sus paradigmas con respecto al rol del Estado. Estar en la Unión Europea agrava esa impotencia del Estado, aunque no estar presentes en la UE no hubiese evitado la crisis - como mucho la hubiese retrasado unos años.

Y las respuestas por parte de la izquierda son de lo más variado, pero en todas hay un punto en común: un profundo conservadurismo. Conservadurismo en el sentido de que son interminables refritos de la misma idea que llevan repitiendo siempre.

Los hippy-anarquistas, como no, pulsando la misma tecla: destruir al capitalismo y su sociedad de consumo para crear un nuevo mundo feliz, autogestionado, ecológico y lleno de luz, color, flores y calabazas orgánicas. No insistiré, como hago siempre, en la cuestión de la funcionalidad - un sistema así para funcionar también exige un cambio de paradigma, aunque a una escala mucho mayor - sino en el hecho de que la sociedad de consumo ha producido una mejora en la calidad de vida que es, en mi opinión, irrenunciable. Los números cantan, amiguitos: por mucho que el regreso a la sociedad preindustrial sea armónico y sostenible, con la sociedad de consumo global vivimos más, evitamos las hambrunas y llegamos a los cuarenta con todos los dientes, por no decir que leemos más, escuchamos más música y sabemos más sobre el universo que nos rodea.

Mientras, la "vieja política de izquierdas", con los sindicatos a la cabeza, aún piensan que todo se soluciona con "impuestos a los ricos" y "refrenar al capitalismo", como si eso fuese posible. Nada impide al millonario a quién se le pretende cascar un impuestazo irse con el dinero a otra parte; no sólo no recaudaríamos un 15% más: es que no recaudaríamos nada. Y lo de refrenar al capitalismo es como intentar atar a un dragón con una cuerda de tender atada a un palo de madera.

Luego están los grupos serios de alterglobalización: ATTAC, por ejemplo. El problema es que son grupos organizados mayormente por franceses, que no pueden concebir un mundo sin estados. Y se dedican a incentivar a la gente a presionar a sus gobiernos, precisamente la gente que (¿recuerdan?) no puede hacer nada contra el poder del capitalismo global.

El cambio de escala es colosal. Implica que si el capital ha superado los límites de los estados y creado un espacio global, un mercado global de bienes y servicios, es necesario que exista un instrumento de poder de la misma escala, democráticamente responsable, con el poder de garantizar el principio fundamental de la socialdemocracia: que el pueblo, a través de un sistema democrático (que puede llamarse Estado, o no), puede disfrutar de las ventajas del capitalismo y desarrollar un sistema de protección social que compense sus obvias desventajas.

Es decir: que para seguir creyendo en lo que creo - es decir, en la socialdemocracia - es necesario modificar la escala de la acción política de una forma que no puede hacerse sino a través de la revolución. (digamos que los chinos no tienen demasiadas posibilidades de impulsar éste cambio de forma democrática, vamos)

No me extraña que esté tan desanimado.

Seguiremos informando.

Get up, stand up

A quien pensaba que los jamaicanos eran unos relajados porreros quizás ésta noticia le pille de sorpresa. Pero si uno conoce la historia de Jamaica éste resultado era prácticamente inevitable.

Jamaica es el mayor de los países anglo-caribeños. Los países de colonización inglesa del Caribe intentan ser, en gran parte, transplantes de la sociedad británica a los trópicos. Son países donde el cricket genera pasiones, se conduce por la izquierda, la gente tiene nombres como Ian o Trevor y los jueces llevan peluca empolvada en tribunales cuya única refrigeración es un macilento ventilador de techo.

Y, naturalmente, en política el modelo británico se ha copiado igualmente a rajatabla: un Parlamento con circunscripciones uninominales a una sola vuelta, que genera un estricto bipartidismo, entre el Partido Laborista de Jamaica (que a pesar del nombre es de derechas) y el Partido Nacional del Pueblo (de centro-izquierda). Naturalmente las posiciones políticas no cuentan mucho ya a éstas alturas: ambos partidos son populismos de lo más evidente y tienen la carga ideológica de una caja de cerillas.

En todo caso, la brecha entre laboristas y nacionalpopulistas es enorme y se extiende a todos los ámbitos de la vida, incluida la música popular. Bajo el gobierno de Michael Manley (PNP) en los 70, se fomentó gloriosamente el reggae de raíces, politizado y militante, cuyo máximo exponente fue, como no, Bob Marley. Cuándo los laboristas volvieron al poder, en 1980, empezaron a fomentar la música dancehall, mucho más potente en lo musical y muchísimo menos politizada.

La existencia de circunscripciones uninominales hizo que ambos partidos partiesen hacia la organización de sendos aparatos políticos a nivel de circunscripción: grupos de gente en camiones con bafles gigantescos destinados a apabullar a los rivales en época de elecciones. De ahí a buscar formas más contundentes y definitivas de apabullar a los rivales no hubo más que un paso, y en la inconmensurable miseria de las barriadas chabolistas de Kingston pronto, en cada barrio, cada partido tenía su posse (derivado de posse comitatus, "el poder del condado" en latín: en el derecho inglés, la capacidad de un sheriff de reunir una milicia informal de civiles para mantener el orden) dispuesta a todo (palos, piedras, cuchillos jamoneros) para mantener el control de un partido sobre una circunscripción - o forzar el cambio entre la ciudadanía.

Si sumamos droga a la ecuación, bien, nos encontramos con lo que ha sido Kingston durante los últimos quince años. Las posses empezaron a ir a los Estados Unidos tras armas automáticas con las cuales hacer más efectivas sus campañas electorales. Allí descubrieron que había jamaicanos haciendo bastante dinero vendiendo marincha - dinero que tampoco les vendría mal, así que echaron a los jamaicanos que no tuvieron la precaución de armarse (innecesario es decir el como les echaron) Éste tráfico de armas y drogas ha creado enormes posses con presencia tanto en EE.UU. y Canadá (especialmente alrededor de Nueva York y Toronto) como en Jamaica, que a pesar de ser económicamente independientes prefieren, por conveniencia, alinearse con uno u otro partido político - lo que garantiza una poco disimulada protección policial a cambio de los "servicios" políticos de ésta simpática muchachada.

El problema comienza cuándo desde hace tiempo los Estados Unidos exigen a los países de Sudamérica y el Caribe la extradición de los capos de la droga que regresen a sus países en busca de refugio. Países como Colombia tienen pelín más de músculo y pueden imponer cierta resistencia a las extradiciones, pero países como Jamaica, cuya economía depende casi integralmente de los Estados Unidos (remesas e importaciones) lo único que pueden decir es "yes, sir".

Así, pues, cuándo los estadounidenses pidieron al gobierno (laborista) jamaicano la extradición de Christopher "Dudus" Coke, un hombre malo y violento de un metro 62 también llamado por razones obvias "Mr. Coke" (Sr. Coca), el gobierno jamaicano se hizo el remolón, más que nada porque Dudus era y es el jefe indiscutido de Tivoli Gardens, que por un casual está en el mismo centro de la circunscripción de Kingston Oeste, un bastión laborista tan sólido que su representante en el parlamento es el mismísimo primer ministro Bruce Golding.

Pero Estados Unidos debió carraspear un pelín más fuerte, por lo que el primer ministro tragó quina y mandó a la (snif) policía jamaicana a Tivoli Gardens a detener a Dudus Coke. Ah, ya.

Un traficante de drogas inteligente es generoso con su dinero. Sobre todo cuándo su base de operaciones es un barrio de chabolas de una miseria incomparable. Si el traficante es más generoso que el Estado, y su ley es más efectiva - por más brutal - que la oficial, más motivos tendrá la población del barrio para guardar silencio - y defender si necesario a quién paga generadores, bodas y bailes.

La policía fue, les pwnearon, el Ejército tuvo que intervenir, se declaró el estado de emergencia y Kingston está sumergida en un baño de sangre - y lo único que puede hacer la ley es pedir a Coke que se entregue, porque está claro que los traficantes tienen más y mejores armas y el apoyo de la población del barrio. Es una guerra que no se puede ganar. Nada que no haya visto ya en Brasil, vamos.

Y a saber cuánto durará ésto.

Seguiremos informando.

jueves, 27 de mayo de 2010

Las personas y sus votos (4ª parte)

Ayer volví a incumplir un sabio principio que procuro no vulnerar: nunca escribas cuándo deberías estar durmiendo. La tercera parte de éste artículo se escribió a la hora de la siesta tras jamarme un soberbio platazo de tallarines con atún, y como bien saben mis mejores amigos, cuándo estoy cansado y con sueño pierdo mucho. En consecuencia, visto en retrospectiva, el artículo de ayer era indigno de mi.

Simplemente, la visión de los horrores de la demagogia se me hacía demasiado dura para estomagarla sin más, pero, conversando con un gran amigo más tarde, me ha recordado que yo nunca he parado mientes en adoptar puntos de vista impopulares en nombre de mis principios. Y que siempre me había repugnado la idea de "salvar a la democracia de si misma", pues da pie a toda clase de desmanes. Es cierto.

En todo caso, como prometí, voy a hablar de mi propuesta de sistema electoral, y me fastidia un poco que don Miguel me haya sacado la palabra de la boca, porque mi propuesta bebe mucho del sistema alemán.

Por un lado existe un Congreso de los Diputados con 452 miembros.

Dos elegidos por dos circunscripciones uninominales, Ceuta y Melilla.

180 elegidos por una única lista nacional. Al contrario que en el sistema alemán, ésta lista sería aún más proporcional: no existiría umbral mínimo de entrada y la distribución de asientos se haría por la cuota Hare. Para los no friki-politólogos como yo, basta saber que es un sistema que premia a los partidos pequeños.

Y he aquí la diferencia con el sistema alemán: en lugar de 270 circunscripciones uninominales, 90 circunscripciones con tres diputados cada una.

Éstas circunscripciones serían trazadas por una comisión ad hoc presidida por el presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo y formada por tres magistrados de la misma Sala, cinco estadísticos funcionarios de carrera del INE y cinco letrados en Cortes. (O sea, la comisión más aburrida del Universo conocido) Las Cortes y las Comunidades autónomas deberán ser oídas. El trazado deberá ser aprobado por las Cortes con mayoría de tres quintos. El primer trazado se basará no en límites autonómicos o provinciales sino en municipales - salvo en los municipios con más de un diputado, donde se utilizarán los distritos postales. El mandato es crear distritos electorales contiguos, con la población más igual posible.

Y en éstas circunscripciones el modelo seguido es el utilizado hasta ahora para el Senado, pero con un plus: el votante deberá marcar tres candidatos por orden de preferencia y cada partido sólo podrá presentar dos candidatos. En un sistema bipartidista como el actual el efecto solo será significativo en las comunidades con nacionalismos fuertes, pero si el sistema partidario se abre el efecto puede ser más considerable.

El Senado, por otra parte, perdería gran parte de su poder y de sus senadores. Sería la cámara de representación territorial: cada comunidad autónoma tendría 7 senadores, indistintamente de su tamaño, salvo Ceuta y Melilla, con un senador cada una, en un total de 121. Las comunidades autónomas podrán elegir la forma más conveniente de elegir a sus senadores.

Seguiremos informando.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Las personas y sus votos (3ª parte)

No sé si recordarán que una de las grandes peloteras de éste su blog derivó de una discusión acerca de si el bipartidismo era democrático o no. Digámoslo por su nombre: Izquierda Unida echa la culpa de sus desastres electorales al sistema electoral. Insisten en que es necesario un nuevo sistema electoral que de a los partidos minoritarios a escala nacional como ellos la voz en el Congreso que realmente merecen.

Insisto una vez más: los que propugnan una reforma electoral no suelen entender, a su pesar, que cuándo se cambia un sistema por otro ha de quedar claro que el nuevo sistema puede beneficiarles... o no. Reforzar el peso de las minorías de izquierdas, amiguitos, implica reforzar el peso de las minorías de derechas, y ésto puede ir desde el histérico jacobinismo de Rosita la Pastelera a extremismos racistas de peor calado.

Es más, ¿quién garantiza a IU que, una vez reformado el sistema, ¿los ecologistas que hay en su seno no decidan volar por su cuenta y implosionar de una vez la coalición? ¿Cree alguien que si Los Verdes tuviesen representación parlamentaria propia todos esos burguesitos comeflores se quedarían en Olimpo 35 aguantando a los mandones nostálgicos del PCE? ¿Y los andalucistas comunistas, que quieren hacer del país Marinaleda? ¿Van a aguantar al camarada Cayo por amor a la bandera roja?

Pero es la democracia, señores. Si se permite un sistema proporcional puro se da pie a que Esperanza Aguirre se subleve de una santa vez contra el resto del partido, funde un Partido de la Libertad con el entusiasmado apoyo de J.Lo, César Vidal y toda la caterva de todólogos de Intereconomía, saque 30 o 40 escaños y no se pueda formar gobierno en España sin ella. Y nosotros ahí, mirando.

Si uno dice, con valor y coherencia democráticas más allá de toda discusión: "Pero será democrático", y ahí se queda, merece de mí todo el aplauso del mundo. Pero si, como yo, considera que el gobierno y la estabilidad de España no puede quedar en manos de una minoría de extremistas, que para mantener la visibilidad en un sistema de partidos flexible hasta lo salvaje necesitarían constantemente hacer el simio, convirtiendo la gobernación del país en una serie interminable de bandazos, ha de entender que debe haber alguna manera de garantizar un grado razonable de moderación. ¿Que no soy, en consecuencia, del todo demócrata? Sea. Pero considero más democrática la dictadura de la mayoría que la dictadura de la minoría.

Mi propuesta vendrá en la cuarta parte. Seguiremos informando.

Las personas y sus votos (2ª parte)

Como ha indicado Undry (gracias) en los comentarios al artículo anterior, el motivo de muchos de los "desperdicios" de votos es debido a la división en provincias de nuestras bellas tierras. El actual sistema electoral da dos escaños a cada provincia, independientemente de su tamaño. Eso hace que Castilla y León (con sus nueve provincias), tenga nueve escaños más que Galicia (con sus cuatro) a pesar de que Galicia tiene 400.000 habitantes más, y cuatro menos que Madrid, que está casi tres veces más poblado. Obviamente el sistema está diseñado para primar el voto rural, más conservador.

Hay voces que recomiendan prescindir de las circunscripciones y elegir a los diputados en una gran única lista nacional. Yo, por razones sentimentales, no estoy de acuerdo. Admiro terriblemente el sistema uninominal inglés en el cuál el diputado, en muchos casos, tiene que ir, casa por casa, detrás de su voto; hacerse conocer, conocer su distrito y a sus electores. Creo que genera una ligazón entre el electorado, que su representante en el Parlamento tiene nombre y apellidos y le conoce; y es un tipo genial, o un aburrido, o un gilipollas.

En la práctica, naturalmente, sé que no funciona así. Un sistema uninominal en España sería impracticable por dos motivos:

Primero, porque no podríamos dar una respuesta satisfactoria a las preguntas de como trazar las lindes de los distritos uninominales. En países como Inglaterra o Canadá existen comisiones de aburridos estadísticos que analizan constantemente los límites demográficos y trazan circunscripciones de similar tamaño: en España sería complicadísimo evitar la politización de tales comisiones. Y en Estados Unidos se da el fenómeno opuesto: las circunscripciones se trazan específicamente para favorecer a un partido concreto: en éste caso, las plumas y las reglas votan por las personas, lo cuál es democráticamente inaceptable.

Y segundo, porque se fomentaría el personalismo, al poner en primer plano al candidato y sus cualidades dejando en segundo plano las ideas políticas en juego, y alimentaría la existencia de caciques, que tienen distritos "seguros". En España, tanto Ceuta como Melilla son, en la práctica, circunscripciones uninominales al Congreso: en ellas, el voto está sumamente polarizado (PP y PSOE suman más del 96% de los votos) y la participación es, en consecuencia, mínima (aunque otros factores tienen igualmente que ver)

La provincia es una circunscripción adecuada en tanto en cuanto es indiscutida (al menos fuera de Cataluña) y los criterios políticos que pudiesen haber influido en su trazado dejaron de tener importancia hace mucho.

Habrá una siguiente parte. Seguiremos informando.

Las personas y sus votos (1ª parte)

Mi admirado maestro el Cuervo Blanco me reta a responder a un artículo publicado en El País de Jorge Urdánoz, respuesta a su vez a otro de José Ignacio Wert, que a su vez es respuesta a otro de nuestra querida Rosita la Pastelera, en el que, fiel a su estilo, acusa a PP y PSOE de conspirar para poner la ley electoral en contra de su partido, que, como todo el mundo sabe, es el representante de la verdadera España. Ambos, Urdánoz y Wert, que supongo son politólogos, han procedido a fostiarse con alegrida y sarcasmo en la mejor tradición nacional. Y, como no, traerá cola.

El reto de mi maestro me viene por mi doble faceta de politólogo y sociata. Cree él, y con razón, que hay una contradicción entre mi socialismo (casi) militante y mis opiniones sobre el sistema electoral actual. Además, sabe que soy un niño enfermo que hace intricadas simulaciones electorales por hobby - y cuándo no tengo datos sobre los cuáles jugar, me los invento.

Empecemos por el principio: quién propone una reforma electoral generalmente lo propone porque el sistema le perjudica; igualmente, la reforma propuesta suele ser "más justa", lo que significa que beneficia a su propio partido.

¿Le beneficia? Mucha gente comete la falacia de creer que la gente siempre vota lo mismo sea el sistema electoral que sea, cuándo es el sistema electoral determina el sistema de partidos, y no al revés. Por eso hacer cálculos de escaños en un sistema a una sola circunscripción y proporcional puro con los resultados de 2008 es francamente falaz. Si tuviésemos un sistema electoral a la holandesa no me extrañaría en absoluto que tanto el PP como el PSOE habrían implosionado ya en una buena media docena de partidos cada uno (y, si me apuran, IU también), Miquel Roca no habría arruinado su carrera para siempre, y quizás tanto Jesús Gil como Ruiz-Mateos hubieran llegado al Congreso (y Dios sabe qué habría pasado).

Con los resultados reales, la única simulación bajo ese sistema que veo relativamente realista sería la de las primeras elecciones generales pos-Franco, en 1977. Al fin y al cabo, en aquél momento nadie sabía muy bien como iba lo de votar, nadie sabía qué fuerza tenía cada partido (las encuestas estaban en mantillas y, además, nadie sabía como iba a funcionar el sistema D'Hondt ese) así que, probablemente, fuese la elección menos estratégica y más ideologizada de las que hemos vivido en los últimos 35 años.

Aplicando un sistema proporcional puro, hubiera quedado de la siguiente manera:

¿Mucho más justo, verdad? Ahora piensen en la España de 1977. Hizo falta un juego de manos espantoso para sacar el engendro que llamamos hoy en día democracia española sin que los militares diesen una patada en la mesa (que no sea porque no lo intentaron). Imagínense como hubiera sido con un Congreso con dieciséis partidos políticos. De ese parlamento, la Constitución, si hubiese salido, hubiese salido o más de derechas, o más de izquierdas, o más federalista que la actual. Tres motivos estupendos para que todo se hubiese ido al traste. Ya sé, ya sé, ya no estamos en 1977, por lo que no tenemos por qué mantener el sistema político de 1977. Generalmente soy el primero en decirlo.

Bien, vamos con los fallos del sistema actual. Es un sistema destinado a beneficiar a las zonas rurales (especialmente en las dos Castillas) en detrimento de las zonas urbanas (especialmente Madrid). Igualmente fomenta el bipartidismo: el sistema D'Hondt beneficia a los partidos mayores. Además, el sistema de listas cerradas hace que cualquier partido grande pueda poner a un chimpancé pintado de verde como el 14 por Madrid - y será elegido de todas maneras.

Éste artículo tiene más partes. Permanezcan a la espera. Seguiremos informando.


lunes, 24 de mayo de 2010

Las cuentas de Ananías y Safira

Las primeras relaciones entre cristianismo y dinero las encontramos en los Hechos de los Apóstoles, entre el final del capítulo 4 y el principio del 5. El final de Hechos 4 nos cuenta que en el primer cristianismo los creyentes, cuál hare hares de la vida, vendían todas sus posesiones y las ponían "a los pies de los apóstoles" (interprételo el lector como quiera) Ésta política era y sigue siendo corriente en las sectas apocalípticas (y al fin y al cabo Jesús ya había dicho que todo se iba a ir al carallo bien pronto) pero obviamente la tan mediterránea picaresca hizo presta su aparición en el tinglado. Nos cuenta Lucas en Hechos 5 que un tal Ananías y su señora, Safira, vendieron todos sus bienes pero sólo pusieron "a los pies de los apóstoles" una parte del beneficio, quedándose ellos una porción... por si aca. Naturalmente, recibieron la adecuada retribución y cayeron muertos (dice la Biblia que por el peso de la verdad del Espíritu Santo, a saber)

El aparente rechazo por parte del Todopoderoso de seguir hoy en día con tan radical forma de mantener la contabilidad en orden, es, me temo, la causa de las cuitas de la Iglesia católica con sus parneses. En los últimos años, no ha habido tinglado financiero que no haya explotado pirotécnicamente sin arrastrar en su caída a congregaciones, parroquias y conventos de monjitas. Es casi una constante: siempre que un chiringo de éstos salta por los aires, hay una entrevista en España Directo o programa similar en la cuál una cariacontecida sor lloriquea al saber que diez años de producir a diario yemas de Santa Teresa se han ido al corno por obra y gracia de la ingeniería financiera bien entendida.

La última implosión ha sido la del antiguo Monte de Piedad de Córdoba, operando desde hace tiempo con el nombre de CajaSur. La caja no es la única entidad de ahorros católica operando en España (durante mucho tiempo, y no sé si aun hoy, uno sabía que había entrado en la provincia de Burgos cuándo veía, en todos y cada uno de los pueblos de la provincia, pintado en la mayor pared del pueblo un gigantesco cartel en amarillo apagado y en letras garrafales: Caja de Ahorros Círculo Católico[sic]) pero hay un hecho que la diferencia de las otras dos: mientras que tanto la Caja Círculo como la CAI son vestigios del activismo católico de principios del siglo XX y, en consecuencia, su administración es en gran medida seglar, CajaSur depende directamente de la Diócesis en tanto en cuanto heredera del Monte de Piedad.

El poderío económico y político de CajaSur viene apalancado por un clérigo de Fuente Obejuna llamado Miguel Castillejo, el cura Castillejo, canónigo penitenciario de la Mezquita-Catedral. Al asumir la presidencia del entonces Monte de Piedad cordobés en 1977, el cura Castillejo tenía claro que la redemocratización del país iba a secar de forma considerable la influencia de la Iglesia en la que, tradicionalmente, es la provincia más de izquierdas de España. Para mantener su poderío la Iglesia necesitaba presencia, lo que viene a decir que la Iglesia necesitaba dinero. Así pues, con los mimbres de lo que venía a ser un montepío de provincias se alzó un imperio (a escala cordobesa, vale, pero un imperio de todas formas). Y naturalmente, tuvo que llegar el momento en el que el poder del cura Castillejo chocó con el del Gran Leviatán del Mediodía: la Junta de Andalucía.

En teoría las cajas de ahorros son entidades con el patrocinio de administraciones públicas o privadas con el fin de fomentar el ahorro privado y el crédito a las pymes, todo a pequeña escala. En la práctica... bueno, escribí sobre el tema en octubre de 2008: en la práctica las cajas se convierten en el brazo bancario de la administración pública en cuestión con el fin de financiar proyectos amigos.

Obviamente la Junta de Andalucía, como todas las comunidades autónomas de España, querían arrancar las cajas de manos de ayuntamientos y diputaciones provinciales (que podían estar en manos de rivales en el partido o incluso de (¡horror!) la oposición) y fusionarlas en un único y decorativo megabanco dispuesto a financiar todo lo conveniente.

Naturalmente, lo que en el papel parece sencillo en la práctica no lo es tanto. La Ley de Sayre dice que cuánto menos está en juego más intenso se vuelve el conflicto, y estamos hablando de política a escala provincial en toda su plenitud. El proyecto de una Gran Caja Andaluza lleva arrastrándose casi diez años y el principal obstáculo que ha encontrado, aunque parezca imposible, es la rivalidad entre Málaga1 y Sevilla. De hecho, ahora mismo hay dos grandes proyectos de caja única, uno con sede en Sevilla (Cajasol) y otro con sede en Málaga1 (Unicaja), cada uno con su equipo de baloncesto.

Como no, el cura Castillejo se negó de plano a unirse a cualquier proyecto de "los rojos" (sic), negativa que hizo extensiva a todo el Cabildo catedralicio cordobés y que ha terminado con la pirotécnica explosión de su caja de ahorros. Porque cuándo se conocieron las intenciones de la Junta, el cura Castillejo se enzarzó en una memorable batalla con la entonces consejera de Economía de la Junta, Magdalena Álvarez (sí, esa) mientras que se convencía de que la única forma de que Cajasur se salvase de ser absorbida era "crecer". Y eso, en los años del boom, era meterse en tantos ladrillazos como fuera posible.

Cuándo todo el embolado enladrillado se vino abajo para nuestra desgracia, Cajasur se quedó con el culo al aire. La Junta se ofreció a pescar ese salmón boqueante, a través de la fusión con Unicaja, pero el salmón, en lugar de meterse en esa charca contaminada de marxismo (o al menos eso pensaba él) prefirió suicidarse tirándose barranco abajo.

Así pues, intervención por el Banco de España, lo que viene a ser una nacionalización al uso. Es decir, pagar con el dinero de todos los españoles el ataque inusitado de hubris del cura Castillejo y sus herederos.

Si toda ésta penosa historieta tiene alguna moraleja, señora, puede ser ésta: no ponga su dinero en manos de curas. Si Jesús dijo lo del César por algo sería.

Seguiremos informando.

1 En homenaje al gran Chiquito de la Calzada, léase como "MÁlagalabella"

lunes, 17 de mayo de 2010

Rama Lama Ding Dong (III)

Ruina Imponente, en su tradición de prestarle atención a situaciones chungas alrededor del mundo antes de que se vuelvan más chungas, ya habló de la actual crisis tailandesa aquí y aquí.

Y, sinceramente, no es que nada haya cambiado demasiado desde abril: el Ejército sigue mayoritariamente estando con el Rey y los conservadores de Bangkok, con lo que la única esperanza de la muchachada de colorado es llamar la atención de la opinión pública occidental, para que, desde su ignorancia, fuerce un cambio de régimen.

Seguiremos informando.


viernes, 14 de mayo de 2010

Pequeño comentario sobre Garzón

Escribí hace tiempo mi opinión sobre la memoria histórica. Léanselo primero.

Una vez dicho ésto: vivimos en una democracia. Ésto significa que el pueblo, a través de sus representantes elegidos, es quién hace la ley.

Y al igual que nos tenemos que estar pegando con los pugneteros iusnaturalistas curiles, dispuestos a pasar olímpicamente de la voluntad soberana del pueblo en nombre de Dios, por el mismo motivo no podemos obviar la ley en nombre de la justicia.

Que los franquistas paguen por sus crímenes es de justicia. Pero no es la ley. Y que sea la ley o no no es un acto jurídico: es un acto político.

Baltasar Garzón ha tenido el inconmensurable valor de intentar suplir desde su juzgado lo que los españoles no nos hemos atrevido a hacer: poner, negro sobre blanco, los tenebrosos horrores de nuestro pasado. Y, en consecuencia, merece mi aplauso.

Pero por ello ha incumplido la ley. Y, también en consecuencia, se merece la suspensión. Ni yo, ni nadie, ha elegido a Baltasar Garzón para compensar la injusticia histórica de los asesinados por la dictadura. Y nadie, por muy bien intencionado que sea, puede arrogarse el poder que la Constitución y las leyes reservan a la representación del pueblo.

La pregunta es: si es de justicia que los crímenes del franquismo sean castigados, ¿qué hacen aquellos a los que sí hemos votado para que plasmen esa justicia en ley?

Seguiremos informando.

miércoles, 12 de mayo de 2010

La situación

Ésta mañana el Gobierno ha anunciado un fostión magno: recortar un 5% los salarios de los funcionarios para 2010 (recortar un 5% los ingresos de aproximadamente una sexta parte de la población activa...hm, no sé, eso me temo que genera cierta recesión), y cortar todo lo posible sin tocar (o, al menos, eso se ha informado) las pensiones, la sanidad y la educación. Las víctimas, las de siempre: ayuda al desarrollo, obras públicas, iniciativas culturales, etcétera, etcétera.

El Gobierno: El pecado primordial del Gobierno Zapatero es y ha sido, sobre todo, el no querer mostrar iniciativa en ningún aspecto. Había, y hay, una intencionalidad política en ésto. En efecto, la idea clave del nuevo gobierno (nuevo en 2004) era mostrarse como la contrapartida al bigotismo y su poco disimulada vocación por el procedimiento legislativo al que yo llamo "lentejas con garrote": si quieres las comes, si no...pues garrote.

Sin una mayoría absoluta y con el consenso por bandera el Gobierno se dispuso a ejercer su tarea: todas las iniciativas del Gobierno se verían arropadas por el cálido manto del consenso, del buen rollo y del talante. En principio es una buena idea, pero debe ser complementada por una fuerte política de comunicación que deje claro a la opinión pública quién lleva el timón del debate; sobre todo, dejar bien claro que en el momento en que una decisión deba, imperativamente, ser tomada, el Gobierno tiene la capacidad y la potestad de trazar una línea en el suelo, decir "hasta aquí" y hacer valer el hecho incontestable de su mayoría parlamentaria.

El Gobierno siempre se ha mostrado aterrorizado de hacer eso: primero, porque contraría el Principio del Talante; segundo, y probablemente lo más importante, porque sin el consenso la responsabilidad política de los errores y de las medidas impopulares cae íntegramente sobre el partido del gobierno. En consecuencia, el gobierno siempre ha ido (o, por lo menos, ha parecido ir) a remolque de la opinión pública, dando la imagen de un gobierno perdido, sin rumbo y en manos del que más y peor grite.

Lo que yo, sinceramente, esperaba, es que en algún momento, ante la gravedad de la situación, el gobierno decidiera, definitivamente, dar la patada en la mesa, amenazar con furia berserker y gobernar de forma decidida, cayese quien cayese. Pero hemos llegado a un punto en que ya no sólo no veo que eso sea posible, sino que además el Gobierno ha perdido la credibilidad para hacerlo a partir de ahora. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido, pública y abiertamente, castrarse (a mis lectoras: sé que es un verbo falocéntrico, pero sugiéranme alternativas) para el resto de la legislatura.

Y, lo siento mucho, pero yo no voté al PSOE para tener a un pelele de Presidente del Gobierno. A partir del día de hoy no considero que el Presidente del Gobierno tenga la autoridad y la credibilidad para llevar el timón del Partido Socialista, mucho menos del Gobierno de España. Y, en consecuencia, estoy dispuesto a escuchar alternativas. En todo caso, sigo siendo un socialdemócrata convencido y antipopulista radical (así que nada de upydancismos) ; de hecho, creo haber dejado claras mis posiciones en más artículos de éste blog de los que estoy dispuesto a recopilar.

El dinero: Todo el mundo insiste en que lo que hay que hacer es subirles los impuestos a los ricos; aumentar las cotizaciones de las sicav; en fin, que no lo paguen los currantes. Aun intentándolo, no nos iba a servir de nada. En el momento en que subiésemos el impuesto de sociedades, o aumentásemos las cotizaciones de las sicav, miles de millones de euros saldrían de España y se irían a nidos más acogedores. Y no podríamos abrir la boca.

La globalización hace que el dinero sea como un pajarillo sobre un laberinto: vuela libre y suelto, mientras que nosotros sólo vemos paredes por todos lados. Naturalmente, la inmensa mayoría de la gente no ha pillado el cambio de paradigma: insisten en que hay que ponerle un techo al laberinto, o mejor, cortarle las alas al puñetero pájaro, cuándo lo que hay que hacer es subirse encima del laberinto y volver a construir otro. Y ahí hasta que se inventen los viajes interplanetarios y haya que empezar de nuevo.

Es decir, como ya he dicho en más de una ocasión, mientras no abandonemos la idea de que los gobiernos nacionales, por su cuenta, pueden evitar las crisis, estamos bien jodidos. Joder, estoy cansado de repetirme: mejor léanlo aquí.

Seguiremos informando.


martes, 11 de mayo de 2010

El chiste más oscuro

Me he pasado el último fin de semana echando una mano a una divertida y esforzada muchachada en el montaje de una adaptación de Una noche en la Ópera, la peli de los Hermanos Marx. Ha sido, en todos los sentidos, una experiencia fantástica: he conocido a un montón de gente estupenda y he acabado físicamente, moralmente, diplomáticamente destruido.

Pero ahora que ya estoy mejor (quicir) vuelvo a lo mío, es decir, llevar éste su blog que, como bien reza en su subtítulo, es un elogio de la cultura inútil. Siempre he dicho que el genio de los hermanos Marx en general y de Groucho en particular es el de ser pasmosamente contemporáneos. En Una noche en la Ópera eso queda abiertamente en evidencia: mientras que el humor de Groucho podría ser de hoy mismo, en el momento que desaparecen los Marx de pantalla y entran los números musicales, o la historia de amor, de repente vuelve a ser 1935.

Obviamente el humor de los Marx - como todo el humor de la época, se entiende - está puntillado de referencias contemporáneas. El doblaje al castellano de la película - que, al igual que el de las películas de los Monty Python, ya está tan engranado en mi memoria cultural que lo prefiero a la versión original - se come con patatas la mayoría de éstas referencias, adaptando, mal que bien, las demás.

Pero hay una referencia que no se toca y, que, por lo tanto, se convierte en el chiste más oscuro de la película. En la escena de los contratos ("La parte contratante de la primera parte...") se produce el siguiente intercambio:

Groucho: Son sólo duplicados.
Chico: Duplicados.
Groucho: Sí, duplicados.
Chico: Ajá. (Breve silencio.)
Groucho: ¿No sabe lo que son duplicados?
Chico: Sí, los cinco gemelos del Canadá.

Al menos en éste caso, el traductor tiene alguna idea sobre lo que los personajes están hablando. En la edición que tengo en casa de El sueño eterno, de Raymond Chandler, la descripción del despacho de Philip Marlowe hace referencia "a un calendario de los hermanos Quin yaciendo sobre un fondo azul cielo". Ésto demuestra no sólo que el traductor es un gañán y no se molestó en investigar, sino también que aun en 1939, cuándo alguien hablaba de "the Quins" (las quintillizas) no hacía falta poner el apellido porque todo el mundo sabía de quién se estaba hablando.

Hoy en día ésta referencia está más que sobradamente olvidada, pero, como mis lectores más habituales sabrán, es una execrable afición de éste su corresponsal el desenterrar historietas de las que nadie se acuerda y que a nadie le importan (y si no me creen, lean el resto de éste blog) eso es precisamente lo que voy a hacer. Y como verán, sigue siendo una historia oscura, aunque está lejos de ser un chiste.

Yvonne, Annette, Cécile, Émilie y Marie Dionne nacieron prematuras a finales de mayo de 1934 en Corbeil, un pueblecito al norte de Ontario. Ésta era - y aún es, hoy en día - una región recientemente colonizada (el mismo pueblo de Corbeil había sido fundado hacía menos de cuarenta años) relativamente atrasada y poco poblada, dedicada mayoritariamente a la explotación maderera y a la minería.

Si ya es duro nacer prematuro, imagínense nacer prematuro en una casita de madera que está (bajo todos los puntos de vista) donde Cristo perdió los bongos. Las niñas pasaron su primera semana en cestas de lavandería, frente al horno abierto y encendido y rodeadas de botellas de agua tibia. Contra todo pronóstico, las niñas sobrevivieron. Y es ahí donde empezaron sus problemas.

Recordemos que la Gran Depresión fue el detonante de la edad de oro del cine de entretenimiento puro. El cine era una forma barata para olvidarse de los problemas durante un par de horas, y la industria en Hollywood explotaba para convertirse en el mito que es hoy. Los espectadores querían luz, música, belleza y fantasía: las pantallas se llenaron de musicales, comedias, animales domesticados...y niños prodigio.

Ese mismo año de 1934 una niña de seis años, Shirley Temple, recibía de la entonces Fox Films un salario de 1.250 dólares a la semana, cuándo un médico ganaba aproximadamente 3.500 dólares al año. La inmensa publicidad que el nacimiento de las cinco niñas desató dejó claro al padre de las niñas, Oliva Dionne, que tenía una mina de oro en casa, mina a la que se dispuso a tomar partido de forma inmediata: con la ayuda de empresarios estadounidenses, se dispuso a llevar a las niñas en una tournée triunfal por Norteamérica, lo cuál indignó a la opinión pública local.

Entra en escena el gobierno provincial de Ontario. En Toronto también se habían dado cuenta de que las quintillizas iban a dar muchísimo dinero; naturalmente, entraron en pánico ante la posibilidad de que los Dionne abandonasen el fin del mundo en el que vivían para mudarse a los Estados Unidos, privando a la provincia de una potencial fuente de ingresos.

Así que, aprovechando el ultraje popular por la propuesta gira de las Dionne, y dentro de la típica sensibilidad administrativa de los años 30, literalmente nacionalizaron a las niñas: a través de la Ley de Tutela de las Quintillizas Dionne de 1935, la tutela legal de las niñas pasó de su padre al gobierno provincial, primero por dos años, luego - una vez comprobada su rentabilidad - hasta su 18º cumpleaños.

Pero había un problema: si el gobierno de Ontario había retirado oficialmente la tutela a los Dionne para librar a las niñas de la explotación comercial, ¿qué podría hacer el gobierno de Ontario para explotarlas comercialmente?

La excusa fue la tradicional de los años 30: en nombre de la ciencia. Se puso a las niñas bajo la custodia directa del médico de Corbeil, el doctor Allan Roy Dafoe, quién inmediatamente puso a las niñas en cuarentena. Se construyó un complejo residencia-hospital en North Bay, a una decena de kilómetros de Corbeil, que incluía una galería acristalada (con espejos por dentro) que permitía a los visitantes ver a las niñas cuándo las enfermeras les sacaban a jugar: en la práctica, un zoo humano. Las niñas no podían prácticamente salir, salvo cuándo autorizadas por el gobierno de Ontario; se las sometía a pruebas de estatura, peso y crecimiento óseo casi constantes.

Y, conforme el gobierno de Ontario esperaba, dieron muchísimo dinero. La residencia-zoo se convirtió en la atracción turística más visitada de Ontario durante varios años (les recuerdo que en Ontario están las Cataratas del Niágara), visitada por tres millones de personas: muchos de los visitantes volverían a la región del lago Nispissing, convirtiéndolo en la zona de veraneo que es hoy. Las niñas aparecieron en cuatro películas (ninguna de ellas fue demasiado popular) y en infinidad de anuncios. El cálculo fue que las quintillizas aportaron un total de 51 millones de dólares (estamos hablando de cuándo los dólares eran piezas gordas de plata) a la industria turística de Ontario.

Mientras tanto, Oliva Dionne luchaba por recuperar la custodia de sus hijas. Tras el internamiento de las quintillizas, había montado una tienda de souvenirs-parque temático justo frente al zoo-hospital, donde vendía carteles, tazas, platos y toda la parafernalia al uso. (Llegó a vender piedras de su granja por cincuenta centavos: se promocionaban como buenas para la fertilidad.) Con la prosperidad económica adquirida los Dionne ya se podían plantear el mantener a toda la familia - llegarían a ser trece los hijos.

El clamor por la devolución de las Dionne a sus padres fue creciendo y englobándose en la pugna fundacional canadiense entre anglófonos y francófonos. Al fin y al cabo, las niñas habían nacido en una familia francófona y devotamente católica, y "capturadas" por un gobierno anglófono y "antifrancés". No ayudó el hecho de que, con la entrada de Canadá en la II Guerra Mundial, en 1939, las quintillizas fuesen utilizadas intensivamente por el aparato propagandístico, que insistía en que Canadá estaba metido en la guerra en ayuda a la Madre Patria, Inglaterra (cosa que a los francófonos más militantes, por decirlo suavemente, le resultaba vagamente molesta)

Finalmente, en noviembre de 1943 - cuándo el gobierno canadiense se esforzaba dolorosamente en atraer a los francófonos a las Fuerzas Armadas - el gobierno de Ontario devolvió a las niñas a la custodia de sus padres. Y el cambio no las hizo demasiado bien: aunque vivían ahora en una gran casa - con el dinero de ellas - Oliva Dionne se había convertido en un hombre cansado, resentido y violento, que abusaba de las niñas en más de un sentido. Y, obviamente, su explotación comercial no cesó.

Cuándo cumplieron los dieciocho años, las quintillizas se marcharon de casa. Émilie se hizo monja y murió dos años después, en el convento: en un ataque epiléptico, cayó de bruces sobre una almohada: sin poder moverse, se ahogó. Las otras cuatro hermanas intentaron llevar una vida normal, aunque nunca vieron un dólar del dinero que tanta gente obtuvo de ellas.

En 1998, el gobierno de Ontario llegó finalmente a un acuerdo con las tres hermanas supervivientes, que, empobrecidas y con cada vez más ataques epilépticos, vivían juntas a las afueras de Montreal. Cuatro millones de dólares canadienses (unos 3.200.000 euros) por lo que, en aquella época, parecía hasta gracioso.

Seguiremos informando.

lunes, 10 de mayo de 2010

Me lo temía

Primero, lean éste artículo.

Luego, lean lo que escribí la misma tarde del 20 de agosto.

Seguiremos informando.

lunes, 3 de mayo de 2010

New York City (I)

Anotaciones de un viaje:

(·) Al llegar a donde nos esperaba el Airbus 330 de Air Europa que nos llevaría a Nueva York, descubrimos que mientras Iberia da a sus aviones nombres relacionados con el patrimonio histórico, la cultura y las artes, Air Europa había bautizado a su aparato con el nombre de... David Bisbal. Me encogí de hombros y dije: "Mientras no haga tirabuzones mientras vuela a mí me irá bien."

(·) Como extranjero que he sido la mayor parte de mi vida, he crecido con un respeto reverente y atávico a los controles de pasaportes. Cuándo por fin el avión estacionó en la terminal 4 del aeropuerto Kennedy, estaba naturalmente preocupado por lo que pudiera pasar en el control de pasaportes. Ningún problema: una fila de dos minutos y luego nos atendió un oficial que hasta se permitió intercambiar humoradas con mi madre. Tras el interrogatorio de rigor - ¿qué pretenden hacer en los Estados Unidos? ¿Es su intención matar a alguien en territorio estadounidense? ¿Es o ha sido usted un genocida nazi? - pasar a la zona de llegadas de la terminal. En total, unos diez minutos.

(·) El escaso tamaño e iluminación de la terminal 4 la hacen más propia del aeropuerto de, no sé, Lisboa, que el de la mayor ciudad de los Estados Unidos. Tuvimos la mala idea de pensar que en el aeropuerto mismo podríamos contratar una furgoneta para llevarnos al hotel. Lo hicimos, pero hasta llegar a donde nos esperaba la colosal Dodge tuvimos que literalmente esquivar hordas de taxistas armenios, albaneses y judíos tunecinos, que vieron y oyeron perfectamente todo el proceso de negociación que llevé a cabo por teléfono y estaban más que dispuestos a convencerme de que todos ellos eran los conductores del taxi que había contratado, y cuándo quedaba dolorosamente claro que no lo eran, que podían ofrecer el mismo servicio por menor precio.

(·) Nuestra primera noche en Nueva York difícilmente pudo ser menos auspiciosa.

Primero, el traslado. De noche, yendo a toda leche por una Van Wyck Expressway donde todos conducían armatostes que dejan atrás la categoría de coche por la más procedente de tanqueta ligera, donde los coches bailaban entre los carriles con una soltura y alegría acojonantes, con la lluvia cayendo en esos chaparrones apocalípticos de diez minutos indispensables en toda ciudad portuaria, con el conductor (probablemente armenio) pisando a fondo para librarnos de nosotros lo antes posible (siendo que íbamos a un hotel barato en Queens, no dejaríamos propina tan generosamente como quién se dirigiese a un hotel caro en Manhattan) en una minivan del tamaño de un camión de reparto con el velocímetro averiado. No me sentí tan en São Paulo como en mi primera media hora en Nueva York.

Luego, el hotel. El personal del hotel tenía tres cosas en común: eran todos indios (de la India, se entiende), hablaban peor inglés que yo y su concepto de la atención al cliente se limitaba a prestarle atención al cliente. Al llegar a la habitación, el sofá cama estaba roto - probablemente había sido alguien que había osado sentarse en la esquina de la cama - así que nos asignaron una nueva habitación, dos pisos más arriba.

Por último, cenar. Como pudimos comprobar, un domingo a las diez de la noche en Long Island City difícilmente se engloba en el concepto estadounidense de "hora de cenar". Tras una sucinta comprobación del badulaque Apu-style situado en la gasolinera justo al lado del hotel - nos metimos en el primer chino que encontramos, probablemente el restaurante más obviamente repugnante en el que he estado jamás. Comimos - en mi caso pollo frito en aceite de motor y salsa de soja y arroz frito en polietileno y nos retiramos al hotel, considerando que, de aquí en adelante, las cosas sólo podrían mejorar.

Seguiremos informando.