martes, 12 de enero de 2010

Chávez: un líder para el siglo XX

Antes de nada: lo de cerrar supermercados ni es un monopolio comunista ni es un invento de Hugo-go. En 1986 el presidente de Brasil, José Sarney (que era y es un cacique del Noreste de Brasil, una gente que no suele tener demasiadas veleidades con el comunismo) y su ministro de Hacienda, Dílson Funaro (logró el cargo por ser el presidente de la CIESP, la patronal de Sao Paulo: su experiencia de gestión se resumía a su fábrica de juguetes) crearon el Plan Cruzado, el plan definitivo para acabar con la hiperinflación que asolaba Brasil en aquél momento. La receta les sonará de los periódicos: congelación de sueldos y precios por un año, recorte de tres ceros en la moneda... De hecho, el presidente Sarney fue más lejos: pidió a la población que actuase directamente contra aquellos que remarcasen los precios - lo que hizo que algunos exaltados ciudadanos (los "inspectores de Sarney") tomasen la justicia por su mano y cerrasen, e incluso saqueasen, los supermercados que subían los precios de los productos.

Obviamente, no funcionó. El Plan Cruzado fue el primero de siete (cuéntenlos) "planes anti-inflación" que en ocho años hizo que Brasil cambiase cinco veces de moneda (de cruzeiro a cruzado, de cruzado a cruzado nuevo, de cruzado nuevo a cruzeiro, de cruzeiro a cruzeiro real, de cruzeiro real a real, siendo que un real (1994) valiese 2.750.000.000.000 cruzeiros (1985) ). Yo estuve allí cuándo pasó: ir al kiosco a por revistas con pilas de billetes de 100.000 y 500.000 cruzeiros - aún tengo algunos - ; que los taxímetros no mostrasen el precio - sino "unidades taximétricas", siendo que el precio a pagar constaba en una tablita que cambiaba todas las semanas - que hasta para comprar una tostadora te constase el precio en dólares - todo muy gracioso, hasta que te das cuenta que tienes que comprar todo lo que puedas el día 1 del mes - porque tu sueldo no valdrá literalmente para nada el día 10.

La cuestión es que no sólo fue Brasil el que implosionó su economía de esa manera. Argentina hizo más o menos lo mismo con el austral. Lo que fascina de Hugo-go es que aún con la evidencia empírica (que te lo pueden explicar los vecinos, coñe) de que esa es una receta para el desastre, tú vayas y sigas haciendo lo mismo.

Todo ésto no me hace sino confirmar lo que ya tenía claro desde hace años - y ustedes ya saben desde hace tiempo: que el bolivarianismo del siglo XXI que con tanto entusiasmo proclaman los pijopunkis de mi ya ex-facultad es un puñetero pufo y que Hugo Chávez Frías es un Populista Latinoamericano de Toda La Vidarepitiendo, para perjuicio de los venezolanos, las mismas recetas gastadas de siempre.

El populismo es carísimo y conduce, invariablemente, al desastre. Por ese lado, Latinoamérica tiene el camino cerrado. Es la hora de cambiar el chip.

Seguiremos informando.

1 comentario:

CardinalXiminez dijo...

Y aquí pueden ver a un hoygan doméstico.