Con mi llamamiento a la discusión de ayer quise obtener respuestas, y como por increíble que pueda parecer tengo lectores (a pesar de mi pachorra) aquí tengo una, de don Roger, y un complemento a esa misma respuesta, del señor Citoyen.
Como está en mi carácter el buscar los consensos, empezaré por lo con que sí estoy de acuerdo, que es con la mayor parte de la segunda parte del artículo de don Roger. Soy el primero en decir que las antaño instituciones de "izquierda" formal (y sí, IU, hablo de ti) se han convertido en organizaciones eminentemente conservadoras, orientadas más a la "defensa" de lo ya existente que al progreso (sea lo que sea eso, pero ahora hablaré de ello.) Igualmente opino que el Estado no tiene por qué tener aeropuertos (y, ya puestos, invito a un café a quien me diga por qué Logroño necesita un aeropuerto) y que, en lo que a loterías respecta, propongo un modelo totalmente privado y liberalizado donde el Estado lo único que hace es vigilar el fraude y cascar impuestazos por partida doble: a organizadores y premiados por igual.
Pero por mucho que les admire, señores, no me convencen.
Cito a don Roger: "Prohibir que el comercio abra los domingos [...] es prohibir que gente que quiere trabajar lo haga." Ya estamos con el malvado Estado coartando la libertad de los trabajadores de hacer lo que quieran. Un arma tremendamente poderosa contra los derechos de los trabajadores ha sido la apropiación de la palabra "libertad" por la derecha. (No creo que sea necesario que les ponga ejemplos.) Normalmente, quien plantea la liberalización de los horarios laborales pone como resultado óptimo que el estudiante de 22 años recién incorporado al mercado laboral obtenga, al fin, unas cuantas horas a la semana para ganarse un dinero suelto y ponerle líneas al currículum. Puede ocurrir, en efecto, pero es igual de probable que lo que suceda es que la madre de 34 años y dos hijos deba trabajar todos los sábados y todos los domingos, resumiendo sus posibilidades de ocio y recreación con sus hijos a largas sesiones de visionado de televisión, pues está demasiado cansada para hacer otra cosa.
Veo innecesario recordarles que las regulaciones de horarios de trabajo no son algo reciente. Son conquistas del siglo XIX y sirven para garantizar a los trabajadores tiempo libre para gestionar sus asuntos y cuidar de sus familias. ¿Que hay trabajadores que se ven coartados por éstas regulaciones? Coño, sí. Maldito sea el Estado, que impide a la gente de bien literalmente matarse trabajando.
Pero bueno, no es de ésto de lo que quería hablar.
Como de costumbre, se remite usted a Escandinavia, donde el paraíso socialdemócrata aún existe. Pero, ¿por cuanto tiempo? El ejemplo aquí no es a mi entender Escandinavia, sino Alemania. Si bajase Ludwig Erhard de los cielos y escuchase a los que dicen defender su legado en la CDU estoy bastante convencido de que se liaría a ostias como panes (tenía aspecto de ser un señor lo suficientemente sólido como para defender sus ideas a bofetadas). Si en Alemania, estado que se enorgullece (o se enorgullecía) de crear el concepto de Sozialmarktwirtschaft, los recortes en los privilegios a los trabajadores son un hecho ¿cuánto tardarán los países escandinavos en seguir su camino? (Por cierto, Noruega no es un ejemplo - podrán mantener su estado del bienestar por el tiempo que quieran gracias a sus abundantes vapores de dinosaurio - pero eso es como los que hacen trampas en el SimCity)
El artículo de Citoyen, nos pone sobre la pista del problema y justifican lo que he dicho en mi anterior artículo. Los estados ya no tienen la potestad de hacer políticas de izquierdas porque no pueden financiárselas, y si pueden, no podrán. No podrán porque la recaudación tradicional, vía impuestos, es cada vez más insostenible dada la movilidad y la volatilidad del capital; y la financiación vía deuda supedita las políticas públicas de los Estados a las necesidades de sus inversores - y no de sus ciudadanos. Según las inmortales palabras de Cayetana Fitz-James Stuart, ésto que estáis haciendo no es democracia.
Y es el punto al que quiero llegar: lo primero que debe defender cualquier demócrata es que las políticas públicas se definan por el voto de los ciudadanos y no los del Fondo de Inversiones del Profesorado de Wisconsin. Me niego a asumir que las políticas públicas deban ser definidas por su rentabilidad - básicamente porque, en mi manera de entender la política, el Estado es una máquina de hacer cosas necesarias Y deficitarias.
En consecuencia, la izquierda debería partir en búsqueda de una escala lo suficientemente grande como para hacer contrapeso a los que exigen un Estado, S.A. con CEOs haciendo rapapolvos cada año en los Presupuestos Generales del Estado. Una escala que frene ésta subasta a la baja entre los Estados, para ver quién cobra menos impuestos y tiene trabajadores más productivos (es decir, que trabajen más por menos). Una escala que permita a los sindicatos ser lo que deben ser, instrumentos para un oligopolio de la mano de obra, oligopolio lo suficientemente fuerte como para mantener el precio del factor trabajo a un nivel que permita a la gente algo más que comer y dormir. Una escala que permita, en suma, evitar ésta carrera de ratas, éste sálvese quien pueda, ésta pugna de hombres y estados por rebajarse cada vez más, aceptar menos, trabajar más y, en suma, vivir peor.
Y, bueno, entiendo que ustedes son gente con más estudios, que pasarán horas y horas extricando los errores terminológicos de éste artículo, que seguro son muchos.
Pero precisamente porque son ustedes gente inteligente, háganme el favor. Miren donde estamos, miren hacia donde vamos, e intenten decir de corazón que nuestro futuro es el óptimo.
A ver si pueden.
Seguiremos informando.
8 comentarios:
A ver, una clarificación terminológica, el recurso a la deuda NO es una forma de recaudación, es una forma de financiación; sino, no es deuda, es una forma de impuesto. Esto no es opinable, es contabilidad.
La situación mercados financieros solo afectan a la financiación de las políticas públicas -es decir, a cuando pagas qué, no a si lo pagas o no. Puedes argumentar que la capacidad para redistribuir intergeneracionalmente, estabilizar la economía a corto plazo o financiar el gasto de inversión se ve constreñida por los mercados financieros; pero los mercados financieros no afectan a la capacidad del estado para redistribuir más allá de esas áreas.
Cuando uno habla de "rentabilidad" en las políticas públicas, como debería ser obvio, no sólo habla de rentabilidad como la de las empresas privadas-sino, lo delegaríamos en empresas privadas. La tasa de retorno social no es la misma que la tasa de retorno privada. Hay una rama de la hacienda pública que se dedica a estudiar esto: http://en.wikipedia.org/wiki/Cost-benefit_analysis pero los ingresos tienen que salir de algún sitio.
Esto no es incompatible con el voto de los ciudadanos, no más de lo que es decidir la regulación medioambiental tomando en cuenta la opinión de los técnicos de ciencias del medioambiente: se trata de explicarle a la gente lo que les va a costar cada cosa.
Luego, puedes hablar de la capacidad del sector público para recaudar impuestos- es decir, ponerte a hacer análisis de elasticidades. Personalmente, creo que indignarse porque los ricos tienen una oferta de trabajo muy elástica -trabajan mucho menos cuando ganan menos- es una estupidez inútil, pero puedes hacerlo si quieres. Esto no es algo que uno pueda remediar. La competencia fiscal entre Estados es un hecho (en mi más o menos informada opinión muy exagerado), pero no es el hecho principal detrás de esto y sobre todo, es muy, muy dificil de solucionar porque es un juego internacional con (enormes) ganadores y perdedores. Es decir, es infinitamente más dificil que el cambio climático y también bastante menos urgente. Si quieres indignarte por esto, yo me indigno contigo, pero nada más.
Para terminar, lo que vienes a decir de que vamos a morir todos. Bueno, es una buena historia de terror, pero yo no la creo. Hay modelos sociales que son viables (y propuestas interesantes: http://www.oxfordscholarship.com/oso/public/content/politicalscience/9780199256433/toc.html ) y que son bastante igualitarios -sí, está escandinavia.
Te propongo una historia alternativa: el principal reto, hoy, no es la movilidad del capital, es probablemente de tipo demográfico: tenemos a muy poca gente trabajando manteniendo a demasiada gente que no trabaja (grosso modo, parados+jubilados).
Mira este librito http://books.google.es/books?id=Dm4MiBAAxMAC&printsec=frontcover&dq=isabela+mares+taxation&source=bl&ots=Fhbf0kIswy&sig=qkSJku0IfimTMS6-9am1vpCbxtA&hl=es&ei=wfT3TKfuD9Gn8QO-ypj4Cg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CBcQ6AEwAA lo que viene a explicar es que durante la posguerra tuvimos moderación salarial (y paro bajo) porque los sindicatos estaban dispuestos a intercambiar mejoras en el Estado de Bienestar por mantener los márgenes empresariales. El modelo dejó de funcionar porque los Estados de Bienestar maduraron (los trabajadores se jubilaron) y eso se tradujo en un aumento de la presión impositiva. Eso significa que los sindicatos controlan sólo una pequeña porción de los costes laborales del empresario de forma que asegurar moderación salarial significaba mantener los salarios mucho más bajos que antes.
Esto se tradujo en paro y por tanto un aumento de la factura asistencial para el Estado. Unido al problema de los jubilados (no solo pensiones, también sanidad y gastos anejos), tienes una parte importante de la historia de la "crisis del Estado de bienestar": no es principalmente que haya menos dinero, es que hay más entre los que repartir.
¿Hay alternativas? Bueno, en mi (de nuevo, más o menos informada) opinión sí las hay. Las políticas familiares -como las del libro de arriba-, por ejemplo, no sólo son una forma de redistribuir renta, son una forma de formar gente con capital humano bien armada en el mercado laboral y además de aumentar la natalidad.
Caramba, don Citoyen, como es su estilo, haciéndome quedar como el propagandista ignorante que soy.
Ahora en serio, da gusto tener comentaristas así de informados.
Vamos por partes:
- Primero: Si precisamente lo que me aterra es el hecho de que la financiación vía deuda haya cobrado tanta importancia - y, sí, como podemos ver, las políticas de cada Estado son decisivas para obtener financiación en los mercados: no por motivos empíricos (como bien ha dicho, cuando uno compra un bono a 10 años no le importa quién gobierne ni como con tal de poder cobrar) sino por esos motivos algo más místicos que damos a llamar "confianza en la economía", que puede verse sacudida por factores tan variopintos como el déficit, la tasa de paro, un parlamento en minoría o los resultados del fúmbo. Como imagina, mi fe con respecto a la racionalidad de los mercados no es exactamente la misma que la suya.
Segundo: Acepto claramente su tesis: el estado del bienestar tal y como lo hemos conocido hasta ahora no es sostenible con una población envejecida. Dos son las opciones: o se desmantela el estado del bienestar o se amplía la base de cotización, tanto vía inmigración como por ampliación del periodo de cotización: mi opción, naturalmente, es la segunda.
Tercero: No creo que me haya metido en ningún lado con la oferta de trabajo de los ricos - si es una estupidez indignarme me entero ahora; no lo he hecho. Cuando hablo de la capacidad del sector público de recaudar impuestos me refiero a la facilidad del capital en escapar jurisdicciones adversas: paraísos fiscales, oiga. Y coñe, claro que es un juego internacional a una escala colosal. ¿La pregunta es: es la izquierda capaz de hincarle el diente?
1. Me parece bien que no tengas (¿te puedo tutear? se me hace raro llamar a la gente de usted en internet?) "fe" (yo tampoco tengo fe, por cierto, es lo que veo cuando hago análisis de coyuntura, pero entiendo es algo moderadamente subjetivo) en que los mercados sean capaces de evaluar correctamente la solvencia de un Estado. Pero entonces deberías criticar la política de los Estados de correr deficit en lugar de financiarse con impuestos.
Lo único que intento subrayar en el post es que uno no puede estar en contra de la dependencia de los mercados financieros y a favor de los déficit. Si uno cree que la dependencia de los mercados financieros es algo nocivo, debería estar abogando por la madre de todas las consolidaciones fiscales- esto es algo que, por razones distintas, hacen los del Tea party en EUA.
3. A ver, los ingresos de las rentas del capital son un aspecto menor en términos distributivos. Primero porque es una parte relativamente pequeña de la recaudación. Segundo, mirate este paper de Saez y Piketty http://elsa.berkeley.edu/~saez/piketty-saezAEAPP06.pdf Si mal no recuerdo, lo que venían a decir es que el grueso del aumento de la desigualdad que hemos visto desde los setenta se explica por el aumento, no de las rentas del capital, sino de los trabajadores muy cualificados. Egocrata hablaba de ello aquí http://www.lorem-ipsum.es/blogs/materiasgrises/2006/04/de-ejecutivos-pensiones-y-salarios-las-nuevas-superestrellas.html
En general, me parece una exageración sugerir que el EStado no puede redistribuir aunque la capacidad impositiva sobre las rentas del capital fuera nula; aún financiando el sistema con impuestos sobre el consumo y sobre el trabajo puedes conseguir resultados muy igualitarios.
Tienes razón; pero yo no reprocho la existencia de la deuda pública (ya llego algo tarde para eso) sino por la sobredependencia de las cuentas del Estado del endeudamiento externo - y la imposibilidad de compensar la falta de financiación externa con impuestos indirectos.
Pregunta por curiosidad, que no implica una toma de posición y que sólo pretende conocer su opinión informada: en un país como el nuestro, donde la propiedad inmobiliaria es un tótem colectivo, ¿qué posibilidades tendría un impuesto único sobre la propiedad estilo georgista?
Mira, una ilustración de lo que te decía sobre las rentas del capital http://worthwhile.typepad.com/worthwhile_canadian_initi/2010/12/rich.html
Lo del impuesto sobre la propiedad; mi reacción es decirte "es un proxy muy malo para medir la riqueza" pero no sé suficiente sobre el tema para tener una opinión
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