Bien, imaginémonos. Yo voy a un sitio, no sé, tipo la Basílica de San Pedro. (Iré el mes que viene.) Me planto en medio de la nave principal y empiezo a gritar a pleno pulmón: "¡Ratzinger! ¡Maledetto! ¡Cazzo! ¡Pezzo di merda!" (Espero que no necesiten traducción.) En el caso de sobrevivir a las hordas de viejas armadas con paraguas y agujas de punto que querrán mi hígado, lo más probable es que aparezca por alguna parte un guardia suizo de dos metros que me eche a patadas del recinto.
Usted, si fuese testigo de éstos hechos, consideraría que ha sido bastante estúpido de mi parte ir a un sitio específicamente a insultar. Pero más estúpido todavía sería que, con el cuerpo aún dolorido, me dirigiese a la Embajada de España a quejarme de que se han vulnerado mis derechos a la libertad de expresión, y es más: la culpa es de Zapatero, por dejar que extranjeros maltraten impunemente a ciudadanos españoles.
¿A ustedes también les parece estúpido? Pues bienvenidos a la fantástica política exterior de la extrema derecha española, que considera que esgrimiendo el pasaporte colorado de ciudadano español un hombre puede ir a un sitio, insultar al presidente y esperar salir impune.
Abrió la veda, quién si no, Esperanza Aguirre Gil de Biedma, que, dentro de su programa de dar mejor uso al dinero que el Estado español le transfiere para sanidad y educación, decidió organizar un congreso-conferencia de exiliados cubanos de Miami, gente sana y deportista que, obviamente, sólo tenía alabanzas para el actual régimen cubano. Naturalmente, Granma abrió fuego contra Espe, y Espe, encantada de la vida por haberse convertido en una figura política internacional, salió a la palestra para quejarse de que el gobierno cubano la insultaba sin que el gobierno del PSOE saliese en su defensa.
Y éste fin de semana, un eurodiputado del PP ha sido echado a patadas de Venezuela (lo de las patadas es él quién lo dice). En principio el buen señor éste, que antes de ser eurodiputado fue el (homo) antecesor de César Todólogo Vidal en la Cadena de Ondas Populares de España, iba de observador en el equipo del Parlamento Europeo. Como observador, lo que tenía que haber hecho era, bueno, observar, y si veía alguna irregularidad, denunciarla. Pero como eso es muy aburrido (y dar leña a los rojos es un vicio que supera fronteras y océanos) se salió con una jugosa declaración en la que decía (y cito de la BBC, que a su vez cita de France Presse, que no se diga) "(los venezolanos) no se deben dejar llevar a la hora de votar por el miedo que un dictador les intenta imponer de forma premeditada". No sé ustedes, pero creo que cosas como esas superan por un pelín la tarea del observador.
En todo caso, y ya instalado en un confortable hotel en São Paulo, el bigotón éste se ha lanzado a despotricar, como no, contra Chávez, y ya que estamos, contra Zapatero, por permitir éstos atropellos a la gente decente que solo ha venido a enseñar a éstos sudacas como hay que vivir en democracia. Nota bene: El hecho de que me meta con el señor Herrero no significa que esté de acuerdo con el Bolivariano Mayor éste. Hugo Chávez Frías me parece un populista de la peor especie, de la especie que ya tendría que haber desaparecido hace décadas de América Latina. En todo caso, el que desaparezca depende de la voluntad soberana de los venezolanos. Y ésta, por ahora, está con el presidente. Aunque no le guste.
Seguiremos informando.