Un servidor de ustedes, como residente en el extranjero, solo puede votar para Presidente de la República: no puedo votar ni a la Cámara de Diputados ni al Senado, ni mucho menos para Gobernador del Estado. Lo cuál es una pena, porque para mí el voto al Congreso es tan importante o más que el voto al Presidente.
Me explico: como les dije en la primera parte del artículo, votar es obligatorio en Brasil. Y, en Brasil, el elector medio puede tener alguna idea de quién quiere o quién no quiere para Presidente, pero desde luego, en líneas generales, no tiene ni la menor idea de a quién puede elegir para el Congreso y el Senado. Esto hace que los diputados más votados sean, generalmente, histriones populistas (como Enéas Carneiro, ultraderechista que proponía la bomba atómica para Brasil, el diputado más votado en 2002) o famosetes de medio pelo con ambiciones políticas (como Clodovil Hernández, el equivalente brasileño a José Javier Vázquez, el más votado en 2006). Eso significa que, y espero equivocarme, gente como Romario (sí, ese Romario) pueda terminar en la Cámara de Diputados dentro de un par de semanas.
Sumemos a esto el hecho de que, en muchos estados, las oligarquías caciquiles regionales sigan teniendo un poder casi omnímodo que les sirve para elegir a “sus” diputados y senadores sin mayor problema. Por ejemplo, Fernando Collor de Mello, presidente entre 1990 y 1993: se descubrió que una red de tráfico de influencias, articulada a través de su tesorero, le permitió amasar una fortuna escandalosa – incluyendo los jardines más lujosos de Brasilia – y, en consecuencia, fue estrepitosamente echado a patadas de la Presidencia, y perdió los derechos políticos durante diez años. Cumplidos los diez años, dado que entre su familia y la de su señora tienen prácticamente en propiedad el estado de Alagoas, consiguió ser nombrado candidato a senador por Alagoas por un oscurísimo Partido Renovador del Trabajo de Brasil y casi inmediatamente elegido – y ahí sigue.
En consecuencia, como ya he dicho en alguna ocasión, los 512 miembros del Congreso de Brasil se dividen en tres: unos 150 diputados de derechas, unos 100 de izquierdas y el resto, los 262 restantes, son de “centro”, o sea, de quien resuelva mejor la pregunta “¿qué hay de lo mío?”
Los cuatro grandes partidos parlamentarios son:
El Partido de los Trabajadores (PT): El partido de Lula, surgió del movimiento sindical de finales de los 70 como una alternativa “del interior” a la izquierda tradicional brasileña, descuajaringada por la dictadura militar (1964-1985) Cuando surgió el PT, los dos grandes partidos de izquierda, tanto el populista PTB como el comunista PCB, estaban descompuestos y exiliados. Como todo partido en el poder, se hinchó desopinadamente con la gente que quería subirse al carro de Lula. El poder también lo ha moderado y acercado a posiciones más centristas, lo cuál ha provocado las obvias escisiones.
El Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB): Escindido del PMDB a mediados de los 80 como una alternativa progresista dentro del sistema democrático – en aquél tiempo el PT pedía la nacionalización de los medios de producción – se llevó con él gran parte de la intelectualidad de izquierda (casi toda la que no estaba en el PT o era comunista). Con Fernando Henrique Cardoso estuvo en la presidencia de 1994 a 2002, lo que le sirvió para tirarle mucho hacia la derecha; el avance hacia la socialdemocracia del PT le ha comido bastante espacio político.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es un derivado inmediato del MDB, el Movimiento Democrático Brasileño. El MDB surgió durante la dictadura militar: Cuando los partidos políticos fueron prohibidos, el régimen autorizó la existencia de dos partidos creados ex novo: la Alianza Renovadora Nacional (Arena) aglutinaba a los políticos favorables al gobierno, mientras que el MDB reunía a la “oposición”, es decir, los que estaban en contra del gobierno pero estaban dispuestos a transigir con él. Como partido aglutinante que era, su ideario político era pasmosamente vago, así que cuando el país se redemocratizó los que tenían ideas pelín más concretas partieron a hacer política en otra parte. Así pues, en el PMDB quedaron los “centristas”, es decir, los zaplanas, los que están en política para recubrir de oro las piscinas, y algún que otro viejo guerrero fiel a sus principios. Son el mayor partido en la Cámara de Diputados, así que Lula ha tenido que abrazarles - con sus corruptelas - para poder pasar legislación.
Los Demócratas (DEM) es el Partido del Frente Liberal (PFL) con otro nombre. El PFL se había ganado la fama de ser el partido de los oligarcas y caciques del nordeste del país, fama completamente merecida, así que decidió cambiarse de nombre para atraer cuadros y votantes en las zonas urbanas del sudeste, que es donde realmente está el bacalao. Su mala fama y alto valor electoral a nivel federal le convierte en el partido de los vices: proporciona los candidatos a vice para la mayor parte de los candidatos a cargos ejecutivos del PSDB. El actual alcalde de São Paulo, Gilberto Kassab, es del DEM y logró el cargo de ésta manera: cuando José Serra, el actual candidato a presidente por el PSDB, abandonó el cargo de alcalde para poder presentarse a gobernador, él era el vice.
También están los dos partidos que presentan candidatos serios a presidente:
El Partido Verde (PV) es un partido ecologista surgido a principios de los 80. Como buen partido ecologista ha conseguido aglutinar figuras mediáticas de primer orden, como el cantante Gilberto Gil. El PV apoyó a Lula durante su primera legislatura (Gil fue ministro de Cultura) pero pasó a la oposición cuando el PT empezó a derivar hacia una política desarrollística menos sostenible.
El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) está formado por la fusión del ala izquierda del PT con partidos menores de izquierdas, como el trotskista PSTU, cuando Lula empezó a abrazar abiertamente la social-democracia durante su mandato.
Éstos no son los únicos partidos parlamentarios: hay otros nueve, pero éstos están alineados con unos o con otros
En la siguiente entrega, los candidatos a presidente.
Seguiremos informando.
Me explico: como les dije en la primera parte del artículo, votar es obligatorio en Brasil. Y, en Brasil, el elector medio puede tener alguna idea de quién quiere o quién no quiere para Presidente, pero desde luego, en líneas generales, no tiene ni la menor idea de a quién puede elegir para el Congreso y el Senado. Esto hace que los diputados más votados sean, generalmente, histriones populistas (como Enéas Carneiro, ultraderechista que proponía la bomba atómica para Brasil, el diputado más votado en 2002) o famosetes de medio pelo con ambiciones políticas (como Clodovil Hernández, el equivalente brasileño a José Javier Vázquez, el más votado en 2006). Eso significa que, y espero equivocarme, gente como Romario (sí, ese Romario) pueda terminar en la Cámara de Diputados dentro de un par de semanas.
Sumemos a esto el hecho de que, en muchos estados, las oligarquías caciquiles regionales sigan teniendo un poder casi omnímodo que les sirve para elegir a “sus” diputados y senadores sin mayor problema. Por ejemplo, Fernando Collor de Mello, presidente entre 1990 y 1993: se descubrió que una red de tráfico de influencias, articulada a través de su tesorero, le permitió amasar una fortuna escandalosa – incluyendo los jardines más lujosos de Brasilia – y, en consecuencia, fue estrepitosamente echado a patadas de la Presidencia, y perdió los derechos políticos durante diez años. Cumplidos los diez años, dado que entre su familia y la de su señora tienen prácticamente en propiedad el estado de Alagoas, consiguió ser nombrado candidato a senador por Alagoas por un oscurísimo Partido Renovador del Trabajo de Brasil y casi inmediatamente elegido – y ahí sigue.
En consecuencia, como ya he dicho en alguna ocasión, los 512 miembros del Congreso de Brasil se dividen en tres: unos 150 diputados de derechas, unos 100 de izquierdas y el resto, los 262 restantes, son de “centro”, o sea, de quien resuelva mejor la pregunta “¿qué hay de lo mío?”
Los cuatro grandes partidos parlamentarios son:
El Partido de los Trabajadores (PT): El partido de Lula, surgió del movimiento sindical de finales de los 70 como una alternativa “del interior” a la izquierda tradicional brasileña, descuajaringada por la dictadura militar (1964-1985) Cuando surgió el PT, los dos grandes partidos de izquierda, tanto el populista PTB como el comunista PCB, estaban descompuestos y exiliados. Como todo partido en el poder, se hinchó desopinadamente con la gente que quería subirse al carro de Lula. El poder también lo ha moderado y acercado a posiciones más centristas, lo cuál ha provocado las obvias escisiones.
El Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB): Escindido del PMDB a mediados de los 80 como una alternativa progresista dentro del sistema democrático – en aquél tiempo el PT pedía la nacionalización de los medios de producción – se llevó con él gran parte de la intelectualidad de izquierda (casi toda la que no estaba en el PT o era comunista). Con Fernando Henrique Cardoso estuvo en la presidencia de 1994 a 2002, lo que le sirvió para tirarle mucho hacia la derecha; el avance hacia la socialdemocracia del PT le ha comido bastante espacio político.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es un derivado inmediato del MDB, el Movimiento Democrático Brasileño. El MDB surgió durante la dictadura militar: Cuando los partidos políticos fueron prohibidos, el régimen autorizó la existencia de dos partidos creados ex novo: la Alianza Renovadora Nacional (Arena) aglutinaba a los políticos favorables al gobierno, mientras que el MDB reunía a la “oposición”, es decir, los que estaban en contra del gobierno pero estaban dispuestos a transigir con él. Como partido aglutinante que era, su ideario político era pasmosamente vago, así que cuando el país se redemocratizó los que tenían ideas pelín más concretas partieron a hacer política en otra parte. Así pues, en el PMDB quedaron los “centristas”, es decir, los zaplanas, los que están en política para recubrir de oro las piscinas, y algún que otro viejo guerrero fiel a sus principios. Son el mayor partido en la Cámara de Diputados, así que Lula ha tenido que abrazarles - con sus corruptelas - para poder pasar legislación.
Los Demócratas (DEM) es el Partido del Frente Liberal (PFL) con otro nombre. El PFL se había ganado la fama de ser el partido de los oligarcas y caciques del nordeste del país, fama completamente merecida, así que decidió cambiarse de nombre para atraer cuadros y votantes en las zonas urbanas del sudeste, que es donde realmente está el bacalao. Su mala fama y alto valor electoral a nivel federal le convierte en el partido de los vices: proporciona los candidatos a vice para la mayor parte de los candidatos a cargos ejecutivos del PSDB. El actual alcalde de São Paulo, Gilberto Kassab, es del DEM y logró el cargo de ésta manera: cuando José Serra, el actual candidato a presidente por el PSDB, abandonó el cargo de alcalde para poder presentarse a gobernador, él era el vice.
También están los dos partidos que presentan candidatos serios a presidente:
El Partido Verde (PV) es un partido ecologista surgido a principios de los 80. Como buen partido ecologista ha conseguido aglutinar figuras mediáticas de primer orden, como el cantante Gilberto Gil. El PV apoyó a Lula durante su primera legislatura (Gil fue ministro de Cultura) pero pasó a la oposición cuando el PT empezó a derivar hacia una política desarrollística menos sostenible.
El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) está formado por la fusión del ala izquierda del PT con partidos menores de izquierdas, como el trotskista PSTU, cuando Lula empezó a abrazar abiertamente la social-democracia durante su mandato.
Éstos no son los únicos partidos parlamentarios: hay otros nueve, pero éstos están alineados con unos o con otros
En la siguiente entrega, los candidatos a presidente.
Seguiremos informando.
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