Ah, es verdad, que aquí pretendíamos ser un blog serio.
El peligro de trazar una línea que define quién es demócrata y quién no es que siempre tienes la tentación de moverla hacia atrás o hacia adelante conforme tus gustos personales. Llevo diciendo tiempo que la Ley de Partidos es una vulneración del mismo principio de la democracia, es decir, que la mera ciudadanía es lo único necesario para participar. Y las contradicciones de esa ley quedan cada vez más en evidencia conforme ETA y su entorno van aproximándose a lo que nosotros mismos definimos en su día como lo que hace un demócrata.
Así pues, pueden leerse ya en la hoja de ruta de las asociaciones de víctimas (y por ende, del bigotismo) los "nuevos" requisitos para que dejemos a Batasuna jugar con los mayores: que pidan perdón por todos sus crímenes, que "se rindan" (quiera lo que quiera decir eso) y, en algunos casos, incluso piden indemnizaciones en dinero.
Insisto una vez más: el Estado no es, ni ha de ser, el instrumento de la venganza de españoles contra españoles. Por eso mis reticencias con la Ley de Memoria Histórica (como siempre he dicho: Franco me da igual, está muerto: lo que me preocupa son los franquistas) ni, por supuesto, el Estado ha de seguir a rajatabla las disposiciones de las asociaciones de víctimas del terrorismo.
Ahora, hablemos, no del actual comunicado (cuando intento leer documentos de ETA, siempre me acuerdo del capítulo de Lord Dorwin en "Fundación") sino de la verdadera pregunta ¿A partir de aquí, qué hacemos?
Punto 1. ETA debe desarmarse. No puedes decir "alto el fuego general, verificable y permanente" sin mencionar, ni una sola vez, la palabra "desarme" (y eso es lo que me escama del comunicado). Salvo que tengas una plaga bastante perra de topillos o quieras hacer una reforma a gran escala en el caserío, nadie necesita ciento cincuenta kilos de cloratita en su casa. Seguro que ese zulo donde tenías 25.000 cartuchos de Parabellum da un sitio estupendo para una bodega o un trastero. Si se sienten más tranquilos entregándole las armas a otra gente para que las desmantele fuera de España, el Estado debería ofrecer un sistema de entrega verificado en puntos neutrales.
El Estado, a cambio, debe comprometerse por escrito, una vez el desarme esté encaminado (con verificación internacional si es necesario), a los puntos siguientes:
Punto 2. La ley de partidos debe ser reformada. Seguro que hay formas de regular el funcionamiento de los partidos políticos para secar sus fuentes de financiación e impedir que distribuyan dinero de forma discrecional. (Viendo a los de la Gürtel, quizás por eso esa solución obvia fue descartada en su día.) La ley del 2002 era un Krupp del 105, cuando lo que aquí necesitábamos era un rifle de precisión. En todo caso, todos los partidos deberían ser legales dentro de lo que la Constitución permite, que es mucho.
Punto 3, corolario del 2: Los partidos prohibidos deben ser legalizados y deberían convocarse de inmediato elecciones al Parlamento vasco. Los resultados de éstas elecciones deberán ser considerados legítimos por todas las partes.
Punto 4: Un sistema comprehensivo y gradual de reintegración debe ser puesto en marcha para los presos del entorno de ETA, a excepción de los miembros de los comandos. Una forma de hacerlo quizás sea que la Fiscalía solicite que en los casos en cuestión la legislación antiterrorista deje de aplicarse para pasar a aplicarse la legislación ordinaria (de enaltecimiento del terrorismo a delito de opinión, por ejemplo). Obviamente se exigirá para la reintegración un compromiso escrito de voluntad de reintegración.
Seguiremos informando.
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