domingo, 13 de abril de 2008

Crónicas de un falso cultureta (III): El papel de tornasol

Por una noche, me he cansado de ser tan buena persona.

Voy a decir lo que pienso para no estallar en mi propia contradicción: si uno de mis mayores defectos (y al mismo tiempo uno de mis mayores orgullos) es mi incapacidad para mantenerme durante mucho tiempo en una mentira, no puedo, por mi propia salud mental, seguir fingiendo.

Ya saben ustedes lo que me ha pasado. Si no lo saben, consulten éste blog. Si aún así no se aclaran, es que no les interesa éste artículo. Circulen.

Dios (si existe) sabe bien que he intentado que no me afecte. He mantenido una sonrisa de gato de Cheshire en fiestas y bares, he participado en alegres conversaciones de taxi, he mentido (y me he mentido) diciendo que estaba todo resuelto.

No lo estaba. Cojones, no lo está.

Sufro. Sufro cada segundo. Sufro cada historia, cada frase, cada segundo que están juntos. Sufro por lo improbable de la situación, sufro porque no había encontrado a nadie, nunca, con quién estuviera tan a gusto, sufro porque tengo la terrible sensación de que en ésta historia me han mentido, y, lo que para mí es peor, me han ocultado la verdad.

Y aunque es una parte importantísima de la historia, no sufro porque me hayan roto el corazón. No es la primera vez que me lo rompen, no es la peor de la situaciones en la que lo hacen (la última vez que me vi metido en una de éstas, se liaron delante de mis narices) y, por Dios, sé que no será la última vez que me lo rompan.

No, no es por ella. Si su elección fue subjetiva, sobre gustos no se discute, como dicen en mi pueblo. Y si su elección fue objetiva, bueno, quizás se precipitó (a la larga, yo soy mejor, como él mismo me lo reconoció), pero no eligió mal, precisamente.

Por lo que estoy realmente jodido es porque durante los últimos dos meses y medio he estado tragando mierda como un puñetero aspirador industrial por un tipo que sigo considerando mi amigo a pesar de que le ha importado un pimiento desde el principio si yo sufría o no; y si le ha importado, le ha importado de la forma que a mí me importa el problema de los pescadores de percas en el Lago Turkana: triste, sí, pero nada que me haga cambiar de parecer. No me preguntó, no quiso saber nada: me puso los hechos consumados en bandeja: lentejas para todos.

Dirá, diréis, que es humano, que la gente hace éstas cosas, que comprenda. Y yo me he esforzado por comprender, hasta hoy; pero sólo hay una frase que no deja de meterse en mi cabeza: yo, en su lugar, hubiera dicho que no. Se lo dije entonces y se lo vuelvo a decir ahora. Y sabe él, tan bien como yo, que no es una pavada para quedar bien. Yo hubiera dicho que no.

No le ha importado, no le he importado. Y ésto lleva a lo que me ha llevado al llanto hará unos veinte minutos: ¿a quién le importo yo? ¿cuánto le importo yo a los demás? ¿Quién me quiere, joder? Éstas cosas son el papel de tornasol de una amistad: aquí, en las pruebas de fuego, es donde se da cuenta uno de quién es amigo, y hasta dónde.

Nunca he sido generoso con mi confianza, pero siempre, desde que tengo noticia, he sido generoso con mi amistad. Quién ha tenido la paciencia de escarbar entre los pliegues de mi alma se ha encontrado conmigo, y, que yo sepa, nadie ha salido nunca decepcionado. Y siempre que he entregado mi amistad ha sido siempre hasta lo que estuviera dentro de mi capacidad humana.

Y ahora ya sé que el mundo es una mierda, que los amigos te pueden hacer y te harán putadas y que la única persona en éste planeta que me quiere de verdad soy yo mismo. Gracias por joderme la inocencia.

Y sé que dejaré de sufrir, que volveré, más cínico, más curtido, más calloso, quizás mejor persona. Conoceré a alguien que me quiera como soy, volveremos a salir juntos por ahí y dominaremos la liga de Trivial de principio a fin. We the men.

Pero, mientras ese día no llegue, por mera coherencia, no puedo seguir fingiendo.

Seguiremos informando.

P.D. No quiero comentarios de apoyo. No quiero poner a nadie en la disyuntiva "o tú o él" que destrozó Dadillos y que hace que no pueda salir con más de seis amigos juntos. Quién me aprecia, ya sabe donde estoy.

2ª P.D. Ya te haré llegar tu regalo de cumpleaños. Siento no ir a tu fiesta, pero acabaría soltando ésto en medio del salón y no sólo sería igual de desagradable, sino que mis tartamudeos lo harían el doble de largo. Y, aunque sé que es innecesario decirlo, if you change your mind...

3ª P.D. Y, para acabar con el debate que se desarrollaba dos o tres artículos más atrás: desde los dieciséis años, sé que si uno se anda con remilgos acerca de la procedencia y el coste ecológico de lo que come, no puede alimentarse ni de los geranios de la terraza. Ya lo dijo Bertold Brecht: primero la manduca, luego la moral.

2 comentarios:

la reina del hielo dijo...

No te diré que tu corazón es jrande, porque ya lo sabes.

No te diré que eres un amigo cojonudo, en quien puedes confiar a ciegas, porque ya lo sabes.

No te diré que tu princesa está esperando en algún rincón a que aparezcas, porque eso ya lo sabes.

Te diré que no te sientas tonto por saber que le dirías a una chica que no por un amigo, yo lo he hecho alguna vez y sé que no me perdonaría haber actuado de otra manera.

Sólo dos cosas: que nos debemos unas chuletas que eso cura cualquier herida.

Marta. dijo...

Thiagoooooooo, amigo, ¿otra feijoada entre pecho y espalda?
Creo que eres grande, muy grande.
¿Te acuerdas de nuestro momento en la playa? Quiero que sepas que me ayudo hablar contigo, aunque quedaron muchas cosas en el tintero..
Asi que creo que la mejor manera de ponerle solución, será organizar otras degustaciones a la romana, que con el estomago lleno se ven las cosas de otra manera.
¡Prometo helado!
Un besazo!
P.D: Por cierto, al final ella estaba embarazada del amante y el marido murio del cólera cuando se habían enamorado de nuevo.¡Que super drama!
Pero aún así nada alcanza Lo que el Viento se Llevó
MUAK!!