Éste artículo hace el centésimo de los que componen éste su blog favorito, y como es una ocasión especial vamos con uno de los temas favoritos de éste su corresponsal: curas y como evitarlos.
Mientras usted pensaba que Espe utilizaba todas sus energías en hacerse con el poder en el bigotismo, resulta que no: un acuerdo con el Arzobispado de Madrid pone a un representante del Servicio de Asistencia Religiosa Católica (en plata: al cura de guardia que todo hospital tiene en algún despachito) en el Comité de Ética y en el Comité Interdisciplinar de Cuidados Paliativos que cada hospital tiene que tener.
¡Ah, los bellos tiempos de antaño! Esos tiempos donde todo hospital tenía su cura y su capilla bien equipada, que todo colegio tenía capilla, que en toda institución tenía su cura representante, con su sotana y su crucifijo.
Que un cura, por el mero hecho de serlo, tenga representación en una institución pública, me parece, para empezar, ir bastante más allá que las "relaciones de cooperación" con la Iglesia Católica que manda la Constitución. Por "cooperación", yo podría incluso tolerar un órgano consultivo aparte, un cura en una oficina, al que mandar expedientes para una opinión no-vinculante siempre y cuándo el paciente en cuestión solicitase dictamen sacerdotal.
Pero ésto: meter a la zorra asotanada dentro del gallinero, es una expresión de un nacionalcatolicismo intolerable desde un punto de vista legal, ético y democrático.
¿Y quién le va a pedir cuentas a Espe? ¿Será usted?
Seguiremos informando.
Mientras usted pensaba que Espe utilizaba todas sus energías en hacerse con el poder en el bigotismo, resulta que no: un acuerdo con el Arzobispado de Madrid pone a un representante del Servicio de Asistencia Religiosa Católica (en plata: al cura de guardia que todo hospital tiene en algún despachito) en el Comité de Ética y en el Comité Interdisciplinar de Cuidados Paliativos que cada hospital tiene que tener.
¡Ah, los bellos tiempos de antaño! Esos tiempos donde todo hospital tenía su cura y su capilla bien equipada, que todo colegio tenía capilla, que en toda institución tenía su cura representante, con su sotana y su crucifijo.
Que un cura, por el mero hecho de serlo, tenga representación en una institución pública, me parece, para empezar, ir bastante más allá que las "relaciones de cooperación" con la Iglesia Católica que manda la Constitución. Por "cooperación", yo podría incluso tolerar un órgano consultivo aparte, un cura en una oficina, al que mandar expedientes para una opinión no-vinculante siempre y cuándo el paciente en cuestión solicitase dictamen sacerdotal.
Pero ésto: meter a la zorra asotanada dentro del gallinero, es una expresión de un nacionalcatolicismo intolerable desde un punto de vista legal, ético y democrático.
¿Y quién le va a pedir cuentas a Espe? ¿Será usted?
Seguiremos informando.
2 comentarios:
Para variar, a mí me parece estupendo.
Qué apañao y qué bien viene un ministro de Dios en un hospital presto a repartir extremas unciones a diestro y siniestro.
Por no hablar del trabajo que desempeñará con sus sabios consejos sobre dejar enchufada a la gente hasta que se desintegre y soltándonos sus elocuentes discursos sobre la maternidad.
¡A ver si resucita ESPAÑA, coño!
Hombre, claro, si en realidad lo hacen para darnos el gusto de, en nuestro lecho de muerte -En caso de que se de esta en el hospital-, poder echar al cura del cuarto con expresiones de... "¡¡Que se vaya de aquí este hombre!! ¡¡He dicho que no quiero curas ni clerigalla!!" Todo ello acompañado de llantos de la abuela y frases de "lo sentimos mucho, padre", "no pasa nada, hijos me hago cargo, rezaré por él igualmente", "que no, que no quiero rezos", etc...
Ya que nos vamos a morir quieren despedirnos con todo el boato...
Publicar un comentario