Antes de nada: ¡Judíos nazis! Si sumásemos zombis a la ecuación ya tendríamos una gran película de la época dorada de la Hummer.
En fin, a lo nuestro. En Valladolid, ciudad en la que tuve el placer de residir y estudiar mi quinto curso de Primaria (por aquél entonces, en la Alta Edad Media, todavía se llamaba E.G.B.) un juez ha ordenado retirar los crucifijos de las aulas de un colegio público. El PSOE de Castilla y León (gente dotada de un innato don para la oportunidad, como prueba nuestro presidente del Gobierno) ha pedido que, ya que estamos, se saquen de las aulas de todos los colegios castellanoleoneses.
Y, por supuesto, se ha desatado una vez más la protesta de los habituales carcatólicos que ven por todas partes la persecución a la religión que practica la mayoría de españoles que tienen suficiente tiempo y suficientes tragaderas para practicar una religión.
Así, el ubicuo cardenal Cañizares ha dicho que por cosas como lo de las cruces y lo de sor Maravillas (otra que) la sociedad española está enferma de cristofobia (olé), que viene a ser como odiarse a sí mismos. Eso dice.
En otro show, el congreso de la Asociación Católica de Propagandistas (cuyo fundador aún tiene en nuestra capital una calle de seis kilómetros a su nombre), pues, bueno, el mensaje de siempre: que no se respeta el derecho a la vida, que la familia está en peligro, que el Gobierno quiere quitar el derecho inalienable de los padres de convertir a sus hijos en cristofreaks beatos como ellos, etcétera y etcétera.
Pero lo más divertido ha sido lo del simpático juez Ferrín Calamita, ese juez de Murcia que bloqueó la adopción por parte de dos lesbianas por sus creencias religiosas (las de él, no las de las futuras mamás). Por más que he buscado no he conseguido encontrar los delirantes comunicados de sus abogados en los que básicamente se declara un mártir por sus ideas religiosas; que el Gobierno no le permite tener ideas ni religión y que ésto es una cruzada laicista. Ésto requiere una puntualización.
Para mí, y para el Estado, el señor Ferrín Calamita, al terminar su jornada laboral, puede hacer lo que le venga en gana. Ir a misa, ir a la mezquita, sacrificar terneros a Cthulhu, lo que quiera. Pero en un tribunal, uno aplica la ley. Y la ley española, votada en el Congreso de los Diputados por los representantes del pueblo elegidos democráticamente, dice que todos los españoles tienen derecho a formar una familia, diga lo que diga el Cardenal, a quien nadie ha votado. Por eso está siendo usted juzgado, juez. Por no hacer su trabajo.
Que todavía estemos con ésto. Qué cruz.
Seguiremos informando.
En fin, a lo nuestro. En Valladolid, ciudad en la que tuve el placer de residir y estudiar mi quinto curso de Primaria (por aquél entonces, en la Alta Edad Media, todavía se llamaba E.G.B.) un juez ha ordenado retirar los crucifijos de las aulas de un colegio público. El PSOE de Castilla y León (gente dotada de un innato don para la oportunidad, como prueba nuestro presidente del Gobierno) ha pedido que, ya que estamos, se saquen de las aulas de todos los colegios castellanoleoneses.
Y, por supuesto, se ha desatado una vez más la protesta de los habituales carcatólicos que ven por todas partes la persecución a la religión que practica la mayoría de españoles que tienen suficiente tiempo y suficientes tragaderas para practicar una religión.
Así, el ubicuo cardenal Cañizares ha dicho que por cosas como lo de las cruces y lo de sor Maravillas (otra que) la sociedad española está enferma de cristofobia (olé), que viene a ser como odiarse a sí mismos. Eso dice.
En otro show, el congreso de la Asociación Católica de Propagandistas (cuyo fundador aún tiene en nuestra capital una calle de seis kilómetros a su nombre), pues, bueno, el mensaje de siempre: que no se respeta el derecho a la vida, que la familia está en peligro, que el Gobierno quiere quitar el derecho inalienable de los padres de convertir a sus hijos en cristofreaks beatos como ellos, etcétera y etcétera.
Pero lo más divertido ha sido lo del simpático juez Ferrín Calamita, ese juez de Murcia que bloqueó la adopción por parte de dos lesbianas por sus creencias religiosas (las de él, no las de las futuras mamás). Por más que he buscado no he conseguido encontrar los delirantes comunicados de sus abogados en los que básicamente se declara un mártir por sus ideas religiosas; que el Gobierno no le permite tener ideas ni religión y que ésto es una cruzada laicista. Ésto requiere una puntualización.
Para mí, y para el Estado, el señor Ferrín Calamita, al terminar su jornada laboral, puede hacer lo que le venga en gana. Ir a misa, ir a la mezquita, sacrificar terneros a Cthulhu, lo que quiera. Pero en un tribunal, uno aplica la ley. Y la ley española, votada en el Congreso de los Diputados por los representantes del pueblo elegidos democráticamente, dice que todos los españoles tienen derecho a formar una familia, diga lo que diga el Cardenal, a quien nadie ha votado. Por eso está siendo usted juzgado, juez. Por no hacer su trabajo.
Que todavía estemos con ésto. Qué cruz.
Seguiremos informando.
2 comentarios:
Lo de los nazis ya pasó el año pasado ¿no?
Con respecto a los fariseos que decir... Ladran, luego cabalgamos.
Es alucinante el legado del nacional catolicismo en este país... yo, como vengo de un país (México) donde un masón (Benito Juárez) separó el estado de la iglesia hace ya muuuucho tiempo, no puedo entender lo que veo en los periódicos y telediarios. En México la gente es tan católica como aquí (interprétese como se quiera) y la mayoría estudiamos en escuelas públicas en donde no hay ningún símbolo religioso. Faltaba más, si el dinero lo pone el estado, ¿también hay que pagar crucifijos, estampitas, imágenes y demás parafernalia?
Mi mujer y yo te leemos siempre Thiago, gracias por tus artículos, nos encantan ;)
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