Por mucho que ahora gente como don Ignacio Escolar vea en la ausencia del presidente en la campa de Rodiezmo un símbolo de su abandono del voto de izquierdas, yo nunca he visto ese compromiso en el acto campal del presidente. Eso de salir ahí con el pañuelo al cuello y hacer como que se canta la Internacional nunca ha quedado natural; lo que debería ser un acto de confraternización entre el viejo PSOE y el nuevo siempre dejaba bastante claro, al menos desde mi punto de vista, la evidente brecha que separaba y separa a unos de otros. Por mucho chorizo de olla y vino de porrón que se tomase, se podía distinguir a los que luego iban a salir por la tele por el rictus de sonrisa, como en las telenovelas mexicanas. De todas formas, creo que la insistencia de Zapatero con Rodiezmo y su ritual es algo que se trajo consigo de su época de secretario general del PSOE leonés, donde la buena sintonía entre los "chicos de ciudad" como Zapatero y los curtidos mineros del valle del Laciana era imprescindible para evitar que la provincia cayese en manos del bigotismo, como en el resto de la Comunidad Autónoma; creo más bien que el acto en sí era un favor del secretario general del Partido a sus paisanos, un espaldarazo de Ferraz a un PSOE local siempre en apuros.
Con ideas peregrinas como la que voy a exponer ahora sé que pierdo muchísimos puntos como gurú político, pero cosas como ésta, y como el ya célebre "me cueste lo que me cueste" en el Debate sobre el Estado de la Nación, me hacen pensar que José Luis Rodríguez Zapatero está articulando sobre su persona un gambito nunca visto antes en la política española. Si se confirma cierto - e, insisto, lo veo muy dudoso - mejoraría mi opinión sobre el personaje en centenares de puntos.
Allá va mi teoría conspiranoica: Zapatero y sus asesores saben que si hay una idea que ha crecido exponencialmente en la política española es la personalización de la política: el incremento de la presencia de ideas como liderazgo y carisma dentro del lenguaje político en detrimento de ideologías y programas. La campaña electoral de 2008 fue absolutamente ZP-céntrica, como con el que, en mi opinión, fue uno de los peores slogans de la historia del partido: "Motivos para creer", por la elección del verbo "creer" y el componente religioso-irracional que a la larga trae.
Zapatero sabe que no está solo en la personalización del mensaje político: las campañas del bigotismo ya van de cara con "Rajoy presidente" antes de "Vota PP", y hasta IU intentó centrar su campaña en la personalidad de Gaspar Llamazares - con los resultados que recordarán.
La jugada que estoy creyendo ver es que Zapatero está queriendo tomar la única opción que le queda para salvar los muebles del partido si, como todo indica, la economía no ha vuelto a crecer para 2012: alejarse, sutil pero decisivamente, del partido para que sea él, como secretario general y líder mesiánico, el que se coma la mayor parte del muerto de la crisis. El partido perdería en 2012, sí, pero si es ZP y no el Partido el que se ha comido la impopularidad provocada por la crisis, el PSOE, con un nuevo secretario general, podría ponerse en pie a toda mecha para poder luchar otro día - y no pasar más largos y penosos años de travesía del desierto como tras la derrota de 1996. Y eso sería posible, precisamente, por la habilidad del presidente, que desarticuló el saco de gatos que era el PSOE pos-Felipe y lo convirtió en la máquina engrasada que es hoy. Un nuevo líder sería encontrado y exaltado sin demasiados esfuerzos.
Pero es precisamente eso lo que hace improbable que funcione: durante los últimos diez años y en respuesta a esa tendencia de personalización de la política, se ha intentado que el PSOE se ha convirtiese, como el PP, en una máquina de crear cultistas que idolatran al líder con devoción hare krishna, con (sigh) notable éxito. Cosas como esas son caminos inevitables para esas clases de hubris que terminan pirotécnicamente mal - y eso, por desgracia, es lo más probable.
Pero sinceramente, y por palmero y chupatintas que pueda llegar a parecer, si hay alguien en la política española que veo capaz de esa clase de sacrificio, es al Presidente del Gobierno. Y si llega a confirmarse - que no será - estoy absolutamente seguro de que si José Luis Rodríguez Zapatero parte, haciendo el supremo sacrificio, al destierro de la política, yo le aplaudiré durante todo su trayecto.
Seguiremos informando.
Con ideas peregrinas como la que voy a exponer ahora sé que pierdo muchísimos puntos como gurú político, pero cosas como ésta, y como el ya célebre "me cueste lo que me cueste" en el Debate sobre el Estado de la Nación, me hacen pensar que José Luis Rodríguez Zapatero está articulando sobre su persona un gambito nunca visto antes en la política española. Si se confirma cierto - e, insisto, lo veo muy dudoso - mejoraría mi opinión sobre el personaje en centenares de puntos.
Allá va mi teoría conspiranoica: Zapatero y sus asesores saben que si hay una idea que ha crecido exponencialmente en la política española es la personalización de la política: el incremento de la presencia de ideas como liderazgo y carisma dentro del lenguaje político en detrimento de ideologías y programas. La campaña electoral de 2008 fue absolutamente ZP-céntrica, como con el que, en mi opinión, fue uno de los peores slogans de la historia del partido: "Motivos para creer", por la elección del verbo "creer" y el componente religioso-irracional que a la larga trae.
Zapatero sabe que no está solo en la personalización del mensaje político: las campañas del bigotismo ya van de cara con "Rajoy presidente" antes de "Vota PP", y hasta IU intentó centrar su campaña en la personalidad de Gaspar Llamazares - con los resultados que recordarán.
La jugada que estoy creyendo ver es que Zapatero está queriendo tomar la única opción que le queda para salvar los muebles del partido si, como todo indica, la economía no ha vuelto a crecer para 2012: alejarse, sutil pero decisivamente, del partido para que sea él, como secretario general y líder mesiánico, el que se coma la mayor parte del muerto de la crisis. El partido perdería en 2012, sí, pero si es ZP y no el Partido el que se ha comido la impopularidad provocada por la crisis, el PSOE, con un nuevo secretario general, podría ponerse en pie a toda mecha para poder luchar otro día - y no pasar más largos y penosos años de travesía del desierto como tras la derrota de 1996. Y eso sería posible, precisamente, por la habilidad del presidente, que desarticuló el saco de gatos que era el PSOE pos-Felipe y lo convirtió en la máquina engrasada que es hoy. Un nuevo líder sería encontrado y exaltado sin demasiados esfuerzos.
Pero es precisamente eso lo que hace improbable que funcione: durante los últimos diez años y en respuesta a esa tendencia de personalización de la política, se ha intentado que el PSOE se ha convirtiese, como el PP, en una máquina de crear cultistas que idolatran al líder con devoción hare krishna, con (sigh) notable éxito. Cosas como esas son caminos inevitables para esas clases de hubris que terminan pirotécnicamente mal - y eso, por desgracia, es lo más probable.
Pero sinceramente, y por palmero y chupatintas que pueda llegar a parecer, si hay alguien en la política española que veo capaz de esa clase de sacrificio, es al Presidente del Gobierno. Y si llega a confirmarse - que no será - estoy absolutamente seguro de que si José Luis Rodríguez Zapatero parte, haciendo el supremo sacrificio, al destierro de la política, yo le aplaudiré durante todo su trayecto.
Seguiremos informando.
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