jueves, 4 de junio de 2009

Viva el lujo y quién lo trujo

Entre las medidas que ha tomado el Gobierno para incentivar la economía (medidas más cosméticas que otra cosa en mi modesta opinión, pero eso es otra historia) está la tan mentada ayuda para la compra de utomóviles. La intención del nuevo plan es premiar a los que compran coches pequeños y de bajas emisiones y consumo de combustible, para con ello matar no dos, sino tres pájaros de un tiro: primero, ayudando a reactivar el moribundo sector automovilístico; segundo, intentando sacar de la cola a España en lo que a reducción de gases de efecto invernadero se refiere, y, tercero, ahorrándole a la balanza de pagos el parné necesario para abastecer de crudo a tanto coche viejo y bebedor.

Pero como saben, en ésta nuestra autonomía central Esperanza Aguirre Gil de Biedma gobierna sin ningún pudor para los Suyos. Y si los Suyos lo que quieren es un Canyonero, quiénes son esos rojos del Gobierno para privar a la Elite de su libertad de utilizar el dinero público para su propio beneficio. Así pues, lo que hace el gobierno autonómico es pagar un 20% del impuesto de matriculación, independientemente del tamaño del vehículor. Lo que significa que mientras comprarte un Dacia Sandero implica una ayuda de, pongamos 200 euros, comprarte un coche ocho veces más grande, tipo, un Audi A8, implica una ayuda ocho veces más grande.

Coñe, el artículo 40.1 de la Constitución dice que los poderes públicos deben trabajar por una distribución de renta más equitativa. Una subvención directa que beneficia por igual a un servidor y a Emilio Botín no sabría yo decir si es demasiado equitativa, que digamos.

Lo más gracioso de todo es que la nueva ley autonómica permite que sean los concesionarios, y no los compradores, los que reciban las ayudas; por lo que los concesionarios madrileños podrán comprar flotas de coches a precio rebajado (y recuerde, señora, la rebaja corre de su cuenta) y volverlas a revender incluso fuera de la Comunidad de Madrid. El objetivo, naturalmente, es hinchar las cuentas de los concesionarios capitalinos (gente normalmente muy trajeada y muy engominada) a expensas del resto de la humanidad. Obviamente, los dueños de los concesionarios de ésta nuestra ciudad aplauden con las orejas.

Pero el problema es que el bigotismo, en su lucha cerril contra todo lo que suponga un supuesto desmedro para la unidad de ESPAÑA (así, con mayúsculas) se ha declarado abiertamente en contra de que las autonomías tengan potestad para hacer precisamente cosas como éstas. Mariano (añada rima fácil aquí) incluso ha llegado a proponer un Consejo Nacional de la Unidad de Mercado. Si un tal consejo fuese políticamente neutral hasta que no sería una mala idea, pero conociéndonos (y, sobre todo, conociendo al pergeñador del engendro) básicamente sería una estructura diseñada para meterle el dedo en el ojo a las comunidades gobernadas por la oposición de turno en general, y a Cataluña en particular.

Pero que el gobierno más representativo del bigotismo se salga con un ataque tan frontal y obvio contra la unidad de mercado, la proporcionalidad fiscal, el protocolo de Kioto y el sentido común sólo puede entenderse en el contexto de un gobierno, el del PP de Madrid, que está absolutamente convencido de que ésta comunidad es su cortijo, que serán reelegidos por los siglos de los siglos, y que el objetivo primordial del gobierno de Madrid es servir de contrapunto ideológico-práctico al gobierno central.

Y ésto seguirá siendo así hasta que usted quiera, señora.

Seguiremos informando.

1 comentario:

la reina del hielo dijo...

Pues me parece muy bien lo de la Espe, que los de Ferrari pamién tienen que comer y si se hunde BMW nos hundimos todos, la gasolina la paga quien puede y si los proles no pueden hacerlo, que cojan el autobús, que Espe los ha puesto to bonitos.