Ayer volví a incumplir un sabio principio que procuro no vulnerar: nunca escribas cuándo deberías estar durmiendo. La tercera parte de éste artículo se escribió a la hora de la siesta tras jamarme un soberbio platazo de tallarines con atún, y como bien saben mis mejores amigos, cuándo estoy cansado y con sueño pierdo mucho. En consecuencia, visto en retrospectiva, el artículo de ayer era indigno de mi.
Simplemente, la visión de los horrores de la demagogia se me hacía demasiado dura para estomagarla sin más, pero, conversando con un gran amigo más tarde, me ha recordado que yo nunca he parado mientes en adoptar puntos de vista impopulares en nombre de mis principios. Y que siempre me había repugnado la idea de "salvar a la democracia de si misma", pues da pie a toda clase de desmanes. Es cierto.
En todo caso, como prometí, voy a hablar de mi propuesta de sistema electoral, y me fastidia un poco que don Miguel me haya sacado la palabra de la boca, porque mi propuesta bebe mucho del sistema alemán.
Por un lado existe un Congreso de los Diputados con 452 miembros.
Dos elegidos por dos circunscripciones uninominales, Ceuta y Melilla.
180 elegidos por una única lista nacional. Al contrario que en el sistema alemán, ésta lista sería aún más proporcional: no existiría umbral mínimo de entrada y la distribución de asientos se haría por la cuota Hare. Para los no friki-politólogos como yo, basta saber que es un sistema que premia a los partidos pequeños.
Y he aquí la diferencia con el sistema alemán: en lugar de 270 circunscripciones uninominales, 90 circunscripciones con tres diputados cada una.
Éstas circunscripciones serían trazadas por una comisión ad hoc presidida por el presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo y formada por tres magistrados de la misma Sala, cinco estadísticos funcionarios de carrera del INE y cinco letrados en Cortes. (O sea, la comisión más aburrida del Universo conocido) Las Cortes y las Comunidades autónomas deberán ser oídas. El trazado deberá ser aprobado por las Cortes con mayoría de tres quintos. El primer trazado se basará no en límites autonómicos o provinciales sino en municipales - salvo en los municipios con más de un diputado, donde se utilizarán los distritos postales. El mandato es crear distritos electorales contiguos, con la población más igual posible.
Y en éstas circunscripciones el modelo seguido es el utilizado hasta ahora para el Senado, pero con un plus: el votante deberá marcar tres candidatos por orden de preferencia y cada partido sólo podrá presentar dos candidatos. En un sistema bipartidista como el actual el efecto solo será significativo en las comunidades con nacionalismos fuertes, pero si el sistema partidario se abre el efecto puede ser más considerable.
El Senado, por otra parte, perdería gran parte de su poder y de sus senadores. Sería la cámara de representación territorial: cada comunidad autónoma tendría 7 senadores, indistintamente de su tamaño, salvo Ceuta y Melilla, con un senador cada una, en un total de 121. Las comunidades autónomas podrán elegir la forma más conveniente de elegir a sus senadores.
Seguiremos informando.
Simplemente, la visión de los horrores de la demagogia se me hacía demasiado dura para estomagarla sin más, pero, conversando con un gran amigo más tarde, me ha recordado que yo nunca he parado mientes en adoptar puntos de vista impopulares en nombre de mis principios. Y que siempre me había repugnado la idea de "salvar a la democracia de si misma", pues da pie a toda clase de desmanes. Es cierto.
En todo caso, como prometí, voy a hablar de mi propuesta de sistema electoral, y me fastidia un poco que don Miguel me haya sacado la palabra de la boca, porque mi propuesta bebe mucho del sistema alemán.
Por un lado existe un Congreso de los Diputados con 452 miembros.
Dos elegidos por dos circunscripciones uninominales, Ceuta y Melilla.
180 elegidos por una única lista nacional. Al contrario que en el sistema alemán, ésta lista sería aún más proporcional: no existiría umbral mínimo de entrada y la distribución de asientos se haría por la cuota Hare. Para los no friki-politólogos como yo, basta saber que es un sistema que premia a los partidos pequeños.
Y he aquí la diferencia con el sistema alemán: en lugar de 270 circunscripciones uninominales, 90 circunscripciones con tres diputados cada una.
Éstas circunscripciones serían trazadas por una comisión ad hoc presidida por el presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo y formada por tres magistrados de la misma Sala, cinco estadísticos funcionarios de carrera del INE y cinco letrados en Cortes. (O sea, la comisión más aburrida del Universo conocido) Las Cortes y las Comunidades autónomas deberán ser oídas. El trazado deberá ser aprobado por las Cortes con mayoría de tres quintos. El primer trazado se basará no en límites autonómicos o provinciales sino en municipales - salvo en los municipios con más de un diputado, donde se utilizarán los distritos postales. El mandato es crear distritos electorales contiguos, con la población más igual posible.
Y en éstas circunscripciones el modelo seguido es el utilizado hasta ahora para el Senado, pero con un plus: el votante deberá marcar tres candidatos por orden de preferencia y cada partido sólo podrá presentar dos candidatos. En un sistema bipartidista como el actual el efecto solo será significativo en las comunidades con nacionalismos fuertes, pero si el sistema partidario se abre el efecto puede ser más considerable.
El Senado, por otra parte, perdería gran parte de su poder y de sus senadores. Sería la cámara de representación territorial: cada comunidad autónoma tendría 7 senadores, indistintamente de su tamaño, salvo Ceuta y Melilla, con un senador cada una, en un total de 121. Las comunidades autónomas podrán elegir la forma más conveniente de elegir a sus senadores.
Seguiremos informando.
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