Exulta la prensa de São Paulo con el resultado de las elecciones del domingo. Toda ella alineada a favor del ex-gobernador del Estado y candidato presidencial de la oposición, José Serra, considera un buen augurio que a Dilma Rousseff le faltasen 5 millones de votos para ser elegida presidenta en la primera vuelta. Para ellos, el hecho de el Partido Verde, un partido de gente con suficiente dinero como para poder preocuparse con la ecología y no con el comer, haya logrado 20 millones de votos, es lo bastante como para desautorizar la popularidad de Lula y dar nuevas posibilidades a la candidatura de Serra.
Como dicen en mi pueblo, que vayan sacando al caballo de la lluvia: si a Rousseff le basta con obtener una cuarta parte de los votantes de Marina Silva para ser presidenta, Serra necesitaría quince millones de votos más para salvar los quince puntos de distancia que Dilma Rousseff le ha sacado. Y por más que los neo-hippies del Partido Verde digan que los resultados de Marina Silva son responsabilidad del partido, las pruebas en contra son concluyentes: nada más que ver los resultados de su líder fundacional y héroe, Fernando Gabeira, en las elecciones al gobierno del Estado de Río de Janeiro: masacrado (61% contra 15%) contra el candidato (sigh) del gobierno, Sérgio Cabral.
¿Por qué Marina Silva ha logrado esos 20 millones de votos? Me gustaría decir que ha sido por una súbita consciencia ecológica por parte de mis compatriotas, pero creo que no. Igualmente cabría la posibilidad de que su historia de vida haya conmovido y atraído al electorado, pero tampoco creo que haya sido por eso. La respuesta más probable, por desgracia, haya sido que Marina Silva haya sido la candidata más coherentemente evangélica (léase protestante) de los que se presentaban.
El ascenso del protestantismo en Brasil es un fenómeno que ha venido parejo con la ascensión de una nueva clase media. Un paseo en autobús cualquier domingo por la mañana en Brasil permite ver a gente, vestida pobre pero formalmente, llenando los asientos leyendo la Biblia o algún tratado religioso. El mercado de la música evangélica está en constante ascenso y llena estadios. La tercera cadena de televisión más grande del país (y la única con presencia en Digital +) es propiedad de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Obviamente, el crecimiento furibundo del evangelismo brasileño ha permitido el enriquecimiento masivo de los listos de siempre (como los fundadores de la Iglesia Renacer en Cristo - famosa por ser la del fumbolista Kaká - que literalmente tienen unos asuntos que los retienen en Miami). Pero, en todo caso, su crecimiento les ha hecho convertirse en una fuerza social, económica y política a tener en cuenta.
A pesar de mis pesimistas predicciones, Romario no salió el candidato más votado en Rio de Janeiro. El ganador fue Anthony Garotinho, ex-gobernador del Estado y evangélico militante, con casi el doble de votos que el segundo. En el estado de Goiás, el ascenso de un candidato evangélico ha obligado a una segunda vuelta y ha lanzado a los dos candidatos restantes a cortejar descaradamente el voto de los aleluyas.
Y, en consecuencia, la derecha se ha lanzado en masa a cortejar a los evangélicos para llevarse el trozo del león de los votos a Marina Silva. Y, lo que es peor, ésta acción ha obligado a la izquierda a intentar entrar en el mercado evangélico. El resultado final es una deriva hacia la derecha de la política social de consecuencias nefastas. La descriminalización del aborto, uno de los objetivos primarios de la primera presidenta mujer de Brasil, probablemente irá al cubo de la basura. De la legalización del matrimonio gay, ya permitida en Argentina, ni hablamos.
En suma, por los unos o por los otros, otra vez Dios metiéndose en lo que es del César. Justo lo que dijo Jesús, vamos.
Seguiremos informando.
Como dicen en mi pueblo, que vayan sacando al caballo de la lluvia: si a Rousseff le basta con obtener una cuarta parte de los votantes de Marina Silva para ser presidenta, Serra necesitaría quince millones de votos más para salvar los quince puntos de distancia que Dilma Rousseff le ha sacado. Y por más que los neo-hippies del Partido Verde digan que los resultados de Marina Silva son responsabilidad del partido, las pruebas en contra son concluyentes: nada más que ver los resultados de su líder fundacional y héroe, Fernando Gabeira, en las elecciones al gobierno del Estado de Río de Janeiro: masacrado (61% contra 15%) contra el candidato (sigh) del gobierno, Sérgio Cabral.
¿Por qué Marina Silva ha logrado esos 20 millones de votos? Me gustaría decir que ha sido por una súbita consciencia ecológica por parte de mis compatriotas, pero creo que no. Igualmente cabría la posibilidad de que su historia de vida haya conmovido y atraído al electorado, pero tampoco creo que haya sido por eso. La respuesta más probable, por desgracia, haya sido que Marina Silva haya sido la candidata más coherentemente evangélica (léase protestante) de los que se presentaban.
El ascenso del protestantismo en Brasil es un fenómeno que ha venido parejo con la ascensión de una nueva clase media. Un paseo en autobús cualquier domingo por la mañana en Brasil permite ver a gente, vestida pobre pero formalmente, llenando los asientos leyendo la Biblia o algún tratado religioso. El mercado de la música evangélica está en constante ascenso y llena estadios. La tercera cadena de televisión más grande del país (y la única con presencia en Digital +) es propiedad de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Obviamente, el crecimiento furibundo del evangelismo brasileño ha permitido el enriquecimiento masivo de los listos de siempre (como los fundadores de la Iglesia Renacer en Cristo - famosa por ser la del fumbolista Kaká - que literalmente tienen unos asuntos que los retienen en Miami). Pero, en todo caso, su crecimiento les ha hecho convertirse en una fuerza social, económica y política a tener en cuenta.
A pesar de mis pesimistas predicciones, Romario no salió el candidato más votado en Rio de Janeiro. El ganador fue Anthony Garotinho, ex-gobernador del Estado y evangélico militante, con casi el doble de votos que el segundo. En el estado de Goiás, el ascenso de un candidato evangélico ha obligado a una segunda vuelta y ha lanzado a los dos candidatos restantes a cortejar descaradamente el voto de los aleluyas.
Y, en consecuencia, la derecha se ha lanzado en masa a cortejar a los evangélicos para llevarse el trozo del león de los votos a Marina Silva. Y, lo que es peor, ésta acción ha obligado a la izquierda a intentar entrar en el mercado evangélico. El resultado final es una deriva hacia la derecha de la política social de consecuencias nefastas. La descriminalización del aborto, uno de los objetivos primarios de la primera presidenta mujer de Brasil, probablemente irá al cubo de la basura. De la legalización del matrimonio gay, ya permitida en Argentina, ni hablamos.
En suma, por los unos o por los otros, otra vez Dios metiéndose en lo que es del César. Justo lo que dijo Jesús, vamos.
Seguiremos informando.
1 comentario:
En primer lugar muchas gracias por informarnos de las elecciones en Brasil, casi tan inexistentes para la prensa española como las primarias del PSOE en Canarias (esto no se informó ni en España ni en Canarias). Sigo esperando el artículo de nuestro corresponsal en Ruina Imponente ¿o es que vende más la chulapa Trini?
El proceso de evangelización de los brasileños viene de lejos, tu lo sabrás mejor que yo. Todavía me acuerdo de Donato (o Mauro Silva?) con su librito "fuegsa paga vivig" que lo anunciaba por la TV. Y temo que la deriva de la izquierda hacia el evangelismo tampoco sea nueva. No por ello es menos preocupante.
Y muchas gracias por el guiño a mi amigo Worren y no lo olvides... pronto Worren vendrá, nos traerá la esperanza y no dejen de comprar en el puesto instalado en el hall del teatro!!
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