martes, 25 de noviembre de 2008

Chi ha paura de la notte

Entre los rasgos más destacados de la política populista en general y del populismo de derechas en particular está el dar bandazos espectaculares cada vez que la prensa se centra en un asunto concreto. Así, el escándalo provocado por la muerte a palos de un chaval en la über-pija zona del Balcón de Rosales, reforzado por la ya consabida pero siempre escandalosa laxitud de las regulaciones nocturnas (el local no tenía licencia, y como no tenía licencia, no se puede denunciar a un local que no existe), ha provocado la habitual reacción histérica de la municipalidad, que ha unido lo útil a lo agradable y ha aprovechado para continuar su campaña contra toda música en directo en la capital que no se toque en Las Ventas y que no esté patrocinada por los 40 Principales.

Entramos, una vez más, en la paradoja de la noche madrileña: por una parte nos gusta su vitalidad, su libertad, el hecho de que la droja circule en Madrid con más alegría y fluidez que en otras ciudades famosas por ello (en mis diez meses en Rotterdam, vi fumar canutos en la facultad una única vez. Aquí...estudié Ciencias Políticas en la Complutense, y con ello creo que queda todo dicho), pero, a su vez, tememos reconocer el hecho de que una ciudad que nunca duerme es, por ello, más peligrosa que una ciudad que sí lo hace.

Es incontestable que próximamente viviremos un repunte de la criminalidad en la capital: es inevitable en situaciones de crisis. El ayuntamiento, los ayuntamientos, tienen la obligación de centrarse en proteger la actividad de la noche madrileña en lugar de reprimirla, no sólo por el bienestar de los ciudadanos (que ya sería motivo suficiente), sino porque además es un activo turístico, y en consecuencia, económico, de primera importancia.

Y eso implica un gasto extra en seguridad. Nadie se esperaría de un gobierno de derechas que se privase de contratar policías, pero en un ayuntamiento ahogado por las deudas que Alberto Ruiz-Gallardón ha contraído para llegar a la Moncloa, incluso eso parece complicado.

En todo caso, Madrid de noche ha de ser un lugar seguro, porque es la noche, en gran medida, la que convierte a Madrid en Madrid. Eso implica dejar de poner la seguridad en manos de matones (tal que así) y devolverla a su responsable: el Estado.

Y hablaremos otro día de la música en directo.

Seguiremos informando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si me entero, empezaste hablando de los porteros de discoteca, después de la criminalidad en la noche madrileña y terminaste devolviéndole el papel de Papá Policía al Estado...

Cada uno merece un análisis

No se cual ha sido tu experiencia pero viví dos años en Madrid y considero que es una ciudad muy segura. No tengo problemas con porteros de discoteca pq son una de las razones por las que o no voy a discotecas o a las que voy los porteros son colegas.

Y el Estado no es garantía de una mejor seguridad. Si no vease que la evolución lógica de un portero de discoteca es el ejército o la policía. Dales pistola y porra pa que veas lo contentos que se ponen, se les hace el culo pepsicola.

Agur

coprophagic proctologist dijo...

En primer lugar perdona por desviarme del tema (de nuevo) pero no puedo esperar a que escribas de ello.
Vuestra comandanta en jefe en medio de un tiroteo en Bombay!!!!
Primero lo del helicoptero y ahora esto. ¿Quieren que nos muramos de desesperanza (je)? Esta tía es inmortal...
y yo con una cristofobia de guardar cama.