viernes, 21 de noviembre de 2008

Faldas de colegiala

Lo fantástico de ser Esperanza Aguirre es que puedes ignorar perfectamente el hecho de que en democracia uno es elegido para servir a toda la ciudadanía (al fin y al cabo, ésto de la democracia es un petardo) y se puede dedicar uno a lo que realmente ha venido, que es a gobernar exclusivamente para el electorado propio.

Lo de la subvención al uniforme escolar, uséase, una medida dedicada exclusivamente a los padres que ponen a sus hijos en colegios de curas (y no me vengan con lo de colegios privados laicos: hay como tres), es decir, a gente de natural inclinada a perpetuar al cardado de doña Espe en su confortable despacho de la Puerta del Sol, es, como no, una muestra más del populismo de derechas descarado al que Espe nos tiene acostumbrados; that's not news.

Uno, que es un pervertido desde hace tiempo, podría hacer chistes sobre el incremento de las falditas de colegiala que la brutal política en contra de la educación pública de Esperanza y sus secuaces está produciendo en las calles de nuestra comunidad.

Pero como saben, me tomo éste tema en serio, y no hago chistes.

El drama en ésto está que, para los medios de comunicación y para la opinión pública, Esperanza Aguirre es una figura política nacional. Esperanza Aguirre gobierna la Comunidad de Madrid única y exclusivamente para hacerle oposición a José Luis Rodríguez Zapatero. Es la peor clase de oposición: la que puede ejercer alguien que tiene dinero para tirar en populismos como éste, y, lo que es peor, no lo recauda a través de impuestos directos. La segunda consecuencia es sabida por todos y es que dado que Espe es una figura política nacional, quién le da la réplica en la tele no es Tomás Gómez, sino María Teresa Fernández de la Vega o Pepe Blanco.

¿Quoque tandem?

Seguiremos informando.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que lo de ayudar con fuerte inversión al que no lo necesita es casi una encantadora travesura comparado con las cosas a las que nos tiene acostumbrados tamaño personaje. Cafradas así ya ni llaman la atención.

Y verás cuando gobierne nuestro solar patrio. Entonces sí que va a ser justo llamarlo "solar".

Waldo Lydecker dijo...

Lo cierto es que lo de los uniformes en los colegios de curas es algo bastante simpático.
Con cricifijo en la pared y retrato de Rouco o no, la verdad es que las falditas cortas y los calcetines subidos tiene un punto paido-erótico que nada tiene que ver con lo de la igualdad y todos esos venerables principios que la muy santa y católica iglesia de Roma intenta vender.
Si no, a ver de qué iban a llevar esas falditas adolescentes de 16 o 17 añitos, tiernas ellas, que levantan el ánimo -y algo más- a los profesores de religión.
Y eso lo confirma uno que ha estudiado en colegio de curas y sabe de qué va el asunto, que a estas alturas ya está todo el pescado vendido, y uno de nuestros profesores una vez le dio una bendición tan fuerte a una feligresa que la dejó embarazada.
Ni el Espíritu Santo bajando en forma de paloma...