Me pide el señor Mastropiero que hable del fúmbo de anoche: un partido que enfrentó a un grupo de alegres y voluntariosos cuñaos contra el Barça, del que no hay más que hablar. Desde el principio quedó claro que el Athletic iba a basarse en el principio tradicional del fútbol español, a saber ,"patadón hasta los dos tercios del campo, y de ahí en adelante, con dos cojones y que Dios y la Virgen de Begoña nos ampare", y que el Barça, bueno, iba a ser éste Barça. Y en principio tuvieron la ayuda de Dios: golazo de Toquero en el minuto 8. Y la estrategia del Athletic a partir de entonces estuvo definida: a Messi le llovió una épica somanta de palos, así que tuvo que ser Touré Yayá el que tuvo que abrir la lata. Como saben, Touré Yayá no es Nijinsky, precisamente: le bastó medio (no uno: medio) regate en cada dirección para sentar a la defensa del Athletic y lanzar un bombazo. Y de ahí, bueno, el Barça se creció y el resto lo pueden encontrar en la prensa.
¿O no pueden? En la portada de The World ésta mañana líneas y líneas se gastan en la pitada al himno y la supuesta censura de TVE, que supongo que es el tema del que el señor Mastropiero realmente quería que hablase, mientras que dos breves líneas (en negrita) resumen el partido. En editorial (sí, a veces leo los editoriales de El Mundo, soy tan masoca) se dice (y cito casi textualmente) "no ocurre en ningún otro país". Siento decepcionar a Pedro J, pero creo que en el Centre Bell de Montreal es tradición pitar de forma entusiasta tanto el O Canada como el The Star-Spangled Banner en cualquier partido de los Canadiens, incluidos los play-offs.
De todas formas, el problema de España con sus símbolos patrios es que están tan indeleblemente politizados que ya no hay forma humana de convertirlos en lo que los símbolos patrios deben de ser, a saber, artefactos que simbolizan una casi universal (a excepción de los internacionalistas a ultranza, que siempre son menos de los que se cree) relación emocional entre la ciudadanía y el Estado. En algunos momentos de enajenación mental me planteo seriamente si deberíamos tener otra bandera y otro himno, creados ex novo para garantizar su neutralidad política, pero es que ahí arde Troya.
En todo caso, creo que lo de TVE viene menos determinado por imposición política y si por otra cosa: por la ansiosa política de autopromoción de la Corporación, que hace que, en cualquier circunstancia y hora, lo primero y más importante de lo que debe hablar Televisión Española, es, naturalmente, de Televisión Española. Así pues, se priorizó el recordar a los señores telespectadores la cantidad de unidades móviles que TVE es capaz de repartir por el largo y ancho de nuestra doliente península que pequeños detalles como la alineación de los jugadores y el himno nacional. Creo que más ha tenido que ver Fernández que Rodríguez, pero para la conspiranoia no hay límites.
Seguiremos informando.
¿O no pueden? En la portada de The World ésta mañana líneas y líneas se gastan en la pitada al himno y la supuesta censura de TVE, que supongo que es el tema del que el señor Mastropiero realmente quería que hablase, mientras que dos breves líneas (en negrita) resumen el partido. En editorial (sí, a veces leo los editoriales de El Mundo, soy tan masoca) se dice (y cito casi textualmente) "no ocurre en ningún otro país". Siento decepcionar a Pedro J, pero creo que en el Centre Bell de Montreal es tradición pitar de forma entusiasta tanto el O Canada como el The Star-Spangled Banner en cualquier partido de los Canadiens, incluidos los play-offs.
De todas formas, el problema de España con sus símbolos patrios es que están tan indeleblemente politizados que ya no hay forma humana de convertirlos en lo que los símbolos patrios deben de ser, a saber, artefactos que simbolizan una casi universal (a excepción de los internacionalistas a ultranza, que siempre son menos de los que se cree) relación emocional entre la ciudadanía y el Estado. En algunos momentos de enajenación mental me planteo seriamente si deberíamos tener otra bandera y otro himno, creados ex novo para garantizar su neutralidad política, pero es que ahí arde Troya.
En todo caso, creo que lo de TVE viene menos determinado por imposición política y si por otra cosa: por la ansiosa política de autopromoción de la Corporación, que hace que, en cualquier circunstancia y hora, lo primero y más importante de lo que debe hablar Televisión Española, es, naturalmente, de Televisión Española. Así pues, se priorizó el recordar a los señores telespectadores la cantidad de unidades móviles que TVE es capaz de repartir por el largo y ancho de nuestra doliente península que pequeños detalles como la alineación de los jugadores y el himno nacional. Creo que más ha tenido que ver Fernández que Rodríguez, pero para la conspiranoia no hay límites.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Tu teoría final es muy imaginativa, no me negarás. Es mucho más creíble pensar que a algunos le entró la inercia del NO-DO / CeCeOO / Conectemos con Bilbao / Clamor por la salida de los jugadores del Athletic.
Lo de encontrar himnos y banderas despolitizados es casi tan improbable como encontrar crucifijos sin carga religiosa o armas vendidas a israelíes que no maten a palestinos. Las banderas son la representación cromática de esta polis tan en blanco y negro como siempre.
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