Que conste que yo me alegro tremendamente por la elección para la lehendakaritza de Patxi López. Es un triunfo para el socialismo vasco, un socialismo que, por imperativo del entorno (y no me refiero únicamente a la amenaza terrorista), obliga a los militantes a ir más allá de la mera pose para convertirse realmente en socialistas activos y participativos que a los parias farsantes como un servidor le parecen realmente admirables. Si a eso le sumamos que, además, en las Casas del Pueblo vascas generalmente hay bar (¡y pintxos!), apaga y vámonos: nos llevan siglos de ventaja.
Sin embargo, a éste Parlamento vasco, y en consecuencia, al gobierno que de él deriva, le sigue pesando el hecho de que la legislación electoral no asume una realidad; terrible, pero realidad, al fin y al cabo: que entre 80 y 90.000 vascos (aproximadamente) consideran correcto solventar (es un decir) los conflictos políticos matando a gente inocente.
Insisto una vez más: no podemos convertir a la democracia en exclusiva para los demócratas. Primero, porque da argumentos a los anti-demócratas, argumentos que son difíciles de rebatir; Segundo, y más importante: porque crea un problema político, a saber, quién traza la línea entre los que son demócratas y los que no.
El Parlamento vasco salido de las elecciones de marzo fue elegido por los votos de la mayoría abrumadora del pueblo vasco; lo que a vistas de mucha gente (yo incluido) es bastante como para legitimarlo. El problema de esa legitimación es el mismo problema que tiene la legitimación de muchas instituciones de éste país (incluidas la Monarquía y el Senado): que es una legitimación indirecta (se aprueba porque se participa, no porque se vota al respecto), derivada del terror que le tiene la clase política española a preguntarle a la ciudadanía las cosas a la cara.
No debe haber discusión sobre las bases fundamentales de nuestro sistema político; su legitimidad debe estar fuera de toda duda. Y ésto únicamente se consigue a través de una ratificación directa por parte de todo el electorado. Dejar lugar a dudas respecto a la legitimidad de un sistema político, temer por noticias de Estrasburgo, es, a largo plazo, un suicidio.
En todo caso, recordar siempre: el Gobierno López ha de gobernar (y, creo, sinceramente, que va a gobernar) para todos los vascos: ni para los votantes del PSE, ni para los del PP, ni para los demócratas: todos los vascos, incluyendo a los 90.000 simpatizantes de los criminales. Es ese el objetivo final de cualquier gobierno democrático. Desde aquí, mucha suerte.
Seguiremos informando.
Sin embargo, a éste Parlamento vasco, y en consecuencia, al gobierno que de él deriva, le sigue pesando el hecho de que la legislación electoral no asume una realidad; terrible, pero realidad, al fin y al cabo: que entre 80 y 90.000 vascos (aproximadamente) consideran correcto solventar (es un decir) los conflictos políticos matando a gente inocente.
Insisto una vez más: no podemos convertir a la democracia en exclusiva para los demócratas. Primero, porque da argumentos a los anti-demócratas, argumentos que son difíciles de rebatir; Segundo, y más importante: porque crea un problema político, a saber, quién traza la línea entre los que son demócratas y los que no.
El Parlamento vasco salido de las elecciones de marzo fue elegido por los votos de la mayoría abrumadora del pueblo vasco; lo que a vistas de mucha gente (yo incluido) es bastante como para legitimarlo. El problema de esa legitimación es el mismo problema que tiene la legitimación de muchas instituciones de éste país (incluidas la Monarquía y el Senado): que es una legitimación indirecta (se aprueba porque se participa, no porque se vota al respecto), derivada del terror que le tiene la clase política española a preguntarle a la ciudadanía las cosas a la cara.
No debe haber discusión sobre las bases fundamentales de nuestro sistema político; su legitimidad debe estar fuera de toda duda. Y ésto únicamente se consigue a través de una ratificación directa por parte de todo el electorado. Dejar lugar a dudas respecto a la legitimidad de un sistema político, temer por noticias de Estrasburgo, es, a largo plazo, un suicidio.
En todo caso, recordar siempre: el Gobierno López ha de gobernar (y, creo, sinceramente, que va a gobernar) para todos los vascos: ni para los votantes del PSE, ni para los del PP, ni para los demócratas: todos los vascos, incluyendo a los 90.000 simpatizantes de los criminales. Es ese el objetivo final de cualquier gobierno democrático. Desde aquí, mucha suerte.
Seguiremos informando.
1 comentario:
"no podemos convertir a la democracia en exclusiva para los demócratas". Thiago, eres un puto GENIO.
Un abrazo de admiración. Cuervo Blanco.
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