Uno.
Hace exactamente una semana Nicolas Sarkozy inauguraba la base naval de Port Zayed, en los Emiratos Árabes Unidos. Ésta base forma la segunda pata de la implantación de las Fuerzas Armadas francesas en el Golfo Pérsico (ojo, enlace en franchute), implantación que comenzó en septiembre del año pasado con la entrada de la Armée de l'Air en la base aérea de Al Dhafra, junto a los Estados Unidos, Italia, y las propias fuerzas aéreas de los Emiratos Árabes.
A cambio de la base y de comprar las chatarras que los franceses dan en llamar Dassault Rafale, los emires se llevaron el derecho a que los franceses les manden de cuándo en cuándo obras de arte del museo del Louvre, para exhibirlas en un futuro y lujosísimo museo lleno de dorados, cortinajes de terciopelo rojo y mucho, muchísimo aire acondicionado. Que, como es obvio, no está destinado a los miserables trabajadores bangladeshíes que se desloman construyendo el milagro de Dubai.
Otros países también se están instalando en Oriente Medio (Italia, por ejemplo), pero hay que comprender que jamás ha sido tradición de la política exterior francesa el comportarse de forma discreta. Es obvio que, conociendo el amor por la fanfarria del señor de Bruni, quién en Oriente Medio no se haya enterado de que La France est là es porque no ha querido.
Dos.
Brasil en general, y su diplomacia en particular, están eufóricos. En tres meses se decidirá qué ciudad se llevará los Juegos Olímpicos de 2016 y, por primera vez en la historia, una ciudad brasileña, Río de Janeiro, tiene posibilidades de celebrar los Juegos. Lograrlo no sólo sería el aldabonazo definitivo para la consagración final de Brasil como gran potencia (cosa que un pueblo tan pagado de sí mismo como el que me vio nacer aprecia de forma casi unánime) sino que además sería la culminación del Miraculus Lulae, el triunfo definitivo de un hombre que empezó vendiendo fruta por las calles de Santos y hoy es indiscutido dentro de las fronteras brasileñas y perennemente alabado fuera.
Tres.
Durante los últimos cinco años los aeropuertos brasileños han sido un perpetuo y desconcertante caos. TODAS las empresas aéreas que operaban vuelos comerciales en Brasil en 1985 han quebrado hoy, y las quejas sobre la pésima calidad de instalaciones y servicios son perpetuas e inacabables. Aparte, la empresa pública que se encarga de los aeropuertos, Infraero, está en medio de una conturbada batalla política acerca de su posible privatización con vistas al Mundial de 2014.
Cuatro.
El terrorismo islámico no es un fenómeno ajeno a Sudamérica. En 1992 una explosión destrozó la Embajada de Israel en Buenos Aires; murieron 29 personas. Dos años más tarde, otra explosión voló por los aires el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, un club social con gimnasio y piscina, también en Buenos Aires; murieron 81 personas. En ambos casos, no se volvió a saber nada de los terroristas; la sospecha más difundida es que pillaron la carretera y se perdieron entre la inmensa comunidad árabe de Ciudad del Este, Paraguay.
Cinco.
Un avión no se cae porque sí. En efecto, la zona por donde cayó el avión es LA zona de las turbulencias (lo dice alguien que ha hecho casi la misma ruta dos docenas de veces o más, y la pregunta no es si habrá turbulencias o no, sino si las notarás o no) y un 330 es un birreactor de fuselaje estrecho que se sacude mucho (fui en uno a la República Dominicana y tuve serias dudas acerca de si aquél aparatejo era capaz de cruzar el Atlántico), pero, dos cosas: primero, el 330 es un excelente avión (se sacude mucho, sí, pero cruza el Atlántico sin problemas) y, segundo, los servicios de mantenimiento de Air France siempre han sido impecables. Además, en un vuelo, si hay problemas, hay un mayday, un aviso, un algo. La señal simplemente se esfumó en pleno vuelo.
Seguiremos informando.
Hace exactamente una semana Nicolas Sarkozy inauguraba la base naval de Port Zayed, en los Emiratos Árabes Unidos. Ésta base forma la segunda pata de la implantación de las Fuerzas Armadas francesas en el Golfo Pérsico (ojo, enlace en franchute), implantación que comenzó en septiembre del año pasado con la entrada de la Armée de l'Air en la base aérea de Al Dhafra, junto a los Estados Unidos, Italia, y las propias fuerzas aéreas de los Emiratos Árabes.
A cambio de la base y de comprar las chatarras que los franceses dan en llamar Dassault Rafale, los emires se llevaron el derecho a que los franceses les manden de cuándo en cuándo obras de arte del museo del Louvre, para exhibirlas en un futuro y lujosísimo museo lleno de dorados, cortinajes de terciopelo rojo y mucho, muchísimo aire acondicionado. Que, como es obvio, no está destinado a los miserables trabajadores bangladeshíes que se desloman construyendo el milagro de Dubai.
Otros países también se están instalando en Oriente Medio (Italia, por ejemplo), pero hay que comprender que jamás ha sido tradición de la política exterior francesa el comportarse de forma discreta. Es obvio que, conociendo el amor por la fanfarria del señor de Bruni, quién en Oriente Medio no se haya enterado de que La France est là es porque no ha querido.
Dos.
Brasil en general, y su diplomacia en particular, están eufóricos. En tres meses se decidirá qué ciudad se llevará los Juegos Olímpicos de 2016 y, por primera vez en la historia, una ciudad brasileña, Río de Janeiro, tiene posibilidades de celebrar los Juegos. Lograrlo no sólo sería el aldabonazo definitivo para la consagración final de Brasil como gran potencia (cosa que un pueblo tan pagado de sí mismo como el que me vio nacer aprecia de forma casi unánime) sino que además sería la culminación del Miraculus Lulae, el triunfo definitivo de un hombre que empezó vendiendo fruta por las calles de Santos y hoy es indiscutido dentro de las fronteras brasileñas y perennemente alabado fuera.
Tres.
Durante los últimos cinco años los aeropuertos brasileños han sido un perpetuo y desconcertante caos. TODAS las empresas aéreas que operaban vuelos comerciales en Brasil en 1985 han quebrado hoy, y las quejas sobre la pésima calidad de instalaciones y servicios son perpetuas e inacabables. Aparte, la empresa pública que se encarga de los aeropuertos, Infraero, está en medio de una conturbada batalla política acerca de su posible privatización con vistas al Mundial de 2014.
Cuatro.
El terrorismo islámico no es un fenómeno ajeno a Sudamérica. En 1992 una explosión destrozó la Embajada de Israel en Buenos Aires; murieron 29 personas. Dos años más tarde, otra explosión voló por los aires el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, un club social con gimnasio y piscina, también en Buenos Aires; murieron 81 personas. En ambos casos, no se volvió a saber nada de los terroristas; la sospecha más difundida es que pillaron la carretera y se perdieron entre la inmensa comunidad árabe de Ciudad del Este, Paraguay.
Cinco.
Un avión no se cae porque sí. En efecto, la zona por donde cayó el avión es LA zona de las turbulencias (lo dice alguien que ha hecho casi la misma ruta dos docenas de veces o más, y la pregunta no es si habrá turbulencias o no, sino si las notarás o no) y un 330 es un birreactor de fuselaje estrecho que se sacude mucho (fui en uno a la República Dominicana y tuve serias dudas acerca de si aquél aparatejo era capaz de cruzar el Atlántico), pero, dos cosas: primero, el 330 es un excelente avión (se sacude mucho, sí, pero cruza el Atlántico sin problemas) y, segundo, los servicios de mantenimiento de Air France siempre han sido impecables. Además, en un vuelo, si hay problemas, hay un mayday, un aviso, un algo. La señal simplemente se esfumó en pleno vuelo.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Olé olé y olé! Peazo de artículo,
lo haré rodar por internet, valió la pena la espera.
Tio lo mejor de tu blog es que aparte de hacer un brillante análisis de los procesos sociales, a menudo nos (me) sorprendes con noticias de brasil, canadá, ... que si no me lo cuentas tu no me entero.
Estoy esperando leer tu visión sobre la "sucesión" en Corea del Norte (otro de tus temas favoritos), según escuché hoy no hay fotos del hijo del Amado lider, sólo dibujos, nuevo presidente del país.
La frase de moda es "concatenación de acontecimientos", a mi me gusta más la tuya "un avión no se cae porque sí".
A cuidarse!
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