A pesar de la que está cayendo, el hecho de que Mariano Rajoy siga sin estar preocupado (y pida a todo su partido que haga lo mismo) no está motivado por su estupidez (que uno se vería tentado a pensar) pero en que el PP conserva la fe en dos hechos hasta ahora incontestables en la política española: el primero es que en España nadie es considerado culpable hasta que dimite (esa es la fe que tenemos en nuestra justicia) y el segundo es que si el votante centrista no vota al PSOE, tiene, necesariamente, que votar al PP.
El PP sabe que, salvo el milagro de la casa de Brandemburgo, las elecciones de 2012 están perdidas para el PSOE. Para que el PSOE ganase, en los próximos dos años y medio las cosas no sólo deberían ir mucho mejor de lo que van ahora, sino además debería quedar claro para casi todo el mundo que la responsabilidad de la mejora es atribuible en exclusiva al Gobierno y no a la mejoría general de la economía europea. La clave aquí es: el PSOE pierde - luego el PP gana. Y ya está.
Y no me vengan ahora con las posibilidades de Rosita la Pastelera; no tiene ni de lejos la fuerza suficiente para suplir al PP - y no tiene tirón electoral en las provincias más pobladas salvo Madrid, Valencia y quizás, Alicante: como muchísimo, diez escaños.
Es por eso que la política del bigotismo va a ser la de dedicarse, activamente, a no hacer nada: bloquear activamente toda política del Gobierno, sacarse de la chistera ideas rarunas y esperar que el estruendo de Gürtel se vaya disipando poco a poco.
Y, en consecuencia, la izquierda en general y el PSOE en particular no pueden echar todas sus cartas a la esperanza de que el PP se cocine en su propia podredumbre. Es necesario que seamos aún más proactivos respecto a la crisis (es decir, que hagamos cosas constantemente), y, sobre todo, que se note.
Seguiremos informando.
El PP sabe que, salvo el milagro de la casa de Brandemburgo, las elecciones de 2012 están perdidas para el PSOE. Para que el PSOE ganase, en los próximos dos años y medio las cosas no sólo deberían ir mucho mejor de lo que van ahora, sino además debería quedar claro para casi todo el mundo que la responsabilidad de la mejora es atribuible en exclusiva al Gobierno y no a la mejoría general de la economía europea. La clave aquí es: el PSOE pierde - luego el PP gana. Y ya está.
Y no me vengan ahora con las posibilidades de Rosita la Pastelera; no tiene ni de lejos la fuerza suficiente para suplir al PP - y no tiene tirón electoral en las provincias más pobladas salvo Madrid, Valencia y quizás, Alicante: como muchísimo, diez escaños.
Es por eso que la política del bigotismo va a ser la de dedicarse, activamente, a no hacer nada: bloquear activamente toda política del Gobierno, sacarse de la chistera ideas rarunas y esperar que el estruendo de Gürtel se vaya disipando poco a poco.
Y, en consecuencia, la izquierda en general y el PSOE en particular no pueden echar todas sus cartas a la esperanza de que el PP se cocine en su propia podredumbre. Es necesario que seamos aún más proactivos respecto a la crisis (es decir, que hagamos cosas constantemente), y, sobre todo, que se note.
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