Ha sido un mes de abril flojo en Ruina Imponente; como en Vicisitud y Sordidez (si no lo han leído, ¿qué hacen perdiendo el tiempo conmigo?), pero la película que estaba montando era otra. No voy a decir que todo ha vuelto a ser lo que era, porque entonces nadie habría aprendido nada, pero sí que ya estoy lo suficientemente equilibrado como para retomar el blog con el ritmo habitual de artículos.
Mientras tanto, cascotes:
Mientras tanto, cascotes:
- El Plutócrata Moreno de Benidorm se metió en política para forrarse y por fin va a hacerlo a lo grande: dietas y coches que el Estado no puede ofrecer con tanta largueza por fin estarán a disposición de don Eduardo a cambio de pasear su über-moreno y sus Patek Phillipe por la Ronda de la Comunicación y por donde le manden. Naturalmente don Eduardo deja huerfanitos en las Cortes, sobre todo Vicente "Mamporros" Martínez-Pujalte. La pregunta que media España se hace ahora es: ¿y qué pasará con el otro Hermano Macana?
- ¿Por qué, por qué, por qué el Ministerio de Sanidad y Consumo se lía siempre tanto con las alertas alimentarias? ¿Toda ésta espectacularidad porque se cayó un bidón de gasolina en los tanques de un aceitero cargado de aceite de Ucrania? Partamos de la base de que de los girasoles ucranianos cabe esperar radioactividad como mínimo. Continuemos con el hecho de que si uno piensa que en el aceite español no hay cosas como esa se equivoca bastante, y sigamos con el hecho de que las alertas pan-europeas fundamentalmente incitan a pasar notas con discreción al Carrejú y similares para que vayan apartando ciertas botellitas mientras no se conocen más datos, y no para salir en la radio gritando a los españoles que no compren aceite de freír. Pero como el MSC, tras 25 años, continúa hipersensibilizado por el caso de la colza (aparte de la sempiterna necesidad de los ministerios menores de demostrar que hacen algo) montamos esas escandaleras.
- ¡Ah, Austria! País fantásticamente bizarro, cuna de Sigmund Freud, Arnold Schwarzenegger y Alf Poier. País que ha llevado la tradición de "aquí no ha pasado nada" hasta las últimas consecuencias: fue muy fructífera la campaña de "No fuimos nazis, somos austríacos", que copiaron los saudíes tras el 11-S (con igual éxito). El descubrimiento de un caso más de tremenda sordidez y sótanos oscuros ha hecho plantearse a Europa si ésta gente es normal, pero quiero recordar que primero: ésto era de esperar. En el único programa de televisión austríaco que el español medio ha visto alguna vez, Kommissar Rex, en todos los capítulos, siempre, había una niña secuestrada en un sótano, lo que permitía que el pugnetero pastor alemán (el mejor actor de la serie, con diferencia) entrara por un ventanuco cayendo espectacularmente sobre el malhechor. Los acontecimientos actuales no hacen sino confirmar lo que uno sospechaba al ver la serie: que en Austria hay montones de sótanos con niña dentro. Segundo: seguro que en algún sótano de España hay alguna situación similar o peor.