Que las afirmaciones de Rajoy se caen por su propio peso, no hay prácticamente ni que explicarlo: son ustedes lectores inteligentes. En resumen, si 180.000 inmigrantes cobran el paro es porque han cotizado para ello, y si 20.000 andaluces están en la vendimia francesa es porque llevan toda la vida haciéndolo, incluidos los tiempos de las vacas gordas.
Lo más triste de todo es que, efectivamente, en Génova saben que son declaraciones falaces. Los datos están ahí, la historia está escrita, y aunque el PP es hogar de toda clase de ignorancias (tipo Fabra) el investigar el trasfondo de esas declaraciones dura cinco segundos para cualquier persona medianamente instruida.
Rajoy no ha querido denunciar nada. No es su objetivo. Es un ambiente, una idea, la que el líder (ejem) bigotista quiere pasar, la de "la inmigración está descontrolada", los "inmigrantes nos quitan el trabajo", "ZP amigo de los inmigrantes", etcétera, etcétera.
Y otra idea falaz: que el PP "controlará" la inmigración. Si hay algo que el proceso de grandes migraciones a escala global durante los últimos veinte años ha sido, ha sido incontrolable. Por mucho que Berlusconi amenace a los ilegales con la deportación, la concentración o la muerte, ésta mañana habrá un subsahariano en Sfax o en Trípoli, o un kosovar en Durrés o en Goricia, dispuesto a saltar la valla a ganarse la vida en las ciudades italianas. Ni siquiera los Estados Unidos pueden. Aznar no pudo. ¿Y Rajoy va a poder?
Pero el PP no va a dejar que la realidad estorbe un buen slogan. Cuánto peor mejor, y a crear miedo en los ciudadanos: la estrategia eterna de la derecha moderna. Cosas como éstas justifican la inexistencia de un partido parlamentario específicamente de extrema derecha en España.
Porque el bigotismo se basta solo para crear ambiente.
El debate nature/nurture es casi tan antiguo como la ética misma. ¿Son las personas bondadosas o crueles, pacíficas o violentas, inteligentes o estúpidas, por naturaleza? ¿O tienen que ver otros factores relativos a la formación y educación de la persona? Yo no soy ni psicólogo, ni psiquiatra, ni sociólogo, y sé que entre mis lectores hay personas más formadas que yo a ese respecto, por lo que su opinión será bien recibida.
Pero una cosa sé: desde el siglo XVIII se entiende que el ser humano, a lo largo de su vida e independientemente de su naturaleza o de su formación, es perfeccionable, y que, en la mayoría de los casos, es capaz de sacarse a sí mismo de los agujeros donde cayó o le empujaron.
Es por eso, por esa fe en la capacidad humana, llámese de redención, llámese de superación, que nuestro sistema penal procura equilibrar la necesidad del castigo con la posibilidad y capacidad de superación del criminal. El artículo 25.2. de la Constitución lo deja muy claro.
Sin embargo, la venganza vende más y mejor que la redención. La idea de las películas, la de que el criminal es perverso y lo será por siempre, es mucho más atractiva, sobre todo porque, como humanos, tendemos a posicionarnos con las víctimas y contra los malvados. Sin embargo, y como ya he dicho más de una vez, el Estado no puede ser el instrumento para la venganza de nadie.
Pero la nueva (o vieja) derecha europea se alimenta de la demagogia y éste es uno de los puntos donde se puede sacar más carne. Nadie quiere ser visto como amigo de los criminales; todos quieren salir en la tele, como redentores, como salvadores, como héroes que consuelan a los buenos y destruyen a los malos. Y es por eso que vuelven a resurgir las viejas ideas de la cárcel como castigo, de la imposibilidad de la redención, y, en ciertos casos, de la muerte como recurso.
De ahí el caso De Juana, de ahí la letanía de declaraciones respecto al caso Mari Luz, de ahí Espe declarando en ABC que es partidaria de la cadena perpetua.
Paladas y paladas de tierra sobre las esperanzas de las personas, que seguirán errando, pero que, cada vez más, perderán sus oportunidades de reconstrucción.
Una de las cosas de las que más se enorgullecen los exégetas del Papa Polaco, a.k.a. señor Wojtyła, o también, Juan Pablo II (te quiere todo el mundo), es, y cito, "el impulso dado al diálogo con otras religiones y al ecumenismo". Y a pesar de que no es que el Wojtyła caiga precisamente bien en ésta redacción (después de que la FAES lo incluyese en el Trío Calaveras que acabó con el comunismo, que tantas diversiones daba) hemos de reconocer que es cierto. En sucesivos Papa Attacks se fue a la sinagoga de Roma, habló con el arzobispo de Canterbury y se entrevistó con casi todos los herejes que se encontraba por el camino.
Y por una iniciativa mínimamente progresista que tuvo el Papa Polaco, la Iglesia española, como no, hace oídos sordos. En nuestro país, como en muchos otros, ninguna gran tragedia termina sin el espectáculo del funeral de Estado, donde las cámaras se pisotean entre sí por ver si la Reina llora o no. Inevitable como es el show, y visto que en el vuelo de Spanair volaban varios marroquíes, algunos senegaleses y un pastor protestante, ninguno de ellos con reconocida inclinación a recibir las bendiciones de la Sancta Mater Ecclesia, lo propio y correcto, ante la imposibilidad de una ceremonia laica, sería un funeral multiconfesional, con la presencia de sacerdotes de todas las religiones y de la forma más sobria posible.
Pero obviamente nuestros altos purpurados no van a dejar pasar ésta ocasión de sacar los inciensarios a pasear. La ceremonia, cuándo se produzca, será una ceremonia total y exclusivamente católica: para que se sepa quién manda aquí, cojones. Y las altas instituciones del Estado, en lugar de protestar por esa vulneración flagrante de la aconfesionalidad del Estado, irán, cuál tiernos corderitos del Señor, a ocupar los primeros bancos de la Almudena, a la espera de cumplir con su estudiado papel de canalizadores de la tristeza nacional.
El nacionalcatolicismo pervive en éstas manifestaciones, y nadie tiene el valor de levantar la voz. Tierno Galván, que era un showman en su tiempo mal considerado por casi todo el mundo en el PSOE (debía ser un pedante del copón) decía, y en ésto tenía razón, que no iba a las procesiones porque la acumulación del poder municipal con el poder espiritual era un "exceso de gloria". Hoy en día no hay políticos abiertamente ateos, que se atrevan a ponerse de frente contra la clerecía.
Cuándo un ah·tih·ta (concepto que engloba a cualquier persona formada/encajada en la maquinaria discográfica/radiofórmula /megapromotora/SGAE gracias a su perfecta adaptación a un estilo musical reconocido por aquellos de gusto mediocre) alcanza el éxito, pronto tiene dos opciones: primera, intentar progresar musicalmente para seguir sorprendiendo a su público y acumular aún más prestigio y éxito, o segunda, vivir de las rentas durante el resto de su vida, haciendo siempre el mismo disco en una escala descendente de mediocridad. Dado que la primera opción es tremendamente complicada y estamos hablando de gente que no ama el riesgo, la segunda es, casi siempre, la opción elegida. Pero en una sociedad de masas como la nuestra, la tremenda dificultad de ir allende los quince minutos de fama, en principio y para nuestro beneficio, tendría que hundir a todo ah·tih·ta en la miseria a la media hora de haber lanzado el último single del primer disco.
Por desgracia, no es así, y aun tenemos al insufrible de Raphael haciendo todos los años el mismo programa de Nochebuena. Y ésto ocurre porque el mecanismo infernal de la música popular española tiene una tabla de salvación, un refrigerador que permite conservar basura durante años y años: el mercado latinoamericano.
Sí, amigos; cualquier bazofia que salga de moda en España siempre tiene algún productor avispado en Lima, San Juan o Acapulco que la puede mantener en la cresta de la ola (quicir) durante años y años, hasta que, para nuestra tragedia, se vuelva a poner de moda en España. Hispanoamérica es la Las Vegas del mercado musical hispano, y al igual que los yanquis podían "disfrutar" (ejem) de Elvis, Sammy Davis, Jr. o Liberace hasta la muerte, en cualquier capital sudamericana se pueden ver recitales de gente que esperábamos ver desaparecida de nuestras vidas.
¿Y a qué viene todo ésto? Pues porque Fedeguico Jiménez Losantos, cariñosamente conocido por éste su corresponsal como J.Lo. , harto de llevarse colleja tras colleja en éstas santas tierras, ha decidido hacer las Américas, llevando su talento para la sátira y el humor (lo dice él, yo no) a un lugar donde sin duda será bien recibido: el tenebroso freak show de la extrema derecha hispanoamericana.
Para nosotros, J.Lo ha empezado en quinta, pidiendo el asesinato de Daniel Ortega, Chávez y Fidel (pero si ya se muere solo, el hombre), que Zapatero y Evo Morales pillen enfermedades purulentas, considerar corrupto al Rey por tomar la actitud correcta ante una metedura de pata...
Pero en Hispanoamérica, donde el asesinato de Fidel se lleva pidiendo desde hace ya 55 años, ésto es empezar. Recordemos que cuándo llegamos a éstos rincones oscuros del espectro político los escrúpulos ante la violencia y la represión se dejan en la puerta, máxime en una región donde la democracia es relativamente novedosa.
Es el agua pantanosa perfecta para el pundit turolense; no será la última parida que suelte.
Pues vale: iba a escribir un importantioso artículo sobre la crisis, pero resulta que éste buen señor ya lo ha escrito por mí. Léanselo; es muy bueno.
Y dado que el señor Senserrich ya me ha descargado de esa obligación, vamos con nuestras taradeces de todos los días.
En uno de mis habituales desvaríos por YouTube, encontré una serie de televisión, llamada No Béarla (que podría traducirse como Sin English) donde un señor alto, larguirucho y bastante friki decidía recorrer la isla de Irlanda hablando única y exclusivamente en la constitucionalmente oficializada como primera lengua del Estado: el irlandés gaélico.
Dado que sólo el 8% de la población local habla el irlandés de forma fluida, y casi la mitad de la población no tiene siquiera nociones del idioma, el tipo, bueno, lo pasa mal y hace pasar malos ratos a quiénes lo rodean (impagable el momento en el que se pone a cantar guarreridas en gaélico en plena calle...siendo aplaudido por las ancianitas: pueden ver la serie completa en YouTube)
Viendo éste programa de televisión, me imaginaba yo como sería la versión española, es decir, la versión que harían TV3, ETB o TVG (ésta última cariñosamente conocida entre los nativos como Telegaita) y llegaba a la desanimadora conclusión de que si la serie se desarrollase en nuestras santas tierras, a nuestro héroe le habrían desmontado las gafas de un sopapo antes del final del primer episodio.
Y ésto ocurre por que en España el idioma (o los idiomas), como casi todo lo que en cualquier otra parte no se discute en ningún momento, tiene una marcada e indeleble carga política.
Todo ésto viene, naturalmente, a raíz del tal Manifiesto por la Lengua Común, firmado de forma entusiasta por la intelectualidad de derechas en pleno, por cierta distraída intelectualidad de izquierdas, y por otras figuras de nuestra cultura como Luis Aragonés (que demostrará su apego a nuestro idioma no aprendiendo turco) e Iker Casillas (éste último, naturalmente, con un nombre vasco)
Para que después no se diga, sepan que me he leído el tal manifiesto, y quitando las rimbombantes alusiones a la herencia común, a la gloria de nuestra lengua, y toda la pesca, lo que pretende es muy sencillo: se pide que nadie necesite saber, y en consecuencia, que nadie necesite aprender, otra lengua que el castellano/español para vivir y trabajar en España.
Toda la pugna lingüistica se basa en un argumento, para mí, erróneo desde un principio: que el conocimiento de un idioma deriva automáticamente en la ignorancia de los demás. Consideran éstos héroes del legado cervantino que el hecho de que un niño catalán aprenda matemáticas o biología en la lengua de mossén Cinto hacen que automáticamente se convierta en un iletrado, incapaz de acceder a todas las maravillas que nuestra lengua española ofrece.
O, simplemente, en ciertos casos, no quieren que sus hijos aprendan un idioma, en su opinión, dialectal y menor, existiendo la lengua del Imperio para sus comunicaciones cotidianas.
Para mí, es sencillo. La lengua de Cataluña es el catalán, así como la del País Vasco es el vasco, así como la de Galicia es el gallego. Y no lo digo yo, ni un grupo de nacionalistas trabucaires, sino el estatuto de autonomía de cada una de las tres comunidades, estatutos éstos aprobados por la población de cada comunidad.
Y, en consecuencia, por mera educación básica, hay que hablar, aunque sea un poco, del idioma, máxime si se quiere vivir o trabajar en esas regiones.
En Holanda, el 95% de la población sabe inglés. En mis diez meses allí sólo encontré a una persona que no supiera inglés: la guarda de un refugio de bicicletas junto al mercadillo. Es terrible: hasta los yonkis hablan mejor inglés que tú.
Y muchos de mis amigos allí se aprovechaban de esa situación; entraban en los restaurantes y pedían directamente en inglés, iban a las tiendas y pedían en inglés, así sucesivamente. La inmensa mayoría de que allí trabajaban respondía bien, instantánea y admirablemente.
Pero esa actitud de poner el idioma así, con los pies por delante, me parecía poco educada. Mi holandés era bastante limitado, pero aun así me esforzaba en empezar la conversación con unas palabras, hasta que mi directorio de cien palabras se acababa y me veía obligado a seguir en inglés; pero en todo caso, siempre preguntando: Do you speak English?
Educación, simplemente; en catalán, holandés, o sí, en castellano.
Ya les contaré lo de mi viaje a Ibiza: si me he levantado de mi pastosidad bloguera, fruto del marasmo pos-vacacional, de las muchas cosas que me faltaban por leer y del calor que asuela (¡por fin!) nuestra capital, es porque la cosa está muy malita.
Y ya me meteré (o no) con el Gobierno por la crisis en otro artículo, pero permítanme dar en cierto punto la razón a Zapatero: la economía poscapitalista se fundamenta (quicir) no en elementos reales, sino en la confianza pública. Medimos el éxito y el fracaso de nuestra economía por la cotización de nuestra moneda, los mercados de deuda y de valores y por el crédito bancario, instituciones todas ellos basados en la confianza en que la moneda mantendrá su valor, la deuda pública se pagará y el crédito bancario se mantendrá. Y aunque parezca claro que estamos en crisis (aunque todavía nada comparado con 1979 o 1993) el simple hecho de que un gobierno diga oficialmente que se está en crisis es un golpe más a una confianza pública ya deteriorada. Y, en éstos casos, mejor pecar por defecto que por exceso.
Pero no, voy a hablar del tema de la semana, que ha sido el 16º Congreso del Partido Barbista (ex-bigotista) y de sus consecuencias en ésta nuestra fermosa Comunidad de Madrid.
Mariano Rajoy ha ganado el Congreso del PP. Y, lo ha hecho, además, devolviendo gran parte del sector facha a la caverna de dónde la sacó la mayoría absoluta de 2000. Gran parte, quicir: la que no se echó a la piscina el mes pasado. Victoria de la Obediencia Atávica al Líder, por supuesto, pero quién sabe existe la esperanza de que la mayoría de los asistentes al congreso crea realmente que el papel del Partido Popular sea el de la derecha europea y civilizada. Oremos por ello.
Los piscineros, los que alzaron la voz contra el Segundo Giro Al Centro, ahora se han quedado compuestos y sin cargo institucional dentro del partido. Algunos, como Aznar, pueden consolarse ganando dinero en consejos de administración, recibiendo jugosos favores de derechosos worldwide y yendo a la boda de Flavio Briatore. Otros, como Ángel Acebes o María San Gil, apartados en la cuneta de la historia de España, a la espera de la redención salvadora de una extrema derecha articulada (que Rosa Díez no se atreve a encabezar)
Pero Espe, la Espe, no se conforma. Tiene un cortijo para ella sola, la Comunidad de Madrid, y ha decidido convertir a la institución que, en teoría, debería gobernar a los siete millones de madrileños, en una mera herramienta para sus ambiciones, que en éste momento sólo pueden ser las de conservar el poder, en Madrid y en el partido.
Y es por eso que, con la más que probable excusa de aligerar el gobierno ante la crisis (creada, seguramente puntualizará, exclusivamente por Zapatero), ha purgado al gobierno de la Comunidad de aquellos que, durante el Congreso, no se mostrasen abiertamente en contra de Rajoy. Quita así visibilidad (y máxime cuándo el único medio de comunicación que cubre informativamente la Comunidad de Madrid de forma dedicada es Telemadrid, enough said) a aquellos que puedan tener la tentación de desafiar su poder dentro del PP capitalino.
Gallardón (y cualquier fiel que le pueda quedar) ya está muerto dentro del PP madrileño desde el último Congreso; la única esperanza de los moderados es que haya alguien dentro de los que aplaudieron a rabiar a la Dama de Hierros de Golf que tenga el valor de plantarle cara.
Y es por eso que cambia el gobierno y administración de la Comunidad de Madrid, sin ir más lejos: para que Espe siga acalentando sus esperanzas de gobernar España.
En Morón de la Frontera, provincia de Sevilla, el ayuntamiento en pleno ha votado el nombramiento de María Auxiliadora como alcaldesa honoraria del municipio. Y como María Auxiliadora no entendemos a una persona, sino a una estatua de madera.
Ésta iniciativa proviene, como no, del ínclito bigotismo rural andaluz, que gobierna la municipalidad con mayoría absoluta. El PSOE no votó (no fue al pleno) y los dos únicos votos en contra fueron los de Izquierda Unida.
Directamente, no sé como ni con quién empezar a soltar injurias como un poseso. Quizás la única que se salve aquí sea la estatua, que no habla, ni piensa, ni auxilia a nadie: es una puta estatua de madera, y no tiene consciencia para darse cuenta como la idolatría en España es legal y sancionada por ley, gracias a la magnífica aportación de un partido político y de la población de vejestorios zombicatólicos que le sustentan electoralmente.
Si ésto no es un toque de atención a favor de empujar legalmente el laicismo en España, que venga Marx y lo vea. Ya está bien, cojones. Ya está bien de dejar a éstos carcatólicos volvernos a los tiempos del país consagrado al manto de la virgen del Pilar. Es la hora de salir ahí fuera, dejar de temer la pérdida de un voto católico que o bien no existe o bien no va a votar a la izquierda, dejar que Bono y Paco Vázquez se entretengan en sus fanatismos y si alguien vuelve a hacer una cosa de éstas mandarle al trullo por prevaricación: es decir, ignorar a sabiendas el mandato constitucional del artículo 16.3. Y que los de Hazte Oír se vayan a su casa a masturbarse, coño. Que lo necesitan.
Sólo con presentar ante las cámaras su papeleta, Juan José Ibarretxe ya ha conseguido su objetivo: centrar la campaña electoral vasca (que puede darse por empezada con éste acto) en las disquisiciones de siempre: qué es un vasco, cuál es su destino en la vida y si puede o no puede decidir su futuro: o sea, el terreno en el que el PNV se siente cómodo y el PSE patina, que es todo lo que Ibarretxe necesita para volver a ganar.
Lo que Patxi López y el PSE deberían hacer es pasar olímpicamente del referéndum y de Ibarretxe y llevar la campaña a terrenos donde los socialistas se sientan más confortables: el estado de la sanidad, de la educación pública, de las infraestructuras (¿cuándo fue la última vez que EuskoTren compró trenes?), en fin, del gobierno de los problemas diarios de dos millones de vascos.
Pero no se hará, porque nadie tiene el valor de reconocer públicamente que, desde un punto de vista meramente cuantitativo, ETA, el terrorismo y la autodeterminación vasca son problemas menores. Y no se reconoce por la indignación moral que desataría el considerar "menor" el hecho de que unos descerebrados con bombas vayan matando gente por ahí; pero el hecho está a la vista de todos: la política de la séptima comunidad autónoma más grande de España está absoluta y tétricamente subordinado a lo que quinientos cretinos digan, hagan o dejen de hacer. Es enfermizo.
Y ya que no podemos escapar de ello, vayamos a comentar la hojarl:
Es fantástica la insistencia del lehendakari en copiar los aspectos por los que hoy en día el nacionalismo independendentista quebequense está en franca decadencia: si ustedes piensan que la pregunta de la papeleta euskaldún es complicada, procedo a la transcripción íntegra del texto de la papeleta del referéndum quebequense de 1980 (después no digan que no les avisé):
El Gobierno de Quebec ha hecho pública su propuesta de llegar, con el resto de Canadá, a ún nuevo acuerdo fundado sobre el principio de igualdad de los pueblos: éste acuerdo permitirá a Quebec adquirir la potestad exclusiva de elaborar sus leyes, recaudar impuestos y establecer sus relaciones exteriores, es decir, la soberanía, y al mismo tiempo, mantener con Canadá una asociación económica que implica el uso de una moneda común; ningún cambio de estatus político resultante de éstas negociaciones será realizado sin el acuerdo de la población a través de otro referéndum; en consecuencia: ¿da usted al Gobierno de Quebec el mandato de negociar el acuerdo propuesto entre Quebec y Canadá?
Toma huevo. Como la experiencia demostró, ante la visión de tal ladrillo la reacción de gran parte de la población es "uh...aquí me están liando..." y votar no, al menos por precaución.
El referéndum es, naturalmente, ilegal, pero eso es poco importante: la secesión no es un acto jurídico, es un acto político. Eso sí, dudo bastante que el PNV quiera someterse al tal referéndum, fundamentalmente porque lo perdería (con tres cuartos de Álava y el Gran Bilbao votando "no", tendría que hacerlo muy bien en el resto de Euskadi). ¿Entonces, por qué lo hace? Porque con la absurda ilegalización de los partidos abertzales (en un juego de las sillas que puede durar para siempre: si el PCTV está ilegalizado, ya verán como en nada sale otro partido presidido por una marimatxo con mullet), y la pérdida del centro político ante el PSE (confirmada con la defenestración de Imaz) el PNV tiene que raspar entre los nacionalistas independentistas para conservar los escaños en Vitoria.
Populismo, no hay más: Ibarretxe tiene su papeleta en la mano para mostrarle a los über-vascos éstos que nadie ha dado más pasos concretos por la autodeterminación que él. ¿Pero independencia? La alta burguesía negurita, sostén y pilar del PNV, preferiría cortarse las manos.
Del ya de por sí poco ético uso del terrorismo con fines electorales, la acción más triste de todas, en la ya consabida opinión de éste su corresponsal, ha sido, desde 2004 en adelante, la inspiración por parte del bigotismo y otros sectores de la extrema derecha en los colectivos de víctimas del terrorismo de la ilusión de que un gobierno del PP actuaría como un instrumento de venganza contra los terroristas: un no rotundo, ya no a la negociación, sino al mero reconocimiento de los terroristas como interlocutores de cualquier clase; e, igualmente, la asunción de un marco de confrontación directa en el que no caberían los matices: no estás con nosotros, estás con ellos.
Entonces dije, como digo ahora, que la actitud de gran parte de los colectivos de víctimas era perfectamente lógica y normal. Hace falta un inmenso coraje ético para abandonar la idea de venganza y pasar a la idea de justicia, tanto más el comprender que los otros, los que arruinaron tu vida, son personas como uno, y que si no pueden ser perdonadas, al menos deben ser toleradas y comprendidas. La reconciliación es muy dura ; ni siquiera sé si yo podría. Lo que me causaba vergüenza era la falta de escrúpulos del bigotismo al acalentar entre esas asociaciones de víctimas la falacia de que, en un gobierno del PP, el Estado se pondría unilateralmente de su parte y les concedería todos los deseos de venganza, salvo quizás la pena de muerte, a sabiendas de que hacerlo sería cuánto menos constitucionalmente cuestionable, y desde luego políticamente nefasto. Y, recordemos, por mucho que lo intentemos negar, la venganza es más atractiva que el perdón.
Y ahora los que creyeron enla falacia de la venganza de Estado ven como el PP (o al menos el mensaje oficioso, que no el oficial) se aleja de esos planteamientos y vuelve al punto de vista pragmático: uno se vería tentado a pensar que es porque el PP ha vuelto a la razón (que es posible), pero una hipótesis más cruel es más plausible: las asociaciones de víctimas han dejado de tener respetabilidad moral frente a la opinión pública, apareciendo como un juguete, un muñeco en manos del Partido Popular; y sin la carga ética que supone el reconocimiento de las víctimas como "víctimas", son naranjas sin jugo, inútiles para el PP moderado.
Duplicar el sufrimiento de las víctimas del terrorismo tentándolas a convertirse en marionetas políticas a cambio de la aceptación e incitación a sacar sus instintos y deseos más primarios: carne del partido de extrema derecha que tenga el coraje de alimentarse de los rencores sacados a la luz por el bigotismo.
No suelo ser tan brutal, pero Dios, en éstas cosas, qué asco me da el PP.
Obviamente no ha dicho las cosas directamente y a la primera. Si hay algo en lo que José María Aznar López se ha especializado tras su retirada de la Moncloa es en no decir nada de forma directa. Una cosa queda clara: si fuese a apoyar a Rajoy lo hubiera dicho con bastante más claridad.
Si la lucha en el PP es entre personas, obviamente Aznar no ha metido baza porque para éste hombre la única voz autorizada de la derecha es él.
Pero si la lucha interna es entre ideológicos y pragmáticos su opción es claramente la primera. No va a atacar directamente a Rajoy porque supondría que Él, el Hombre, el Líder, el Sabio, se equivocó al elegir sucesor, y eso es anatema; Aznar nunca se equivoca.
Pero sí acaba de dejar claro que el pragmatismo no es lo suyo; que el PP tiene que seguir dándole leña al mono hasta que hable español y nada más que español, y que si Rajoy insiste en quedarse sólo y crear una nueva generación de líderes bigotistas (y Gallardón, que se ha subido al carro descaradamente) le irá mal.
¿Hasta qué punto mal? Veamos en el Congreso de Valencia.
Que María San Gil haya dejado la redacción de la ponencia política del Congreso bigotista y que eso sea importante es algo que no todos mis lectores (afortunadamente, los menos) comprenderán así, de primeras dadas.
La relación del pepismo con los nacionalismos es plural y diversa como el partido mismo. Por una parte están las personas pragmáticas, que son perfectamente conscientes que, salvo implosión del PSOE, el Partido Popular necesita a los nacionalistas para gobernar. Por otra parte, están los ideológicos (por utilizar la expresión de Espe) que pretenden que el partido se fundamente en unos principios básicos, entre ellos el que propugna que pactar con los nacionalistas es contribuir a la ruptura y balcanización de España.
Naturalmente, María San Gil puede incluirse en el segundo grupo: cinco años de retórica "yo soy Ermua y los demás son unos terroristas" le hacen imposible volverse atrás y aceptar la ponencia que le iban a obligar a firmar.
Mariano Rajoy tiene un objetivo y lo tiene muy claro: quiere ser Presidente del Gobierno, y si para ello hay que pactar con los nacionalistas moderados lo hará. Pero con ésto, suma y sigue a la lista de fanatizados ideológicos, que eran más de lo que parecían y han encontrado un paladín liberal y que suman un coro de descontentos bastante poblado.
Aunque María San Gil puede no querer sumarse a las jordas esperancistas: estoy convencido que en el Circo Multipistas de Una Sola Intérprete también puede tener acogida.
Del inglés box office poison, dícese del actor/director cuya mera presencia, por algún motivo u otro, es suficiente como para alejar a un sustancial número de espectadores de la sala donde se exhiba el flim en cuestión.
Ni él ni el ala más carca del bigotismo iban a asumirlo jamás, pero Ángel Acebes Paniagua era y es veneno para las taquillas pepistas.
Sí, amigos, el otro Hermano Macana abandona la sala de máquinas pero no el barco; a no ser que le pongan en la presidencia de algún sitio donde aprecien su talento para la fontanería (Unidad Editorial, por ejemplo, o el Canal de Isabel II) don Ángel seguirá en el Congreso de los Diputados, haciendo el Mal.
Técnicamente, la jugada es buena para Rajoy: librándose de las figuras más controvertidas del tremebundo Gabinete aznarista de 2000-2004, el hombre se libra de las presiones del Dedo y vuelve al sendero de la derecha moderada que hizo que Aznar se llevase las elecciones en primer lugar. Como politólogo, me alegra que al parecer vayamos a tener una derecha civilizada; como socialista, me preocupa el poderío electoral que ésta pueda tener, y insisto en que deberíamos movernos para poder afrontar una situación como ésta en condiciones.
Pero claro, el giro al centro de Rajoy no es el giro al centro de Aznar en 1994. Hace catorce años el PP nunca había ganado unas elecciones, Felipe González parecía imbatible y la extrema derecha languidecía en el fondo del fondo de la vida política española. En 2008, un sector muy amplio del PP considera que el conservadurismo carca puede ganar unas elecciones, la extrema derecha está en su nivel más activo y ruidoso desde 1976 y, no nos engañemos, Zapatero podrá ser muchas cosas, pero está claro que no es imbatible.
La Obediencia Atávica al Líder mantiene hasta ahora las cosas sujetas. Sujetas pero no firmemente atadas; las costuras del bigotismo estallan por todos lados. Y por mucho que el Querido Líder intente desprestigiar a sus enemigos con pachorra ("Que hagan lo que quieran", dice) todo el mundo está en las bambalinas, esperando. E insisto una vez más: Aznar no ha abierto la boca. Y si Aznar apoyase a Rajoy, ya lo hubiera dejado muy claro. Más que claro.
Pero, como no, quién lo cuenta mejor que yo es Ricardo:
Empeñada Génova en la batalla de "aquí quién es más de derechas", el timón del bigotismo ha sido tomado por gente sana y deportista: la gente de provincias.
Sí, amigos, la guerra del agua ya está aquí (otra vez) por el mentado trasvase (sí, señora, se llama trasvase) del Ebro a las cuencas de abastecimiento de Barcelona.
Por más que el flamante Ministerio de Todos Los Medios se empeñe una y otra vez en demostrar que lo que se va a hacer en Tarragona, por escala, por coste y por impacto ecológico, no tiene ni pizca de comparación con el Plan Hidrológico Nacional propuesto por el bigotismo, el Dúo Dinámico de Camps y Valcárcel, trepados en sus respectivas mayorías absolutas, sabe que el diablo está en los detalles y machaca una y otra vez un leit-motiv:
Para los catalanes hay agua del Ebro, para los valencianos y murcianos no.
Sumemos a lo obviamente falaz (en mi clase de Geografía del cole me enseñaron que el Ebro termina en Tarragona), la desproporción y la cantidad de tópicos anti-catalanes que se han vertido (y se verterán) y obtendrán la palabra mágica: demagogia.
Si usted creía que Camps iba a moderar al PP, señora. The same dogs with different leashes.
Sí, amigos: en un partido donde la obediencia atávica al líder está impresa en la portada de los estatutos (como "Don't panic" en la Guía del Autoestopista Galáctico) el hecho de que Esperanza Aguirre "no descarte" presentarse al congreso de Valencia equivale a un cartel bien grande diciendo "VÓTENME"
Por otra parte era la única posibilidad. Espe ya había sacado los tanques a la calle; nadie se iba a creer en su obediencia, al menos no por mucho tiempo. Como previsto por éste su corresponsal, las hostialidades fueron comenzadas por la prensa adicta (más bien politoxicómana): Pedro J. y J. Lo., que se han convertido en los principales enemigos de los bigotistas moderados, que ya se han quedado en la psique popular con el nombre de "sorayos".
Divide et impera, quería Rajoy, pero se ha atado a los moderados; si caen ellos, caerá su cabeza con ellos. Y, electoralmente, lo que conviene al PP es la moderación. Pero con la bestia suelta, costará devolverla a la jaula.
Y después de éste arrebato de confusiones metafóricas, lo que realmente quería poner: con ustedes, ¡Forges!:
Pues sí, amigos, el Dúo Ambiguamente Gay de la derecha española, Pedro J. y J.Lo., empiezan las hostilidades contra el presumible giro al centro del bigotismo para ganar las elecciones, del que ya he hablado aquí. Carentes de la obediencia atávica al Querido Líder que viene junto al carnet del PP, la derecha mediática prepara su bombardeo diario a Rajoy y a cualquier intento de civilizar la derecha.
El hecho de que tanto Pedro J. como Jiménez Losantos tengan una concesión de televisión generosamente ofrecida por Esperanza Aguirre seguro que no tiene nada que ver.
Las guerras en el PP son guerras de guerrillas. Se hacen a oscuras, a puerta cerrada, y nadie muestra sus cartas. Rajoy ha jugado bien su primera baza: como buen galaico, ha esperado a que todo el mundo mostrase sus fichas (o al menos mostrase las que les definirán públicamente) para posicionarse él mismo. Refuerza la tensión del combate el hecho de que nuestro sistema electoral, como hemos visto, penalizaría la escisión del bigotismo con una mayoría absoluta para el PSOE; el que gane tiene que llevárselo todo; al perdedor le espera la muerte, o peor, el Parlamento Europeo.
Los combatientes están preparados, elegidas las armas; la guerra por el control del bigotismo ha empezado.
Éste simpático señor con el peinado del malo de "Los Increíbles" se llama Geert Wilders y es el líder de un partido político holandés con el esperáncico nombre de Partido por la Libertad.
En realidad el PVV es el concentrado de la extrema derecha que ha quedado una vez evaporado el fortuynismo. No le fue nada mal en las elecciones del año pasado: sacaron 9 escaños (de 120) y se convirtieron en el quinto mayor partido, y el tercero de la oposición.
La especialidad del señor Wilders y de su partido es despotricar sobre la cantidad de musulmanes que viven en Holanda. Ya he contado aquí sobre el tema.
En agosto del año pasado sugirió en televisión prohibir el Corán, al considerarlo un libro que conduce a la violencia, igual que Mein Kampf. La respuesta a semejante idea es la misma que le di al ínclito profesor Rodríguez Pastrana cuándo me apareció en clase (¡de Derecho Administrativo!) con un Corán en una mano y un artículo de Oriana Fallaci publicado en ABC en la otra, intentando convencernos de la misma idea. Me bajé a la biblioteca, me subí la biblia de Nácar-Colunga y a leer el Levítico. Para punki, yo.
Pues bien, el amigo Wilders se ha empeñado en hacer un flim directamente "anti-islámico": un documental de unos quince minutos en el que, "documentado" sobre versículos del Corán, demuestre a las presonas humanas que el Islam es intrínsecamente malo. Así, haciendo amigos.
Recordemos que la última vez que se hizo algo así en los Bajos Países, al director de la película, Theo van Gogh, un chaval de 19 años (nacido en Holanda, pero de origen magrebí) le metió cuatro tiros en una calle de Amsterdam, para después clavarle un cuchillo en el corazón. Fue el primer asesinato por motivos religiosos en un país donde toda su cultura está diseñada para evitar éstas situaciones, y la conmoción nacional fue obvia y universal.
Es precisamente para evitar que a Wilders le pegue cuatro tiros algún otro tarado que el gobierno holandés se ha esforzado todo lo posible para que la tal pinícula no vea la luz. Peor: varias organizaciones, de diverso nivel de chunguez (desde la Organización para la Conferencia Islámica hasta Al-Qaeda) han dicho que si la peli se exhibe, van a caer hostias como panes contra los holandeses en general. ¿Se acuerdan que hace una semana Pakistán cerró YouTube y montó una pelotera del quince? Pues fue por ésto.
Cuándo fue la crisis de las caricaturas de Mahoma yo defendí al caricaturista; uno tiene derecho a reírse de las cosas. Pero ir a joder, directamente, como hace Wilders, no sólo es una temeridad que no tiene nombre, sino que es abusar de una situación grave en provecho propio.
Me escribe el señor Corpa: en efecto, se me había pasado hablar de la señora Díez y de sus cosas.
Sería muy fácil definir a la señora Díez como una facha revenía y dejarlo ahí, pero eso implicaría una falta de nivel impropia de éste su blog.
Rosa Díez es fruto de un momento histórico: el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en 1997. En ese momento, se articula, sobre todo en Euskadi, la llamada "unidad de los demócratas"; es decir, el consenso único e infalible de las fuerzas políticas contra ETA.
Pero pronto quedó claro para los sectores más políticamente conscientes que el PP había decidido, desde el principio, agenciarse ese concepto (el de "unidad de los demócratas") para su propio beneficio, intentando derivar ese consenso transpartidario, en vez de contra ETA, contra el nacionalismo en general.
El frentismo tiene un problema; en ellos la posición ideológicamente más radical siempre gana. Ésto, naturalmente, beneficiaba al PP de Euskadi, que inmediatamente asumió la cabecera política del frentismo vasco. En consecuencia, el PSE se convirtió prácticamente en un subordinado político del PP vasco.
Hubo sectores del PSE que estaban muy cómodos con el frentismo. Les otorgaba un protagonismo político a escala nacional, siempre apreciado cuándo eres un político de provincias. Recordemos que en 1997 el PSOE era un partido prácticamente descabezado; Felipe se había ido y cualquier atisbo de importancia era apreciado para aquellos que querían trepar.
Montada en el frentismo, Rosa Díez se presentó a la secretaría general en el 35º Congreso del PSOE.
La cuestión era (y es) que hacer de la vida política española una pugna entre nacionalistas y no-nacionalistas no sólo implicaría que todo lo demás (incluyendo cosas tan poco importantes como la economía, la sanidad y la educación) pasarían a un segundo plano de una guerra de banderas; es que supondría dejar la iniciativa del debate político al PP, lo que implicaría un gobierno pepista ad aeternam.
El PSOE fue sabio de no ceder. En el 35º Congreso a la señora Díez le dieron pal pelo. El frentismo empezó a desmoronarse cuándo se demostró que el PSE no iba a ninguna parte siendo el segundo espada de Jaime Mayor Oreja. A Rosa Díez la mandaron al frigorífico del Parlamento Europeo.
Lo que hace ahora la señora Díez es articular a aquellos cuya única razón de ser política es su posición en el conflicto anti-nacionalistas/nacionalistas (cítenme alguna propuesta de UPD que no tenga que ver con eso) pero que no se atreven a tirarse a la piscina y hacerse del PP.
Imagínense la opinión que me merece alguien cuya única preocupación en la vida es cuán española es España. Esos son los votantes de UPD.
Como mínimo una vez al mes quedo con mi gurú el Metalero después del trabajo y nos vamos a comer por ahí, generalmente guarreridas infectas tipo Kentucky. Éste estilo de vida no sólo me garantiza un infarto antes de los 35, sino que además prueba mi absoluta falta de criterio, prefiriendo filosofar/frikear con un amigo en lugar de hacer lo que tendría que estar haciendo, que es ir tras intelectuales modernas e intentar seducirlas.
Pero soy de una especie muy particular de hedonista, supongo.
Le decía al Metalero, delante del Pollo a la Salsa de Soja, Azúcar y Glutamato Monosódico del Cajun (que tiene de típico de Louisiana lo que yo de esquiador de fondo noruego) que, a pesar de ser miembro de un partido político y tener unas convicciones bastante arraigadas, no soy un buen predicador de mi pensamiento; en suma, que no sé hacer campaña electoral.
Yo consideraba (y considero) que es porque tengo la suerte de rodearme de gente que es intelectualmente superior a mí (y en el peor de los casos, vamos par a par). Y yo suelo pensar en éstos casos que éstas personas tienen unas convicciones políticas tan razonadas y sensatas como las mías. Y yo, por coherencia personal, siempre me he abstenido de discutir convicciones razonadas y sensatas.
Pero he pensado que puede haber gente cuyas convicciones razonadas y sensatas le pueden hacer dudar en el sentido de su voto. Es para ellas que va dedicado éste artículo.
Si está usted dudando entre PP y PSOE. Si ha llegado hasta aquí y aun sigue conservando el pensamiento racional, sacudámonos las manos, como diría Buentórax. Veamos los argumentos de mayor conflicto:
Economía. En una economía globalizada, viviendo dentro de la Unión Europea y en la zona euro, nuestra soberanía económica es muy, muy baja. Así que, por si no lo sabía, la crisis económica no es culpa del PSOE. La crisis económica es global; es una ola que debe ser montada. Las soluciones de uno y otro partido no son muy distintas; lo que cambia es el énfasis. El PP propone incentivar la inversión reduciendo los impuestos a quién tiene dinero para invertir; el hecho de que los que tienen dinero puedan usarlo para incentivar la economía china y no la nuestra es algo que no se les ha pasado por la cabeza. El PSOE intenta soluciones más directas, como ya expliqué.
Vivienda. Lo llevo diciendo desde 2004; el Gobierno central no puede hacer nada por solucionar el problema de la vivienda, porque es algo competencia de las autonomías y, sobre todo, de los ayuntamientos. En todo caso, el Gobierno lleva haciendo cosas bastante sensatas para incentivar una cultura del alquiler en España. Oí hace tiempo por la radio que el Plan de Alquiler del gobierno había sido un fracaso porque el 60% de los jóvenes prefería comprar a alquilar. En un país donde la cultura de la propiedad está tan arraigada como en España, que el 40% de los jóvenes prefieran alquilar muestra que algo está cambiando.
Inmigración. No sobra gente. Y, aunque sobrase, no podemos frenar literalmente la inmigración. Si teme usted por las plazas en los hospitales y colegios, en lugar de echarle la culpa al negro, ¿por qué no pregunta a su ayuntamiento y su comunidad autónoma por qué no hay más hospitales y colegios? Al fin y al cabo, los inmigrantes están pagando impuestos para poder utilizarlos.
Familia y Educación. Por mucho que los obispos se empeñen en decir lo contrario, el Gobierno no está en contra de la educación religiosa de los niños ni en contra de la familia cristiana. Considera, eso sí, que no corresponde al Estado el educar a los niños en la religión ni imponer un modelo de familia. ¿Cómo puede estar en contra de la familia un Gobierno que ha ampliado a todos los españoles la posibilidad de formar una? Respecto a la Educación para la Ciudadanía, lea el artículo anterior.
Terrorismo. Se ha de negociar. Si se pudiese acabar con ETA a hostias, Franco ya lo hubiera hecho. Y no sólo no lo hizo, sino que además le volaron al presidente del Gobierno por los aires. Enough said. Eso sí; ETA ya ha perdido el beneficio de las supuestas buenas intenciones. Cualquier negociación futura se hará con un bonito garrote al lado de la mesa.
Unidad de España. Mire, si a usted le preocupa eso, se lo digo desde ya: tiene usted mucho tiempo libre. ¡Preocúpese por cosas de verdad, hombre!
Si está usted dudando entre IU y PSOE. Aquí el argumento más lógico es el del voto útil. Nuestro sistema electoral es, indiscutiblemente, una mierda, pero mientras no cambie (y intente usted encontrar un sistema electoral que no pueda ser horriblemente manipulado por un gobierno conservador y luego me lo cuenta) es el que tenemos. Y si uno quiere que su voto tenga peso y utilidad, debería votar al PSOE.
Pero es un argumento tan pobre que me repugna hasta a mí, así que daré mi argumento personal. Aun existiendo un sistema electoral que permitiese dar peso parlamentario a Izquierda Unida, que permitiese gobiernos de coalición, yo votaría al PSOE. Porque IU representa a un voto de izquierda pura, que quiere llevar a España por la senda del progreso, sí, pero sin considerar a la gente que no quiere el cambio. Sí, es lo que puede pedirte el cuerpo: mandar a la mierda a los curas, a los fachas, a los ricos; patear al Carlangas del palacio, aborto libre y gratuito, todo lo que quiero yo para el futuro de España, ahora mismo, sin esperas. Pero no se gobierna un país de esa forma. Las cosas hay que hablarlas, discutirlas, considerarlas; entender al cura, entender al facha, entender al rico, que es un ciudadano como nosotros. Las pequeñas minorías, en un sistema democrático, deben ser escuchadas y pueden ser ignoradas; pero no se puede ir por la vida pasando de las grandes minorías. Y en España hay una derecha muy grande. No es negar a España el cambio; es llevarlo a un ritmo que todos podamos soportar.
Si está usted dudando entre IU y el PP. De dos una; o es usted un ejemplar de museo (en ese caso, llame para decirme donde está, el zoo me paga dinero) o es usted un desencantado del 95. Si no lo sabía, Felipe ya no es secretario general; han cambiado ciertas cosas. Infórmese acerca del PSOE, a lo mejor se sorprende.
Si usted está dudando entre un partido nacionalista y el PSOE. Mire, mi opinión en ese aspecto es muy sencilla: consulte el programa del partido nacionalista en cuestión e intente intuir qué es lo que hay detrás de tanta bandera. Si es un programa de derechas, lea el párrafo del PP. Si es de izquierdas, lea el párrafo de IU.
Si usted va a votar al Partido del Karma Democrático o al Partido Cannabis. Yo los chistes los hago con cosas menos importantes, pero allá usted.
Si usted está considerando quedarse en casa. Son tres las excusas generales para abstenerse:
a) No voy a votar porque no me interesa la política. Salvo que usted sea un ermitaño o un estilita (o sea, que vive encima de una columna, como Cánovas) la política no puede no interesarle. La política regula casi todos los aspectos de nuestra sociedad. Cuánto cuesta el kilo de ajos, si voy en coche o en autobús, pago o no por los libros de texto, todo eso y casi todo lo demás depende, de alguna manera o de otra, de la política. Y si ninguna de éstas cosas le interesa, debería prestar atención a cuánta droja consume.
b) No voy a legitimar al sistema votando. Excusa favorita de mucho pijopunki. Le informo, joven: si se abstiene de hacer nada, legitima al sistema igual. Si quiere deslegitimarlo, puede elegir la revolución armada (cosa no muy recomendable habida cuenta de que el Sistema tiene más armas y mejores) o votar para demostrar que hay una mayoría de gente que quiere cambiar el sistema. Quedarse en casa escuchando a Manu Chao no es precisamente la forma de cambiar el mundo.
c) Total, para lo que sirve. Pues sirve. Las mayorías las compone gente que tiene un sólo voto, igual que el suyo. Usted sabrá.
Pasemos ahora a las campañas que valen la pena: con ustedes, Kouichi Toyama:
Cuándo yo estaba en el instituto, detestaba la clase de Educación Física. Aunque he sido más delgado (véase a mis quince años) nunca he sido demasiado atlético, y mi coordinación motora nunca ha sido la mejor del mundo que digamos; en definitiva, que suspendía Gimnasia desde preescolar.
Y dado que con quince años ya era tan repelente niño Vicente como soy ahora (quizás más), me preguntaba qué sentido tenía medir mis capacidades atléticas para demostrar que era un tipo inteligente. ¿Por qué correr? ¿Por qué hacer payasadas con el plinton? Todo aquello me parecía contrario a la lógica. Contrario a la razón. Contrario a mi ética personal.
Y es por eso que me pregunto si ahora el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía me hubiera eximido de hacer clase de Educación Física por ese motivo, de la misma manera que ha eximido a un muchacho de Bollullos par del Condado (sí, ¡existe!) de ir a clase de Educación para la Ciudadanía.
Está claro que la presión conjunta del bigotismo y del colegio español de carcardenales (ahora reforzado por la toma de poder de Rocco Varela) va a acabar llevando a la Educación por la Ciudadanía al Constitucional, como si ésta muchachada de la calle Doménico Scarlatti ya no tuviera cosas suficientes que hacer.
La Educación para la Ciudadanía es algo que existe en casi todos los currículos académicos del mundo civilizado. Y su objetivo es, ni más ni menos, enseñar a los niños cuáles son los valores fundamentales de nuestra sociedad, que son los valores que quedan reflejados en la Constitución: libertad personal, democracia y estado de derecho.
Los Foros de la Familia y adláteres consideran que unos valores tan amplios como los reflejados en nuestra Carta Magna (donde tenemos que caber todos, no lo olviden) son perjudiciales para sus tiernos retoños; y exigen que los educadores se limiten a enseñar matemáticas y ciencias e ignoren su responsabilidad de enseñar a los niños en qué mundo viven y como deben comportarse en él. Según éstos prohombres de la fe, los niños deben ser apartados de los vicios del mundo; corresponde a los padres (y, suponemos, a los sacerdotes) recordarles que in haec lacrimarum valle hay pecadores, negros, maricas, pobres, en fin, gente de la que los españoles de bien debe mantenerse alejada.
En fin: lo que el TSJA acaba de decir es que la libertad religiosa ampara el derecho de unos padres de mantener a sus hijos en la ignorancia y en la estrechez de miras. Gloria a Dios, aleluya.
Todo el mundo lo conoce, así que pasaré a mostrar un ejemplo práctico.
ROBIN: - ¡Santas cavernas, Batman! ¡La Mujer Gato nos ha atrapado! BATMAN: - ¿Qué harás, Mujer Gato? ¿Nos vas a pegar un tiro en la cabeza a cada uno y dejarlo todo resuelto? MUJER GATO: - No soy tan torpe, Batman. Antes os revelaré todo mi plan maligno para la dominación de Ciudad Gótica (sic) y luego os dejaré a merced de mi Artefacto Para Una Muerte Horrible®, pero desafortunadamente no podré ver como morís, porque yo y todos mis secuaces tenemos que ir a cualquier otra parte. BATMAN: - Vaya por Dios.
Sin embargo, todo éste inmenso precedente le ha pasado inadvertido al bueno de Gabriel Elorriaga, que ha ido al Financial Times a contar cómo va a derrotar al PSOE en éstas elecciones.
Que la campaña bigotista iba a por la desmovilización del voto ajeno y la movilización del propio era algo que sabíamos usted, yo, y toda la Tribuna Sur del Bernabéu. Pero, hombres de Dios, eso no se hace. Y si se hace, no se cuenta en público.
Debían haber aprendido la lección del 2004: el pueblo español es suficientemente inteligente como para captar cuándo le están tomando el pelo. De ahí el 14-M, de ahí Nunca Mais, y de ahí que se estén vendiendo poquísimas entradas para el Rock in Rio (hijos, ya que no lo vais a hacer en Rio, al menos ponedle un poco de rock. ¿Alejandro Sanz?)
En fin. Rajoy estará diciendo: guárdeme Dios de mis amigos, que de mis enemigos ya me guardo yo.