Una de las cosas de las que más se enorgullecen los exégetas del Papa Polaco, a.k.a. señor Wojtyła, o también, Juan Pablo II (te quiere todo el mundo), es, y cito, "el impulso dado al diálogo con otras religiones y al ecumenismo". Y a pesar de que no es que el Wojtyła caiga precisamente bien en ésta redacción (después de que la FAES lo incluyese en el Trío Calaveras que acabó con el comunismo, que tantas diversiones daba) hemos de reconocer que es cierto. En sucesivos Papa Attacks se fue a la sinagoga de Roma, habló con el arzobispo de Canterbury y se entrevistó con casi todos los herejes que se encontraba por el camino.
Y por una iniciativa mínimamente progresista que tuvo el Papa Polaco, la Iglesia española, como no, hace oídos sordos. En nuestro país, como en muchos otros, ninguna gran tragedia termina sin el espectáculo del funeral de Estado, donde las cámaras se pisotean entre sí por ver si la Reina llora o no. Inevitable como es el show, y visto que en el vuelo de Spanair volaban varios marroquíes, algunos senegaleses y un pastor protestante, ninguno de ellos con reconocida inclinación a recibir las bendiciones de la Sancta Mater Ecclesia, lo propio y correcto, ante la imposibilidad de una ceremonia laica, sería un funeral multiconfesional, con la presencia de sacerdotes de todas las religiones y de la forma más sobria posible.
Pero obviamente nuestros altos purpurados no van a dejar pasar ésta ocasión de sacar los inciensarios a pasear. La ceremonia, cuándo se produzca, será una ceremonia total y exclusivamente católica: para que se sepa quién manda aquí, cojones. Y las altas instituciones del Estado, en lugar de protestar por esa vulneración flagrante de la aconfesionalidad del Estado, irán, cuál tiernos corderitos del Señor, a ocupar los primeros bancos de la Almudena, a la espera de cumplir con su estudiado papel de canalizadores de la tristeza nacional.
El nacionalcatolicismo pervive en éstas manifestaciones, y nadie tiene el valor de levantar la voz. Tierno Galván, que era un showman en su tiempo mal considerado por casi todo el mundo en el PSOE (debía ser un pedante del copón) decía, y en ésto tenía razón, que no iba a las procesiones porque la acumulación del poder municipal con el poder espiritual era un "exceso de gloria". Hoy en día no hay políticos abiertamente ateos, que se atrevan a ponerse de frente contra la clerecía.
Y es algo que se echa de menos.
Seguiremos informando.
Y por una iniciativa mínimamente progresista que tuvo el Papa Polaco, la Iglesia española, como no, hace oídos sordos. En nuestro país, como en muchos otros, ninguna gran tragedia termina sin el espectáculo del funeral de Estado, donde las cámaras se pisotean entre sí por ver si la Reina llora o no. Inevitable como es el show, y visto que en el vuelo de Spanair volaban varios marroquíes, algunos senegaleses y un pastor protestante, ninguno de ellos con reconocida inclinación a recibir las bendiciones de la Sancta Mater Ecclesia, lo propio y correcto, ante la imposibilidad de una ceremonia laica, sería un funeral multiconfesional, con la presencia de sacerdotes de todas las religiones y de la forma más sobria posible.
Pero obviamente nuestros altos purpurados no van a dejar pasar ésta ocasión de sacar los inciensarios a pasear. La ceremonia, cuándo se produzca, será una ceremonia total y exclusivamente católica: para que se sepa quién manda aquí, cojones. Y las altas instituciones del Estado, en lugar de protestar por esa vulneración flagrante de la aconfesionalidad del Estado, irán, cuál tiernos corderitos del Señor, a ocupar los primeros bancos de la Almudena, a la espera de cumplir con su estudiado papel de canalizadores de la tristeza nacional.
El nacionalcatolicismo pervive en éstas manifestaciones, y nadie tiene el valor de levantar la voz. Tierno Galván, que era un showman en su tiempo mal considerado por casi todo el mundo en el PSOE (debía ser un pedante del copón) decía, y en ésto tenía razón, que no iba a las procesiones porque la acumulación del poder municipal con el poder espiritual era un "exceso de gloria". Hoy en día no hay políticos abiertamente ateos, que se atrevan a ponerse de frente contra la clerecía.
Y es algo que se echa de menos.
Seguiremos informando.