Juan XXIII era un papa majo. A mí me ganó con la frase "cuándo era nuncio en París, vi más senos que santos" lo que dejaba claro cuáles eran las prioridades de Su Santidad. En todo caso, el papa Roncalli, del que se esperaba que no hiciera nada salvo tocarse la barriga y sonreír, convocó el Concilio Vaticano II, que llevó a la Iglesia Católica hasta mediados del siglo XX (imagínense dónde estaba antes), y, lo que es más importante para nosotros, acabó con el sustento vaticano del nacionalcatolicismo. Su sucesor, Pablo VI, también se dedicó a poner al día a la Iglesia Católica, con resultados mixtos.
Ya entonces, había sectores de la Iglesia católica que se preguntaban por qué tanto alboroto con lo bien que se vive en la caverna. No sólo se trataba de los obispos hispanos, que se preguntaban en voz más o menos alta si el papa era comunista (acuérdense del cura argentino de Martínez el Facha); en casi todas partes surgían nucleolos de viejunos purpurados alzándose con las voces subversivas que venían de Roma. En Brasil, varias encíclicas papales fueron censuradas, cuándo no incautadas por la policía, para regodeo de humoristas como Stanislaw Ponte Preta. Y así por todas partes.
Pronto ésta muchachada empezó a organizarse, formando "comunidades de fe". El más visible de los tradicionalistas era el antiguo arzobispo de Dakar, Marcel Lefebvre. Organizó una congregación, la Sociedad de San Pío X (en homenaje a un papa anti-liberal y anti-modernista que, además, era un gran amante del vino Mariani, fortificado con cocaína) y se fue peleando cada vez más con el Vaticano. La llegada del Papa Polaco mejoró un poco las cosas, pero había cosas que hasta el Wojtyla era incapaz de tolerar y, en 1988, Lefebvre dio el paso, consagrando a cuatro obispos (todos ellos gente sana y deportista, tipo negacionistas del Holocausto) sin la autorización de Roma. Esto les granjeó la excomunión a los cinco, y allí se quedó más o menos la cosa...
...hasta ahora. Como férreo conservador en un mundo de liberales barbudos (el mundo universitario alemán) Ratzinger Z ya tuvo sus reservas en pleno Concilio Vaticano II; el Papa Polaco, ansioso por purgar la Iglesia de "comunismo", le nombró Inquisidor General, donde tuvo el placer de excomulgar a su archirrival en la Universidad de Tubinga, Hans Küng (¿de qué sirve el poder si no puedes joder la vida a tus enemigos?), y, una vez en el Papado, Ratzi no ha tenido tapujo alguno: la Iglesia es una religión, no una institución; el cambio social debe ser combatido y no canalizado; y los únicos valores que cuentan son los del Catecismo: todo lo demás está condenado.
En consecuencia, aturde pero no sorprende que el papa haya levantado la excomunión a los cuatro obispos de marras: la Fe católica está en guerra con el mundo, y cuántos más soldados tenga, mejor.
Y va siendo hora de que el mundo responda.
Seguiremos informando.
Ya entonces, había sectores de la Iglesia católica que se preguntaban por qué tanto alboroto con lo bien que se vive en la caverna. No sólo se trataba de los obispos hispanos, que se preguntaban en voz más o menos alta si el papa era comunista (acuérdense del cura argentino de Martínez el Facha); en casi todas partes surgían nucleolos de viejunos purpurados alzándose con las voces subversivas que venían de Roma. En Brasil, varias encíclicas papales fueron censuradas, cuándo no incautadas por la policía, para regodeo de humoristas como Stanislaw Ponte Preta. Y así por todas partes.
Pronto ésta muchachada empezó a organizarse, formando "comunidades de fe". El más visible de los tradicionalistas era el antiguo arzobispo de Dakar, Marcel Lefebvre. Organizó una congregación, la Sociedad de San Pío X (en homenaje a un papa anti-liberal y anti-modernista que, además, era un gran amante del vino Mariani, fortificado con cocaína) y se fue peleando cada vez más con el Vaticano. La llegada del Papa Polaco mejoró un poco las cosas, pero había cosas que hasta el Wojtyla era incapaz de tolerar y, en 1988, Lefebvre dio el paso, consagrando a cuatro obispos (todos ellos gente sana y deportista, tipo negacionistas del Holocausto) sin la autorización de Roma. Esto les granjeó la excomunión a los cinco, y allí se quedó más o menos la cosa...
...hasta ahora. Como férreo conservador en un mundo de liberales barbudos (el mundo universitario alemán) Ratzinger Z ya tuvo sus reservas en pleno Concilio Vaticano II; el Papa Polaco, ansioso por purgar la Iglesia de "comunismo", le nombró Inquisidor General, donde tuvo el placer de excomulgar a su archirrival en la Universidad de Tubinga, Hans Küng (¿de qué sirve el poder si no puedes joder la vida a tus enemigos?), y, una vez en el Papado, Ratzi no ha tenido tapujo alguno: la Iglesia es una religión, no una institución; el cambio social debe ser combatido y no canalizado; y los únicos valores que cuentan son los del Catecismo: todo lo demás está condenado.
En consecuencia, aturde pero no sorprende que el papa haya levantado la excomunión a los cuatro obispos de marras: la Fe católica está en guerra con el mundo, y cuántos más soldados tenga, mejor.
Y va siendo hora de que el mundo responda.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Muchisimas gracias por tu aportacion. Pavese escribio un poema con forma de magnunm. ¿No recordaras el calibre? o mejor ¿no sabras donde encontrar ese poema? Muaks!
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