Bueno, señora, y yo que iba tan bien a camino de los más de veinte artículos en enero. Creo que sólo un mes me he pasado de los veinte artículos, y eso porque hubo elecciones generales y tuve uno de éstos síncopes pseudorrománticos que solo me pasan a mí. En fin, he vuelto a pasarme una semana sin escribir, y ante ésto solo puedo decir, para desesperación de mis lectores, que es mi blog y me lo follo cuándo quiero. Y dado que con ésto se van mis esperanzas de convertirme en una figura relevante en la blogosfera hispana, vamos con lo que vamos.
A las diez de la mañana, hora oficial del Este, quicir, a las cuatro de la tarde hora hispana, empezarán las ceremonias en las que Barack Hussein Obama jurará su cargo como Presidente de los Estados Unidos. A éstas alturas del campeonato debe quedar claro para todo el mundo que lo único que se debe esperar del nuevo presidente es que tenga capacidad de pensamiento abstracto.
La historia recordará a George W. Bush como (esperemos) el último presidente de los Estados Unidos que gobernó única y exclusivamente basado en unos principios ideológicos inamovibles. Obama, por mucho "Yes, we can" y "El triunfo de la esperanza" que proclame, es, por encima de todo, un pragmático, una persona que es suficientemente realista con el mundo que le rodea como para poner a un perro viejo (con perdón) de la política como Hillary Rodham, señora de Clinton, en la secretaría de Estado.
Y como yo siempre he admirado a los pragmáticos, no tengo más que decir que amén. Y aleluya.
En todo caso, no se piensen que George Bush se va sin admirador alguno. Estoy convencido que en Prishtina se nombrará una calle en su honor. Supongo que, hasta éste verano, también tenía un hueco reservado en Tbilisi, pero creo que ya no.
El debate que la victoria de Obama ha despertado debe llegar lo antes posible al conservadurismo español. El movimiento neocon ha muerto porque la realidad tiene la puñetera costumbre de ser de izquierdas; y uno no puede dejar que una fanática como Esperanza Aguirre, capaz de vender a su madre si así consta en algún libro de Friedrich Hayek, tenga aún más poder para joder a los ciudadanos. Pero me estoy desviando del tema.
Barack Obama es inteligente, articulado y, sobre todo, sabe lo que quiere. Va a ser tremendamente duro: para él, y para todos. Y desde aquí, no podemos sino desearle suerte.
La necesitará.
Seguiremos informando.
A las diez de la mañana, hora oficial del Este, quicir, a las cuatro de la tarde hora hispana, empezarán las ceremonias en las que Barack Hussein Obama jurará su cargo como Presidente de los Estados Unidos. A éstas alturas del campeonato debe quedar claro para todo el mundo que lo único que se debe esperar del nuevo presidente es que tenga capacidad de pensamiento abstracto.
La historia recordará a George W. Bush como (esperemos) el último presidente de los Estados Unidos que gobernó única y exclusivamente basado en unos principios ideológicos inamovibles. Obama, por mucho "Yes, we can" y "El triunfo de la esperanza" que proclame, es, por encima de todo, un pragmático, una persona que es suficientemente realista con el mundo que le rodea como para poner a un perro viejo (con perdón) de la política como Hillary Rodham, señora de Clinton, en la secretaría de Estado.
Y como yo siempre he admirado a los pragmáticos, no tengo más que decir que amén. Y aleluya.
En todo caso, no se piensen que George Bush se va sin admirador alguno. Estoy convencido que en Prishtina se nombrará una calle en su honor. Supongo que, hasta éste verano, también tenía un hueco reservado en Tbilisi, pero creo que ya no.
El debate que la victoria de Obama ha despertado debe llegar lo antes posible al conservadurismo español. El movimiento neocon ha muerto porque la realidad tiene la puñetera costumbre de ser de izquierdas; y uno no puede dejar que una fanática como Esperanza Aguirre, capaz de vender a su madre si así consta en algún libro de Friedrich Hayek, tenga aún más poder para joder a los ciudadanos. Pero me estoy desviando del tema.
Barack Obama es inteligente, articulado y, sobre todo, sabe lo que quiere. Va a ser tremendamente duro: para él, y para todos. Y desde aquí, no podemos sino desearle suerte.
La necesitará.
Seguiremos informando.
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