Bueno, pues aquí empieza el tercer año de operaciones de Ruina Imponente. A todos ustedes, feliz año 98 de la era Juche, o, para los que no tienen la suerte de vivir bajo la férula de Kim, feliz 2009.
¿Al grano, no? Como ya dijimos desde aquí el año pasado, la operación militar de Gaza tiene el objetivo claro y manifiesto de demostrar que Tzipi Livni es una macho-woman (al menos más macho que Benjamín Netanyahu) que no se lleva cohetes Kassam a casa. El hecho de que para demostrar tal hecho haya que movilizar al que es, posiblemente, el ejército mejor armado del mundo para matar a, por ahora, más de medio centenar de personas, muchas de ellas niños, muestra el grado de degradación de los valores morales sobre los que se sostiene el Estado de Israel.
Como era de esperar, una ola de indignación se ha levantado sobre el planeta, y como no, de forma más ruidosa en nuestro país, donde entre una izquierda mayoritariamente pro-palestina y una derecha de tradición anti-semita (recuerden la conspiración judeo-masónica) hay que ser muy burrocon para alinearse con los israelíes (de ahí el valor estulticio de la portada de La Razón de ésta mañana: "Israel acorrala a los terroristas"). En todo caso, no se crean: tanto El País como El Mundo están utilizando las fotos oficiales que el Tzahal reparte con largueza, más que nada porque los niños muertos venden mal y nadie tiene huevos de dejar el confortable hotel en Tel Aviv para meterse de cabeza en el sarao.
En todo caso, tampoco es plan de ignorar que Hamás no es precisamente la Congregación de las Hermanitas de los Pobres; y que a pesar de que lo que es llamado rimbombantemente un "cohete Kassam" (definición que han aceptado los israelíes de forma entusiasta, así dan más pena) no es más que un petardo largo que solo mata a quien tiene la mala suerte de ponerse en medio, sigue matando gente, y eso, quieras o no, no te da mucha credibilidad moral.
La idea a largo plazo de la invasión detrás de la invasión de Gaza es destruir a Hamás y convertir al futuro estado palestino (cuya inevitabilidad es reconocida por casi todo el mundo) en un estado árabe desdentado a semejanza de Egipto o Jordania: con gobiernos de partido único y elecciones amañadísimas (no vaya a darnos la democracia más sustos) y, como no, comiendo de la mano de Israel y Estados Unidos a cambio de corruptelas para todos.
Y lo peor de todo es que esa solución es la que, al fin y al cabo, esperan tanto la ONU como la Unión Europea. Puede pasear Sarkozy su indignación por El Cairo y Sharm-el-Sheikh, pero, ¿la alternativa? ¿una fuerza multinacional de interposición en Gaza? Y dos huevos duros.
Seguiremos informando.
¿Al grano, no? Como ya dijimos desde aquí el año pasado, la operación militar de Gaza tiene el objetivo claro y manifiesto de demostrar que Tzipi Livni es una macho-woman (al menos más macho que Benjamín Netanyahu) que no se lleva cohetes Kassam a casa. El hecho de que para demostrar tal hecho haya que movilizar al que es, posiblemente, el ejército mejor armado del mundo para matar a, por ahora, más de medio centenar de personas, muchas de ellas niños, muestra el grado de degradación de los valores morales sobre los que se sostiene el Estado de Israel.
Como era de esperar, una ola de indignación se ha levantado sobre el planeta, y como no, de forma más ruidosa en nuestro país, donde entre una izquierda mayoritariamente pro-palestina y una derecha de tradición anti-semita (recuerden la conspiración judeo-masónica) hay que ser muy burrocon para alinearse con los israelíes (de ahí el valor estulticio de la portada de La Razón de ésta mañana: "Israel acorrala a los terroristas"). En todo caso, no se crean: tanto El País como El Mundo están utilizando las fotos oficiales que el Tzahal reparte con largueza, más que nada porque los niños muertos venden mal y nadie tiene huevos de dejar el confortable hotel en Tel Aviv para meterse de cabeza en el sarao.
En todo caso, tampoco es plan de ignorar que Hamás no es precisamente la Congregación de las Hermanitas de los Pobres; y que a pesar de que lo que es llamado rimbombantemente un "cohete Kassam" (definición que han aceptado los israelíes de forma entusiasta, así dan más pena) no es más que un petardo largo que solo mata a quien tiene la mala suerte de ponerse en medio, sigue matando gente, y eso, quieras o no, no te da mucha credibilidad moral.
La idea a largo plazo de la invasión detrás de la invasión de Gaza es destruir a Hamás y convertir al futuro estado palestino (cuya inevitabilidad es reconocida por casi todo el mundo) en un estado árabe desdentado a semejanza de Egipto o Jordania: con gobiernos de partido único y elecciones amañadísimas (no vaya a darnos la democracia más sustos) y, como no, comiendo de la mano de Israel y Estados Unidos a cambio de corruptelas para todos.
Y lo peor de todo es que esa solución es la que, al fin y al cabo, esperan tanto la ONU como la Unión Europea. Puede pasear Sarkozy su indignación por El Cairo y Sharm-el-Sheikh, pero, ¿la alternativa? ¿una fuerza multinacional de interposición en Gaza? Y dos huevos duros.
Seguiremos informando.
1 comentario:
me parecen muy acertados tus comentarios acerca del conflicto de Gaza, nada que objetar...
feliz año
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