De donde yo vengo, el noble y rico estado de São Paulo, surgió una expresión que se ha extendido a prácticamente todo Brasil. Deriva ésta expresión de la gigantesca comunidad italiana, con sus casi 25 millones de hijos (entre los cuáles me incluyo, como prueba el romagnuolo Morini entre mis apellidos).
Esa expresión es terminar em pizza.
Imaginémonos a un grupo de gente en una discusión seria. Hay recriminaciones, gritos, amenazas de violencia. Pero, de repente, llega la paz. Donde había disputas, ya no las hay. Los amigos vuelven a serlo, hay alegría y camaradería. Pues qué mejor manera de celebrarlo que en una pizzería, alrededor de cervezas y una pizza bien grande.
En Brasil, la expresión terminar em pizza se aplica a todos los casos de corrupción investigados y juzgados y que, finalmente, terminan en falso, o lo que es peor, en una alegre camaradería entre acusadores y acusados: todo el mundo, al salir del juzgado, se va a tomar una pizza de jamón, escarola y catupiry, regada con abundante cerveza, naturalmente. El único que se queda con cara de culo, como no, es el pueblo soberano, que ha visto, una vez más, como se burlan de él en su cara.
Los brasileños ya se toman con terrible resignación el hecho indiscutible de que la inmensa mayoría de los casos de corrupción que se juzgan, y más aún los que se investigan, acabarán en pizza.
Y visto como el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana acaba de inaugurar una nueva especialidad, la pizza con paella y fartons, sólo podemos esperar, o más bien, rezar, para que los valencianos hagan que la pizza y sus complementos se le atraganten al señor Camps, a su amiguito del alma y demás caterva de secuaces.
En ello residen nuestras esperanzas.
Seguiremos informando.
Esa expresión es terminar em pizza.
Imaginémonos a un grupo de gente en una discusión seria. Hay recriminaciones, gritos, amenazas de violencia. Pero, de repente, llega la paz. Donde había disputas, ya no las hay. Los amigos vuelven a serlo, hay alegría y camaradería. Pues qué mejor manera de celebrarlo que en una pizzería, alrededor de cervezas y una pizza bien grande.
En Brasil, la expresión terminar em pizza se aplica a todos los casos de corrupción investigados y juzgados y que, finalmente, terminan en falso, o lo que es peor, en una alegre camaradería entre acusadores y acusados: todo el mundo, al salir del juzgado, se va a tomar una pizza de jamón, escarola y catupiry, regada con abundante cerveza, naturalmente. El único que se queda con cara de culo, como no, es el pueblo soberano, que ha visto, una vez más, como se burlan de él en su cara.
Los brasileños ya se toman con terrible resignación el hecho indiscutible de que la inmensa mayoría de los casos de corrupción que se juzgan, y más aún los que se investigan, acabarán en pizza.
Y visto como el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana acaba de inaugurar una nueva especialidad, la pizza con paella y fartons, sólo podemos esperar, o más bien, rezar, para que los valencianos hagan que la pizza y sus complementos se le atraganten al señor Camps, a su amiguito del alma y demás caterva de secuaces.
En ello residen nuestras esperanzas.
Seguiremos informando.
2 comentarios:
No conocía la expresión, pero sí, viene perfecta al caso.
Tremendo, ayer senti una profunda desazón, he perdido la fe en la justicia y en parte de la ciaudadanía, porque está claro que si el juez hubiese condenado a Camps&Co ya tenian montada una manifestación de apoyo hoy mismo.
A ver que pasa con la facción omelette...
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