Se dice que Charles de Gaulle, el último hombre que se hizo llamar Francia, se preguntó un día como iba a ser posible gobernar un país con trescientas variedades de queso. Nicolas Sarkozy, que se dice su sucesor en más de un aspecto, se hace esa misma pregunta hoy en día, cuándo, por decirlo de alguna manera, en las mesas francesas no hay sólo camembert, brie, roquefort y conté, sino también paneer, chencklich, bryndza y serra.
Sarkozy ha organizado un "debate nacional" para llegar a la conclusión de qué es exactamente un francés (y, por muy fácil que sea, no quiero chistes de doble sentido y menos que impliquen a Carla Bruni) porque está visto que la respuesta que le da el mirar a la calle no le satisface.
Buscar las raíces de la identidad nacional siempre es una mala idea, básicamente porque la identidad nacional es un concepto tan mutable como la nación misma. Y lo que es peor, si , en la búsqueda del Santo Grial de la francité (o la españolidad, conforme sea el caso) convertimos la identidad nacional en un elemento diferenciador y no integrador, acabamos empeorando lo que hemos empezado.
Como bien sabrán mis lectores, Francia fue el primer país en aplicar un método sistemático de progresiva difuminación de las diferencias regionales en aras de una identidad superior: la identidad francesa. El problema deriva del hecho de que un francés de 2009 tiene bastante poco en común con un francés de 1793, aun alguien de, por ejemplo, Saint-Amand-en-Puisaye, cuánto menos un parisino.
En consecuencia, para prosperar, el ideal jacobino de una supraidentidad nacional debe de ser lo más incluyente posible; de lo contrario está destinado a sumergirse en un pozo de chauvinisme del cuál no hay salida.
Lo que nos lleva a la más bella flor del jacobinismo nacional: Unidad, Progreso y Democracia, irreverentemente conocida como UPyDance, y más irreverente todavía, Rosita la Pastelera y su Circo Fucsia. El partido de la política más popular de España (calidad incontestable derivada del hecho, igualmente incontestable, que lo más cerca que va a estar de un sillón es en Ikea), va a celebrar su primer congreso el próximo fin de semana y, además de la obvia defenestración de todos aquellos que no reconozcan la innegable capacidad salvífica de Rosa de España, y el nombramiento como presidente de honor de Mario Vargas Llosa (criatura que se dedicaba a escribir con bastante buen tino, pero desde que perdió unas elecciones contra un japonés con poncho se ha dedicado a la notable tarea de odiar con saña a todo que no piense como él), el partidículo va a proponer unas ponencias fantásticas en su simpleza: borrar de la Constitución todas las referencias a la diversidad cultural y lingüistica de España, convertir a las comunidades autónomas en divisiones administrativas y, para todo lo demás, fusilar en la medida de lo posible el programa ajeno que les resulte más conveniente.
El jacobinismo es una opción política que merece todo el respeto de éste su blog, pero uno no puede arrogarse la defensa de la unidad de España poniendo a unos españoles en contra de otros.
Seguiremos informando.
Sarkozy ha organizado un "debate nacional" para llegar a la conclusión de qué es exactamente un francés (y, por muy fácil que sea, no quiero chistes de doble sentido y menos que impliquen a Carla Bruni) porque está visto que la respuesta que le da el mirar a la calle no le satisface.
Buscar las raíces de la identidad nacional siempre es una mala idea, básicamente porque la identidad nacional es un concepto tan mutable como la nación misma. Y lo que es peor, si , en la búsqueda del Santo Grial de la francité (o la españolidad, conforme sea el caso) convertimos la identidad nacional en un elemento diferenciador y no integrador, acabamos empeorando lo que hemos empezado.
Como bien sabrán mis lectores, Francia fue el primer país en aplicar un método sistemático de progresiva difuminación de las diferencias regionales en aras de una identidad superior: la identidad francesa. El problema deriva del hecho de que un francés de 2009 tiene bastante poco en común con un francés de 1793, aun alguien de, por ejemplo, Saint-Amand-en-Puisaye, cuánto menos un parisino.
En consecuencia, para prosperar, el ideal jacobino de una supraidentidad nacional debe de ser lo más incluyente posible; de lo contrario está destinado a sumergirse en un pozo de chauvinisme del cuál no hay salida.
Lo que nos lleva a la más bella flor del jacobinismo nacional: Unidad, Progreso y Democracia, irreverentemente conocida como UPyDance, y más irreverente todavía, Rosita la Pastelera y su Circo Fucsia. El partido de la política más popular de España (calidad incontestable derivada del hecho, igualmente incontestable, que lo más cerca que va a estar de un sillón es en Ikea), va a celebrar su primer congreso el próximo fin de semana y, además de la obvia defenestración de todos aquellos que no reconozcan la innegable capacidad salvífica de Rosa de España, y el nombramiento como presidente de honor de Mario Vargas Llosa (criatura que se dedicaba a escribir con bastante buen tino, pero desde que perdió unas elecciones contra un japonés con poncho se ha dedicado a la notable tarea de odiar con saña a todo que no piense como él), el partidículo va a proponer unas ponencias fantásticas en su simpleza: borrar de la Constitución todas las referencias a la diversidad cultural y lingüistica de España, convertir a las comunidades autónomas en divisiones administrativas y, para todo lo demás, fusilar en la medida de lo posible el programa ajeno que les resulte más conveniente.
El jacobinismo es una opción política que merece todo el respeto de éste su blog, pero uno no puede arrogarse la defensa de la unidad de España poniendo a unos españoles en contra de otros.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Como es Rosita, que ideacas tiene cuando se pone la tía...
Despues de definir la españolidad y eliminar todas disensiones nos ibamos a quedar supertranquilos e ibamos a ser todo iguales! esa es la solución al maldito pluralismo político y al asunto de la diversidad...
Es que como no sabemos que es ser español, pues claro, nos peleamos por que tenemos ideas distintas sobre ello ( dicho así hasta resulta obvio)
¡Gracias Rosa por tus grandes ideas!
Ya despues del sarcasmo gratuito opino:
No puedo dejar de pensar que lo que sería ser español podría definirse como un bakala con la bandera de españa ( esa que lleva el toro de osborne), una boina, una tapa de tortilla y un jamón serrano.... O mejor aún, Antonio Resines en "los serrano" ( y en culaquier otra pelicula o serie) sería la esencia del españolismo..
Pero para rizar mas el rizo diria que lo que es ser español es "Jose Luis Lopez Vazquez", "Marisol", "Lina morgan freeman", "Omaita" y otra gran serie de imágenes sórdidas.
El momento enq ue intentas definir una identidad nacional en términos tajantes, intentando establecer su esencia no te queda nada más que la autoparodia y el esperpento ( que también nos encanta, pero aquí nadie se acuerda del ilustre Ramón mª Valle Inclán)....
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