martes, 30 de junio de 2009

La obligación del friki politólogo

Lo primero que he hecho ésta mañana al llegar a la oficina (bueno, tras hacer lo que tenía que hacer en el curro y, muy importante, sacarme un café de la máquina) es salir en pos de la Constitución hondureña. Me explico (y más me vale): ésta mañana, en Público, el señor Escolar indica que, efectivamente, el presidente Zelaya incumplió la constitución, pero como ésta es "surrealista" (sic) y su reforma es casi imposible, digamos que queda justificado. Así que, como buen friki politólogo, me puse a revisarla en busca de los artículos que hablen de los procedimientos de reforma. Pero nada más empezar...
ARTICULO 3.- Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional. (Las negritas son mías)
¿Heavy, no?

Pero a lo que íbamos: los mecanismos de reforma constitucional están indicados en los artículos 373 y 374. El 373, como me esperaba, permite la reforma constitucional por el Congreso, con los márgenes de siempre: dos tercios del Congreso antes de la reforma y dos tercios del Congreso después de la reforma. En España los márgenes son parecidos, cuándo no iguales.

El artículo sustancioso es el 374:
ARTICULO 374.- No podrán reformarse, en ningún caso, el artículo anterior, el presente artículo, los artículos constitucionales que se refieren a la forma de gobierno, al territorio nacional, al período presidencial, a la prohibición para ser nuevamente Presidente de la República, el ciudadano que lo haya desempeñado bajo cualquier título y el referente a quienes no pueden ser Presidentes de la República por el período subsiguiente.
Caramba. No sé ustedes, pero no veo por ninguna parte ningún impedimento constitucional a consolidar los logros económicos y sociales que pueda haber obtenido u obtener el gobierno del presidente Zelaya. Lo único que impide clara y tajantemente es la reelección del presidente.

No estoy a favor de la limitación constitucional de mandatos; soy de la muy generalizada opinión de que la limitación de mandatos la establece la ciudadanía a través de elecciones. Pero, sinceramente, cuándo de lo que realmente se trata es de sacar a la población de la miseria, lo importante es que se haga, no quién lo haga. Y por mucho que insistan, dudo seriamente que Manuel Zelaya sea la única persona de izquierdas en Honduras. Me sigue oliendo a quemado todo ésto.

Nota bene: Insisto, por si no ha quedado absolutamente claro: por muy cretino que haya sido el presidente Zelaya en el ejercicio de sus funciones presidenciales, sigue siendo, hasta que el pueblo hondureño decida lo contrario en unas elecciones libres y democráticas, el presidente constitucional de Honduras. El golpe de Estado es inequívocamente condenable y condenado desde aquí. Una cosa no justifica la otra.

Permítanme que dedique la última parte de éste artículo a responder al comentario de don Mastropiero al artículo de ayer.

Es obvio que éste blog se come con patatas miles de hechos relevantes, por no decir millones de matices, a la hora de tratar y comentar los temas. En éste mismo caso, por ejemplo, yo no he estado en Honduras en la vida: malamente voy a poder declararme autoritativo en éste o en cualquier otro caso. Y dicho ésto, que quede absolutamente claro que en ningún caso deseo esquivar el debate razonado ni la discusión civilizada; nada de lo que escribo es la verdad indiscutible.

El populismo es el populismo, tanto en Madrid como en Kuala Lumpur, y en mi modesta opinión es igualmente despreciable en todos los casos. Entiendo por populismo una política que intenta gobernar desde la garganta y el estómago, cuándo no desde el puño: una política de los instintos primarios. Por desgracia, el surgimiento del populismo no tiene que ver ni con la cultura, ni la religión, ni la raza; nadie puede decir que la cultura italiana está subdesarrollada y ahí les tenemos, con el Papichulo en el Palazzo Chigi. En todos y cada uno de los casos, sea en Europa, Asia o América, sea de izquierdas o de derechas, el populismo es una forma despreciable y rapaz de hacer política y desde aquí nuestro objetivo es enfrentarnos a él con todas nuestras fuerzas.

Y, por último, me hago partícipe de su satisfacción por el ascenso de los chicharreros de sus amores, y no puedo sino recomendarle que lo disfrute...mientras le dure.

Seguiremos informando.

lunes, 29 de junio de 2009

Cascotes (X)

- Por fin terminó la Copa Confederaciones, con las siguientes conclusiones: Brasil hace de Italia y gana (inmerecidamente), Italia hace de Italia y pierde (merecidamente), Estados Unidos define para las generaciones futuras la expresión "voluntariosos cuñaos" y Egipto sigue sin tener suerte en las competiciones de alto nivel.

¿Y España? Ah, España. Intenté escuchar el Carrusel Deportivo durante el Brasil-Italia de las eliminatorias y tuve que apagar a los cinco minutos: jamás he visto a hombres adultos masturbarse verbalmente con tanto entusiasmo. La derrota contra los yankis enseña varias cosas: no se ganan partidos sólo con la leyenda, los rivales se nos van a echar encima con entusiasmo, y , Vicente, un consejo: el hecho de que tengas que seguir el principio que nos hizo ganar la Eurocopa no significa que tengas que poner a los mismos jugadores que en la Eurocopa. A Sergio Ramos, por ejemplo, le vendría bien un poco de banquillo, más que nada porque juega cargando con su ego como si fuese una mochila.

- Una breve línea sobre Michael Jackson. Quería ser como Elvis, fue como Elvis y acabó como Elvis. Y no pienso decir nada más sobre el tema.

Seguiremos informando.

Ni héroes ni víctimas

El inconveniente de solventar las cosas vía rifle es que automáticamente pierdes la razón y se la das a tu rival/contrincante/enemigo. Ha sido el caso del ya de por sí poco glorioso Ejército hondureño, que tras un par de días dubitativos ha adoptado la medida que todos esperábamos, a saber, meter al presidente en un avión (en pijama, según sus propias palabras) y enviarlo a donde, técnicamente, no estorbase.

Y, en consecuencia, muy a mi pesar, y contrariando lo que pueda haber dicho en el Facebook, me veo obligado a darle la razón al presidente Zelaya y ponerme de su lado.

¿Por qué a mi pesar? Porque el presidente Zelaya, por mucho que Ignacio Escolar le glorifique ahora como un héroe del pueblo y del proletariado, es un Populista Latinoamericano™ de manual. Y si no me creen, como decía Cantinflas, pos a las pruebas me remito: ranchero rico con un porrillón de lempiras, se mete en política y, enfrentado con el resto de su partido, se adhiere al chavismo triunfante en el Caribe, más que nada porque Venezuela paga más y mejor. Obviamente, las oligarquías dominantes se alzan en su contra, etcétera, etcétera.

La crisis definitiva viene porque el presidente quería (y supongo que aún quiere) seguir el procedimiento estándar patentado por Hugo-go: convocar una Asamblea Constituyente con el fin de crear una Constitución más democrática y que institucionalice las conquistas sociales que, mal que bien, se están obteniendo en Honduras. Hasta ahí perfecto: el problema es que el Parlamento, donde la oposición tiene mayoría, obviamente dice que ni flowers.

Repito: la oposición tiene mayoría en el Parlamento. Si el Presidente de Honduras fuese elegido por el pueblo y el Congreso elegido por malvados aliens interplanetarios, tendría un pase, pero dado que, de forma bastante incontestable, tanto el Presidente como el Congreso han sido elegidos por el mismo pueblo hondureño (y he de suponer que si existe el fraude, no hay motivo para que sea diferente en uno u otro caso), me veo tentado a entender que presentar la historia como una pugna entre pueblo vs. oligarquías es simplificar un poco demasiado la situación.

Entonces, si yo hubiese sido el presidente de Honduras, me hubiese puesto manos a la obra: habría hecho campaña desde el primer día para que en las próximas elecciones parlamentarias existiese una nueva mayoría democrática y de izquierdas que llevase a cabo las tan necesarias reformas. Éstas las llevaría a cabo mi sucesor (no se puede tener todo) pero podría pasar a la historia como el hombre que puso los cimientos del cambio democrático.

Y ahí es donde reside la clave del populismo: en lugar de hacer eso, Zelaya se empeñó en lograr la legitimación "en los brazos del pueblo". O, en castizo, por sus cojones. La idea era aprovechar las elecciones legislativas (esas en las cuáles el presidente tendría que haberse empeñado en hacer elegir a sus candidatos) para convocar una encuesta popular, no vinculante jurídicamente (pero, por supuesto, sí políticamente) sobre si se debía o no convocar una Asamblea Constituyente. Aquí es donde empiezo a oler a quemado: si la voluntad popular de cambiar la Constitución es tan fuerte, ¿por qué no confiar en obtener una holgada mayoría reformista en el Congreso en lugar de insistir en la tal encuesta?

En todo caso, el Tribunal Supremo Electoral, elegido por el Parlamento y, en consecuencia, dominado por la oposición, le dice al presidente que nones. Y aquí es donde viene la parte más surrealista del show: sin acceso a los recursos del TSE para convocar elecciones (para empezar, las urnas) el presidente llama por teléfono a Hugo-go, que, ipso facto, llena un avión con urnas y lo manda a una base aérea en Tegucigalpa. En Honduras, ante la alarmante falta de recursos de la policía (pobrecicos) quién se encarga de velar por la limpieza (quicir) de las elecciones son las Fuerzas Armadas. Y tenemos a un avión en una base aérea lleno de urnas destinadas a hacer algo que el Tribunal Supremo ha dicho ya que es ilegal. El presidente le dice al jefe del Ejército que le de las tales urnas. El jefe del Ejército cumple estrictamente la ley y le dice al presidente que su madre en bolas. Y el presidente toma la muy democrática decisión de, tachán, echar al jefe de las Fuerzas Armadas. Y, ya de paso, llevarse las urnas.

Pero, como ya he dicho, solventar las cosas vía rifle te deslegitima, mala suerte. La única opción que le queda al Ejército hondureño es permitir el regreso del presidente; y con la legitimación internacional que te da el tener que huir en pijama, se entiende que ahora el señor Zelaya tendrá las manos más libres para reformar el país de la manera que él y el pueblo hondureño entiendan.

Pero que quede claro desde ya: en ésta historia no hay ni héroes ni víctimas. Y puede que ésto me genere disputas, pero lo tengo más que claro: a mi parecer, la coherencia democrática está por encima de la opción política. La tiranía y la arbitrariedad no puede justificarse jamás, por más que beneficie a los desfavorecidos. Aunque sólo sea porque la historia prueba que, tarde o temprano, termina perjudicando a todos.

Seguiremos informando.

miércoles, 24 de junio de 2009

Voyage Voyage (III)

En los últimos tres meses he estado dos veces en Roma y me enorgullezco en decir que en ninguna de éstas veces he tirado una moneda a la Fontana de Trevi. Probado científicamente que es innecesaria la tal ceremonia monetaria, hablemos de la Ciudad Eterna y sus cosas.

De los chiquicientos autobuses turísticos que recorren la capital italiana el indudablemente más cañí es el propiamente llamado "Roma Cristiana", íntegramente de amarillo canario (amarillo vaticano, para los reverentes) y patrocinado por la Obra Pontificia para las Peregrinaciones, lo que viene a ser por Ratzinger himself. Afortunadamente, nadie en nuestra expedición estaba en plan de ver cureces (gracias a Jehová), así que nos metimos en un otobús de dos pisos, expuestos a la inclemente solanera romana, para sacar fotos y más fotos de la Urbs.

Me volvió a sorprender la cantidad de fascisteces (así, literal) que sobreviven en Roma. Ya saqué en mi primer viaje fotos de los mosaicos neorromanos que hay junto al Estadio Olímpico, mostrando a heroicos italianos gaseando etíopes desde biplanos y luego haciéndoles plantar trigo, junto a la leyenda "9 de mayo XIV E.F. (N. del T: 14º de la Era Fascista, a saber, 1936): Italia tiene finalmente su imperio". Ésta vez, junto al mausoleo de Augusto (gigantesca estructura, oiga), placas y más placas de mármol glorificando a Mussolini y a su voluntad de restaurar el orgullo de los italianos.

En puridad, el barco no se detenía en el puerto de Roma, fundamentalmente porque no existe tal cosa. La escala era en Civitavecchia, puerto sito a unos 75 kilómetros de la capital italiana y enlazado con ella a través de una línea de ferrocarril. Los ferrocarriles italianos se destacan por dos cosas: primero, que todos sus funcionarios han de estar espectacularmente uniformados, dentro de la pasión inconmensurable de los italianos hacia cualquier tipo de uniforme; y segundo, que todas las estaciones, sin excepción, han de mostrar, al menos, un leve grado de dilapidación, incluyendo, como no, el inevitable graffiti.

El hecho de que la palabra graffiti sea italiana demuestra el amor del pueblo transalpino por ésta forma de expresión. Están por todas partes: señales de tráfico, buzones de correo, columnas bizantinas, coches, motos, taxis, árboles, donde haya una superficie inscribible ahí ya habrá pasado un italiano con, por lo menos, un pincel grande. Y lo que más me sorprende: en dos tercios de los casos, los graffiti no tienen un objetivo político o de autosatisfacción, sino, por increíble que pueda parecer, un objetivo amoroso.

Con frases como "Sandra, eres lo mejor que me ha pasado. Geno"; "Tommaso, te amo y lo haré siempre. Patrizia." , y así sucesivamente, los italianos plasman sus amores y desamores por las paredes, como posiblemente lleven haciendo desde los tiempos de Tarquinio el Soberbio. Como yo, al final, soy invariablemente un hortera, no puedo sino apreciarlo.

Seguiremos informando.

lunes, 22 de junio de 2009

Voyage Voyage (II)

Fascina de los napolitanos su negativa absoluta a sacar conclusiones por su cuenta de cualquier cosa que les digan (hay que comprender que en un mundo dominado por la Camorra, pensar es, generalmente, una mala idea): todo el mundo tiene una anécdota parecida y la mía fue en un kiosco de prensa del puerto de Nápoles.

CardinalXiminez: ¿Tiene billetes de autobús?
Napolitano: Sí.
(Pausa tensa de unos breves segundos.)
Napolitano: ¿Los quiere?

En todo caso, volvimos de Sorrento tan aterrados por Nápoles (opinión no atenuada precisamente por el hecho de que, en pos de un autobús para volver al barco, atravesásemos por el pleno núcleo del barrio portuario, con sus vendedores tuertos de fruta, restaurantes a los que sólo falta el cartel de "Mafia welcome" en la puerta y lo que nunca había visto en directo en la vida, un tipo llevando un cerdo congelado a la espalda en plena calle) que decidimos retirarnos directamente al barco, no sin antes pasar a hacer lo que yo, personalmente, había venido a hacer en Nápoles: comerme una pizza. Y eso hicimos. Mi hermano el Mat, dotado de un espíritu más aventurero que el mío, decidió quedarse en Nápoles y pasear en un autobús turístico (a unos extorsivos 22 euros por pasajero) y se llevó a mi tía y a mi abuela, mientras que el resto de la familia se refugiaba en la aséptica seguridad del barco. Y, por lo que me contaron, descubrieron que, a pesar de los múltiples pesares, Nápoles es una hermosísima ciudad, con nobles edificios neoclásicos construidos por el mejor rey que ha tenido Nápoles, Carlos VII (usted, señora, lo conocerá mejor por el nombre que se le dio una vez se le ordenó volver de allí: Carlos III) y hermosas vistas del imponente Vesubio y del enorme golfo.

En todo caso, cuándo volvieron, ya era tarde. Nuestro siguiente destino era Civitavecchia, desde donde partiríamos a Roma.

Seguiremos informando.

Voyage Voyage (I)

¿Qué clase de bloguero del mal soy que me voy de vacaciones sin dar ni una sola pista a mis lectores? Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación: en mi casa habíamos conspirado malvadosamente para darle una sorpresa a mi encantadora abuelita y a mi tía acerca del crucero por el Mediterráneo que íbamos a realizar, así que tras una consistente labor de misterio y pruebas falsas (incluyendo una falsa reserva de coche digna de la operación Carne Picada) pudimos llevarlas hasta el mismo muelle del puerto de Barcelona sin que se dieran cuenta de a dónde realmente iban. Y, obviamente, ésta concienzuda labor de camuflaje no podía ser revelada, incluso a ustedes, mis más fieles lectores, pues saben que, por encima de casi todas las cosas, soy un amante de las buenas sorpresas.

Y, en consecuencia, desde el sábado pasado hasta el mismo día de ayer, he estado recorriendo el Mediterráneo occidental, mayormente a bordo del Voyager of the Seas, un colosal barco de cruceros con todos los detalles que uno esperaría de un barco yanki: Primero: desayunos a base de huevos, salchichas, y el peor café que he probado en mi vida (con diferencia); Segundo: la manifiesta imposibilidad de ver fútbol (el de verdad, no el otro) en el barco; Tercero: un pasaje dividido en cuatro partes diferenciadas: gente colosalmente gorda, la alta burguesía del mundo árabe bañándose vestida en el jacuzzi, españoles (de los que hablaré ahora) y espigadísimas rubias americanas que mostraban su sumisión a los roles sociales del establishment mostrando una total y absoluta indiferencia a todo y a todos (todo éste último pasaje es una diatriba reflejando mi frustración por el hecho de que ninguna en general, y la morena del flequillo en particular, me hizo ni pugnetero caso); y Cuarto: un horario de comidas y actividades que impidió prácticamente a todo el pasaje, incluyendo a un servidor, de experimentar lo que posiblemente es la costumbre más saludable y exportable del mundo mediterráneo: la Siesta.

Y luego las visitas: Nápoles fue todo lo que me esperaba: un monumento a Italia en su peor faceta, la de la decadencia, suciedad, ruido y chiquicientos millones de motorini circulando sin piedad ni vergüenza en todas las direcciones y, en todo caso, con manifiestas intenciones homicidas. La primera cosa que hice al desembarcar fue, como en casi todos los lugares que visito y de los que tengo un conocimiento al menos tangencial del idioma, es comprar un periódico local. Y la noticia del día en Il Mattino era la de un rumano al que tuvo la mala suerte de estar en medio mientras camorristas en moto (nota bene: en Nápoles, quién va en moto con un casco integral, o es forastero, o va a matar a alguien) fusilaban con submetralladoras un reducto de camorristas rivales en pleno centro de Nápoles y al que habían dejado morir a las puertas de la estación del metro, mientras la gente a su alrededor directamente salía corriendo, no sin antes validar su ticket del subterráneo. Pero, naturalmente, el día mejoró: tras un viaje en la Circumvesuviana (un ferrocarril de vía estrecha cuyos coches datan de los años 60, tiempos en los que el aire acondicionado móvil era impensable y a los que el sol inclemente de la Campania convierten en alegres y traqueteantes hornillos portátiles) llegamos a Sorrento, un lugar que, según ya celebrada frase, es tan bonito que da rabia. No sería el único sitio.

martes, 9 de junio de 2009

Notas sobre unas europeas

El PSOE ha perdido las elecciones. No voy a decir, como Roger Senserrich, que menos mal, pero, en efecto, es un toque de atención del electorado a una verdad que ya lo era antes de las elecciones: el miedo a la derecha es un fenómeno de duración limitada, y nunca, nunca, debe ser sobreexplotado. Fuimos a las elecciones del 96 esperando repetir milagro y nos fue como fue; ni podemos ni debemos repetir.

Especialmente sangrante ha sido la campaña publicitaria del PSOE, que probablemente haya sido la peor que recuerdo, y eso que recuerdo aquella en la que pusieron a Fernando Morán en los carteles de forma que parecía una mezcla entre Aquaman y Sara Montiel. El PP dijo que ofrecía soluciones sin proponer abiertamente ninguna; el PSOE, en lugar de hacer sangre en una deficiencia tan obvia (di qué vas a hacer en el Europarlamento, copón, y si no se te ocurre nada, ¿por qué no mirar el programa del Partido de los Socialistas Europeos?) prefirió insistir en el hecho que, oh maravilla, el electorado ya sabe: los del PP son unos cuñaos.

En todo caso, para las próximas elecciones europeas, sería una idea razonable que el PSOE pase de su ego y que haga campaña única y exclusivamente bajo la marca Partido de los Socialistas Europeos: primer paso para insistir en Europa y quitarle el aire de plebiscito que la derecha quiere dar a las europeas.

Estoy bastante decepcionado y preocupado con los resultados generales: esperaba que en Europa del Este la crisis serviría para sacar del limbo a una izquierda magra y desilusionada, aplastada por las fuerzas conjuntas del neoliberalismo y del conservadurismo represivo, pero el fascismo en general se ha movido más y mejor.

Seguiremos informando.

viernes, 5 de junio de 2009

El manuscrito Voynich

Es la explicación más sensata que he encontrado hasta el momento:

- Éste es el Manuscrito Voynich: un libro, supuestamente de hace quinientos años, escrito en un lenguaje irreconocible. Es una especie de enciclopedia visual ilustrada de plantas imaginarias y "recetas" sin descifrar. Puede ser un fraude, un lenguaje perdido, una clave, una enciclopedia extraterrestre, glosolalia...nadie lo sabe.
- ¿Nadie? Pero si es obvio.
- ...¿Obvio? ¡Los lingüistas y criptógrafos han estado peleándose con el texto durante décadas!
- Se olvidan de que la naturaleza humana nunca cambia. Imagínate que nos encontramos con un libro de nuestra época, lleno de listas, ilustraciones y largas y aburridas descripciones de mundos inexistentes escritas en un lenguaje inventado. ¿Qué es lo que hemos encontrado?
- Oh, Dios mío...es que ES obvio.

Hace quinientos años...
- ¡Pardiez! ¡He hecho una concocción de un elixir del valor!
- ¡Mentís! ¡El libro dice que necesitáis veneno de lobo!
- Así que vuestro druida pierde dos puntos.

Éste artículo, como no, está dedicado al Gentleman.

Seguiremos informando.

Cascotes (IX)

Pedrada: Los holandeses son gente muy suya y votan los jueves: el motivo es que tanto viernes, como sábado, como domingo, son días santos para parte de la población y eso puede impedir que vayan a votar. Y como también son gente muy suya, desoyen completamente las recomendaciones de la UE (a la que le cuesta horrores hacer pasar éste proceso como unas únicas elecciones en lugar de veintisiete elecciones que, por un casual, se celebran al mismo tiempo) y publican los resultados a lo que van saliendo de las urnas.

Y el resultado en los Bajos Países es el que me espero para casi toda Europa occidental: una participación bajísima (36,5% en Holanda, ayer) lo que sobrerrepresenta a la derecha en general y a la derecha más ultra y freak en particular. Y cuándo en Holanda hablamos de derecha ultra y freak hablamos, como no, de Geert Wilders, el hombre cuya falta de vergüenza se demuestra en el peinado que lleva. Y si a todo el mundo el nombre de don Geert le pilla de sorpresa, a usted no, señora: recuerde, una vez más, usted lo leyó primero en Ruina Imponente.

Pedrada: Me pregunta el señor Mastropiero por qué no hablo de la sucesión de Lil'Kim. El Querido Líder está muy malito: cuándo por fin apareció en el Congreso del PTC tras meses sin salir a la calle había perdido sus adorables mofletitos de couch potato y se había transformado en un hombre avejentado y demacrado, aún con las toneladas de pote que le habían puesto en la cara. Como recordará, en septiembre hablé de los posibles sucesores de Kim, y dado que la situación todavía no ha cambiado demasiado, no puedo extenderme mucho más.

Pedrada: El presidente de los Estados Unidos va a El Cairo para explicarse ante el mundo musulmán. Vuelvo a insistir: la popularidad, importancia y éxito de Obama reside en que, por primera vez en mucho tiempo, tenemos a un líder político de primer orden que ignora la (por desgracia) ya consagrada opinión de que la política es mercadotecnia basada en la "ilusión" y los instintos primarios y dedica todos sus esfuerzos a explicarse de la forma más elocuente y detallada posible con el fin de convencer a la gente (Y es ESO, y no otra cosa, lo que debería entender el PSOE). Es absolutamente obvio que Obama no va a convencer a Bin Laden, Ahmadineyad y Nasrallah únicamente hablando; pero el discurso no va destinado a ellos. Va destinado a la clase media musulmana: tenderos en Karachi, Yogyakarta o Casablanca, gente a la que las acciones de Occidente en general y de los Estados Unidos en particular han convencido de que lo único que pueden venirles de por allí son bombazos y racismo mal disimulado. El discurso, como es habitual, es bastante bueno, y lo que es más importante, es meridianamente claro. ¿Lo habrá logrado? El tiempo lo dirá.

Seguiremos informando.

jueves, 4 de junio de 2009

Viva el lujo y quién lo trujo

Entre las medidas que ha tomado el Gobierno para incentivar la economía (medidas más cosméticas que otra cosa en mi modesta opinión, pero eso es otra historia) está la tan mentada ayuda para la compra de utomóviles. La intención del nuevo plan es premiar a los que compran coches pequeños y de bajas emisiones y consumo de combustible, para con ello matar no dos, sino tres pájaros de un tiro: primero, ayudando a reactivar el moribundo sector automovilístico; segundo, intentando sacar de la cola a España en lo que a reducción de gases de efecto invernadero se refiere, y, tercero, ahorrándole a la balanza de pagos el parné necesario para abastecer de crudo a tanto coche viejo y bebedor.

Pero como saben, en ésta nuestra autonomía central Esperanza Aguirre Gil de Biedma gobierna sin ningún pudor para los Suyos. Y si los Suyos lo que quieren es un Canyonero, quiénes son esos rojos del Gobierno para privar a la Elite de su libertad de utilizar el dinero público para su propio beneficio. Así pues, lo que hace el gobierno autonómico es pagar un 20% del impuesto de matriculación, independientemente del tamaño del vehículor. Lo que significa que mientras comprarte un Dacia Sandero implica una ayuda de, pongamos 200 euros, comprarte un coche ocho veces más grande, tipo, un Audi A8, implica una ayuda ocho veces más grande.

Coñe, el artículo 40.1 de la Constitución dice que los poderes públicos deben trabajar por una distribución de renta más equitativa. Una subvención directa que beneficia por igual a un servidor y a Emilio Botín no sabría yo decir si es demasiado equitativa, que digamos.

Lo más gracioso de todo es que la nueva ley autonómica permite que sean los concesionarios, y no los compradores, los que reciban las ayudas; por lo que los concesionarios madrileños podrán comprar flotas de coches a precio rebajado (y recuerde, señora, la rebaja corre de su cuenta) y volverlas a revender incluso fuera de la Comunidad de Madrid. El objetivo, naturalmente, es hinchar las cuentas de los concesionarios capitalinos (gente normalmente muy trajeada y muy engominada) a expensas del resto de la humanidad. Obviamente, los dueños de los concesionarios de ésta nuestra ciudad aplauden con las orejas.

Pero el problema es que el bigotismo, en su lucha cerril contra todo lo que suponga un supuesto desmedro para la unidad de ESPAÑA (así, con mayúsculas) se ha declarado abiertamente en contra de que las autonomías tengan potestad para hacer precisamente cosas como éstas. Mariano (añada rima fácil aquí) incluso ha llegado a proponer un Consejo Nacional de la Unidad de Mercado. Si un tal consejo fuese políticamente neutral hasta que no sería una mala idea, pero conociéndonos (y, sobre todo, conociendo al pergeñador del engendro) básicamente sería una estructura diseñada para meterle el dedo en el ojo a las comunidades gobernadas por la oposición de turno en general, y a Cataluña en particular.

Pero que el gobierno más representativo del bigotismo se salga con un ataque tan frontal y obvio contra la unidad de mercado, la proporcionalidad fiscal, el protocolo de Kioto y el sentido común sólo puede entenderse en el contexto de un gobierno, el del PP de Madrid, que está absolutamente convencido de que ésta comunidad es su cortijo, que serán reelegidos por los siglos de los siglos, y que el objetivo primordial del gobierno de Madrid es servir de contrapunto ideológico-práctico al gobierno central.

Y ésto seguirá siendo así hasta que usted quiera, señora.

Seguiremos informando.

martes, 2 de junio de 2009

Notas de un conspiranoico

Uno.

Hace exactamente una semana Nicolas Sarkozy inauguraba la base naval de Port Zayed, en los Emiratos Árabes Unidos. Ésta base forma la segunda pata de la implantación de las Fuerzas Armadas francesas en el Golfo Pérsico (ojo, enlace en franchute), implantación que comenzó en septiembre del año pasado con la entrada de la Armée de l'Air en la base aérea de Al Dhafra, junto a los Estados Unidos, Italia, y las propias fuerzas aéreas de los Emiratos Árabes.

A cambio de la base y de comprar las chatarras que los franceses dan en llamar Dassault Rafale, los emires se llevaron el derecho a que los franceses les manden de cuándo en cuándo obras de arte del museo del Louvre, para exhibirlas en un futuro y lujosísimo museo lleno de dorados, cortinajes de terciopelo rojo y mucho, muchísimo aire acondicionado. Que, como es obvio, no está destinado a los miserables trabajadores bangladeshíes que se desloman construyendo el milagro de Dubai.

Otros países también se están instalando en Oriente Medio (Italia, por ejemplo), pero hay que comprender que jamás ha sido tradición de la política exterior francesa el comportarse de forma discreta. Es obvio que, conociendo el amor por la fanfarria del señor de Bruni, quién en Oriente Medio no se haya enterado de que La France est là es porque no ha querido.

Dos.

Brasil en general, y su diplomacia en particular, están eufóricos. En tres meses se decidirá qué ciudad se llevará los Juegos Olímpicos de 2016 y, por primera vez en la historia, una ciudad brasileña, Río de Janeiro, tiene posibilidades de celebrar los Juegos. Lograrlo no sólo sería el aldabonazo definitivo para la consagración final de Brasil como gran potencia (cosa que un pueblo tan pagado de sí mismo como el que me vio nacer aprecia de forma casi unánime) sino que además sería la culminación del Miraculus Lulae, el triunfo definitivo de un hombre que empezó vendiendo fruta por las calles de Santos y hoy es indiscutido dentro de las fronteras brasileñas y perennemente alabado fuera.

Tres.

Durante los últimos cinco años los aeropuertos brasileños han sido un perpetuo y desconcertante caos. TODAS las empresas aéreas que operaban vuelos comerciales en Brasil en 1985 han quebrado hoy, y las quejas sobre la pésima calidad de instalaciones y servicios son perpetuas e inacabables. Aparte, la empresa pública que se encarga de los aeropuertos, Infraero, está en medio de una conturbada batalla política acerca de su posible privatización con vistas al Mundial de 2014.

Cuatro.

El terrorismo islámico no es un fenómeno ajeno a Sudamérica. En 1992 una explosión destrozó la Embajada de Israel en Buenos Aires; murieron 29 personas. Dos años más tarde, otra explosión voló por los aires el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, un club social con gimnasio y piscina, también en Buenos Aires; murieron 81 personas. En ambos casos, no se volvió a saber nada de los terroristas; la sospecha más difundida es que pillaron la carretera y se perdieron entre la inmensa comunidad árabe de Ciudad del Este, Paraguay.

Cinco.

Un avión no se cae porque sí. En efecto, la zona por donde cayó el avión es LA zona de las turbulencias (lo dice alguien que ha hecho casi la misma ruta dos docenas de veces o más, y la pregunta no es si habrá turbulencias o no, sino si las notarás o no) y un 330 es un birreactor de fuselaje estrecho que se sacude mucho (fui en uno a la República Dominicana y tuve serias dudas acerca de si aquél aparatejo era capaz de cruzar el Atlántico), pero, dos cosas: primero, el 330 es un excelente avión (se sacude mucho, sí, pero cruza el Atlántico sin problemas) y, segundo, los servicios de mantenimiento de Air France siempre han sido impecables. Además, en un vuelo, si hay problemas, hay un mayday, un aviso, un algo. La señal simplemente se esfumó en pleno vuelo.

Seguiremos informando.