Sé que pedir sensatez a los medios de comunicación de masas, sobre todo en nuestro bello país, es dar coces contra un afilado y resistente aguijón. Sé también que, con un título como éste, me estoy ganando gritos e insultos de la más variada clase. Pero hay veces en las que hay que ir a contrapelo, porque mi coherencia democrática me exige ser a la vez de izquierdas y antidemagogo.
Ya he escrito alguna vez como los medios de comunicación privados y gratuitos - prensa gratuita, radio y televisión - se orientan, salvo raras excepciones, a un público bien definido cuyo máximo exponente es la llamada maruja.
Últimamente estamos viendo como incluso medios que antaño eran serios, como El País, se apuntan a la moda de buscar la opinión de la "gente de la calle", opinión esta que es más celebrada cuanto más soez y contundente, en atención a la buena señora que nos ve por la tele.
Dos ejemplos ocurridos recientemente: en uno se intentaba hacer parecer que tenía motivo lo que no lo tenía (el accidente de Castelldefells) y en el otro se intentaba hacer parecer que lo que tenía motivo no lo tenía (la huelga de Metro).
En ambos casos, la receta es sencilla: pones a un becario con un micrófono y una cámara y te vas a buscar opiniones de las "víctimas".
En el caso del accidente de Castelldefells, visto que todas las cadenas van a competir en carroñismo entre sí, pones el micrófono en la boca del padre que no sabe si su hijo vive y esperas a que suelte algo que puedas meter en diez segundos entre una siniestra voz en off y otra. Y dado que la opinión de las víctimas es la única válida (¿qué sabe Renfe de trenes, de todas maneras?) y a esas alturas del duelo todos buscan culpables - incapaces, todavía, de reconocer que la muerte de su ser querido fuese motivada por su propia inconsciencia - los medios, haciéndose valedores de las sacrosantas víctimas, parten raudas en su defensa buscando culpables entre los poderosos.
Por otro lado, como ya dije antes, el error de los sindicatos: el no poner en la puerta de cada estación un cartel bien grande que pusiese: "Sentimos hacerle ésto, pero tenemos buenos motivos:" y explicar claramente los motivos de la huelga. No hecho ésto, se deja el monopolio de la información en manos de la Comunidad de Madrid, que naturalmente hace lo que siempre hace: echa, sutil pero decididamente, toda la culpa a los sindicatos y se lava las manos. Y se busca a la regordeta sesentona bufando al subir al 27 abarrotado maldiciendo a los que dejan tirados a los ciudadanos.
Medios de comunicación modernos: una compilación de opiniones, en lugar de la explicación de los hechos. Así nos va.
Seguiremos informando.
Ya he escrito alguna vez como los medios de comunicación privados y gratuitos - prensa gratuita, radio y televisión - se orientan, salvo raras excepciones, a un público bien definido cuyo máximo exponente es la llamada maruja.
Últimamente estamos viendo como incluso medios que antaño eran serios, como El País, se apuntan a la moda de buscar la opinión de la "gente de la calle", opinión esta que es más celebrada cuanto más soez y contundente, en atención a la buena señora que nos ve por la tele.
Dos ejemplos ocurridos recientemente: en uno se intentaba hacer parecer que tenía motivo lo que no lo tenía (el accidente de Castelldefells) y en el otro se intentaba hacer parecer que lo que tenía motivo no lo tenía (la huelga de Metro).
En ambos casos, la receta es sencilla: pones a un becario con un micrófono y una cámara y te vas a buscar opiniones de las "víctimas".
En el caso del accidente de Castelldefells, visto que todas las cadenas van a competir en carroñismo entre sí, pones el micrófono en la boca del padre que no sabe si su hijo vive y esperas a que suelte algo que puedas meter en diez segundos entre una siniestra voz en off y otra. Y dado que la opinión de las víctimas es la única válida (¿qué sabe Renfe de trenes, de todas maneras?) y a esas alturas del duelo todos buscan culpables - incapaces, todavía, de reconocer que la muerte de su ser querido fuese motivada por su propia inconsciencia - los medios, haciéndose valedores de las sacrosantas víctimas, parten raudas en su defensa buscando culpables entre los poderosos.
Por otro lado, como ya dije antes, el error de los sindicatos: el no poner en la puerta de cada estación un cartel bien grande que pusiese: "Sentimos hacerle ésto, pero tenemos buenos motivos:" y explicar claramente los motivos de la huelga. No hecho ésto, se deja el monopolio de la información en manos de la Comunidad de Madrid, que naturalmente hace lo que siempre hace: echa, sutil pero decididamente, toda la culpa a los sindicatos y se lava las manos. Y se busca a la regordeta sesentona bufando al subir al 27 abarrotado maldiciendo a los que dejan tirados a los ciudadanos.
Medios de comunicación modernos: una compilación de opiniones, en lugar de la explicación de los hechos. Así nos va.
Seguiremos informando.