martes, 18 de diciembre de 2007

No se puede comparar...¿o sí?

Fin de semana de lo más gambitero para éste su corresponsal, aún recuperándose tras beber más Coca-Cola de la que puede recordar. La noche del domingo al lunes dormí tan mal que llegué al trabajo con ganas de todo menos de escribir.

Pero ya es martes, y hay que amar a Muammar. Sí, amigos, el Hermano Líder de la Revolución Libia estuvo entre nosotros y como Libia tiene el mejor petróleo del mundo bajo su subsuelo (no lo digo yo, pregunte a cualquier geólogo) nos sumamos alegres y divertidos al Club de los Lamebotas y ofrecemos al señor Gaddafi todos los honores que ésta santa tierra puede dar.

Muammar el Gaddafi ha tenido una vida agitada. Su sueño desde que asumió el poder en Libia desde 1971 ha sido doble: hacer una revolución internacional de las gordas y poner a Libia (y a sí mismo) en el mapa a través de su liderazgo. Primero lo intentó con el mundo árabe: tiñó su bandera de verde (para demostrar que no hay nadie más islámico que él), pagó a todo grupo anti-imperialista que quisiera cobrar (y aún está por aparecer alguno que no quiera) y armó la gorda por donde pasó. Luego vino Lockerbie, y los bombardeos del 86, y a pesar de que había aumentado su caché (lo de que te bombardeen los americanos y sobrevivas para contarlo no le pasa a cualquiera), Muammar se dio cuenta de que seguían sin hacerle ni pugnetero caso, así que una hermosa mañana, Gaddafi se despertó, dijo: "¡Libia es un país africano!" y se metió a organizar una Unión Africana, modelada como la Unión Europea pero con él al frente. Los países africanos se mostraron partidarios de participar, salvo en la parte de "pero con él al frente". Desanimado, se volvió a su jaima. Y ahora, Muammar se las da de tipo excéntrico pero divertido, tipo dictador ex-soviético, lo que es más tolerable para las potencias internacionales.

Pero es que esto de los dictadores y como tratarlos es algo que quema el cerebro de muchos en el Partido Bigotista. Entre ellos, nuestro amigo Gustavo de Arístegui, que se salió ayer con ésta deliciosa declaración:

"Saddam Hussein y Gaddafi no son comparables; Saddam mató a cientos de miles de personas, Gaddafi mató a miles de personas."

¿No es fantástico?

Seguiremos informando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El comentario del tal Gustavo de Arístegui ese se explicaría perfectamente si fuera él también un tanto friki, en este caso aficionado a las biografías de terroristas de Estado -cada uno tiene sus aficiones, que se yo-... Seguro que en su casa tiene un ránking hecho en colores con las víctimas de Franco, Hitler, Mussolinni, Idi Amín, etc...

Vamos, no creo que esté queriendo decir que unos dictadores asesinos son nuestros enemigos por eso mismo y otros dictadores asesinos en cambio son nuestros amigos o al menos vecinos tolerables. No, hombre, no. Cómo va a ser eso.