Hay películas que te dejan de mal café. Son aquellas que mi amigo Jaime define como las pelis tras las que sales del cine diciendo: "¡Qué buena es! ¡Qué bien me lo he pasado! ¡No quiero volver a verla en la vida!"
"No es país para viejos" es una de esas películas. Mucha gente se lo ha tomado mal, fundamentalmente porque se esperaban (al igual que yo, reconozcámoslo) un nuevo "Fargo" o "El Gran Lebowski", el género de "dramas de coña" en el que los Coen son especialistas. El argumento, de hecho, hace esperar un nuevo Fargo: un policía, un asesino tarado, un tipo torpe que se las da de listo.
Pero aunque los primeros veinte minutos lo hagan presagiar, se convierte en otra cosa. Otra cosa bien distinta que te hace levantarte de la butaca y salir del cine con una opresión en el pecho. "No es país para viejos" es la historia de como el mundo que conocemos y, por extensión, el lenguaje cinematográfico que así lo expresa a través de sus clichés, es arrasado por una violencia irracional y absoluta, personificada en un colosal Javier Bardem (la pregunta que se te queda es "¿Actor secundario?"). No es que no nos esperemos violencia; al fin y al cabo estamos en el Oeste de Tejas; lo que no nos esperamos es ese nivel de violencia, que, por mucho que la película sea gráfica (sí que hay sangre, sí) también es reflejada de forma sutil: hay una escena en el que el espectador no sabe si ha habido violencia o no; el espectador desea que no la haya, pero un simple gesto, un simple acto cotidiano, nos confirma que sí, que estamos tratando de un nivel superior de violencia que nos abruma y que nos deja desesperados.
Quizás el problema sea que el guión, al ser adaptado y no original, lo que es una novedad en los Coen (bueno, O Brother, en puridad, era adaptado, pero vamos) hace que la película, aun siendo muy buena, no parezca tan "coeniana" como otras (aunque coñas Coen, haberlas, haylas). Para a quien eso le resulte un problema, perfectamente comprensible. Pero, vamos, recomendable.
Seguiremos informando.
"No es país para viejos" es una de esas películas. Mucha gente se lo ha tomado mal, fundamentalmente porque se esperaban (al igual que yo, reconozcámoslo) un nuevo "Fargo" o "El Gran Lebowski", el género de "dramas de coña" en el que los Coen son especialistas. El argumento, de hecho, hace esperar un nuevo Fargo: un policía, un asesino tarado, un tipo torpe que se las da de listo.
Pero aunque los primeros veinte minutos lo hagan presagiar, se convierte en otra cosa. Otra cosa bien distinta que te hace levantarte de la butaca y salir del cine con una opresión en el pecho. "No es país para viejos" es la historia de como el mundo que conocemos y, por extensión, el lenguaje cinematográfico que así lo expresa a través de sus clichés, es arrasado por una violencia irracional y absoluta, personificada en un colosal Javier Bardem (la pregunta que se te queda es "¿Actor secundario?"). No es que no nos esperemos violencia; al fin y al cabo estamos en el Oeste de Tejas; lo que no nos esperamos es ese nivel de violencia, que, por mucho que la película sea gráfica (sí que hay sangre, sí) también es reflejada de forma sutil: hay una escena en el que el espectador no sabe si ha habido violencia o no; el espectador desea que no la haya, pero un simple gesto, un simple acto cotidiano, nos confirma que sí, que estamos tratando de un nivel superior de violencia que nos abruma y que nos deja desesperados.
Quizás el problema sea que el guión, al ser adaptado y no original, lo que es una novedad en los Coen (bueno, O Brother, en puridad, era adaptado, pero vamos) hace que la película, aun siendo muy buena, no parezca tan "coeniana" como otras (aunque coñas Coen, haberlas, haylas). Para a quien eso le resulte un problema, perfectamente comprensible. Pero, vamos, recomendable.
Seguiremos informando.
1 comentario:
¡Infame descendiente de un perro de genero femenino! Fuiste a verla sin mí. ¡OJALÁ VIVAS TIEMPOS INTERESANTES!
P.D.:Por otra parte es un honor que se me cite desde tan insigne púlpito
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