Podía haberlo oído entero, por la radio, pero no lo hice. Al final no hubo partida de pub quiz (lo que, aunque no nos descalifica de la lucha por el Jamón, obliga a la máxima concentración y quién sabe, traerse un arma secreta, como el tío friki del Modoso o, de manera más realista, al Gentleman) así que me quedé en casa y, de hecho, puse la radio, dispuesto a tragarme el debate.
Pero cuándo oí a Mariano repetir por cuarta vez lo de "ushted deje de hablar de sifras macroeconómicas, que los españoles no entienden" no pude más. Para empezar, eso de que "los españoles no entienden" es una burda generalización; no lo entenderá usted, o la maruja de 67 años que es su votante objetivo, pero yo, por ejemplo, sí lo entiendo. Para seguir, sacar los índices inflacionarios cuándo en todo el mundo han subido los precios al consumo (para contrarrestar las diatribas marianistas sobre el incremento del precio del cochino bastaría comparar los incrementos de precio entre los países de la Unión) es una demagogia como un castillo.
Y como yo la demagogia no la estomago (es una reacción atávica indigna de un politólogo de pro, sorry) apagué la radio y me refugié entre los acogedores pliegues de mi edredón.
Las encuestas de hoy son sorprendentemente unánimes en el hecho de que Zapatero, al parecer, lo hizo mejor que Rajoy. La prensa de derechas, para salvar los muebles, indica, como si fuese noticia, que Zapatero estuvo "acorralado" y "a la defensiva". Malamente sería que el Gobierno pusiese a la defensiva a la Oposición (como diría Jon Stewart, "Yeah! Down with the people who is already down!"). Se sabe que ser Gobierno es saber encajar golpes con prestancia; dudo que Zapatero estuviese excesivamente brillante (todo el mundo estaba muy nervioso y, como ya dije, el presidente tiene muchas cualidades pero no la de orador) pero lo más probable es que no perdiese demasiado los papeles.
Siguiendo con la campaña, leo que Mario Vargas Llosa ha decidido apoyar al partido de Rosa Díez, ese que en principio va a sacarle votos al PSOE (cuándo fui a Fitur, me encontré un piquete de UPyD en la puerta; repartiendo panfletos estaba un señor de sesenta años, jersey azul de punto y el ABC bajo el brazo; el electorado joven y progresista, vamos). Vargas Llosa no me parece precisamente brillante como escritor (aunque reconozco que Pantaleón y las Visitadoras me resultó gracioso) pero desde que en 1990 perdió unas elecciones que daba por cantadas ante un japonés en poncho el pobre hombre piensa que todo el mundo es idiota menos él. Y ahora va por el mundo representando al seudo-conservadurismo intelectualoide de nariz levantado (cuyo lema es "el izquierdismo es para la plebe estúpida") cuyo máximo representante patrio es, como no, Fernando Savater.
Seguiremos informando.
Pero cuándo oí a Mariano repetir por cuarta vez lo de "ushted deje de hablar de sifras macroeconómicas, que los españoles no entienden" no pude más. Para empezar, eso de que "los españoles no entienden" es una burda generalización; no lo entenderá usted, o la maruja de 67 años que es su votante objetivo, pero yo, por ejemplo, sí lo entiendo. Para seguir, sacar los índices inflacionarios cuándo en todo el mundo han subido los precios al consumo (para contrarrestar las diatribas marianistas sobre el incremento del precio del cochino bastaría comparar los incrementos de precio entre los países de la Unión) es una demagogia como un castillo.
Y como yo la demagogia no la estomago (es una reacción atávica indigna de un politólogo de pro, sorry) apagué la radio y me refugié entre los acogedores pliegues de mi edredón.
Las encuestas de hoy son sorprendentemente unánimes en el hecho de que Zapatero, al parecer, lo hizo mejor que Rajoy. La prensa de derechas, para salvar los muebles, indica, como si fuese noticia, que Zapatero estuvo "acorralado" y "a la defensiva". Malamente sería que el Gobierno pusiese a la defensiva a la Oposición (como diría Jon Stewart, "Yeah! Down with the people who is already down!"). Se sabe que ser Gobierno es saber encajar golpes con prestancia; dudo que Zapatero estuviese excesivamente brillante (todo el mundo estaba muy nervioso y, como ya dije, el presidente tiene muchas cualidades pero no la de orador) pero lo más probable es que no perdiese demasiado los papeles.
Siguiendo con la campaña, leo que Mario Vargas Llosa ha decidido apoyar al partido de Rosa Díez, ese que en principio va a sacarle votos al PSOE (cuándo fui a Fitur, me encontré un piquete de UPyD en la puerta; repartiendo panfletos estaba un señor de sesenta años, jersey azul de punto y el ABC bajo el brazo; el electorado joven y progresista, vamos). Vargas Llosa no me parece precisamente brillante como escritor (aunque reconozco que Pantaleón y las Visitadoras me resultó gracioso) pero desde que en 1990 perdió unas elecciones que daba por cantadas ante un japonés en poncho el pobre hombre piensa que todo el mundo es idiota menos él. Y ahora va por el mundo representando al seudo-conservadurismo intelectualoide de nariz levantado (cuyo lema es "el izquierdismo es para la plebe estúpida") cuyo máximo representante patrio es, como no, Fernando Savater.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Leí hace unos días un panfleto que me repartieron del partido Díez-Savater y no había por donde cogerlo. Panda de vistimistas.
Respecto a Vargas Llosa, pues ya sabe usted, Cardinal, que un sesgo de ranciedad es grato para mí. Me gusta como escritor y detesto su faceta política, pero es que un día me dedicó un libro para mí y "mis lindos ojos". Aisss... ya sabe mi debilidad por los viejales de esa calaña.
Y el debate fue la cosa más divertida que he visto en meses televisivos. Lo peor: los caretos de Rajoy y el tono-mantra de ZP. Lo mejor: ver el post-debate en Telemadrid.
Me gustó más el de Sarkozy y Royal. Ósculos afrancesados a todos.
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