Hay muchos motivos que llevan a hacer una película. Puede ser por el mero entretenimiento, puede ser para mejorar el mundo en qué vivimos, puede ser simplemente para ganar dinero, o (en un caso típico pero no exclusivo de nuestro país) perderlo y embolsarse las subvenciones.
Hay en "Tropa de Élite" una manifiesta intención de tomar un tema generalmente visto de forma superficial y estudiarlo desde todos los puntos de vista, como lo hace el libro en el que se basa la película (y que procuraré agenciarme la próxima vez que vaya a Brasil). Eso, generalmente, es un tema para el cine documental; y de hecho, esa fue la intención inicial del director José Padilha, que sólo había dirigido documentales. Pero visto que iba a ser demasiado complicado, desde todos los puntos de vista, decidió hacerla en forma de falso documental.
La película relata dos historias paralelas que se entrelazan: la del capitán Nascimento, un oficial del Batallón de Operaciones Policiales Especiales de la Policía Militar de Río de Janeiro (en Brasil, la policía de patrulla es responsabilidad de los Estados federados, y en casi todos los casos está militarizada desde un punto de vista jerárquico), un veterano que ya ha visto de todo y conoce el funcionamiento del sistema, y de dos jóvenes oficiales de policía, que acaban de entrar en el sistema y aun no han sido absorbidos por él. A su alrededor, el espantoso calderón de Río de Janeiro, donde la riqueza más conspicua y la miseria más denigrante conviven lado a lado y se retroalimentan.
Naturalmente, las comparaciones con "Ciudad de Dios" surgen de forma inmediata. Sin embargo, donde "Ciudad de Dios" es un retrato de un mundo cerrado en su propia corrupción, "Tropa de Élite" muestra el funcionamiento del mecanismo criminal del tráfico de drogas en Río de Janeiro al completo: mientras que en "Ciudad de Dios" la policía y los consumidores de drogas solo se atisban, en ésta película pasan a un primer plano.
Si han de hacerse comparaciones, la más cercana podría ser "Traffic", de Steven Soderbergh. Pero mientras que "Traffic" se convierte en agobiante por la manifiesta intención de cine-denuncia, "Tropa de Élite", aun siendo manifiestamente chocante, no provoca tanta desesperación en el espectador.
Uno de los motivos es que la película consigue combinar el preciso análisis del funcionamiento del círculo vicioso del tráfico de drogas con una película de acción al uso; gracias a la banda sonora (excelente) y a un montaje preciso, tanto de imagen como de sonido.
También es muestra el funcionamiento de un sistema corrupto hasta la raíz sin adoptar posiciones de moralidad absoluta, que suelen lastrar cualquier intención cinematográfica de denuncia: cierto es que "los buenos", es decir, los policías, son mostrados con simpatía y humanidad, pero también es cierto que igualmente forman parte del sistema e igualmente no tienen un pedestal moral sobre el que apoyarse; son corruptos, pero ni tanto ni de la misma forma que los demás.
Pero sobre todo, en mi opinión, es porque el sistema es mostrado y contado con el cinismo de quién no está sorprendido por la podedumbre universal, y en consecuencia, lo que en otras cinematografías sería contado con tensión y drama, aquí la corrupción es contada con una ironía y un humor que sorprende y, en cierta medida, alivia.
"Tropa de Élite" es una película de acción y de tiros, sí, pero consigue ser más que eso: consigue ser un retrato realista de un mundo terriblemente corrupto y dolorosamente perpétuo.
Seguiremos informando.
Hay en "Tropa de Élite" una manifiesta intención de tomar un tema generalmente visto de forma superficial y estudiarlo desde todos los puntos de vista, como lo hace el libro en el que se basa la película (y que procuraré agenciarme la próxima vez que vaya a Brasil). Eso, generalmente, es un tema para el cine documental; y de hecho, esa fue la intención inicial del director José Padilha, que sólo había dirigido documentales. Pero visto que iba a ser demasiado complicado, desde todos los puntos de vista, decidió hacerla en forma de falso documental.
La película relata dos historias paralelas que se entrelazan: la del capitán Nascimento, un oficial del Batallón de Operaciones Policiales Especiales de la Policía Militar de Río de Janeiro (en Brasil, la policía de patrulla es responsabilidad de los Estados federados, y en casi todos los casos está militarizada desde un punto de vista jerárquico), un veterano que ya ha visto de todo y conoce el funcionamiento del sistema, y de dos jóvenes oficiales de policía, que acaban de entrar en el sistema y aun no han sido absorbidos por él. A su alrededor, el espantoso calderón de Río de Janeiro, donde la riqueza más conspicua y la miseria más denigrante conviven lado a lado y se retroalimentan.
Naturalmente, las comparaciones con "Ciudad de Dios" surgen de forma inmediata. Sin embargo, donde "Ciudad de Dios" es un retrato de un mundo cerrado en su propia corrupción, "Tropa de Élite" muestra el funcionamiento del mecanismo criminal del tráfico de drogas en Río de Janeiro al completo: mientras que en "Ciudad de Dios" la policía y los consumidores de drogas solo se atisban, en ésta película pasan a un primer plano.
Si han de hacerse comparaciones, la más cercana podría ser "Traffic", de Steven Soderbergh. Pero mientras que "Traffic" se convierte en agobiante por la manifiesta intención de cine-denuncia, "Tropa de Élite", aun siendo manifiestamente chocante, no provoca tanta desesperación en el espectador.
Uno de los motivos es que la película consigue combinar el preciso análisis del funcionamiento del círculo vicioso del tráfico de drogas con una película de acción al uso; gracias a la banda sonora (excelente) y a un montaje preciso, tanto de imagen como de sonido.
También es muestra el funcionamiento de un sistema corrupto hasta la raíz sin adoptar posiciones de moralidad absoluta, que suelen lastrar cualquier intención cinematográfica de denuncia: cierto es que "los buenos", es decir, los policías, son mostrados con simpatía y humanidad, pero también es cierto que igualmente forman parte del sistema e igualmente no tienen un pedestal moral sobre el que apoyarse; son corruptos, pero ni tanto ni de la misma forma que los demás.
Pero sobre todo, en mi opinión, es porque el sistema es mostrado y contado con el cinismo de quién no está sorprendido por la podedumbre universal, y en consecuencia, lo que en otras cinematografías sería contado con tensión y drama, aquí la corrupción es contada con una ironía y un humor que sorprende y, en cierta medida, alivia.
"Tropa de Élite" es una película de acción y de tiros, sí, pero consigue ser más que eso: consigue ser un retrato realista de un mundo terriblemente corrupto y dolorosamente perpétuo.
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