viernes, 4 de julio de 2008

No Béarla

Pues vale: iba a escribir un importantioso artículo sobre la crisis, pero resulta que éste buen señor ya lo ha escrito por mí. Léanselo; es muy bueno.

Y dado que el señor Senserrich ya me ha descargado de esa obligación, vamos con nuestras taradeces de todos los días.

En uno de mis habituales desvaríos por YouTube, encontré una serie de televisión, llamada No Béarla (que podría traducirse como Sin English) donde un señor alto, larguirucho y bastante friki decidía recorrer la isla de Irlanda hablando única y exclusivamente en la constitucionalmente oficializada como primera lengua del Estado: el irlandés gaélico.

Dado que sólo el 8% de la población local habla el irlandés de forma fluida, y casi la mitad de la población no tiene siquiera nociones del idioma, el tipo, bueno, lo pasa mal y hace pasar malos ratos a quiénes lo rodean (impagable el momento en el que se pone a cantar guarreridas en gaélico en plena calle...siendo aplaudido por las ancianitas: pueden ver la serie completa en YouTube)

Viendo éste programa de televisión, me imaginaba yo como sería la versión española, es decir, la versión que harían TV3, ETB o TVG (ésta última cariñosamente conocida entre los nativos como Telegaita) y llegaba a la desanimadora conclusión de que si la serie se desarrollase en nuestras santas tierras, a nuestro héroe le habrían desmontado las gafas de un sopapo antes del final del primer episodio.

Y ésto ocurre por que en España el idioma (o los idiomas), como casi todo lo que en cualquier otra parte no se discute en ningún momento, tiene una marcada e indeleble carga política.

Todo ésto viene, naturalmente, a raíz del tal Manifiesto por la Lengua Común, firmado de forma entusiasta por la intelectualidad de derechas en pleno, por cierta distraída intelectualidad de izquierdas, y por otras figuras de nuestra cultura como Luis Aragonés (que demostrará su apego a nuestro idioma no aprendiendo turco) e Iker Casillas (éste último, naturalmente, con un nombre vasco)

Para que después no se diga, sepan que me he leído el tal manifiesto, y quitando las rimbombantes alusiones a la herencia común, a la gloria de nuestra lengua, y toda la pesca, lo que pretende es muy sencillo: se pide que nadie necesite saber, y en consecuencia, que nadie necesite aprender, otra lengua que el castellano/español para vivir y trabajar en España.

Toda la pugna lingüistica se basa en un argumento, para mí, erróneo desde un principio: que el conocimiento de un idioma deriva automáticamente en la ignorancia de los demás. Consideran éstos héroes del legado cervantino que el hecho de que un niño catalán aprenda matemáticas o biología en la lengua de mossén Cinto hacen que automáticamente se convierta en un iletrado, incapaz de acceder a todas las maravillas que nuestra lengua española ofrece.

O, simplemente, en ciertos casos, no quieren que sus hijos aprendan un idioma, en su opinión, dialectal y menor, existiendo la lengua del Imperio para sus comunicaciones cotidianas.

Para mí, es sencillo. La lengua de Cataluña es el catalán, así como la del País Vasco es el vasco, así como la de Galicia es el gallego. Y no lo digo yo, ni un grupo de nacionalistas trabucaires, sino el estatuto de autonomía de cada una de las tres comunidades, estatutos éstos aprobados por la población de cada comunidad.

Y, en consecuencia, por mera educación básica, hay que hablar, aunque sea un poco, del idioma, máxime si se quiere vivir o trabajar en esas regiones.

En Holanda, el 95% de la población sabe inglés. En mis diez meses allí sólo encontré a una persona que no supiera inglés: la guarda de un refugio de bicicletas junto al mercadillo. Es terrible: hasta los yonkis hablan mejor inglés que tú.

Y muchos de mis amigos allí se aprovechaban de esa situación; entraban en los restaurantes y pedían directamente en inglés, iban a las tiendas y pedían en inglés, así sucesivamente. La inmensa mayoría de que allí trabajaban respondía bien, instantánea y admirablemente.

Pero esa actitud de poner el idioma así, con los pies por delante, me parecía poco educada. Mi holandés era bastante limitado, pero aun así me esforzaba en empezar la conversación con unas palabras, hasta que mi directorio de cien palabras se acababa y me veía obligado a seguir en inglés; pero en todo caso, siempre preguntando: Do you speak English?

Educación, simplemente; en catalán, holandés, o sí, en castellano.

Seguiremos informando.

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