miércoles, 1 de octubre de 2008

Sigue siendo el dinero de otros

Resumamos: la actual crisis viene porque la banca de inversión en pleno, fuesen pequeños chiringuitos financieros (de los cuáles tales cosas se esperan), fuesen los grandes mastodontes institucionales (para los cuáles tales cosas deberían serles ajenas) ha estado metiendo el dinero de otros en engendros financieros de difícil explicación, engendros éstos que se han revelado como lo que son: guarreridas sin ningún valor. Han obtenido por ello gigantescos beneficios, que no se han mostrado reacios a exhibir, convirtiendo en el proceso el dinero de millones de inversores en, literalmente, papel.

Cuándo el dinero de mucha gente se convierte en papel, el resto de la banca, sea de inversión o no, tiembla, pues el resto de la gente piensa que a su dinero le puede pasar lo mismo. En consecuencia, los bancos se esperan lo que en castellano llamamos pánico bancario y en inglés, de forma más gráfica, bank run: la gente corre a los bancos en busca de su diñeiro. A la espera de que pase eso, todos los bancos acumulan en caja cuánto efectivo puedan; en consecuencia, nadie da dinero a nadie ni que se lo supliquen.

Y sin crédito, las empresas que no tienen dinero en efectivo (que vienen a ser casi todas: nadie tiene millones de euros en un maletín en la oficina) tienen que frenar proyectos, parar negocios, suspender pagos, o incluso cerrar: lo que se llama una crisis de crédito. No es para nada agradable.

Y para frenarla, de ahí la inyección de crédito por parte del Banco Central de los Estados Unidos: si todos los bancos tienen dinero para pagar a todo el mundo, la gente se tranquiliza, se evita el riesgo de un pánico bancario y el dinero puede volver a fluir.

Se ha hablado mucho de la "privatización de los beneficios, socialización de las pérdidas". A nadie le gusta dar dinero a esos aprendices de brujo que han volatilizado en hipotecas sub-prime miles de millones de dólares. Y menos al Congreso de los Estados Unidos.

Pero es que el dinero que han quemado, por desgracia, no es suyo. Es el dinero de los ahorros, de los depósitos, de las pensiones (que en Estados Unidos está en su inmensa mayoría en Bolsa) de decenas de millones de personas. Es una putada, pero jodiéndoles a ellos, nos jodemos todos.

Así que ajo y agua, por supuesto, y a ver si aprendemos de una puta vez.

Seguiremos informando.


2 comentarios:

Jaime González, escritor y ninja en paro dijo...

¿Aprender? ¿Qué es lo que tenemos que aprender? No lo sabemos, esto es un misterio, un enigma, una conspiración perpetrada por unos cuantos. El Mercado está bien como está, ¡QUE NADIE TOQUE AL MERCADO! El nunca tiene la culpa, ya encontraremos una cabeza de turco que cortar y a otra cosa mariposa.

Cientos de miles de familias se van a quedar sin casa, las pensiones están en vilo y además no se sabe el impacto de la titularización de la deuda sobre , porque no se puede saber a ciencia cierta quién ha comprado esos títulos. Y cada vez el sistema es más perverso.

Pedro Corpa Hervás dijo...

pero si exportamos jugo de gumibayas no podremos salvarnos? Como? Qué la vida es una mierda y no un cuento de hadas? Qué no tenemos salvación posible?!

Nooooooooooo!
Jo, da gusto leerle siempre pero hay días que
mejor ponerse a releer mortadelos, que deprimen menos