Como casi todo lo referente a nuestro adorable país vecino, las elecciones portuguesas de dentro de catorce días iban a pasar completamente desapercibidas por los medios de comunicación hasta que alguien dijo la palabra mágica (¿España? ¿Han dicho algo de España?) y, ahí sí, un artículo completo titulado de forma abiertamente falaz, como si los lusitanos no tuviesen nada más importante de lo que preocuparse.
En Portugal la crisis ha pegado doblemente. Primero, porque el país ya estaba lo suficientemente endeudado (de hecho Bruselas ya les avisó hace un par de años) como para sufrir una crisis de contracción de crédito. Y, segundo, porque como aquí nosotros somos los principales socios comerciales de los lusitanos, si a España le va mal a Portugal también, y Dios sabe que las cosas no nos van muy bien precisamente.
Como espero que ya sepan, en Portugal, al igual que aquí, gobiernan los socialistas. Pero a diferencia de España, Portugal es un estado unitario centralizado y el Partido Socialista gobierna con mayoría absoluta, así que no hay cabezas de turco posibles: la morcilla de la crisis se la están comiendo el primer ministro Sócrates y su Partido Socialista ellos solitos.
Y, a pesar de ello, siguen con ventaja -aunque sin mayoría absoluta - en las encuestas. Gran responsabilidad de ello la tiene el cuñadismo del principal partido de la oposición, paradójicamente llamado Partido Social Demócrata, que durante toda la travesía del desierto de éstos cuatro años se han dedicado a darse de mamporros de forma entusiasta, dado que los dos mejores líderes del partido en los últimos veinte años están dedicados a otros menesteres: Aníbal Cavaco Silva es el presidente de la República, y como los lusitanos son gente decente no se mete en política, mientras que José Manuel Durão Barroso está en Bruselas, haciéndose amigo de todo el mundo, y no tiene ninguna intención de volverse a Lisboa a poner la cara en el saco de gatos que es su partido.
La actual líder del PSD, Manuela Ferreira Leite, es una economista bastante competente - fue ministra de Hacienda con Durão Barroso - y probablemente su elección sea una apuesta del PSD para mostrar a alguien serio, responsable y con estudios (en oposición al actual primer ministro, cuyo título de ingeniero ha sido puesto en duda) para llevar el timón de Portugal en tiempos de zozobra. No es una maniobra desencaminada - es una idea que cala muy bien en la psique lusitana.
Lo que más preocupa al gobierno Sócrates, en consecuencia, son sus futuros socios de gobierno, a saber, los partidos comunistas. Sí, amigos, porque hay dos partidos comunistas parlamentarios: el Comunista Portugués, que como siempre se presenta en coalición con los ecologistas, y el Bloque de Izquierdas, un aglomerado de gente de lo más variopinto, incluyendo los trotskistas. La mayoría absoluta suele sentarle mal a los partidos pequeños, y éstos cuatro años no han sido excepción; mucha gente en el PCP y en el BE le tienen muchas ganas al PS - habrá que ver como termina ésto.
Al que le pueden ir mal del todo las cosas es al partido más conservador del Parlamento, el CDS-PP. Liderado por el histriónico Paulo Portas (el peluquín más obvio de Portugal) no ha ido sino cuesta abajo desde la derrota electoral de 2005. Le va a resultar muy difícil escapar del voto útil al PSD, máxime cuándo el partido parece seguir anclado en aquél entonces.
Aún hay campaña.
Seguiremos informando.
En Portugal la crisis ha pegado doblemente. Primero, porque el país ya estaba lo suficientemente endeudado (de hecho Bruselas ya les avisó hace un par de años) como para sufrir una crisis de contracción de crédito. Y, segundo, porque como aquí nosotros somos los principales socios comerciales de los lusitanos, si a España le va mal a Portugal también, y Dios sabe que las cosas no nos van muy bien precisamente.
Como espero que ya sepan, en Portugal, al igual que aquí, gobiernan los socialistas. Pero a diferencia de España, Portugal es un estado unitario centralizado y el Partido Socialista gobierna con mayoría absoluta, así que no hay cabezas de turco posibles: la morcilla de la crisis se la están comiendo el primer ministro Sócrates y su Partido Socialista ellos solitos.
Y, a pesar de ello, siguen con ventaja -aunque sin mayoría absoluta - en las encuestas. Gran responsabilidad de ello la tiene el cuñadismo del principal partido de la oposición, paradójicamente llamado Partido Social Demócrata, que durante toda la travesía del desierto de éstos cuatro años se han dedicado a darse de mamporros de forma entusiasta, dado que los dos mejores líderes del partido en los últimos veinte años están dedicados a otros menesteres: Aníbal Cavaco Silva es el presidente de la República, y como los lusitanos son gente decente no se mete en política, mientras que José Manuel Durão Barroso está en Bruselas, haciéndose amigo de todo el mundo, y no tiene ninguna intención de volverse a Lisboa a poner la cara en el saco de gatos que es su partido.
La actual líder del PSD, Manuela Ferreira Leite, es una economista bastante competente - fue ministra de Hacienda con Durão Barroso - y probablemente su elección sea una apuesta del PSD para mostrar a alguien serio, responsable y con estudios (en oposición al actual primer ministro, cuyo título de ingeniero ha sido puesto en duda) para llevar el timón de Portugal en tiempos de zozobra. No es una maniobra desencaminada - es una idea que cala muy bien en la psique lusitana.
Lo que más preocupa al gobierno Sócrates, en consecuencia, son sus futuros socios de gobierno, a saber, los partidos comunistas. Sí, amigos, porque hay dos partidos comunistas parlamentarios: el Comunista Portugués, que como siempre se presenta en coalición con los ecologistas, y el Bloque de Izquierdas, un aglomerado de gente de lo más variopinto, incluyendo los trotskistas. La mayoría absoluta suele sentarle mal a los partidos pequeños, y éstos cuatro años no han sido excepción; mucha gente en el PCP y en el BE le tienen muchas ganas al PS - habrá que ver como termina ésto.
Al que le pueden ir mal del todo las cosas es al partido más conservador del Parlamento, el CDS-PP. Liderado por el histriónico Paulo Portas (el peluquín más obvio de Portugal) no ha ido sino cuesta abajo desde la derrota electoral de 2005. Le va a resultar muy difícil escapar del voto útil al PSD, máxime cuándo el partido parece seguir anclado en aquél entonces.
Aún hay campaña.
Seguiremos informando.
1 comentario:
A que vamos con la alabarda. Que se anden con ojo...
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