Mi estimado amigo Hidalgo me pide que hable de la última ocurrencia del bigotismo. No sé que le ha dado últimamente a los partidos políticos de nuestro bienamado país, pero casi todas las iniciativas recientes sobre las que he leído dan la impresión de que se les ha ocurrido en la mesa del desayuno de un domingo por la mañana de mucha resaca: la "improvishación", que diría Rajoy.
Pero mientras las improvisaciones del gobierno, mal que bien, ayudan a los españoles a tirar adelante (420 euros son, efectivamente, pocos, pero menos da una piedra) las improvisaciones del bigotismo son, cuánto menos, inútiles, cuánto más peligrosas, y en general risibles.
Hablemos, pues, de su plan para salvaguardar a la infancia. Sobre lo de entrullar a los niños ya hablé largo y tendido en su momento y todavía nada me ha hecho cambiar de opinión.
Lo que ha provocado más risión ha sido la idea de impedir el acceso a Tuenti y a Facebook a los menores de 18 años.
La genial idea se engloba dentro de la idea que el sector más carcatólico del bigotismo (ese al que, por norma general, se le encarga la política de educación del partido) tiene en mayor estima: la de que los padres (entiéndanse como tal padres heterosexuales, católicos y monógamos) tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar a sus hijos de ideas perniciosas, tales como el sexo, las drogas, la racionalidad laica y el idioma catalán. Y, dado que es obligación del Estado (como puede indudablemente leerse en el artículo 26 de la Constitución) el defender la familia tradicional y cristiana por encima de todo, el Estado debe bloquear perentoriamente cualquier posibilidad que tengan los inocentes niños cristianos de tener acceso a esa cosa tan mugrienta que se llama realidad.
Pero la propuesta prueba, una vez más, que gran parte del grupo parlamentario bigotista no ha tocado un ordenador como no sea para pasarse Powerpoints y ver vídeos de la FAES. ¿No saben, hombres y mujeres de Dios, que los niños de hoy en día saben latín y son capaces de burlar bloqueos para ver porno alemán con vacas, cuánto menos colarse en el Tuenti? ¿Como piensan controlar quién entra en Facebook, cuyos servidores están en, quizás, Oregón? ¿Montamos una carísima estructura de censura al estilo chino para contentar a la panda de Hazte Oír y a la tertulia de Ama Rosa?
En fin, para qué seguir. Yo me voy de vacaciones unos días a la costa y, como viene siendo tradición desde que me paso de media doce horas al día delante de una pantalla, no me llevo el PC y pienso mantenerme todo lo lejos de Interné que pueda. Pásenselo muy, pero que muy bien.
Y, cuándo vuelva, seguiremos informando.
Pero mientras las improvisaciones del gobierno, mal que bien, ayudan a los españoles a tirar adelante (420 euros son, efectivamente, pocos, pero menos da una piedra) las improvisaciones del bigotismo son, cuánto menos, inútiles, cuánto más peligrosas, y en general risibles.
Hablemos, pues, de su plan para salvaguardar a la infancia. Sobre lo de entrullar a los niños ya hablé largo y tendido en su momento y todavía nada me ha hecho cambiar de opinión.
Lo que ha provocado más risión ha sido la idea de impedir el acceso a Tuenti y a Facebook a los menores de 18 años.
La genial idea se engloba dentro de la idea que el sector más carcatólico del bigotismo (ese al que, por norma general, se le encarga la política de educación del partido) tiene en mayor estima: la de que los padres (entiéndanse como tal padres heterosexuales, católicos y monógamos) tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar a sus hijos de ideas perniciosas, tales como el sexo, las drogas, la racionalidad laica y el idioma catalán. Y, dado que es obligación del Estado (como puede indudablemente leerse en el artículo 26 de la Constitución) el defender la familia tradicional y cristiana por encima de todo, el Estado debe bloquear perentoriamente cualquier posibilidad que tengan los inocentes niños cristianos de tener acceso a esa cosa tan mugrienta que se llama realidad.
Pero la propuesta prueba, una vez más, que gran parte del grupo parlamentario bigotista no ha tocado un ordenador como no sea para pasarse Powerpoints y ver vídeos de la FAES. ¿No saben, hombres y mujeres de Dios, que los niños de hoy en día saben latín y son capaces de burlar bloqueos para ver porno alemán con vacas, cuánto menos colarse en el Tuenti? ¿Como piensan controlar quién entra en Facebook, cuyos servidores están en, quizás, Oregón? ¿Montamos una carísima estructura de censura al estilo chino para contentar a la panda de Hazte Oír y a la tertulia de Ama Rosa?
En fin, para qué seguir. Yo me voy de vacaciones unos días a la costa y, como viene siendo tradición desde que me paso de media doce horas al día delante de una pantalla, no me llevo el PC y pienso mantenerme todo lo lejos de Interné que pueda. Pásenselo muy, pero que muy bien.
Y, cuándo vuelva, seguiremos informando.
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