lunes, 28 de septiembre de 2009

El rojo y el negro

Buenos días, buenos días. Como distinguir a un friki politólogo del resto de la gente: el friki politólogo es el que se pasa un domingo por la noche entre los canales 307 (Deutsche Welle TV) y 304 (RTP Internacional) de Digital +, para ver de primera mano los resultados electorales en Alemania y Portugal.

Vamos primero con los germanos, que es un país más grande: ganaron los cristianodemócratas de la CDU, que por mucho que El Mundo y ABC se regocijen, se parece al PP lo que un huevo de pato a uno de gallina. Recordemos que fue la CDU la que inventó el concepto de Sozialmarktwirtschaft (en nuestro idiolecto, economía social de mercado), mientras que al PP de hoy en día la palabra social le produce urticaria.

Pero, en efecto, el giro a la derecha existe, dado que el socio parlamentario de la CDU va a ser el FDP, el partido liberal, que ama el libre mercado por encima de todas las cosas.

En la oposición, el SPD ha pagado el pato de ser el comparsa de Angela Merkel y ha perdido votos por todas partes: el voto centrista ha decidido que, para tener a Merkel de canciller, mejor votarla directamente a ella, y el voto de izquierdas se ha pasado con armas y bagajes a Die Linke (La Izquierda) el partido comunista (en el Este) y de Lafontaine (en el Oeste), que se ha convertido en el cuarto partido.

Lo que sí podemos estar viendo es la descomposición final de los Verdes como fuerza política en el país que los vio nacer. En 1980, un partido ecologista alemán tenía sentido cuándo ningún otro partido tenía consciencia ecológica, no fuese a cabrear a los grandes verbände químicos (en el caso de la CDU y el FDP) o a los mineros del carbón (caso del SPD). Casi treinta años después, cuándo la consciencia ecológica es prácticamente obligatoria para cualquier partido político con aspiraciones, los Verdes han perdido su razón de ser y se han convertido en una paradoja: una extrema izquierda moderada. Lo que les ha salvado hasta ahora es que en la Willy-Brandt-Haus nadie tenía los huevos tan grandes como para empezar la segunda Ostpolitik y hablar con los comunistas; el batacazo ha sido tan descomunal que en el SPD van a tener que planteárselo - y si eso ocurre, a los Verdes van a acabar fagocitándolos por los dos lados.

Mientras, en Portugal, el síndrome PP (entendiéndose como tal el desentenderse de cualquier intento de hacer política seria y salirse con mamarrachos) ha hecho que el PSD haya desperdiciado la oportunidad de convocar el voto útil (ya lo expliqué hará un par de semanas) y el CDS-PP no sólo no se haya hundido, sino que además haya subido, convirtiéndose en el tercer partido. El Partido Socialista perdió la mayoría absoluta, como era de esperar; pero lo sorprendente es que los comunistas tradicionales (que se presentan en coalición con los ecologistas) también lo han hecho; los grandes vencedores son, por ese orden, el CDS-PP y el Bloque de Izquierdas. Ahora Sócrates tiene tres opciones: primera, un gobierno a la española, es decir, de geometría variable; en Portugal es más viable que en España porque, por suerte, la oposición no suele ser tan estúpida, pero la vida te da sorpresas. La segunda es pactar un gobierno de coalición con el CDS-PP, lo cuál garantizaría tanto mayoría parlamentaria como un giro aún más pronunciado a la derecha en lo económico; y la tercera sería una coalición con los DOS partidos de extrema izquierda: PCP y Bloque de Izquierdas, que sería la fiesta mexicana.

Y ahora un apunte para los fans ferrocarrileiros: la polémica con el AVE viene de que la oposición se pregunta por qué se hacen primero las vías de alta velocidad entre Lisboa y la frontera con España (incluyendo un carísimo tercer puente sobre el Tajo) y entre Oporto y Vigo, mientras que la LAV Lisboa - Oporto se aplaza sine die.

Las respuestas, naturalmente, están ahí: primero, porque Bruselas da dinero para construir conexiones internacionales de Alta Velocidad, mientras que la LAV Lisboa - Oporto se la van a tener que pagar los lusitanos de su bolsillo; y segundo, porque entre Lisboa y Oporto ya hay un tren (el Alfa Pendular) que, aunque no es estrictamente de alta velocidad, va bastante rápido y funciona razonablemente bien. En todo caso la oposición prefirió hacer demagogia; así les ha ido.

Seguiremos informando.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Monseñor Ximinez,

he llegado a tu blog siguiendo un enlace ya no recuerdo de dónde, pues llevo varias horas leyéndolo... ya voy por septiembre del 2008, pero voy a tener que hacer una pausa (menos mal que hoy no trabajo).

No sé si por afinidad ideológica o porque me gusta tu forma de escribir, pero el caso es que quedo suscrito, esperando que siga el torrente de buena prosa.
Y si alguna vez nos vemos por Méndez Álvaro (trabajo allí) o en el Irish Rover, tienes pagada una merecida pinta.

Un abrazo,
/Miguel

Jaime González, escritor y ninja en paro dijo...

¡Ay, Miguel! ¡Que este no bebe! (Nadie es ferpecto)