Cuándo el conocimiento que teníamos acerca del cerebro humano oscilaba entre lo vago y lo nulo y como enfermedades mentales se entendía cualquier cosa entre la esquizofrenia paranoide y la homosexualidad, alguien tuvo la lamentable idea que si había un problema con el cerebro, la solución lógica y natural es empezar a destruir cerebro hasta que se solventase el problema. Nuestro héroe, el profesor António Egas Moniz, inventó una forma científica (quicir) de permitir abrir el cerebro e inyectar alcohol para matar las neuronas de la parte enferma. Ese procedimiento, llamado hoy lobotomía, no sólo acababa con el problema, sino que también acababa con el enfermo, transformándolo, generalmente, en una masa inerme y babeante. (Si han visto Alguien voló sobre el Nido del Cuco, saben de lo que estoy hablando.) Eso no fue óbice para que a Egas Moniz le dieran el premio Nobel de Medicina, convirtiéndolo en un héroe nacional portugués que hasta hace nada salía en los billetes de 10.000 escudos. Cosas de los lusitanos.
Salvando todas las distancias, el aborto es para la sexología lo que la lobotomía para la psiquiatría: un método brutal y primitivo de solventar (mal) un problema de salud y calidad de vida.
Dudo que cualquier persona con dos dedos de frente esté a favor del aborto per se: es decir, nadie aborta porque sí. Y, desde luego, a mi entender, utilizar el aborto como método anticonceptivo es la forma más estúpida de regular la propia sexualidad.
Mas, ante la pregunta política: "¿cuál es tu posición acerca del aborto?" la respuesta sólo puede ser una: aborto libre y gratuito en la Seguridad Social.
Pero con la inexcusable salvedad de que, a todos los niveles de educación, desde la primaria hasta la educación para adultos, se haga constantemente énfasis en que, en y por principio, nadie tendría que verse en la necesidad de abortar; que es el jodido extintor tras el vidrio, el botón rojo, el ultimísimo recurso y el más devastador.
Porque, no nos engañemos, el aborto libre es una aspiración histórica de la izquierda feminista, pero es únicamente la mitad de la tarea: porque abortar, el hecho de abortar, por motivos que no sean estrictamente de salud, supone el fracaso final de cualquier educación sexual comprensiva - cuya universalización, ésta sí, debería ser el objetivo de cualquiera que se llame de izquierdas.
Seguiremos informando.
Salvando todas las distancias, el aborto es para la sexología lo que la lobotomía para la psiquiatría: un método brutal y primitivo de solventar (mal) un problema de salud y calidad de vida.
Dudo que cualquier persona con dos dedos de frente esté a favor del aborto per se: es decir, nadie aborta porque sí. Y, desde luego, a mi entender, utilizar el aborto como método anticonceptivo es la forma más estúpida de regular la propia sexualidad.
Mas, ante la pregunta política: "¿cuál es tu posición acerca del aborto?" la respuesta sólo puede ser una: aborto libre y gratuito en la Seguridad Social.
Pero con la inexcusable salvedad de que, a todos los niveles de educación, desde la primaria hasta la educación para adultos, se haga constantemente énfasis en que, en y por principio, nadie tendría que verse en la necesidad de abortar; que es el jodido extintor tras el vidrio, el botón rojo, el ultimísimo recurso y el más devastador.
Porque, no nos engañemos, el aborto libre es una aspiración histórica de la izquierda feminista, pero es únicamente la mitad de la tarea: porque abortar, el hecho de abortar, por motivos que no sean estrictamente de salud, supone el fracaso final de cualquier educación sexual comprensiva - cuya universalización, ésta sí, debería ser el objetivo de cualquiera que se llame de izquierdas.
Seguiremos informando.
5 comentarios:
Un momento:
"-...-el aborto libre -...- es únicamente la mitad de la tarea: porque abortar, el hecho de abortar -...- supone el fracaso final de cualquier educación sexual comprensiva cuya universalización -...- debería ser el objetivo de cualquiera que se llame de izquierdas."
Un poco larga la cita, sí, pero es que has dado con algo que me sirve a mí para señalar: ¿No será que la izquierda al promover bastantes aspiraciones da por sentado que existe un conocimiento real, una comprensión, una educación incluso, de esos anhelos a los que aspira?
Cuando se quiere dar el paso de "entregar" libertades tan fuertes como esta, se da por sentado que todos desean esa libertad (Cuando es mucho más fácil que te ordenen y manden y no tener responsabilidad) y que tienen madurez, conocimientos y capacidad de comprensión sobre el tema, en este caso sexual (Y no me estoy refiriendo a la hipotética chavala de 16 años, sino a muchas señoras y señores de los que se "visten por los pies").
¿Por qué creemos que es así cuando el común de nuestros semejantes nos deja tan claro a menudo que prefiere tener dioses y tendidos sobre los que cargar las responsabilidades, que prefiere ser un esclavo de tres voceras y que no tiene ningún interés en cambiar, etc, etc...?
De nuevo vuelve usted a lo de siempre, Gentleman. Al "libertad, ¿para qué?". Y la única respuesta que le puedo dar es: porque tengo una irreductible fe en el ser humano.
Una vez más, hablando del aborto, se nos olvidan unos cuantos matices que la gente en general no quiere ver. Me chirría horrores la afirmación que hace, querido Cardenal de "nadie tendría que verse en la necesidad de abortar". Y esta otra: "porque abortar, el hecho de abortar, por motivos que no sean estrictamente de salud, supone el fracaso final de cualquier educación sexual comprensiva".
No puedo estar más en contra de estas afirmaciones. Encuentro de pensamiento sin miras y simplista la afirmación de que la gente aborta porque no se pueden permitir tener un niño y que el solventar este problema supondría reducir la opción del aborto a un tema de salud.
Da la casualidad de que cuando tienes la mala suerte - Sí, mala suerte - de nacer con maquinaria de horno repostero - fémina, vamos - es un hecho incomprensible para la mayoría de ustedes -derechas o izquierdas, lo mismo da en este caso, porque la misma mierda son - que la fábrica de panecillos opte de motu propio, racionalmente y porque le sale del fistro NO PROCREAR. Y no me refiero a excusas tan simplonas tipo: nunca podré darle a mi churumbel todo lo que necesite, ni se acabaron las vaciones sin responsabilidades y la super vida de soltero. No, coño. Existen mujeres - no incluyo a los hombres porque... qué casualidad, en ellos está bien visto- que no quieren ejercer su posibilidad de tener un puto bollo. Y punto. Porque ese puto instinto artificial se nos inculca al sexo-conejo desde la cuna.
Así que hablando de educación y otras palabras vacías, no me vengan con estos conceptos rancios disfrazados de progreso e izquierdismo ramplón.
Mi final último en la vida no es desarrollar una larva a la que ponerle nombre. Y les aseguro que llegaré a estar tan poco realizada como todos ustedes, procreen o no.
Si le doy la razón, mademoiselle: el artículo lo que dice es que habiendo métodos anticonceptivos (cuya existencia y funcionamiento deben ser parte de esa educación sexual integral de la que hablo) mejores, más efectivos y, sobre todo, menos invasivos que el aborto...
Teniendo muy en cuenta la última aclaración del Cardenal... Y sin tener tiempo para seguir dándole vueltas... Diría algo como... "Los dos tienen razón".
Yo vuelvo a lo de siempre, pero por lo menos aviso. Y usted tiene fe, y quien le ha dicho que yo no la tenga también... ¿Pero la tienen ellos?
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