lunes, 30 de noviembre de 2009

Maestro

Como probablemente no sepan - soy así de gañán publicitando los detalles de mi vida privada - hace un par de semanas fue mi cumpleaños.

Tengo la suerte de que todos mis amigos son gente excelente - y he recibido de ellos enormes muestras de afección y simpatía por las que estoy enormemente agradecido. Es difícil llegar a explicar lo importantes que sois para mí y lo mucho que os aprecio, sobre todo cuándo soy en general tan torpón a la hora de expresar mis sentimientos. Así que, en la medida de lo posible, gracias.

El mejor regalo que he recibido por mi cumpleaños es sin duda el afecto de mis amigos, pero los obsequios recibidos en un plano más material tampoco le van a la zaga. Así, por un lado, gran parte de mis amistades han conspirado para que vista como la persona avanzada y elegante que soy y no como un recién salido de las rebajas de C&A de 2004: de ésta vez he de decir que han tenido un notable éxito, y que pienso llevar sus regalos durante todo el invierno. Mi hermano el Mat me regaló un juego de la PlayStation al que procuro atacar durante mis largos viajes en tren; mis padres y algunos de mis amigos, que saben por dónde van los tiros, me han regalado libros que he procedido a devorar con fruición.

Pero, sin desmerecer a los demás, el regalo que más me ha conmovido ha sido el nuevo blog de mi maestro, el Cuervo Blanco. Como saben si me leen a menudo, mi maestro y yo tenemos la ya establecida costumbre de quedar todos los jueves a comer - generalmente guarreridas de la peor clase, tipo pollo frito - y a hablar durante horas; y al contrario que en los patrones habituales de conversación bohemio-cultureta, solemos empezar primero con las banalidades, para luego embreñarnos en sesudos debates sobre filosofía, política y cultura.

Si normalmente me resulta complicado hablar de mis amigos por miedo a que mis palabras les desmerezcan, cuanto menos hablar del Cuervo. Hace ya un año o más que le trato casi exclusivamente de Maestro o alguna variación o traducción del término, y, al contrario que casi todo en la vida, en éste caso no lo hago de forma baladí. El primer motivo por el cuál lo hago es el evidente: porque, a diario, se esfuerza de forma concienzuda en poder ser oficialmente (y, lo que es más importante desde un punto de vista práctico, poder cobrar por ello) lo que ya es hace tiempo: profesor de Filosofía. El segundo motivo es porque si el grado de admiración que tengo por las personas viene dado por lo que de ellas aprendo, una de las personas a las que más admiro es, precisamente, a Cuervo Blanco - de ahí, lo de Maestro.

Y aprendo de mi amigo doblemente: primero, por su profunda cultura en temas de filosofía y sociología, temas que los que yo, como politólogo educado en el compartimentado mundo de la universidad española (sigh), he tenido y tengo un conocimiento tangencial; segundo, y mucho más importante, por su falta de temor a la hora de confrontar su conocimiento con el mío y con el de cualquiera.

Explicaré ésto de forma cutresalchichera como corresponde a un diletante como es un servidor. Prácticamente toda historia de la filosofía occidental empieza con Sócrates. Si hemos de creer a Platón (y no veo motivo para dudar del Tocho), el genio de Sócrates estuvo en descubrir que el intercambio de ideas, que la confrontación de opiniones, en suma, el diálogo, es la herramienta ideal para llegar a la verdad; el instrumento que llega donde un filósofo solo no puede, porque, en casi cualquier circunstancia, dos cerebros razonan mejor que uno.

Pero para una mayéutica en condiciones, necesitas al menos un Sócrates: alguien que, en éstos tiempos tan conturbados y relativistas donde ningún pensamiento se atreve a ser sólido, no se avergüence de pensar lo que piensa y ponerlo sobre la mesa. Es ese valor que tiene en declararse claramente partidario o adversario de una idea que abre la veda; que me permite declararme a favor o en contra, y construir conjuntamente a partir de ahí. Parece sencillo, pero no lo es; de ahí el mérito. En mi descargo he de decir que ante la apertura socrática de hostilidades intelectuales, un servidor no se ha limitado a hacer lo que los sparrings de Sócrates y Platón, es decir, repetir constantemente "es evidente" y pedir más y más copas de retsina con agua.

Ahora mi maestro, haciendo por fin caso a mis insistentes requerimientos, ha decidido pasar los debates de los jueves por la tarde a Internet. Obviamente, soy el primero en mostrarme entusiasmado. Al principio creo que sólo mis arterias me lo agradecerán. Pero si permanecen atentos a sus pantallas, creo que le sacarán partido.

Seguiremos informando.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Feijoada Completa




Mujer
Te va a gustar
Estoy llevando a unos amigos para charlar
Vienen con un hambre que ni me cuentes
Vienen con una sed de antes de ayer
Salta cerveza estúpidamente helada para un batallón
Y echémosle más agua a los frijoles

Mujer
No te acalores
Ni hay que poner la mesa ni hacer sitio
Pon los platos en el suelo y el suelo está puesto
Y prepara unos choricitos de aperitivo
Cachaça, azúcar, un cubo de hielo, limas
Y echémosle más agua a los frijoles

Mujer
Vas a freír
Un montón de torreznos para acompañar
Arroz blanco, farofa y pimienta picante
Naranjas bahía o seleta
Echa la longaniza, la cecina, el tocino en el calderón
Y echémosle más agua a los frijoles

Mujer
Tras echarle la sal
Haz un buen sofrito, para que tome cuerpo
Aprovecha la grasa de la sartén
Para darle mejor sabor a la col rehogada
Di que no tienes un chavo, pásale la factura a nuestro hermano
Y echémosle más agua a los frijoles


Aquí no hay mujer a quién encargárselo; se encarga un servidor. Si caben, nos vemos allí mañana. Si por desgracia no, a partir de las 23 horas de mañana estaremos en La Parada de los Monstruos (calle del Castillo, 19 - Iglesia (L1)

Seguiremos informando.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Cateto a babor

Mis obligaciones laborales me obligan/permiten (táchese según la indignación pertinente) tener acceso a El Mundo todas las mañanas. Normalmente - dentro de mi habitual política de evitar actitudes masoquistas en tanto en cuánto me sea posible - mi relación con el panfleto del Calvorota se resume en: mirar la portada - deslizar el dedo bajo la portada - leer el chiste de Ricardo (en mi modesta opinión el mejor caricaturista editorial de España) - cerrar el periódico para no volver. El problema es que el chiste de Ricardo está bajo el editorial, y, las más veces, no puedo dejar de mirar el titular de la última felípica (sic) de Pedro J.

La de hoy complementa a un titular de portada: "La seguridad privada cuesta a los atuneros medio millón al mes". Lo que indigna abiertamente al bisoñé más poderoso de España, que truena desde el editorial: "Mejor infantes de Marina en los pesqueros".

Con dos cojones.

Primero, porque habló el hombre que aplaude con las orejas el que Esperanza Aguirre propugne que becarios subcontratados se encarguen de la atención sanitaria primaria en Madrid porque resulta más eficiente y menos gravoso para el contribuyente (en ambos casos, falso)

Y, segundo, porque riza el rizo de una actitud cada vez más exacerbada en el conservadurismo hispano (tanto el nuevo como el arcaico) que exige ruidosamente la intervención estrepitosa del Estado (y, se sobreentiende, de las Fuerzas Armadas) cada vez que un país, a su entender, "inferior", se atreve a oponerse a los Sacrosantos Intereses de España.

Hasta ahora, las víctimas preferidas de este neocolonialismo mediático eran los regímenes populistas latinoamericanos, léase, Venezuela y Bolivia. Innecesario es recordarles el poco disimulado racismo que exudó la COPE durante los meses que siguieron a la elección de Evo Morales, máxime cuándo empezó a ponerse en contra de Repsol (siempre un generoso patrocinador)

Pero ahora, con la crisis del Alakrana, han tenido la oportunidad de encontrar un enemigo mejor (por más negro), un chivo expiatorio para resucitar las glorias de Lepanto y el Gurugú: ¿qué mejor triunfo para España que ejecutar a una veintena de negros muertos de hambre? ¿Qué hubiese costado mandar a los GEOs a asaltar el barco a sangre y fuego? ¿Qué hubiesen sido dos o tres marineros muertos a cambio del orgullo impoluto de España?

Pues no, señora, por varias razones.

La primera es que sentaría un peligroso precedente: España sería uno de los países dispuestos a utilizar a sus fuerzas armadas en defensa de intereses económicos privados en Ultramar. Que yo sepa, ésto sólo lo hacen cuatro países en el mundo: Estados Unidos, Francia, Australia y Nueva Zelanda, y en éstos dos últimos casos únicamente contra países cuya principal arma de defensa en caso de invasión es lanzar raíces de taro.

Como imaginarán, ésto no hace a éstos cuatro países muy simpáticos allá doquiera que vayan. Dado que es innecesario ejemplificar el caso estadounidense, les recuerdo como les fue a los franceses hará unos años en Costa de Marfil. Dado que una de las mejores armas con las que cuenta el Ejército español es que somos un país que cae generalmente bien (a excepción de Kosovo), el hecho de que nos pongamos en plan Rambo a salvaguardar a empresas cuyas actividades de Ultramar son, en muchos casos, como poco éticamente discutibles, pueden convertir al soldadito español que normalmente es reconocido por gritos de "Rial Madrid, Rial Madrid" (o "Barça, Barça", dependiendo de la temporada de cada cuál) y preferido para partiditos de fúmbo, en un personaje menos simpático y, en consecuencia, más en peligro.

Pero es que, además, utilizar las Fuerzas Armadas es tremendamente costoso. Si los infantes de marina se pusiesen a custodiar pesqueros, como clama Pedro J. en aras del orgullo nacional de España, ese medio millón - convertido por obra y gracia del Espíritu Santo y de la que es la segunda administración pública más opaca de España tras la Casa del Rey en, probablemente , uno o dos millones de euros - dejarían de pesarle al ya de por sí estresado bolsillo del armador (estresado por el peso del oro rojo que es el atún) y le pesarían... ¿a que no lo adivina? Pues sí, señora: a usted.

Poner lo público al servicio de lo privado, y no al revés: la nueva - y vieja - teoría económica de la derecha. Por mí, yo diría que no.

Seguiremos informando.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Las trescientas variedades

Se dice que Charles de Gaulle, el último hombre que se hizo llamar Francia, se preguntó un día como iba a ser posible gobernar un país con trescientas variedades de queso. Nicolas Sarkozy, que se dice su sucesor en más de un aspecto, se hace esa misma pregunta hoy en día, cuándo, por decirlo de alguna manera, en las mesas francesas no hay sólo camembert, brie, roquefort y conté, sino también paneer, chencklich, bryndza y serra.

Sarkozy ha organizado un "debate nacional" para llegar a la conclusión de qué es exactamente un francés (y, por muy fácil que sea, no quiero chistes de doble sentido y menos que impliquen a Carla Bruni) porque está visto que la respuesta que le da el mirar a la calle no le satisface.

Buscar las raíces de la identidad nacional siempre es una mala idea, básicamente porque la identidad nacional es un concepto tan mutable como la nación misma. Y lo que es peor, si , en la búsqueda del Santo Grial de la francité (o la españolidad, conforme sea el caso) convertimos la identidad nacional en un elemento diferenciador y no integrador, acabamos empeorando lo que hemos empezado.

Como bien sabrán mis lectores, Francia fue el primer país en aplicar un método sistemático de progresiva difuminación de las diferencias regionales en aras de una identidad superior: la identidad francesa. El problema deriva del hecho de que un francés de 2009 tiene bastante poco en común con un francés de 1793, aun alguien de, por ejemplo, Saint-Amand-en-Puisaye, cuánto menos un parisino.

En consecuencia, para prosperar, el ideal jacobino de una supraidentidad nacional debe de ser lo más incluyente posible; de lo contrario está destinado a sumergirse en un pozo de chauvinisme del cuál no hay salida.

Lo que nos lleva a la más bella flor del jacobinismo nacional: Unidad, Progreso y Democracia, irreverentemente conocida como UPyDance, y más irreverente todavía, Rosita la Pastelera y su Circo Fucsia. El partido de la política más popular de España (calidad incontestable derivada del hecho, igualmente incontestable, que lo más cerca que va a estar de un sillón es en Ikea), va a celebrar su primer congreso el próximo fin de semana y, además de la obvia defenestración de todos aquellos que no reconozcan la innegable capacidad salvífica de Rosa de España, y el nombramiento como presidente de honor de Mario Vargas Llosa (criatura que se dedicaba a escribir con bastante buen tino, pero desde que perdió unas elecciones contra un japonés con poncho se ha dedicado a la notable tarea de odiar con saña a todo que no piense como él), el partidículo va a proponer unas ponencias fantásticas en su simpleza: borrar de la Constitución todas las referencias a la diversidad cultural y lingüistica de España, convertir a las comunidades autónomas en divisiones administrativas y, para todo lo demás, fusilar en la medida de lo posible el programa ajeno que les resulte más conveniente.

El jacobinismo es una opción política que merece todo el respeto de éste su blog, pero uno no puede arrogarse la defensa de la unidad de España poniendo a unos españoles en contra de otros.

Seguiremos informando.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Fly Airways


Los españoles no es que tengamos una imagen muy buena de nuestra compañía aérea de bandera. Normalmente relacionamos el volar con Iberia con pérdida de maletas o un servicio menos que aceptable. La última vez que volé con la línea rojigualda (el viaje a los Bajos Países del victorioso Trío Calaveras) tuvimos la mala suerte de encontrarnos, en la T4 de Barajas, con el empleado de facturación más indolente de todos los tiempos. Yo, que ya tengo alguna experiencia al viajar (y ya he estado en el Aeropuerto Internacional Gobernador Franco Montoro, Guarulhos, SP, Brasil, probablemente el peor aeropuerto intercontinental de Occidente) me lo tomé con humor, pero Aserraderos McNeil todavía se pone violeta de indignación al pensar en ello (y espérense un comentario de su parte al respecto).

Si esa es la imagen que tenemos nosotros de nuestra compañía aérea, imagínense qué es lo que piensan fuera de nuestras fronteras. Máxime cuándo Iberia es partícipe de una alianza de aerolíneas, OneWorld, en la que participan Qantas y Cathay Pacific, que están, casi sin discusión, entre las cinco mejores líneas aéreas del mundo. En la inmensa mayoría de los foros de viajeros frecuentes es inevitable leer larguísimas quejas de australianos indignados con el servicio prestado.

Y si sé de éstas cosas de primera mano, gran parte de responsabilidad la tiene el que estuviese trabajando todo un verano en el servicio de atención al cliente de Iberia. Me imagino que al firmar el contrato habría alguna cláusula de confidencialidad, así que no me extenderé, no vaya a caer el pesado brazo de la ley sobre éste su humilde blog.

Pero digamos que llegué a una serie de conclusiones que procederé a comentar con ustedes. La mayor industria de España, sin lugar a dudas, es el turismo: la industria sin chimeneas, que se dice. El problema es que la actitud de la industria turística en general, complementada por una legislación hecha y/o aplicada al servicio de esa industria, es una actitud sólidamente proteccionista: es decir, en España, para fomentar la industria turística, en lugar de defender al turista... se defiende a la empresa turística. Y al turista, naturalmente, que le den por saco.

No hace falta irse muy lejos para ver éste sistema en acción. El Aeropuerto Internacional de Madrid-Barajas es el undécimo más transitado del mundo (el décimo si sólo contamos los vuelos internacionales), y, sin embargo, es imposible llegar a él en transporte público antes de las seis de la mañana - hora a la que ya salen muchos vuelos. ¿El motivo? Para evitar que el ruidosísimo gremio del taxi pierda más clientes de los que ya perdió cuándo se abrió el Metro. El gremio del taxi respira relativamente satisfecho - y el turista que tiene que coger un avión de bajo coste a las seis de la mañana puede verse en la tesitura de pagar más por el taxi a Barajas que por el vuelo a Irlanda. La bandeja de fuet a 15,50 en la Plaza Mayor, el hecho de que una empresa aérea pueda compensar (y, en consecuencia, suela compensar) un retraso de seis horas con una chapata de jamón serrano y una coca-cola, etcétera, etcétera.

El sistema funciona y es rentable - siempre y cuándo se dé por sentada la Ley de Barnum de que nace un pringado cada minuto. Sin embargo, conforme Internet va dando a los viajeros más y más información, las historias de terror de nuestra organización turística pueden ir disuadiendo cada vez a más gente. Cierto es que estamos lejos de ser los peores anfitriones del mundo; todo lo contrario, de hecho.

Pero tenemos que ser siempre desesperadamente cuidadosos.

Seguiremos informando.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Vidas paralelas


Y si no me creen, pos a las pruebas me remito, como decía Cantinflas:

Despiertan pasiones enfrentadas y polarizan hogares y oficinas: o se está a favor o se está en contra, pero a éstas alturas no hay nadie que no tenga una opinión.

Es indiscutible su enorme aportación a la historia de sus respectivos equipos, su inextinguible ambición, su total dedicación y su amor incondicional por ESPAÑA (que es España dicho con su correspondiente entonación). Pero igualmente son conocidos por una personalidad provocativa, su tendencia incontenible a trabajar más por sí mismos que por el resto del equipo, por su amor por la acaparación de focos y (se rumorea) por hacer putaditas en mayor o menor grado a compañeros de equipo que les caigan mal.

Es eso lo que les lleva a enfrentarse, directa o indirectamente, con el entrenador de sus respectivos equipos; entrenadores que no tendrían ningún inconveniente en mandarles al banquillo, pero que deben enfrentarse con feroces enemigos: una prensa afín e incondicionalmente entregada, una abrumadora popularidad entre el sector más ultra de los aficionados, y el apoyo velado pero indiscutible del poder que gestiona el equipo en la sombra, tras las bambalinas.

La popularidad que han acumulado a lo largo de los años a través de innumerables gestos de populismo barato, les ha generado multitud de admiradores fanáticos dispuestos a lanzarse a la yugular de quién se atreva a cuestionar a su héroe. Y eso les ha permitido el mayor mérito de todos: el conseguir, casi siempre, que otros carguen con las responsabilidades de los errores que cometen.

Pero, afortunadamente para sus respectivos equipos, poco a poco van creciendo las filas de los que cuestionan abiertamente su papel y consideran que, para la mera supervivencia del equipo, es necesario, lo antes posible, reducirles a un papel secundario, que es el que les corresponde a éstas alturas.

Y, lo cuál me provoca un gigantesco alivio, cada vez resulta menos probable que vayan a representar a España en el extranjero en un futuro próximo.

Seguiremos informando.

martes, 10 de noviembre de 2009

Comunistas

Soy plenamente consciente de que volver a pulsar en la tecla del Gran Debate de la Izquierda es, en Ruina Imponente, una mala idea. La última vez que se trató del tema, tras las elecciones del año pasado, surgió un debate acalorado que acabó, como recordarán, con muertos y heridos, una situación que aún hoy lamento.

En aquél entonces no quise entrar en la pelea a tomatazos entre socialdemócratas y comunistas, una lacra (la pelea en sí, no ni los unos ni los otros) que la izquierda lleva arrastrando desde el Pleistoceno Medio, o, para ser más exactos, 1923.

Pero éste largo fin de semana me he obligado a intentar plasmar mis ideas sobre el tema por escrito. Sé que es un tema complejo y espero (desde luego) la participación de mis lectores, y si ha de volver a degenerar en una riña gitana, así sea: no creo, ni mucho menos, que lo escrito en las páginas de éste su blog sea tan inteligente y definitivo para ser aceptado por todos sus lectores como la verdad revelada. Al contrario: si discuerdan de mí, lo quiero saber. La verdad solo sale del debate, como han dicho numerosas personas, muchísimo más sabias que yo, durante los últimos tres milenios, desde Sócrates a Antonio Machado.

Tres son los motivos que me llevan a escribir éste artículo. Primero, ésta entrevista en El País de ayer. Segundo, la más que acalorada discusión posterior que tuve con el Gentleman a propósito de la entrevista, donde las falacias lógicas (más por mi parte que por la suya, dicho sea de paso) estuvieron a la orden del día. Y tercero, el más que malevolente titular de portada del panfleto de Pedro J. de ésta mañana, que bajo la fanfarria de las celebraciones del 20º aniversario de la caída del Muro muestra una foto del cierre del congreso del PCE de éste fin de semana con el subtítulo "...Aunque algunos siguen sin enterarse"

Es mi intención ir directamente al turrón, así que no hablaré mucho de los tres motivos en cuestión. Permítanme sólo apuntar que se puede palpar la vicisitud (léase, vergüenza ajena) que las palabras de la muchacha entrevistada producen al bueno de Willy Meyer; en no menos de tres ocasiones el buen señor tiene que salirse con "bueno, eso ya es pasarse" o alguna de sus variantes.

Empecemos por casa: al contrario de mucha gente en el PSOE, partidarios acérrimos de la idea del "voto útil" y de la "casa común de la izquierda", creo sinceramente que debe de haber un espacio político propio para la izquierda avanzada. Y ésto es así porque creo que una política absolutamente pragmática tiende, invariablemente, hacia el conservadurismo. Un único partido de izquierdas poseería, sin duda, una gigantesca tendencia centrípeta, un gran remolino gigante que absorbería todo y del que sería muy difícil escapar. Un partido de izquierda radical (radical en su sentido primitivo, es decir, de bases dogmáticas) es necesario para tirar de la socialdemocracia hacia la izquierda y compensar esas tendencias centrípetas.

Ésto en España. Y, si me apuran, en el resto de países democráticos e industrializados.

El problema aquí es que la izquierda empieza a no saber hacia dónde tirar. Doy desde hace tiempo por desacreditadas dos ideas capitales en la izquierda del siglo XX: el leninismo (entendiendo como tal la dictadura del proletariado ejercida por una vanguardia en forma de partido de cuadros) y el populismo (entendiendo como cuál el gobierno ejercido en nombre del pueblo sin orden ni plan establecido y que tiene por norma responder únicamente a los deseos viscerales de la ciudadanía).

Y ambas ideas quedan, en mi opinión, desacreditadas, por un simple criterio: no suelen funcionar. Mi estimado compadre el Gentleman me decía el otro día que su concepto de "funcionar" quizás fuese distinto que el mío, pero no nos explicamos mutuamente cuáles eran nuestros conceptos de "funcionar". Para mí, un sistema político que funciona es aquél que cree un entorno que permita el mayor número de libertades, tanto individuales, como colectivas, posibles, manteniendo al mismo tiempo un sistema económico que logre la mayor productividad posible dentro de un respeto por los derechos de los trabajadores. El populismo fracasa en tanto en cuándo, por su desorganización y altísimo coste, la economía tiende a irse al carallo en un período de tiempo oscilante entre los cinco y quince años; y una economía destrozada no tiene la capacidad de sostener los derechos de los trabajadores.

El leninismo es, en mi opinión, aún peor: porque al institucionalizar mecanismos de perpetuación de la dictadura del proletariado, crea y perpetúa al mismo tiempo una desconfianza oficial en las masas, es decir, en las mismas personas que dan sentido al sistema. El leninismo es una forma más de despotismo ilustrado; sistema que ya tenía su raíz en Rusia con Pedro I y Catalina la Grande. Y esa base antidemocrática sirve, a mis ojos, para desacreditarlo.

Eliminados el leninismo y el populismo, ideas fuerza del marxismo revolucionario de la segunda mitad del siglo XX y del principio del XXI, ¿qué le queda a la izquierda?

Y el problema de la socialdemocracia es que sólo es aplicable en países desarrollados e industrializados. Al contrario que el populismo, la socialdemocracia sí es sostenible económicamente a largo plazo, siempre y cuándo se cumpla la condición de que el capitalismo no tenga otra alternativa que llevar a cabo sus procesos productivos en los países donde exista un estado del bienestar.

Y como ya he discutido varias veces con mi maestro el Metalero, con la globalización el capitalismo ha vuelto a ganar por la mano al reintroducir la figura del país industrializado subdesarrollado.

Digo "ha vuelto a ganar" y "reintroducir". Y lo digo porque ésto ya lo hemos visto antes en alguna parte.

Una sociedad productiva estable, con un sistema consolidado de protección a los trabajadores, se ve superado por la nueva invención del capitalismo: un sistema basado en el trabajo intensivo en condiciones infrahumanas aprovechándose de la abundancia de mano de obra barata, que hace surgir de la nada grandes megalópolis.

Aquellos que hasta entonces habían disfrutado del privilegio del trabajo estable y relativamente bien pagado se ven superados por miserables que trabajan el doble y producen el cuádruple; llevándolos de forma casi inmediata e irreversible a la siguiente disyuntiva: o aceptar perder derechos o condenarse a la miseria más absoluta.

Inmediatamente surgen voces en contra del nuevo estado de cosas: unos claman por que el Estado tome medidas inmediatas; otros son más radicales y toman la justicia por su mano.

¿Europa, 2009? Sí, pero también Europa, 1825. La Manchester, el Essen, el Charleroi de 1830 son la Jakarta, el Karachi, el São Paulo de hoy. El niño pakistaní de nueve años que se mata hoy haciendo balones era la misma niña que se rompía la espalda haciendo tejidos de algodón en una fábrica de Barcelona. Veo poca diferencia entre el peñuki que quema contenedores y el ludita que rompe calderas de vapor.

Y, entonces como ahora, la solución está claramente definida: la unión de los trabajadores de toda clase en defensa de la democracia y de la vida digna; al fin y al cabo, los principios que inspiraron a Marx, a Engels, a Pablo Iglesias.

Indudablemente, el camino que nos espera por delante es arduo y difícil. Entre el Manifiesto Comunista y el Estado del Bienestar en su forma más extensa pasaron prácticamente cien años; y ésto, sólo en Europa.

Pero por alguna parte hay que empezar: y se puede empezar mirando más allá de nuestras narices y entender que el futuro del socialismo está más allá de nuestras fronteras; que en ningún caso podremos defender a los trabajadores aquí si no defendemos a los trabajadores en todas partes, y que es necesario apoyar, a lo largo y ancho de éste mundo, a aquellos que luchan contra la tiranía. Ese es el reto de la izquierda hoy.

Y si me preguntan donde voy a estar durante todo ese reto, insisto, mi lugar es la socialdemocracia. Soy demasiado pragmático, o cobarde, para ser un revolucionario. No seré yo el que se levante en armas por la redención de los trabajadores del mundo: no estoy hecho para pegar tiros.

¿Y cuál será mi papel, entonces? Sinceramente, no lo sé. A lo mejor eso me revela como el diletante que realmente soy. Pero sé que el camino está ahí y que en algún momento hay que empezar a recorrerlo. Iré detrás, pero iré.

Y alguien tiene que ir delante. Espero que sean los que yo creo.

Seguiremos informando.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La revolución sorpresa

El diccionario alemán-español online de la Universidad de Chemnitz (de 1953 a 1990, Karl-Marx-Stadt) define Wende (f.) como "Viraje".

Die Wende; el Viraje: la forma que los alemanes definen ese extraño otoño de 1989 donde el mundo en el que habían crecido se fue al corno y lo que habían considerado generalmente como una vaga esperanza, tipo ganar la lotería o la paz en el mundo, ocurría a toda velocidad delante de sus ojos.

Nadie, repito, nadie, se creía de veras lo que estaba ocurriendo. Todo el mundo se esperaba, a últimísima hora, un golpe de timón en Moscú, que los militares soviéticos no aguantasen más y recibiesen instrucciones de aplastar el cambio bajo las orugas de sus T-64.

Y una intervención soviética en Alemania del Este, según todas las previsiones de la OTAN, derivaría invariablemente en que alguien sacase misiles de crucero de medio y largo alcance y, bueno, boom.

A ésto sumemos la tranquilidad que en Francia y en Gran Bretaña producía la división alemana, más en un plano psicológico que en uno racional-político. Como la frase que se le atribuye a François Mauriac: J’aime tellement l’Allemagne que je suis heureux qu’il y en ait deux (Me gusta tanto Alemania que estoy feliz de que haya dos.)

No era de extrañar que Helmut Kohl dijese, en la entrevista del último día en El País, que el único favorable a la reunificación alemana desde el principio fue Felipe González. Uno, siendo malvado, puede imaginarse esas reuniones del Consejo Europeo, donde todo el mundo ponía cara de gente reflexiva y seria y decía al respecto, "Bueno, por supuesto, es un proceso que será largo y difícil, blah, blah...", mientras que Felipe, siendo Felipe, "Claro que zí, Hélmu, ya verá como todo zale bien".

¿Por qué salió bien? Hasta 1984, más quizás que cualquier otro país del bloque del Este (a excepción de Bulgaria) el Politburó del SED no iba a mear sin instrucciones escritas de Moscú. Motivos había: por si no bastase con que en la RDA estuviesen las divisiones soviéticas mejor armadas y mejor entrenadas, Ulbricht, el primer líder de la RDA, había sido educado para llevar la Alemania comunista prácticamente debajo del sobaco de Stalin, y había creado una tradición de obediencia perruna a Moscú simbolizada en el beso eslavo de Honecker y Brezhnev.

Pero con la llegada de Gorbachov al poder, Honecker, que ya se las daba de veterano, consideró lo que todo comunista tarde o temprano tiende a considerar: que para ortodoxo, él. Durante los años de la perestroika se llegó al punto de que la Stasi censuraba las revistas soviéticas (¡!) que se mostrasen demasiado entusiastas con el reformismo.

Pero moverse fuera del ritmo que ponía Moscú era algo a lo que el SED, directamente, no estaba acostumbrado. Mientras la perestroika fue un fenómeno únicamente soviético, se pudieron sostener por inercia; pero cuándo a lo largo y ancho del bloque del Este los politburós fueron progresivamente pateados del sillón, en Berlín Este se perdieron. Ya lo avisó Gorbachov la noche del 7 de octubre de 1989, cuándo todo empezó a rodar: o cambiáis u os cambiarán.

Lo primero que hicieron fue ese movimiento tan típico del fúmbo español: echar al entrenador. Honecker fue convenientemente pateado; el problema es que a esas alturas de la liga, elegir sustituto iba a ser problemático, y Egon Krenz fue una solución abiertamente torpe. Krenz, siendo de la generación posterior a Honecker, había hecho de joven promesa toda su vida; el problema es que Honecker estaba ya muy yayo y Krenz había hecho de joven demasiado tiempo (había sido secretario general de las Juventudes Libres Alemanas hasta la tierna edad de...47 años) En consecuencia, cuándo tomó el poder ya no era un soplo de aire fresco: era un apparatchik como todos los demás. En consecuencia, le pasaron por encima.

Hay que recordar que los primeros movimientos democratizadores, la gente del interior, como Neues Forum (Nuevo Foro) o Demokratischer Aufbruch (Despertar Democrático, el grupo de Angela Merkel) quería una RDA democrática; el concepto de Alemania unificada quedaba ya muy lejos. La caída del muro les superó y fueron igualmente atropellados por el cambio: salvo DA, que se unió a los cristianodemócratas en el proceso que llevaría a la señora Merkel a la Lavadora (el enlace lo explica), todos los demás o desaparecieron o se fusionaron con los Verdes (ese subtítulo de Bündnis '90 que aún lleva el partido)

Así, lo que más llama la atención de las imágenes de aquella noche del 9 de noviembre de hace veinte años es la inmensa sorpresa de todo el mundo: los vopos, los viandantes que fueron a los puestos fronterizos a probar suerte, los jóvenes, los viejos. Fue una sorpresa.

Creo que el artículo me ha salido demasiado sesudo. Así que vamos a lo que realmente quería poner:



Seguiremos informando.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Los medio cesantes

Si a usted, señora, Dios no lo quiera, le echan del curro, lo más probable es que le hagan coger sus cosas y sólo volver para firmar el finiquito. En casi cualquier organización, un comportamiento corrupto y/o incompetente por parte de cualquier empleado obliga a salir por la puerta con cajas destempladas.

El Partido Popular tiene un comportamiento diferente. El bigotismo posee una especie de limbo, un saloncito tras la puerta principal donde los expulsados pueden penar sus cuitas hasta que la opinión pública se olvide de ellos hasta el santo día en el que puedan, felizmente, volver a su confortable sillón.

Eso sin hablar del conflicto de siempre, tipificado en la frase "¿Y ese sillón, de quién es?". En los partidos de izquierda, no sin discusión, la teoría vigente es que el sillón es del partido, por lo que ser pateado del partido implica ser pateado del sillón.

El bigotismo tiene igualmente esa teoría, pero con su énfasis en el populismo y la responsabilidad individual, tiene muchísimos más conflictos a ese respecto.

Y es porque las tan cacareadas "medidas disciplinarias" del bigotismo básicamente consisten en la suspensión de militancia, que es como si a mí me quitan el carnet del Club Disney (nunca he tenido carnet del Club Disney, a Dios gracias, pero por poner un ejemplo). No se te obliga a dejar el sillón o los sillones que tengas; lo único que te pasa es que te conviertes en un tipo corriente, que ni siquiera tiene que pagar las cuotas de afiliación, pero que, por uno de éstos casuales de la vida, representas al Partido Popular en, por ejemplo, el Senado de España. Lo que sí te puede pasar - que a veces ni eso - es que en las próximas elecciones no entres en las listas, pero hasta entonces Luis Bárcenas habrá cobrado (legalmente, lo otro ya no lo sé) unos 80.000 euros tirando asín por lo bajo.

Y eso, para un partido que propugna la ética y la austeridad, pues... no lo veo.

Seguiremos informando.

Oído al parche con lo que escuchas

Sinceramente, me importa un comino de quién haya sido la idea: no dudo de la necesidad de un sistema moderno de interceptación de llamadas telefónicas es necesario (otra cosa es el coste), pero quisiera tener más que claro quién, en todo éste sarao recién montado, se encarga del cumplimiento del artículo 18.3 de la Constitución.

La escandalera bigotista es, fundamentalmente, lo de siempre: descubrir el agua caliente (es decir, noticias que estaban en la prensa desde 2001) para volver con la misma cantinela de costumbre: el Ministro del Interior es un peligroso enviado de Satán (o, lo que viene a ser lo mismo, de Felipe González) con la aviesa intención de acabar con la democracia, forjar otro vídeo de Pedro J. en picardías y sacarle las vergüenzas al Partido Popular.

Como truco es estupendo, porque lo que la opinión pública tragaba sin rechistar en el tenebroso otoño de 2001 (donde veíamos la sombra de Osama en todas partes) es ahora escandaloso después de que el fantasma del terrorismo, de tan manido, se tornó en monigote (es innecesario recordar el papel que tuvo el PP en todo ello) Ya sabemos, igualmente, como funciona el Servicio Bigotista de Informaciones, un hatajo de cuñaos capaces de hacer realista a la T.I.A: lo único que han "descubierto" los anacletos de Génova es que el Gobierno tenía la capacidad tecnológica de haberlos espiado - de ahí a que lo haya hecho hay un paso bien largo que hay que - adivinen qué - demostrar.

En todo caso, insisto: más que las vocinglerías bigotistas, es más importante para el Gobierno, ahora mismo, demostrar que, efectivamente, existen los mecanismos dentro del sistema para cumplir la Constitución y salvaguardar el derecho a la intimidad de los ciudadanos. Si no los hay, a mí, y a gran parte de los ciudadanos, nos va a importar un carajo el papel del PP; van vamos a querer eso apagado ahora mismo.

Seguiremos informando.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Fumboladas

España es España: hacemos una ley para permitir atraer talento (asquerosamente) bien remunerado y los únicos que lo aprovechan son los clubes de fúmbo.

En consecuencia, cuándo el Gobierno anuncia que, ya que estamos apretando el cinturón a todo el mundo, no está bien que Cristiano Ronaldo tribute al mismo nivel que yo, los clubes de fúmbo - y, en inmediata seguidilla, todos los paniaguados que se ganan el jornal alabando las glorias del mercado fúmbolístico patrio - salen diciendo que qué mierda de Gobierno, primero quitándonos el pan y luego quitándonos el circo.

Los clubes de fútbol son instituciones poderosas en España. Permiten a quiénes los manejan tratar con gente influyente, lo cuál es la clave para ganar más negocios. De hecho, hay presidentes de clubes de fútbol a los que el fútbol les importa un carajo (que se lo pregunten a los del Atleti) Aparte, dan acceso a una prensa acrítica y displicente siempre dispuesta a darte cinco minutos (¡!) para decir lo que te venga en gana.

Si a eso le sumamos una Federación de Fútbol tan obviamente corrupta que está dispuesta a cualquier cosa por hacerte feliz (la Copa del Rey, expresamente diseñada para que ganen los equipos de Primera, es un ejemplo obvio) no es de extrañar que cuándo salga alguien que intenta ponerte algo de coto, salten como fieras ardiendo.

Como bien dice aquí el señor Lüzbel, el problema está en la Liga, que en lugar de administrar el sistema para que puedan ganar todos - con los derechos de televisión, por ejemplo - prefiere seguir con el tan ibérico sistema del Big Cortijo.

Hay muchas cosas que necesitan cambiar. ¿Sugerencias?

Seguiremos informando.

Ars Gratia Artis

La encantadora Dixie Daisy prácticamente me obliga a hacer algunas anotaciones acerca de la cultura en general y el mercado de la cultura en particular.

Para empezar, un apunte terminológico: siempre he sido reticente a la expresión "bien cultural"; implica una mercantilización excesiva de la cultura. Prefiero utilizar un término peliagudo: "conocimiento", aunque soy consciente de que puede ser excesivamente confuso. Entiendo como conocimiento cualquier fruto del pensamiento y de la acción humana que tenga éstas dos características: (1) su mera existencia ha de suponer(o, en mis días bien intencionados, ha de intentar suponer)un acto de superación con respecto a todo lo que se ha hecho anteriormente y (2) no tenga un propósito, sea expreso o sobreentendido, de damnificar físicamente a uno o más seres humanos. Como se puede ver es una definición sorprendentemente amplia (y, en consecuencia, comprendo que muchos prefieran concretizar más) que no solo incluye cosas como la Pasión según San Mateo de Bach, la Poética de Aristóteles o la Maja Desnuda, sino también cosas como el pulpo à feira o la folha-seca.

Axioma: el conocimiento siempre se extiende. Los templos de Amon-Ra, los Misterios de Eleusis, la Academia de Platón, la Ciudad del Vaticano, todos han pretendido guardar el misterio del conocimiento, pero a la larga los misterios siempre acaban siendo revelados. La vulgarización, o popularización del conocimiento esotérico (entendiendo como tal aquél que pretendía ser privilegio de unos pocos, no es que me haya convertido en Rappel) también se nota en otras facetas del arte. Los más sagrados cantos de la cristiandad acabaron siendo incluidos en motetes profanos del siglo XIV; las armonías creadas para los reyes por los músicos de cámara pasaron en cincuenta años de los palacios a las tabernas, tocados en chirimías; Velázquez y Picasso se venden en colorido offset en las tiendas de regalos.

Dos son los conflictos que se presentan a aquél que pretende crear conocimiento. Primero, el hecho de que todos pretendemos que nuestra obra tenga valor en general y valor material en particular; segundo, el hecho de que crear conocimiento es costoso: si uno dedica doce horas al día a escribir, componer o dibujar, normalmente uno tiene tiempo para hacer otra cosa y todos tenemos ese nefasto vicio que es comer.

Ante lo primero, haría una distinción: el precio del producto realizado y el valor del conocimiento existente en ese producto. Un producto es un elemento negociable en una sociedad capitalista y como producto realizado debe de ser tratado; es decir, un lienzo, un libro, un disco, cosas físicas y tangibles, tienen un precio inherente marcado por el mercado. Lo segundo, por otra parte, es abiertamente subjetivo, por lo que el valor material debe, necesariamente, ser subjetivo. En consecuencia, soy de la muy polémica opinión de que, desde un punto de vista político-administrativo, el valor del conocimiento debe de ser cero; si luego, en una sociedad capitalista, el mercado quiere dar valor material (o sea, poner precio) a ese conocimiento, compete al mercado dárselo. En consecuencia, si alguien, con un propósito no comercial, desea hacer una reproducción de ese conocimiento, debe poder hacerlo sin injerencia del Estado.

Porque el Estado, por encima del derecho a la propiedad privada, tiene la obligación de permitir que sus ciudadanos tengan la mejor educación posible, y eso incluye garantizar el acceso de los ciudadanos a la mayor cantidad de conocimiento posible. Y que conste que no estoy siendo salvajemente comunista; simplemente estoy llevando a rajatabla el artículo 128.1 de la Constitución, que reza:
1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.
Niéguenme que no es de interés general que los españoles puedan tener acceso libre y desimpedido a todo el conocimiento que pueda llegar a sus manos.

Antes de lanzaros como bestias, paciencia, artistas míos, que ahora voy con el punto dos.

La cultura de masas es un fruto de la modernidad capitalista. El mercado ha creado todos los fenómenos de masas de los últimos ciento cincuenta años, y se le da bastante bien.

Por otra parte, soy de la opinión de que es obligación del Estado el ayudar a crear conocimiento.

Soy plenamente favorable a una política de becas que supere las limitaciones del conocimiento industrial de masas y permita cubrir del todo el amplísimo espectro de la creación de conocimiento, garantizando que el creador de conocimiento tenga unas condiciones básicas de vida, y dedicándose a rellenar los huecos que el mercado capitalista no puede cumplir.

Pongamos por ejemplo el cine. No soy favorable al "apoyo al cine español" tal como lo entendemos hoy, a saber, dinero público para casi cualquier cosa, incluyendo el autobombo desaforado y Cuándo amanece, apetece. Yo apoyaría, en su lugar, la creación de un equivalente a la NFB canadiense, cuyos objetivos están mucho mejor definidos: crear películas que, por su formato, contenido polémico o nivel de experimentalidad, no conseguirían dinero de ninguna otra manera.

Puede argumentarse que esa perspectiva implica dejar la cultura popular íntegramente en manos del capital: que el Estado se dedica a financiar iniciativas que solo pueden interesar a la élite, mientras que José Javier Vázquez gana un premio Ondas.

Como demócrata que soy, para mí ésto es lo que hay: las personas adultas son libres de hacer lo que bien entiendan con su tiempo; el Estado únicamente debe garantizar el acceso. Pero a los extraentusiastas les recuerdo que nunca ha funcionado el intento de imponer la cultura de élite a las masas: la URSS ponía dosis macizas de ballet y Stravinsky en televisión, pero aún así cuándo fue Paul McCartney a la plaza Roja faltó sitio.

Quizás les haya confundido con mi falta de precisión terminológica, pero creo que me he hecho entender...bastante mal.

Seguiremos informando.


martes, 3 de noviembre de 2009

Cascotes (XIV)

Primer cascote:

Está debajo de debajo de debajo de las noticias de portada de El País, pero créame, señora, es noticia: el Constitucional checo ha echado abajo el recurso contra el Tratado de Lisboa presentado por un grupo de senadores.

El Tratado de Lisboa es un engendro, un constructo hecho tarde, mal y a rastras para consolidar las instituciones europeas (hasta ahora repartidas entre literalmente chiquicientas instituciones distintas) en una gran mole consolidada llamada Unión Europea. Al contrario que la Constitución Europea, creada por inspiración francesa para unificar y complicar simplificando (no es un oxímoron: es Giscard D'Estaing) el Tratado de Lisboa es una típica componenda europea: un aparateo para permitir que los de siempre (a saber, Francia y Alemania) puedan seguir llevando el cotarro de una Europa de veintinueve países.

En contra estaban los de siempre: los británicos, Pili y Mili Kacynski y, de quién tratamos ahora, el mítico Vaclav Klaus.

Como saben, los checoslovacos llevaron su Revolución de Terciopelo de forma bastante cívica, con gente brillante como Vaclav Havel a la cabeza. Pero una vez llegaron las elecciones democráticas, los nacional-populistas dominaron el cotarro, tanto en la República Checa como en Eslovaquia. Vaclav Klaus es un ejemplo de libro de nacional-populista: anticomunista (entendiendo por comunismo cualquier cosa a su izquierda, que es mucho) euroescéptico y negacionista del cambio climático (¿a quién no saben quién edita sus libros en España?) El bueno de don Wenceslao se ha pasado los últimos años intentando poner palos en las ruedas al proceso de integración europea - y ahora que es Presidente de la República Checa, puede: sin firma no hay ratificación, y sin ratificación no hay puñetero Tratado de Lisboa.

La excusa oficial es que quiere evitar que los alemanes puedan poner demandas en el nuevo Tribunal Europeo de Justicia para reclamar tierras incautadas a los sudetes; la excusa oficiosa es por tocar los cojones.

El problema que tiene ahora es que es esclavo de sus palabras: dijo a principios del año pasado que si él era el último obstáculo a la ratificación del tratado, no sería él el que lo bloquearía. Obviamente, ha esperado a que, efectivamente, fuese él mismo el último obstáculo - tras la decisión de hoy, ya lo es: los otros 26 países de la UE ya han firmado -pero ahora queda la duda de si, ahora que está todo Dios mirando, Vaclav Klaus no aprovechará la oportunidad para seguir haciendo el payaso.

Segundo cascote:

Rubiano me pasa un enlace diciendo que la Biblioteca Nacional se ha negado a que Google digitalice sus libros, diciendo que ya tiene un acuerdo de digitalización con Telefónica.

Leyendo la noticia completa tampoco es para tanto: la digitalización, a la larga, se va a producir, y no descartan un acuerdo con Google Books para disponibilizar la colección digital.

Lo que jode es saber que probablemente el procedimiento de Google va a ser mucho más rápido, mucho más barato y va a tener una interfaz más intuitiva en comparación con los procedimientos de digitalización de la BN: sólo con ver la interfaz de la Hemeroteca Nacional digitalizada, que parece diseñada para Netscape Communicator, te dan ganas de pegar a alguien.

Seguiremos informando.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Quién tenga estómago que lo estomague

El Líder Opositor con el Nombre Más Divertido, Abdulá Abdulá, renunció éste fin de semana a ser candidato en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales afganas. En consecuencia, la Comisión Electoral Central ha proclamado a Hamid Karzai presidente de Afganistán por defecto.

Abdulá Abdulá pasó a la segunda vuelta de las presidenciales una vez que no pudo disimularse de ninguna de las maneras el fraude masivo cometido por Karzai. Cuándo empezaron a circular los informes de colegios electorales cerrados donde 13.500 personas habían votado (por Karzai), en Occidente llamaron por teléfono al magnate de la capa indicándole que se ponderase un poco, así que éste llamó a sus secuaces en la comisión electoral, se cocinó un resultado aceptable (49,67% para Karzai) y se puso rumbo a una segunda vuelta donde el fraude sería igual de rampante que en la primera, eso sí, con más sutileza.

Y visto que nadie en la ISAF está dispuesto a mover una uña para evitar el fraude (bastante tienen con evitar que les maten) Abdulá Abdulá ha decidido, finalmente, que no vale la pena seguir la farsa, privándose así de convertirse en el Segundo Presidente de Nombre Más Divertido (el primero, naturalmente, es el Presidente de Indonesia)

Occidente ha intervenido en Afganistán por dos motivos: primero, en un acto propagandístico de venganza por parte de los Estados Unidos (recuerden lo de Justicia Infinita) y, segundo, para evitar un posible efecto dominó fundamentalista por toda Asia Central.

Lo primero era imposible de lograr y no se ha logrado; lo único que podía curar el 11-S es el tiempo y en ello estamos. Lo segundo ha resultado un fracaso notable: la pieza más probable del tal efecto dominó sería Pakistán y, como hemos podido ver en los últimos días, fuerte lo que se dice fuerte no está.

Es indudable que, con respecto a la sanguinaria teocracia talibán, la actual cleptocracia oligárquica y tribal afgana es una mejora, pero, naturalmente, en la medida que un balazo en la pierna es mejor que un balazo en la boca.

Es la hora de salir por piernas de ahí.

Seguiremos informando.