Las primeras relaciones entre cristianismo y dinero las encontramos en los Hechos de los Apóstoles, entre el final del capítulo 4 y el principio del 5. El final de Hechos 4 nos cuenta que en el primer cristianismo los creyentes, cuál hare hares de la vida, vendían todas sus posesiones y las ponían "a los pies de los apóstoles" (interprételo el lector como quiera) Ésta política era y sigue siendo corriente en las sectas apocalípticas (y al fin y al cabo Jesús ya había dicho que todo se iba a ir al carallo bien pronto) pero obviamente la tan mediterránea picaresca hizo presta su aparición en el tinglado. Nos cuenta Lucas en Hechos 5 que un tal Ananías y su señora, Safira, vendieron todos sus bienes pero sólo pusieron "a los pies de los apóstoles" una parte del beneficio, quedándose ellos una porción... por si aca. Naturalmente, recibieron la adecuada retribución y cayeron muertos (dice la Biblia que por el peso de la verdad del Espíritu Santo, a saber)
El aparente rechazo por parte del Todopoderoso de seguir hoy en día con tan radical forma de mantener la contabilidad en orden, es, me temo, la causa de las cuitas de la Iglesia católica con sus parneses. En los últimos años, no ha habido tinglado financiero que no haya explotado pirotécnicamente sin arrastrar en su caída a congregaciones, parroquias y conventos de monjitas. Es casi una constante: siempre que un chiringo de éstos salta por los aires, hay una entrevista en España Directo o programa similar en la cuál una cariacontecida sor lloriquea al saber que diez años de producir a diario yemas de Santa Teresa se han ido al corno por obra y gracia de la ingeniería financiera bien entendida.
La última implosión ha sido la del antiguo Monte de Piedad de Córdoba, operando desde hace tiempo con el nombre de CajaSur. La caja no es la única entidad de ahorros católica operando en España (durante mucho tiempo, y no sé si aun hoy, uno sabía que había entrado en la provincia de Burgos cuándo veía, en todos y cada uno de los pueblos de la provincia, pintado en la mayor pared del pueblo un gigantesco cartel en amarillo apagado y en letras garrafales: Caja de Ahorros Círculo Católico[sic]) pero hay un hecho que la diferencia de las otras dos: mientras que tanto la Caja Círculo como la CAI son vestigios del activismo católico de principios del siglo XX y, en consecuencia, su administración es en gran medida seglar, CajaSur depende directamente de la Diócesis en tanto en cuanto heredera del Monte de Piedad.
El poderío económico y político de CajaSur viene apalancado por un clérigo de Fuente Obejuna llamado Miguel Castillejo, el cura Castillejo, canónigo penitenciario de la Mezquita-Catedral. Al asumir la presidencia del entonces Monte de Piedad cordobés en 1977, el cura Castillejo tenía claro que la redemocratización del país iba a secar de forma considerable la influencia de la Iglesia en la que, tradicionalmente, es la provincia más de izquierdas de España. Para mantener su poderío la Iglesia necesitaba presencia, lo que viene a decir que la Iglesia necesitaba dinero. Así pues, con los mimbres de lo que venía a ser un montepío de provincias se alzó un imperio (a escala cordobesa, vale, pero un imperio de todas formas). Y naturalmente, tuvo que llegar el momento en el que el poder del cura Castillejo chocó con el del Gran Leviatán del Mediodía: la Junta de Andalucía.
En teoría las cajas de ahorros son entidades con el patrocinio de administraciones públicas o privadas con el fin de fomentar el ahorro privado y el crédito a las pymes, todo a pequeña escala. En la práctica... bueno, escribí sobre el tema en octubre de 2008: en la práctica las cajas se convierten en el brazo bancario de la administración pública en cuestión con el fin de financiar proyectos amigos.
Obviamente la Junta de Andalucía, como todas las comunidades autónomas de España, querían arrancar las cajas de manos de ayuntamientos y diputaciones provinciales (que podían estar en manos de rivales en el partido o incluso de (¡horror!) la oposición) y fusionarlas en un único y decorativo megabanco dispuesto a financiar todo lo conveniente.
Naturalmente, lo que en el papel parece sencillo en la práctica no lo es tanto. La Ley de Sayre dice que cuánto menos está en juego más intenso se vuelve el conflicto, y estamos hablando de política a escala provincial en toda su plenitud. El proyecto de una Gran Caja Andaluza lleva arrastrándose casi diez años y el principal obstáculo que ha encontrado, aunque parezca imposible, es la rivalidad entre Málaga1 y Sevilla. De hecho, ahora mismo hay dos grandes proyectos de caja única, uno con sede en Sevilla (Cajasol) y otro con sede en Málaga1 (Unicaja), cada uno con su equipo de baloncesto.
Como no, el cura Castillejo se negó de plano a unirse a cualquier proyecto de "los rojos" (sic), negativa que hizo extensiva a todo el Cabildo catedralicio cordobés y que ha terminado con la pirotécnica explosión de su caja de ahorros. Porque cuándo se conocieron las intenciones de la Junta, el cura Castillejo se enzarzó en una memorable batalla con la entonces consejera de Economía de la Junta, Magdalena Álvarez (sí, esa) mientras que se convencía de que la única forma de que Cajasur se salvase de ser absorbida era "crecer". Y eso, en los años del boom, era meterse en tantos ladrillazos como fuera posible.
Cuándo todo el embolado enladrillado se vino abajo para nuestra desgracia, Cajasur se quedó con el culo al aire. La Junta se ofreció a pescar ese salmón boqueante, a través de la fusión con Unicaja, pero el salmón, en lugar de meterse en esa charca contaminada de marxismo (o al menos eso pensaba él) prefirió suicidarse tirándose barranco abajo.
Así pues, intervención por el Banco de España, lo que viene a ser una nacionalización al uso. Es decir, pagar con el dinero de todos los españoles el ataque inusitado de hubris del cura Castillejo y sus herederos.
Si toda ésta penosa historieta tiene alguna moraleja, señora, puede ser ésta: no ponga su dinero en manos de curas. Si Jesús dijo lo del César por algo sería.
Seguiremos informando.
1 En homenaje al gran Chiquito de la Calzada, léase como "MÁlagalabella"
El aparente rechazo por parte del Todopoderoso de seguir hoy en día con tan radical forma de mantener la contabilidad en orden, es, me temo, la causa de las cuitas de la Iglesia católica con sus parneses. En los últimos años, no ha habido tinglado financiero que no haya explotado pirotécnicamente sin arrastrar en su caída a congregaciones, parroquias y conventos de monjitas. Es casi una constante: siempre que un chiringo de éstos salta por los aires, hay una entrevista en España Directo o programa similar en la cuál una cariacontecida sor lloriquea al saber que diez años de producir a diario yemas de Santa Teresa se han ido al corno por obra y gracia de la ingeniería financiera bien entendida.
La última implosión ha sido la del antiguo Monte de Piedad de Córdoba, operando desde hace tiempo con el nombre de CajaSur. La caja no es la única entidad de ahorros católica operando en España (durante mucho tiempo, y no sé si aun hoy, uno sabía que había entrado en la provincia de Burgos cuándo veía, en todos y cada uno de los pueblos de la provincia, pintado en la mayor pared del pueblo un gigantesco cartel en amarillo apagado y en letras garrafales: Caja de Ahorros Círculo Católico[sic]) pero hay un hecho que la diferencia de las otras dos: mientras que tanto la Caja Círculo como la CAI son vestigios del activismo católico de principios del siglo XX y, en consecuencia, su administración es en gran medida seglar, CajaSur depende directamente de la Diócesis en tanto en cuanto heredera del Monte de Piedad.
El poderío económico y político de CajaSur viene apalancado por un clérigo de Fuente Obejuna llamado Miguel Castillejo, el cura Castillejo, canónigo penitenciario de la Mezquita-Catedral. Al asumir la presidencia del entonces Monte de Piedad cordobés en 1977, el cura Castillejo tenía claro que la redemocratización del país iba a secar de forma considerable la influencia de la Iglesia en la que, tradicionalmente, es la provincia más de izquierdas de España. Para mantener su poderío la Iglesia necesitaba presencia, lo que viene a decir que la Iglesia necesitaba dinero. Así pues, con los mimbres de lo que venía a ser un montepío de provincias se alzó un imperio (a escala cordobesa, vale, pero un imperio de todas formas). Y naturalmente, tuvo que llegar el momento en el que el poder del cura Castillejo chocó con el del Gran Leviatán del Mediodía: la Junta de Andalucía.
En teoría las cajas de ahorros son entidades con el patrocinio de administraciones públicas o privadas con el fin de fomentar el ahorro privado y el crédito a las pymes, todo a pequeña escala. En la práctica... bueno, escribí sobre el tema en octubre de 2008: en la práctica las cajas se convierten en el brazo bancario de la administración pública en cuestión con el fin de financiar proyectos amigos.
Obviamente la Junta de Andalucía, como todas las comunidades autónomas de España, querían arrancar las cajas de manos de ayuntamientos y diputaciones provinciales (que podían estar en manos de rivales en el partido o incluso de (¡horror!) la oposición) y fusionarlas en un único y decorativo megabanco dispuesto a financiar todo lo conveniente.
Naturalmente, lo que en el papel parece sencillo en la práctica no lo es tanto. La Ley de Sayre dice que cuánto menos está en juego más intenso se vuelve el conflicto, y estamos hablando de política a escala provincial en toda su plenitud. El proyecto de una Gran Caja Andaluza lleva arrastrándose casi diez años y el principal obstáculo que ha encontrado, aunque parezca imposible, es la rivalidad entre Málaga1 y Sevilla. De hecho, ahora mismo hay dos grandes proyectos de caja única, uno con sede en Sevilla (Cajasol) y otro con sede en Málaga1 (Unicaja), cada uno con su equipo de baloncesto.
Como no, el cura Castillejo se negó de plano a unirse a cualquier proyecto de "los rojos" (sic), negativa que hizo extensiva a todo el Cabildo catedralicio cordobés y que ha terminado con la pirotécnica explosión de su caja de ahorros. Porque cuándo se conocieron las intenciones de la Junta, el cura Castillejo se enzarzó en una memorable batalla con la entonces consejera de Economía de la Junta, Magdalena Álvarez (sí, esa) mientras que se convencía de que la única forma de que Cajasur se salvase de ser absorbida era "crecer". Y eso, en los años del boom, era meterse en tantos ladrillazos como fuera posible.
Cuándo todo el embolado enladrillado se vino abajo para nuestra desgracia, Cajasur se quedó con el culo al aire. La Junta se ofreció a pescar ese salmón boqueante, a través de la fusión con Unicaja, pero el salmón, en lugar de meterse en esa charca contaminada de marxismo (o al menos eso pensaba él) prefirió suicidarse tirándose barranco abajo.
Así pues, intervención por el Banco de España, lo que viene a ser una nacionalización al uso. Es decir, pagar con el dinero de todos los españoles el ataque inusitado de hubris del cura Castillejo y sus herederos.
Si toda ésta penosa historieta tiene alguna moraleja, señora, puede ser ésta: no ponga su dinero en manos de curas. Si Jesús dijo lo del César por algo sería.
Seguiremos informando.
1 En homenaje al gran Chiquito de la Calzada, léase como "MÁlagalabella"
4 comentarios:
Este Castillejos ¿no era el cura ese que ponía Losantos como ejemplo?
... y como ejemplo vale para muchas cosas, jajaja...
Plas Plas Plas, Cardenal, de nuevo se torna su lectura en un recomendabilismo remanso de cordura y saber...
Leo en Escolar.net que "la ruina de Cajasur de momento ya ha costado 523 millones de euros en dinero público. Una bagatela, apenas un tercio de lo que el Gobierno ha recortado a los pensionistas".
¿No hay un delito para lo que ha hecho esta gente?
Ja, ja, ja, ja... Genial esto último. Si por una casualidad un día le tienen que atizar un hachazo a alguien, luego diganle al juez que eso es una bagatela comparado con lo que hicieron Hitler o Pol Pot, y asunto concluido...
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