Sí, amigos, como es viernes y me he dejado el cerebro en casa, toca meterse con temas de actualidad pero pasmosamente necios.
Conociendo mis antecedentes, tendría que dedicarme a mi habitual tarea de azote de la clerigalla, hablando de la fiesta de cumpleaños del hermano del Papa (-¿qué quieres por tu cumpleaños, Georgi? -Oh, algo sencillo, sencillo... - ¿Qué tal un concierto de Mozart en la Capilla Sixtina? -Pues algo así estaría bien...¿pero, no será muy caro? -Ach, no te preocupes por eso, si eso ya le pasamos la factura a otro.")
O entonces, la delirante nota de prensa de la Conferencia Episcopal (ya una tradición por éstas fechas) condenando la "fiesta pagana" de Halloween e incentivando a los devotos papis a preferir en su lugar la festividad de Todos los Santos, porque, atención, "fomenta la vida y no la muerte". Porque, como todo el mundo sabe, ir a misa y luego pasarse la mañana en el cementerio con la familia es un plan alegre, divertido y lleno de vitalidad.
Pero no, hoy es el día en el que voy a ponerme filípico con otro asunto, para alegría de mis lectores fumboleros.
Entre las múltiples cosas que descubrí durante mis partidas de pub quiz de los lunes, aparece el fascinante programa-resumen-comentario de la League One, que, en un alarde de confusión típicamente británica, es la tercera división inglesa. Una hora entera de programa, dedicada a resumir y comentar las emocionantes peripecias de equipos como el Crewe Alexandra, el Yeovil Town o el imposible Scunthorpe United.
Una cosa que me fascina del fútbol inglés es que todos los equipos, incluidos los que vagan por la quinta división o así, siguen teniendo una sustancial masa (el sustantivo es correcto) de aficionados. Cierto es que, en Gran Bretaña, el fútbol como tal no es un deporte, sino una excusa para hacer otras cosas accesorias que a la población local parece divertirle, como insultar cantando a grito pelado, beber cerveza hasta caerse y apostar.
Pero aún así los ingleses, en general, están bastante más apegados a su equipo local que en España. Una cosa que, en mi opinión, se ve reforzada por el hecho de que el sistema de la FA Cup, la Copa de Inglaterra, no sólo obliga a los equipos a tomarse la competición en serio, sino que permite a cualquier equipucho que tenga un año mágico plantarse en Wembley y pelear por una plaza en competición europea.
Es por eso que considero una aberración y una cobardía que la Federación Española, más preocupada por las collejas que pueden darle los grandes clubes (que al fin y al cabo son los que ponen la pasta) que por el amor al fúmbo (lo que es realmente su trabajo) hayan acabado con los restos de un experimento que permitió a la Copa recuperar su verdadero lugar como generadora de matagigantes y arción.
Pero bueno, en el fúmbo, quién sabe jugar, juega; quién no sabe jugar, entrena; quién no sabe entrenar, anima, y quién no sabe hacer nada se convierte en directivo de la federación.
Seguiremos informando.
Conociendo mis antecedentes, tendría que dedicarme a mi habitual tarea de azote de la clerigalla, hablando de la fiesta de cumpleaños del hermano del Papa (-¿qué quieres por tu cumpleaños, Georgi? -Oh, algo sencillo, sencillo... - ¿Qué tal un concierto de Mozart en la Capilla Sixtina? -Pues algo así estaría bien...¿pero, no será muy caro? -Ach, no te preocupes por eso, si eso ya le pasamos la factura a otro.")
O entonces, la delirante nota de prensa de la Conferencia Episcopal (ya una tradición por éstas fechas) condenando la "fiesta pagana" de Halloween e incentivando a los devotos papis a preferir en su lugar la festividad de Todos los Santos, porque, atención, "fomenta la vida y no la muerte". Porque, como todo el mundo sabe, ir a misa y luego pasarse la mañana en el cementerio con la familia es un plan alegre, divertido y lleno de vitalidad.
Pero no, hoy es el día en el que voy a ponerme filípico con otro asunto, para alegría de mis lectores fumboleros.
Entre las múltiples cosas que descubrí durante mis partidas de pub quiz de los lunes, aparece el fascinante programa-resumen-comentario de la League One, que, en un alarde de confusión típicamente británica, es la tercera división inglesa. Una hora entera de programa, dedicada a resumir y comentar las emocionantes peripecias de equipos como el Crewe Alexandra, el Yeovil Town o el imposible Scunthorpe United.
Una cosa que me fascina del fútbol inglés es que todos los equipos, incluidos los que vagan por la quinta división o así, siguen teniendo una sustancial masa (el sustantivo es correcto) de aficionados. Cierto es que, en Gran Bretaña, el fútbol como tal no es un deporte, sino una excusa para hacer otras cosas accesorias que a la población local parece divertirle, como insultar cantando a grito pelado, beber cerveza hasta caerse y apostar.
Pero aún así los ingleses, en general, están bastante más apegados a su equipo local que en España. Una cosa que, en mi opinión, se ve reforzada por el hecho de que el sistema de la FA Cup, la Copa de Inglaterra, no sólo obliga a los equipos a tomarse la competición en serio, sino que permite a cualquier equipucho que tenga un año mágico plantarse en Wembley y pelear por una plaza en competición europea.
Es por eso que considero una aberración y una cobardía que la Federación Española, más preocupada por las collejas que pueden darle los grandes clubes (que al fin y al cabo son los que ponen la pasta) que por el amor al fúmbo (lo que es realmente su trabajo) hayan acabado con los restos de un experimento que permitió a la Copa recuperar su verdadero lugar como generadora de matagigantes y arción.
Pero bueno, en el fúmbo, quién sabe jugar, juega; quién no sabe jugar, entrena; quién no sabe entrenar, anima, y quién no sabe hacer nada se convierte en directivo de la federación.
Seguiremos informando.