Si yo convoco mañana un referéndum entre mis amigos y vecinos sobre si debo dejarme bigote o no, deben saber dos cosas: primero, que seré el líder más destacado de la campaña del NO, y segundo, que ese referéndum tendrá el mismo valor legal que el referéndum por la independencia en Arenys de Munt.
Si convocas un referéndum sobre la independencia de Cataluña en un pueblo de 8.000 habitantes en el que ocho de los trece concejales son independentistas, tienes la misma representatividad que si convocas un referéndum en un convento de clarisas sobre si es conveniente instituir una teocracia. Por supuesto que ha ganado el sí aplastantemente: votó quién se lo tomó como si fuera una votación de verdad. Y eso fue el 41% del censo.
Y a pesar de que todo ésto no ha sido más que una parranda independentista para terminar exultantemente el puente de la Diada, la derecha, naturalmente, se lo ha tomado como una agresión a la Constitución y a la convivencia, permitida, como no, por el gobierno antiespañol de Zapatero, etcétera, etcétera. El resultado, como no, ha sido publicidad gratis para el alcalde de Arenys y el independentismo - que supongo que era la intención inicial.
Lo sensato por parte de cualquier partido político parlamentario hubiese sido calurosamente ignorar la verbena referendaria esa. Tomárnosla como lo que fue, a saber, una fiesta mayor en loor y gloria de la estelada, con la representatividad política de una calçotada.
Pero ya que no lo hemos hecho, ¿por qué insistimos siempre en negar la mayor? ¿Por qué no empezamos a plantearnos el asunto como que hay que convencer a los catalanes (sustitúyase, en su caso, por cualquier independentismo con aspiraciones) que están mejor en España que fuera de ella (cosa que, por lo demás, no es nada difícil) en lugar de saltar como ranas enloquecidas gritando que no pueden hacer eso?
El arma más efectiva para acabar con el independentismo quebequense fue dejarles convocar dos referéndums y que perdieran ambos. Si hay duda sobre la voluntad popular, siempre habrá alguien dispuesto a explotarla en su beneficio.
Habría que ver como reaccionarían si les explota un "no" en plena cara.
Seguiremos informando.
Si convocas un referéndum sobre la independencia de Cataluña en un pueblo de 8.000 habitantes en el que ocho de los trece concejales son independentistas, tienes la misma representatividad que si convocas un referéndum en un convento de clarisas sobre si es conveniente instituir una teocracia. Por supuesto que ha ganado el sí aplastantemente: votó quién se lo tomó como si fuera una votación de verdad. Y eso fue el 41% del censo.
Y a pesar de que todo ésto no ha sido más que una parranda independentista para terminar exultantemente el puente de la Diada, la derecha, naturalmente, se lo ha tomado como una agresión a la Constitución y a la convivencia, permitida, como no, por el gobierno antiespañol de Zapatero, etcétera, etcétera. El resultado, como no, ha sido publicidad gratis para el alcalde de Arenys y el independentismo - que supongo que era la intención inicial.
Lo sensato por parte de cualquier partido político parlamentario hubiese sido calurosamente ignorar la verbena referendaria esa. Tomárnosla como lo que fue, a saber, una fiesta mayor en loor y gloria de la estelada, con la representatividad política de una calçotada.
Pero ya que no lo hemos hecho, ¿por qué insistimos siempre en negar la mayor? ¿Por qué no empezamos a plantearnos el asunto como que hay que convencer a los catalanes (sustitúyase, en su caso, por cualquier independentismo con aspiraciones) que están mejor en España que fuera de ella (cosa que, por lo demás, no es nada difícil) en lugar de saltar como ranas enloquecidas gritando que no pueden hacer eso?
El arma más efectiva para acabar con el independentismo quebequense fue dejarles convocar dos referéndums y que perdieran ambos. Si hay duda sobre la voluntad popular, siempre habrá alguien dispuesto a explotarla en su beneficio.
Habría que ver como reaccionarían si les explota un "no" en plena cara.
Seguiremos informando.
1 comentario:
Bueno, y si ya la alternativa a votar por el independentismo en el referéndum de chichinabo este, es un autobús de falangistas pegando los gritos de costumbre, pues para de contar. ¿Esas son las "opciones"?
Valiente bobada. Por parte de todos. Por lo menos se tomarían unas cañas al acabar la performance.
Y en otro orden de cosas. ¡¡Bigote, sí!!
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