jueves, 29 de enero de 2009

¡Yugoslavos con tubas!





El 16 de marzo, en el Circo Price. Cuarenta y cinco leuros, pero palabrita del Niño Jesús que los valen, todos y cada uno de ellos. Allí me encontrarán.

Seguiremos informando.

miércoles, 28 de enero de 2009

Igualito a sus papás

El Tribunal Supremo ha resuelto que no es posible objetar a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Así mismo dice que la asignatura, cito, "no alcanza a lesionar el derecho fundamental de los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones".

Por supuesto, los amables papás carcatólicos detrás de la iniciativa de objetar Ciudadanía ("objeción" de la que ya me cachondeé tiempo atrás) no se rinden, e irán al Tribunal Constitucional a perder aún más el tiempo, tanto el suyo como el de los jueces del TC.

¿Hasta qué punto llega el fanatismo de una persona para hacerle capaz de privar a sus hijos de recibir una educación? ¿Hasta qué punto es responsable un padre o una madre capaces de poner en evidencia a sus hijos ante sus compañeros, de arrastrarse por tribunal tras tribunal, por imponer que la única institución capaz de adoctrinar a sus hijos sea la Iglesia católica?

Insisto: no soy pedagogo, pero a mi entender, el objetivo último de la educación básica obligatoria es confrontar a un niño con la realidad de nuestro mundo y, en la medida de lo posible, explicarla, con el fin de que, al final del proceso, pueda pensar por su cuenta de forma racional.

Y una vez más: Educación para la Ciudadanía es una asignatura dedicada específicamente a explicar algo que no es precisamente fácil de entender: la sociedad española tal y como la definen la Constitución y las leyes, con sus valores culturales, jurídicos y, sí, religiosos.

El problema es que hay gente, bastante gente, que es incapaz de aceptar que vivimos en una sociedad donde la religión no es una prioridad, donde hay gente de toda clase, raza y religión, donde todo el mundo puede formar una familia, donde el pecado no está jurídicamente tipificado.

Y, peor: no contentos con la estupidez de tener los ojos cerrados ante el mundo y el siglo en el que vivimos, cometen la crueldad de querer cerrar los ojos a sus propios hijos, y encima tener el descaro y la desfachatez de querer que la ley les ampare.

Y luego está la inefable lucha a muerte por la inmersión lingüistica: por un lado los cucufates, aquellos padres que defienden a capa y espada el "derecho" de que los delicados oídos de sus hijos no estén expuestos a ese disolvente dialecto que es el catalán; y por otro los trabucaires, que no quieren que sus hijos lean otra cosa que a mosén Cinto y el "Avui", que no escuchen otra música que la Cobla Sardanista de Igualada y Pi de la Serra, y que no vean otro canal que TV3. Son un centenar escaso en cada uno de los lados, pero la guerra que dan.

No, mire. Una persona, con respecto a sus hijos, no tiene derechos: tiene obligaciones. Y de todas las obligaciones, la más importante, sin duda, es ayudar a que piensen por su cuenta. Si eso implica que se puedan poner en contra de uno, sea: ha pasado desde siempre. Pero lo que no se puede tolerar de ninguna de las maneras es un nucleolo de fanáticos engendrando más fanáticos.

No mientras creamos en la libertad y en la democracia.

Seguiremos informando.

lunes, 26 de enero de 2009

Los preconciliares

Juan XXIII era un papa majo. A mí me ganó con la frase "cuándo era nuncio en París, vi más senos que santos" lo que dejaba claro cuáles eran las prioridades de Su Santidad. En todo caso, el papa Roncalli, del que se esperaba que no hiciera nada salvo tocarse la barriga y sonreír, convocó el Concilio Vaticano II, que llevó a la Iglesia Católica hasta mediados del siglo XX (imagínense dónde estaba antes), y, lo que es más importante para nosotros, acabó con el sustento vaticano del nacionalcatolicismo. Su sucesor, Pablo VI, también se dedicó a poner al día a la Iglesia Católica, con resultados mixtos.

Ya entonces, había sectores de la Iglesia católica que se preguntaban por qué tanto alboroto con lo bien que se vive en la caverna. No sólo se trataba de los obispos hispanos, que se preguntaban en voz más o menos alta si el papa era comunista (acuérdense del cura argentino de Martínez el Facha); en casi todas partes surgían nucleolos de viejunos purpurados alzándose con las voces subversivas que venían de Roma. En Brasil, varias encíclicas papales fueron censuradas, cuándo no incautadas por la policía, para regodeo de humoristas como Stanislaw Ponte Preta. Y así por todas partes.

Pronto ésta muchachada empezó a organizarse, formando "comunidades de fe". El más visible de los tradicionalistas era el antiguo arzobispo de Dakar, Marcel Lefebvre. Organizó una congregación, la Sociedad de San Pío X (en homenaje a un papa anti-liberal y anti-modernista que, además, era un gran amante del vino Mariani, fortificado con cocaína) y se fue peleando cada vez más con el Vaticano. La llegada del Papa Polaco mejoró un poco las cosas, pero había cosas que hasta el Wojtyla era incapaz de tolerar y, en 1988, Lefebvre dio el paso, consagrando a cuatro obispos (todos ellos gente sana y deportista, tipo negacionistas del Holocausto) sin la autorización de Roma. Esto les granjeó la excomunión a los cinco, y allí se quedó más o menos la cosa...

...hasta ahora. Como férreo conservador en un mundo de liberales barbudos (el mundo universitario alemán) Ratzinger Z ya tuvo sus reservas en pleno Concilio Vaticano II; el Papa Polaco, ansioso por purgar la Iglesia de "comunismo", le nombró Inquisidor General, donde tuvo el placer de excomulgar a su archirrival en la Universidad de Tubinga, Hans Küng (¿de qué sirve el poder si no puedes joder la vida a tus enemigos?), y, una vez en el Papado, Ratzi no ha tenido tapujo alguno: la Iglesia es una religión, no una institución; el cambio social debe ser combatido y no canalizado; y los únicos valores que cuentan son los del Catecismo: todo lo demás está condenado.

En consecuencia, aturde pero no sorprende que el papa haya levantado la excomunión a los cuatro obispos de marras: la Fe católica está en guerra con el mundo, y cuántos más soldados tenga, mejor.

Y va siendo hora de que el mundo responda.

Seguiremos informando.

Otra de espías

Una breve: un artículo de Jesús Maraña en el Público de ésta mañana pide más implicación del PSM en general y de Tomás Gómez en particular para sacar petróleo del (ésta vez sí) Espegate.

Siento estar en desacuerdo. La línea habitual de éste blog, como sabrán los que me leen a menudo, es echar sapos y culebras de la actual dirección del Partido Socialista de Madrid por su cotidiana devoción a Nuestra Señora de la Perpetua Inacción, pero es reprochable la inacción cuándo se trata de cosas importantes, como, por ejemplo, sanidad y educación, y mira que hay donde rascar.

Pero, echar un cuarto a espadas ¿por ésto? ¿Por la lucha entre Mortadelos y Anacletos para ver quién es el espía más cuñao? Una implicación del PSM en éste asunto es maná del cielo para el bigotismo, que ya tendría dónde lanzar las piedras que gastan arrojándoselas los unos a los otros. Por una vez, estoy con Tomás Gómez: que se maten.

Seguiremos informando.

jueves, 22 de enero de 2009

Una de espías

Adivina adivinanza: Díganme el nombre de una persona de ideología fervientemente conservadora, que a pesar de (o quizás precisamente por) ser famosa por hacerles abundantes perreridas a sus rivales políticos, tanto dentro como fuera de su partido, era abrumadoramente popular, humillando a la oposición en las elecciones. Sin embargo, ese poder y esa popularidad se le subieron a la cabeza y, sumando la paranoia a la hubris, creó un sistema para espiar a sus rivales políticos, con el fin de encontrar informaciones que pudieran comprometerles.

¿Alguna idea? Dejen que les oriente gráficamente:


Es tópico ya comparar todo escándalo político a Watergate pero es que ésto ya es de traca.

Todavía no hay nada consistente, y recordemos que la información viene del más gallardonista de los diarios capitalinos, es decir, El País. ¿Pero creen que alguien va a dimitir aquí? ¿Que alguien se va a hacer responsable? No, mes amis, negarlo todo y echarle la culpa a Zapatero, que quiere distraer nuestra atención de la crisis. Las pruebas pueden buscarse, las pruebas pueden estar, pero la desvergüenza de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, su abuso de poder, su total y absoluto desinterés por los problemas de los ciudadanos de la región, su transformación, lenta pero completa, de un órgano de gobierno hasta un instrumento cuyo objetivo único y exclusivo es satisfacer las ambiciones de poder de Esperanza Aguirre Gil de Biedma, seguirán.

Y seguirán hasta que los madrileños y las madrileñas se den cuenta de una puñetera vez de la clase de canalla que ocupa los salones y despachos de la Puerta del Sol. ¿Lo harán? La respuesta me desespera.

Seguiremos informando.


martes, 20 de enero de 2009

Colguémonos medallas

Hablaba con el Gentleman de una campaña para dar el Premio Príncipe de Asturias a Carlos Giménez. Y le comentaba, tristemente, que por mucho que tanto él, yo y muchos otros consideremos al señor Giménez un genio (soy fan del estilo realista en la historieta, lo siento) será imposible que le den el Príncipe de Asturias porque el Príncipe de Asturias no es más que una maniobra de marketing de nuestra Casa Real para pillar al famoso que esté de moda en el momento y hacerle una foto con el Kronprinz y su Barbie filantrópica.

Por si fuera poco, cada uno de los ocho premios viene acompañado, aparte de por la estatuilla de Miró, por 50.000 (cincuenta mil) euros españoles del ala. Mientras, la Reina de Inglaterra nombra Caballero del Imperio Británico a cualquier cretino por cero libras y cero peniques (bueno, más lo que cueste hacer la medalla) y obtiene más y mejor repercusión mediática.

España necesita mejorar su sistema de honores civiles. Debe de haber un punto intermedio entre los marquesados que el Carlangas reparte generosamente entre los ex-presidentes (suerte que Felipe dijo que no, así Aznar no puede hacerse con uno por pura tirria) y la simple palmadita en la espalda.

En España hay muchas condecoraciones civiles. Demasiadas, a mi entender. Hay tantas y tan parecidas entre sí, que normalmente el único medio de comunicación que las noticia es el BOE. Y, por si fuera poco, son de tan amplio espectro que no me extrañaría que el difunto Saddam Hussein tuviera una o dos.

Así pues, Ruina Imponente va a contribuir con su granito de anís para la mejora del sistema español de condecoraciones.

Debemos tener cuatro órdenes civiles diferentes:

  • La primera, y la más prestigiosa, deberá ser la buena: otorgada a aquellos españoles y españolas que hayan contribuido con su esfuerzo y trabajo al progreso de la Humanidad y al prestigio de España en el mundo. Podríamos llamarla la Orden de España. Estaría dividida en tres grados: Caballero o Dama (con Insignia) Comendador o Comendadora (con Medalla) y Maestre o Maestresa (con Collar). Debe ser entregada con suficiente largueza como para ser deseable y con la suficiente restricción como para no ser irrelevante. Por supuesto, siempre se entra con grado de Caballero o Dama; para subir en la Orden harán falta más méritos. El Rey (o, en su futuro y deseable caso, el Presidente de la República) nombra a los Caballeros o Damas por recomendación del Consejo de Ministros. La Orden está reservada para ciudadanos españoles; en casos absolutamente extraordinarios, puede otorgarse a extranjeros. Sus colores serán el rojo y el amarillo.
  • La segunda, menos prestigiosa, deberá ser la obvia: entregada a los ministros al terminar su mandato, a los funcionarios por tiempo de servicio, a los jueces del Supremo y del Constitucional, en fin, a todo aquél que haya contribuido tanto cuantitativa como cualitativamente al funcionamiento del engranaje del Estado. Podríamos llamarla la Orden de la Constitución, dividida igualmente en tres grados. Su color sería el verde.
  • La tercera, aún menos prestigiosa, sería la Medalla del Mérito, a otorgar por un único hecho memorable: salvar a niños de un incendio, ganar el Mundial de fúmbo, etcétera, etcétera. Sólo tendría un grado: una medallita plateada.
  • La cuarta es la que entregar a líderes extranjeros de visita o a gente famosa a la que queremos hacerle la pelota: el nombre técnico es "otorgada a aquellos ciudadanos o ciudadanas que hayan contribuido con su esfuerzo y trabajo al progreso de España y de la Humanidad y que hayan demostrado su consideración y aprecio por España y sus ciudadanos." Un buen nombre sería Orden de las Columnas de Hércules. Su color sería el azul.
Colguémonos, pues, medallas, y colguémoselas a todo el que se lo merezca. Y empecemos por Carlos Giménez.

Seguiremos informando.

Obama en las alturas

Bueno, señora, y yo que iba tan bien a camino de los más de veinte artículos en enero. Creo que sólo un mes me he pasado de los veinte artículos, y eso porque hubo elecciones generales y tuve uno de éstos síncopes pseudorrománticos que solo me pasan a mí. En fin, he vuelto a pasarme una semana sin escribir, y ante ésto solo puedo decir, para desesperación de mis lectores, que es mi blog y me lo follo cuándo quiero. Y dado que con ésto se van mis esperanzas de convertirme en una figura relevante en la blogosfera hispana, vamos con lo que vamos.

A las diez de la mañana, hora oficial del Este, quicir, a las cuatro de la tarde hora hispana, empezarán las ceremonias en las que Barack Hussein Obama jurará su cargo como Presidente de los Estados Unidos. A éstas alturas del campeonato debe quedar claro para todo el mundo que lo único que se debe esperar del nuevo presidente es que tenga capacidad de pensamiento abstracto.

La historia recordará a George W. Bush como (esperemos) el último presidente de los Estados Unidos que gobernó única y exclusivamente basado en unos principios ideológicos inamovibles. Obama, por mucho "Yes, we can" y "El triunfo de la esperanza" que proclame, es, por encima de todo, un pragmático, una persona que es suficientemente realista con el mundo que le rodea como para poner a un perro viejo (con perdón) de la política como Hillary Rodham, señora de Clinton, en la secretaría de Estado.

Y como yo siempre he admirado a los pragmáticos, no tengo más que decir que amén. Y aleluya.

En todo caso, no se piensen que George Bush se va sin admirador alguno. Estoy convencido que en Prishtina se nombrará una calle en su honor. Supongo que, hasta éste verano, también tenía un hueco reservado en Tbilisi, pero creo que ya no.

El debate que la victoria de Obama ha despertado debe llegar lo antes posible al conservadurismo español. El movimiento neocon ha muerto porque la realidad tiene la puñetera costumbre de ser de izquierdas; y uno no puede dejar que una fanática como Esperanza Aguirre, capaz de vender a su madre si así consta en algún libro de Friedrich Hayek, tenga aún más poder para joder a los ciudadanos. Pero me estoy desviando del tema.

Barack Obama es inteligente, articulado y, sobre todo, sabe lo que quiere. Va a ser tremendamente duro: para él, y para todos. Y desde aquí, no podemos sino desearle suerte.

La necesitará.

Seguiremos informando.

martes, 13 de enero de 2009

Ham Watch (I): Call to arms

¿Se acuerdan de John? El grupo de réprobos con el que lo obtuve de botín ha vuelto a las andadas en busca de otras cuatro piezas de cerdo (de ésta vez pretendemos llamarlas como los Rolling Stones, y, como soy un aburrido, la mía se va a llamar Charlie Watts) y ha iniciado su participación en el torneo de pub quiz del Irish Rover, torneo éste que empezó el día de ayer.

En el anterior torneo, siempre que la alineación completa de Trío Calaveras & The Lady salió al campo, nos llevamos la victoria (y el bote) a casa. Probablemente mis compañeros no compartan mi opinión (y en consecuencia procedan a agredirme con objetos romos y contundentes cuándo vuelvan a verme) pero para mí eso es un problema.

Soy un tipo muy competitivo: necesito ación (sic), y por mucho que me guste ganar, ganar por once puntos (cuándo el máximo que se puede obtener en una partida son 64) me parece una sobrada y me da incluso hasta un poco de vergüenza. Cierto es que faltaban nuestros principales rivales del año pasado, que cuándo vuelvan nos harán pasar malos ratos; pero aún así, por lo menos yo necesito ación y aventura.

Apúntense. Formen un equipo, hágannos complicada la vida. Puede que no ganen (de hecho, ejem, lo más probable es que no lo hagan) pero se divertirán y nos divertirán. No necesitamos sparrings; de hecho, éstos ya vienen solos. Necesitamos equipos competitivos que den ación y emoción.

Pásense un lunes a las nueve; y vean qué pueden hacer contra nosotros.

Seguiremos informando.

lunes, 12 de enero de 2009

Y con éste acento parezco extranjero

Ah, Iberia. Las líneas aéreas de España. El tiempo que estuve trabajando de teleoperador en su servicio de atención al cliente (léase, reclamaciones) fue estresante pero divertidísimo: por simple herencia familiar, siempre me molaron los aviones y sus cosas, y como siempre pasaba algo, era muy, muy interesante. En esos tres meses perdí diez kilos (aún no sé como, pero quisiera repetir), fui pasmosamente acollejado por una cretina por la que perdí los sesos (estaba buenísima, pero la mala suerte fue que ella también lo sabía) y me hice inmune al insulto.

En todo caso, la crisis aérea de éstos días me ha hecho recordar aquél verano, en el que me di cuenta de una cosa, por otra parte obvia: si Iberia ha conseguido ser una de las pocas compañías aéreas que sigue teniendo beneficios con la que ha caído y sigue cayendo, es por dos motivos: primero, por su todavía exitosa "estrategia de expansión latinoamericana", que puede resumirse en la frase: "compra líneas aéreas en Sudamérica, húndelas y quédate con sus muy rentables rutas" y, segundo, e indudablemente más importante, porque trata descaradamente mal a todo el que puede: empleados y pasajeros por igual. Y es que es una cuestión de supervivencia: las empresas que han tratado con atención y respeto a sus pasajeros han quebrado; ¿por qué tendría Iberia que hacer lo mismo? Así pues, si los pilotos deciden que es su derecho joder a Iberia, Iberia no tiene ningún problema en traspasar la mierda a sus clientes y pasajeros para que se la coman ellos solitos. Ah, por cierto: quién crea que ésto tiene algún valor, se equivoca.

Por otra parte los controladores aéreos, aprovechando el privilegio que tienen aquellos que son pocos pero pueden joder la vida a muchos, ante los planes de Aena de quitarles horas extra para sustituirlas por más controladores, también han empezado a complicar aún más la vida a los ciudadanos volantes.

Y, por si fuera poco, nieva en Madrid como nunca lo ha hecho en los 23 años y medio que llevo viviendo en éste país de Dios.

Como es natural, todo ésto ha sido argumento suficiente para iniciar una nueva sesión del deporte favorito de la prensa y público españoles: meterse salvajemente con la ministra de Fomento.

No voy a decir que Magdalena Álvarez sea una buena ministra. Es, sin lugar a dudas, una ministra mediocre, pero en el sentido de que no ha hecho nada para que la pongan en un pedestal. En todo caso, parece que mucha gente le tiene especial afición a escupirle verbalmente a la cara. Una de ellas es mi señora madre, que la semana pasada, tras una violenta diatriba contra la pobre señora, reconoció que tampoco era para tanto. La conversación terminó con una frase de mi parte: "seguro que si no hablase con acento andaluz no se meterían tanto con ella".

¿Y no es que una diputada del PP me ha dado la razón?

La culpa de ésto lo tiene el hecho de que, por adscripción cultural perpetuada en dos siglos de literatura y medios de comunicación, en el imaginario regional de los españoles el andaluz es saleroso y necio. El que lleve consigo un acento andaluz tiene que enfrentarse a los trabajos de Hércules para que el resto del país le tome en serio y no le considere el tercero de los Morancos. Las cosas empeoran, naturalmente, si se es mujer: el espectro de la Juani de Médico de Familia ronda tras cada esquina. Si una es mujer, andaluza y ministra las críticas le llegarán salvajes y casi gratis en el momento en el que cometa el más mínimo error. Que se lo digan a Bibiana Aído. O, cambiando de lado, a Celia Villalobos.

En todo caso, nada exime a la ministra de sus responsabilidades, si las hubiere. El problema es que, siendo un blanco fácil, la ministra se lleva lo que no le corresponde muy fácilmente. Nada más cerca de que el hecho de que Espe, la Espe, haya pedido su dimisión por el caos circulatorio en Madrid el viernes, tras la nevada. Seguro que el hecho de que dos tercios de los madrileños no lleven cadenas en el coche no tiene nada que ver. Ha sido ella.

Seguiremos informando.

Días de Cine: "Me llamo Harvey Milk"

Habiendo quedado en la plaza de los Cubos para ir al cine con un grupúsculo de gente, dieron las diez y cuarto (faltando media hora para la película) y allí sólo estábamos mi maestro el Metalero y yo. Empezamos nuestra conversación analizando nuestra situación: dos tíos, uno de ellos, por si fuera poco, llevando un libro de Burroughs bajo el brazo, que van a ver una peli de temática activista homosexual; todo ésto a pesar de ser estrictamente heterosexuales. Nos miramos y coincidimos: That's gay.

En todo caso, ninguno de nuestros planes para aquella noche, planes éstos que en todo caso incluían (buena) compañía femenina, nos salió bien. Pero eso es otra historia que ya nos explicarán a su debido tiempo. Vamos a la película.

Yo partía con ventaja: en una de éstas aburridas tardes que uno tiene cuándo es un universitario desempleado que vive donde Cristo perdió el walkman (long time ago) vi por uno de éstos variopintos canales temáticos el documental de 1984 Los tiempos de Harvey Milk. Los propios autores reconocen en los títulos de crédito que Mi nombre es Harvey Milk no es más que la dramatización de los hechos que ocurren en el documental. Así pues, como biopic es tremendamente fiel.

Y es que "fiel" es lo mejor que se le puede decir: una peli hagiográfica, como era de esperar, técnicamente correcta, con interpretaciones más que razonables (Sean Penn, sobre todo). Decía al Metalero que me encantan las pelis de activismos que salen bien, y ésta es una de ellas.

En todo caso, si pueden (que supongo que no, a no ser que sepan inglés) vean el documental. También está muy bien. Y sin Diego Luna.

Seguiremos informando.

viernes, 9 de enero de 2009

¿Y qué querían?

Exultante está la prensa de derechas ante los tres millones de parados: por fin la tan deseada analogía con Felipe González que les da esperanzas de volver a poner a un mediocre y provinciano funcionario en el Palacio de la Moncloa. Incluso El Mundo, en consonancia con la absoluta ausencia de humanidad de su consejo editorial, hasta pone en portada un divertido mural, al estilo de los niños de San Ildefonso, en el cuál una fila de parados sostiene la cifra nefasta.

En fin, qué decir. Nunca habíamos tenido tres millones de parados, pero por otra parte nuestra población activa nunca había superado los 28 millones de personas. En todo caso, no nos engañemos, tenemos lo que hemos construido.

No hay nadie que haya negado todavía que la recuperación de la recesión de 1992-93 ha sido construida, en gran parte, sobre empleo precario: empleo flexible, como dice la patronal, empleo basura, como dicen los sindicatos. En todo caso, un sector servicios (y la construcción) basado en la temporalidad y en la precariedad: sí, tres millones de empleos, pero que pueden desaparecer tan deprisa o más que pueden aparecer.

¿Puede empeorar? Por supuesto que puede, y lo hará. Lo poco que queda de nuestro sector industrial va a cerrar, yéndose a Bulgaria o a China. Y es más, la recesión está haciendo que los españoles estén haciendo lo que no habían hecho desde hace cuarenta años: ahorrar dinero. Las cosas pintan muy mal.

¿Y el Gobierno? Ah, el Gobierno. ¿Qué rayos puede hacer el Gobierno? Las crisis globales son olas. No puedes esquivarlas: o las montas o te hundes. El Gobierno de España está montando la ola con un solo pie y haciendo malabares con guisantes. Aunque no lo parezca, el Gobierno está haciendo lo que debe, que es lo poco que puede hacer: pero todo el mundo está tan seguro de que nos vamos a caer que seguimos sin reconocer el hecho de que seguimos en pie.

Seguiremos informando.

jueves, 8 de enero de 2009

El grifo y los tubos

Antes de nada, ésto: hay que recordarle al señor ex-presidente del Gobierno que su propia elección también fue de un exotismo histórico. Nunca desde la Transición los españoles habían elegido democráticamente a un señor con bigote, por ejemplo. Las declaraciones de Bigotus Máximus ponen en entredicho, aparte de la cordura y sensatez del personaje (que ya venían tocadas de antes), la fiabilidad de las medidas propuestas por la FAES contra la inflación: qué van a decirnos, que cada vez que habla su presidente, sube el pan.

En fin, a lo nuestro: vamos a intentar explicar un poco lo de la crisis del gas. Tras la caída de la Unión Soviética los ricos recursos naturales rusos pudieron entrar en los mercados internacionales, proporcionando enormes cantidades de dinero a una oligarquía que hoy, domada y mimada por la mano de hierro del KGB (uy, perdón, FSB) gobierna Rusia. La cuestión es que para exportar el gas ruso a Europa Occidental (que es la que pone la pasta) hacen falta canalizaciones, y la mayoría de ellas (por una simple cuestión geográfica) atraviesa Ucrania.

Y los ucranianos, aprovechándose de que los rusos necesitaban pasar su gas por su puerta, han aprovechado, desde siempre, para llevarse lo que pudiesen, sin pagar, naturalmente. En los caóticos tiempos del pos-colapso, el mecanismo era sencillo: los ucranianos se llevan algo de gas, los rusos cortan el grifo, los ucranianos pagan un poco de la deuda (pero no toda) en el papel de periódico que era la moneda local por aquél entonces, el grifo se vuelve a abrir y vuelta a empezar.

Por aquél entonces, los rusos tenían motivos para hacer que los ucranianos simpatizasen con ellos. Para empezar, aún se tenía la tenue esperanza de que los ucranianos, como los bielorrusos y otra gente que no odia de primeras a los rusos (como sí lo hacen los letones o los georgianos, por ejemplo) volviesen al redil pos-soviético a través de la CIS. Por otra parte, la importantísima flota del Mar Negro, tanto la de la nueva Marina Rusa como la de la nueva Marina Ucraniana, estaba toda ella en el mismo sitio: Sebastopol, que aunque no lo parezca (porque es rusísisima, como el resto de Crimea) está en Ucrania.

Así pues, Rusia y Ucrania acordaron que, directamente, Ucrania no compraría gas ruso: a cambio de que el resto fluyese a Europa Occidental y al dinero tranquilamente, los ucranianos se podrían llevar una parte del gas. En 2001 se resolvió el tema de la deuda, tranquilamente. Eran los tiempos en los que, a cambio de comer en la mano del Kremlin, el gobierno ucraniano se dedicaba a robar alegremente todo lo que podía cargar. En Moscú, al nuevo presidente Vladimir Vladimirovich Putin, esa componenda le parecía más que satisfactoria.

Hasta que en 2005, se produjo la Revolución Naranja: el gobierno pro-ruso, tras un fraude electoral excesivamente descarado, fue echado a patadas del palacio presidencial y sustituido por un gobierno pro-occidental. Obviamente, Vladimir Vladimirovich was not amused, y tras una breve llamada de teléfono al oligarca de guardia, le llegó un amable mensajito al nuevo gobierno ucraniano: si queréis ser occidentales, tenéis que pagar por el gas el precio que pagan los occidentales, a saber, el doble de lo que pagaban entonces.

Hay un detalle que complica éste asunto: Ucrania, como el resto de países del ex-imperio soviético, consume combustibles fósiles mucho y mal. La industria pesada sigue utilizando gas como si fuese propiedad del Soviet, y, como en el resto de la ex-URSS (y Finlandia) la calefacción doméstica, en lugar de ser individual o centralizada por bloque, es centralizada por barrio: el agua caliente se produce en una única central distrital y distribuida a través de cañerías. Técnicamente el método es más eficiente energéticamente, pero si estamos hablando de cañerías soviéticas y 30º bajo cero en invierno, llegamos a la situación que se encuentra (redoble de tambores a la espera de la über-frikada) Hober Mallow en su primer viaje a Siwenna (¡toma ya!)

El conflicto desde entonces viene dado por dos factores: los rusos piden por el gas el precio que quieren, y los ucranianos pagan lo que quieren por el gas; las deudas se acumulan regularmente, los ucranianos se niegan a pagar o pagan a medias, en fin, los unos y los otros se meten el dedo en el ojo regularmente por el placer que proporciona meterle el dedo en el ojo a un ucraniano o a un ruso, respectivamente.

El problema es que la tubería sigue pasando por Ucrania. Uno no puede cortarle el gas a Ucrania sin dejar sin gas a otros quince países, en los que, sin excepción, sigue siendo el enero más frío desde hace décadas. Y es precisamente eso lo que han hecho los rusos. Qué humorada.

¿Qué va a pasar? Pues no lo sé. Los ucranianos probablemente pedirán a la UE un crédito para pagar el gas, idea que será calurosamente (no pun intended) acogida por los 90 millones de ciudadanos comunitarios que tienen el gas racionado desde ya mismo.

Hasta que vuelva a pasar otra de éstas o el Kremlin cumpla su objetivo y ponga en Ucrania un gobierno amigo. Lo que pase primero.

Seguiremos informando.


miércoles, 7 de enero de 2009

Varios premios

El segundo premio del sorteo del Niño de ayer ha caído íntegramente en la administración nº 2 de Llodio, localidad que recuerdo por dos cosas: por nunca acordarme si está en Álava o en Vizcaya (está en Álava) y por ser la localidad natal del presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, alias lehendakari, Juanjo Ibarretxe. Habrá que preguntarle al lehendakari si le ha tocado algo, pero visto que ya estamos en campaña electoral (y llevamos ya siete meses) dudo que quiera reconocer que el Estado español le va a dar pasta.

Sí, amigos, las elecciones vascas ya tienen fecha: maravillas de las autonomías históricas, que ponen las elecciones en el día que más les conviene. Éstas elecciones parece que por fin van a ser las del PSE, pero como ya he dicho con anterioridad, sólo lo serán si se mantienen pulsando constantemente la tecla de un hecho incontestable: tras treinta años (repito, treinta años) de gobierno del PNV, los vascos ya están cansados y necesitan un cambio; además, los vascos necesitan de un gobierno que se ocupe de los problemas de los ciudadanos (paro, sanidad, vivienda, transporte) y no se pasen el día hinchando la cabeza de la gente con lo mismo: que qué es un vasco, que si puede decidir su futuro o no, que si Euskadi es uno o trino y otras paparruchas del mismo calibre.

Es indudablemente complicado, porque ya han aparecido los cretinos de siempre a dar su opinión a bombazos. Sigo pensando que volver a permitir la representación política a ésta gente es indispensable por coherencia democrática y para dejarles sin excusas, y todavía me tienen que demostrar que el debilitamiento de ETA viene directamente de la ilegalización del aparato político y no es un post hoc ergo propter hoc. (Si no entienden ésto último, vean El Ala Oeste de la Casa Blanca. Y si lo entienden, también, coño.) En todo caso, es indudable que, como siempre, los criminales éstos nos van a dar la vara durante todas las elecciones, llevándolas al terreno donde Ibarretxe está más conforteibol. En la medida de lo posible, el PSE debe evitarlo.

¿Y los demás? Eusko Alkartasuna es un chiste, Esker Batua aún no sabe muy bien a dónde va y qué quiere, y Aralar puede dar la campanada (y como ya dije antes, no me parece mal)

¿Y el bigotismo? Ah, el bigotismo. Lo de "Hola, soy Antonio Basagoiti y quiero ser lehendakari", con la que está cayendo, tiene la misma verosimilitud y realismo que "Hola, soy Thiago Ferrer y quiero salir con Keira Knightley". En un intento desesperado de librarse de la imagen de partido anti-vasco (es que tiene huevos pedir a los vascos que te voten si desde Madrid están diciendo a diario que los vascos son terroristas desleales), Rajoy ha convertido al PPdelPV en un partido gelatina, blandico, al que, naturalmente, le van a pasar por encima.

Y para evitar que alguien se vaya de la lengua, el PP ha preparado confortables sinecuras al cementerio de elefantes del viejo PP frentista. Jaime Mayor Oreja va a seguir calentando sillón en Estrasburgo, mientras que Aznar se ha ocupado de María San Gil, dándole un trabajito de ocho a tres en la FAES.

Me preguntaba anteayer, conversando con mi estimado amigo Hidalgo, sobre las posibilidades de que UPD presente candidatos a las elecciones vascas. Yo veía la posibilidad de una sorpresa de última hora, pero Carlos me convenció de que si el PP es relativamente anti-vasco, UPD es absolutamente anti-vasco, y que si ya de por sí completar la lista va a ser chungo, conseguir que alguien la vote es como solicitar que alguien vote a Samuel Eto'o para presidente del Madrid.

El que se ha fastidiado es Emilio Pérez Touriño, un señor que ha conseguido una proeza considerable: formar un gobierno de coalición de primeras y que éste no meta demasiado la pata. Y en lugar de hablar de eso, el telediario irá de euskaldunidades intrínsecas. Qué pena.

Seguiremos informando.


lunes, 5 de enero de 2009

Stripping Gaza

Bueno, pues aquí empieza el tercer año de operaciones de Ruina Imponente. A todos ustedes, feliz año 98 de la era Juche, o, para los que no tienen la suerte de vivir bajo la férula de Kim, feliz 2009.

¿Al grano, no? Como ya dijimos desde aquí el año pasado, la operación militar de Gaza tiene el objetivo claro y manifiesto de demostrar que Tzipi Livni es una macho-woman (al menos más macho que Benjamín Netanyahu) que no se lleva cohetes Kassam a casa. El hecho de que para demostrar tal hecho haya que movilizar al que es, posiblemente, el ejército mejor armado del mundo para matar a, por ahora, más de medio centenar de personas, muchas de ellas niños, muestra el grado de degradación de los valores morales sobre los que se sostiene el Estado de Israel.

Como era de esperar, una ola de indignación se ha levantado sobre el planeta, y como no, de forma más ruidosa en nuestro país, donde entre una izquierda mayoritariamente pro-palestina y una derecha de tradición anti-semita (recuerden la conspiración judeo-masónica) hay que ser muy burrocon para alinearse con los israelíes (de ahí el valor estulticio de la portada de La Razón de ésta mañana: "Israel acorrala a los terroristas"). En todo caso, no se crean: tanto El País como El Mundo están utilizando las fotos oficiales que el Tzahal reparte con largueza, más que nada porque los niños muertos venden mal y nadie tiene huevos de dejar el confortable hotel en Tel Aviv para meterse de cabeza en el sarao.

En todo caso, tampoco es plan de ignorar que Hamás no es precisamente la Congregación de las Hermanitas de los Pobres; y que a pesar de que lo que es llamado rimbombantemente un "cohete Kassam" (definición que han aceptado los israelíes de forma entusiasta, así dan más pena) no es más que un petardo largo que solo mata a quien tiene la mala suerte de ponerse en medio, sigue matando gente, y eso, quieras o no, no te da mucha credibilidad moral.

La idea a largo plazo de la invasión detrás de la invasión de Gaza es destruir a Hamás y convertir al futuro estado palestino (cuya inevitabilidad es reconocida por casi todo el mundo) en un estado árabe desdentado a semejanza de Egipto o Jordania: con gobiernos de partido único y elecciones amañadísimas (no vaya a darnos la democracia más sustos) y, como no, comiendo de la mano de Israel y Estados Unidos a cambio de corruptelas para todos.

Y lo peor de todo es que esa solución es la que, al fin y al cabo, esperan tanto la ONU como la Unión Europea. Puede pasear Sarkozy su indignación por El Cairo y Sharm-el-Sheikh, pero, ¿la alternativa? ¿una fuerza multinacional de interposición en Gaza? Y dos huevos duros.

Seguiremos informando.