Por si no estaban enterados, tengo un nuevo trabajo. Y, por primera vez desde 2002, trabajo por las mañanas. Y aunque aún me faltan semanas para ver el dinero, pasta, parné, presidentes muertos, Michael Jackson... ya me permito ciertos lujos de cultureta vespertino.
La Embajada de Brasil ha organizado un ciclo de cine brasileño (sorprendiendo a su corresponsal, que no tenía noticias de que la embajada de Brasil hiciera nada) que terminaba hoy; así que aprovechando que mañana puedo quedarme dormido hasta tarde (pero no muy tarde, tengo un par de tartas que hacer) decidí pasarme a ver un clásico del cine brasileño, "Deus e o Diabo na Terra do Sol", de Glauber Rocha.
Entre el público estaba la notablemente atractiva nieta de Glauber, que lleva una fundación que se dedica a resguardar la memoria del director, y que agradeció tímidamente en el espantoso portuñol que chapurrea el brasileño medio la presencia de espectadores en la Sala Palafox.
Cuándo la película se estrenó, en 1964, al salir de la sala el caricaturista y humorista Jaguar dijo una frase memorable: "La película es una mierda, pero el director es genial." Saliendo hoy del cine, me di cuenta que Jaguar tenía razón.
Me explico: Glauber Rocha era una fuerza de la naturaleza. Tenía una inequívoca vocación y talento para el cine, y quería mostrar el verdadero Brasil a los brasileños y al mundo, en un lenguaje cargado de símbolos. El hecho de que hacer cine en Brasil fuese ya de por si complicado, y que hacer cine experimental era (y es) algo casi imposible, no le consiguió contener en su voluntad.
"Deus e o Diabo na terra do sol" es eso: una historia cargada de fuerza simbólica, dónde los símbolos de la religión, la política y la pasión se mezclan en el explosivo calderón del semidesértico Noreste de Brasil. Imágenes, complementadas por la música del gran genio de la música clásica brasileña, Heitor Villa-Lobos, que saltan a la vista del espectador, cargadas de fuerza y significado.
El problema es que el espectador, y más el espectador moderno, debe conseguir obviar la absoluta precariedad técnica y, seamos francos, interpretativa, para poder apreciar qué era lo que Glauber Rocha estaba intentando hacer. Desde un punto de vista meramente técnico (fotografía, montaje, sonoplastia) la película sólo está un escalón por encima de Ed Wood, cosa que un sector del público no pudo dejar de notar y señalar con risitas. Lo que me sorprendió de mí mismo es que conseguí obviar las deficiencias de la película y descubrirla como lo que es: una obra que con un poco más de dinero y tiempo se podría haber convertido en un clásico de todos los tiempos.
Seguiremos informando.
La Embajada de Brasil ha organizado un ciclo de cine brasileño (sorprendiendo a su corresponsal, que no tenía noticias de que la embajada de Brasil hiciera nada) que terminaba hoy; así que aprovechando que mañana puedo quedarme dormido hasta tarde (pero no muy tarde, tengo un par de tartas que hacer) decidí pasarme a ver un clásico del cine brasileño, "Deus e o Diabo na Terra do Sol", de Glauber Rocha.
Entre el público estaba la notablemente atractiva nieta de Glauber, que lleva una fundación que se dedica a resguardar la memoria del director, y que agradeció tímidamente en el espantoso portuñol que chapurrea el brasileño medio la presencia de espectadores en la Sala Palafox.
Cuándo la película se estrenó, en 1964, al salir de la sala el caricaturista y humorista Jaguar dijo una frase memorable: "La película es una mierda, pero el director es genial." Saliendo hoy del cine, me di cuenta que Jaguar tenía razón.
Me explico: Glauber Rocha era una fuerza de la naturaleza. Tenía una inequívoca vocación y talento para el cine, y quería mostrar el verdadero Brasil a los brasileños y al mundo, en un lenguaje cargado de símbolos. El hecho de que hacer cine en Brasil fuese ya de por si complicado, y que hacer cine experimental era (y es) algo casi imposible, no le consiguió contener en su voluntad.
"Deus e o Diabo na terra do sol" es eso: una historia cargada de fuerza simbólica, dónde los símbolos de la religión, la política y la pasión se mezclan en el explosivo calderón del semidesértico Noreste de Brasil. Imágenes, complementadas por la música del gran genio de la música clásica brasileña, Heitor Villa-Lobos, que saltan a la vista del espectador, cargadas de fuerza y significado.
El problema es que el espectador, y más el espectador moderno, debe conseguir obviar la absoluta precariedad técnica y, seamos francos, interpretativa, para poder apreciar qué era lo que Glauber Rocha estaba intentando hacer. Desde un punto de vista meramente técnico (fotografía, montaje, sonoplastia) la película sólo está un escalón por encima de Ed Wood, cosa que un sector del público no pudo dejar de notar y señalar con risitas. Lo que me sorprendió de mí mismo es que conseguí obviar las deficiencias de la película y descubrirla como lo que es: una obra que con un poco más de dinero y tiempo se podría haber convertido en un clásico de todos los tiempos.
Seguiremos informando.
3 comentarios:
http://staracinema.blogspot.com/
aqui va la nieta de Glauber en la conferencia en Casa America...Por si te interesa...
Daniela.
No concuerdo.
La película es simplemente PERFECTA.
Las supuestas imperfecciones técnicas hacen a su grandeza. Y la actuació de Othon Bastos -Corisco y además la voz de Sabastiao- es inmejorable.
Claro, para percibirlo hay que entender que el "cine de verdad" no es un canon absoluto, sino que otro modo de hacer cine es posible. Muchos modos.
Y este es uno de ellos.
Por cierto, mucho más interesate que el Indiana Jones y no se qué más.
Criticar es mui facil. Comprender y respetar, mui dificil.
La película es simplemente genial y el director un genio, que, a los 24 anõs de edad realizó esa pelicula, que fue nominada a la Palma de Oro de Cannes, el premio máximo del festival, junto, con otras pocas peliculas. Podria perfectamente haber ganado. No creo que la gente del Festival de Cannes sea cyneanalfabetyka.
El mundo creativo, artístico, filosófico, mítico de Glauber es de una exuberancia a toda prueba y no puede ser reducido a comentarios anecdoticos. Probablemente, la densidad, alcance y complejidad de su genialidad todavia no haya sido totalmente vislumbrada, y quizas jamás lo sea.
Com todo respeto, me pareció, además, muy leviano el comentário de que la Embajada de Brasil no hace nada em terminos culturales. Basta entrar a su página web para comprobar lo que hace.
Sergio
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