Mi amigo el Gentleman tiene, entre otras cualidades, un humor muy sutil y un compromiso político un poco peculiar, definido por la inmortal frase: "¿Hay gobierno? Entonces estoy en contra." (Por desgracia la frase no es suya, pero creo que la abrazaría sin mayor problema.)
Como yo soy un semoviente en principio comprometido políticamente, solemos tener algunas peloteras sin mayor transcendencia, en las que se enfrentan, en una esquina del ring, mi pragmatismo templado de optimismo cuasi-utópico, y en la otra, Muhammad Ali, es decir, un cinismo elitista fuck-all que no tiene por qué ser incorrecto per se. Pero como soy de natural contrario a la confrontación (no me hice hare-krishna porque la comida macrobiótica está definitivamente en contra de mi filosofía vital) la sangre no suele llegar al río y desviamos el tema hasta puntos donde coincidimos, como las damas, el teatro barroco y Los Gandules.
Pero el otro día tuvimos una pelotera debida a la prensa diaria. Sustento la opinión de que, al menos en Madrid, la gente no compra prensa como medio de información, sino como instrumento de identificación ideológica. Entrar en la oficina, en el autobús o en la peluquería con el periódico bajo el brazo puede suponer toda la diferencia del mundo dependiendo de la cabecera que traigas.
Yo estaba muy quemado con El País. Primero, por la obvia decadencia de su calidad periodística; las piezas de agencia se traducían mal, se dejaban al azar detalles sobre las noticias y, en una maniobra que nadie entendió, se puso a Santiago Segurola, que posiblemente sea la persona que mejor escribe de júrgo en éste país, como jefe de la sección de Cultura. Pero lo que me fastidió del todo fue la progresiva verticalización del periódico en la estructura del grupo Prisa. El viejo Polanco era un señor más listo que el hambre que descubrió que: a) uno puede tener un periódico y no hacer que sus editoriales reflejen tus propias ideas; y b) que eso da mucho más dinero. Pero el viejo Polanco enfermó, tomaron las riendas sus hijos, que se creían y creen esas mandangas de "el grupo multimedia global". Así pues, no hubo número de El País donde se nos recordase que el grupo Prisa era una apuesta segura y de futuro. Y, a partir de entonces, no hubo más televisión que Cuatro, ni más radio que la SER, ni más libros que los de Alfaguara y Taurus, ni más revistas que El País Semanal y Claves. La gota que colmó el vaso fue la insistencia, incluida en los antaño sacrosantos editoriales, en la estúpida pugna por los derechos del júrgo. Se insistía, página tras página, que lo que era bueno para Prisa era bueno para España.
Y yo no estoy de acuerdo.
Por otro lado, llevo leyendo a la gente que escribe y dirige Público desde antes de irme a Rotterdam. (De hecho, el director de Público, Ignacio Escolar, llegó a enlazar en su blog Baked Beans are Off, hecho que mi estimado amigo Hidalgo no deja de envidiarme.) Estuve en una conferencia que el actual director de Internacional, Iñigo Sáenz de Ugarte, dio en la facultad, e hice unas preguntas bastante competentes que el tipo no supo responder muy bien (cierto es que mi retórica en público, que combina equilibradamente a Demóstenes y a Cantinflas, no ayuda mucho a hacerme comprensible). En todo caso, me gusta como escribe.
Cierto es que gráficamente, Público es como ADN con esteroides. Pero tiene una doble página sobre videojuegos los domingos; ha publicado más sobre comic en dos meses que El País en los diez años que lo llevaba leyendo; la sección de deportes es bastante menos júrgocéntrica que lo habitual...
En fin, que me gustó y me gusta.
Y viene el Gentleman a informarme de una delirante conspiranoia informando que el diario es nada más y nada menos que una fachada de corta duración destinada a quitarle lectores a El País y a acabar con el grupo Prisa. Citaba él a un "amigo suyo" destinado en el diario como fuente del scoop.
Una cosa es cierta: por lo que he visto por la calle, el próximo EGM hará más por las vesículas seminales de Pedro J. Ramírez que los corpiños colorados: probablemente la cantidad de gente que se ha pasado a Público haga que El Mundo venda más que El País por primera vez desde 1994.
Y, a pesar de lo que diga mi amigo el Gentleman, eso no es necesariamente malo.
La propaganda de la derecha ha imbricado tanto la relación entre la izquierda española y el grupo Polanco que se ha llegado a creer que son imprescindibles el uno al otro. Y no es así. Si El País se convirtió en el portavoz del progresismo español era porque su línea editorial así lo aprobaba. Pero ya no es lo mismo. El proyecto de un periódico de izquierda no sectaria y humanista que fundó El País en 1976 ha desaparecido para convertirse en un cementerio de viejos elefantes y una herramienta de política de empresa. España sigue adelante mientras que El País ya tiene un patrimonio que defender.
Putadas de las izquierdas. El universo siempre supera los límites que nos trazamos.
Seguiremos informando.
Como yo soy un semoviente en principio comprometido políticamente, solemos tener algunas peloteras sin mayor transcendencia, en las que se enfrentan, en una esquina del ring, mi pragmatismo templado de optimismo cuasi-utópico, y en la otra, Muhammad Ali, es decir, un cinismo elitista fuck-all que no tiene por qué ser incorrecto per se. Pero como soy de natural contrario a la confrontación (no me hice hare-krishna porque la comida macrobiótica está definitivamente en contra de mi filosofía vital) la sangre no suele llegar al río y desviamos el tema hasta puntos donde coincidimos, como las damas, el teatro barroco y Los Gandules.
Pero el otro día tuvimos una pelotera debida a la prensa diaria. Sustento la opinión de que, al menos en Madrid, la gente no compra prensa como medio de información, sino como instrumento de identificación ideológica. Entrar en la oficina, en el autobús o en la peluquería con el periódico bajo el brazo puede suponer toda la diferencia del mundo dependiendo de la cabecera que traigas.
Yo estaba muy quemado con El País. Primero, por la obvia decadencia de su calidad periodística; las piezas de agencia se traducían mal, se dejaban al azar detalles sobre las noticias y, en una maniobra que nadie entendió, se puso a Santiago Segurola, que posiblemente sea la persona que mejor escribe de júrgo en éste país, como jefe de la sección de Cultura. Pero lo que me fastidió del todo fue la progresiva verticalización del periódico en la estructura del grupo Prisa. El viejo Polanco era un señor más listo que el hambre que descubrió que: a) uno puede tener un periódico y no hacer que sus editoriales reflejen tus propias ideas; y b) que eso da mucho más dinero. Pero el viejo Polanco enfermó, tomaron las riendas sus hijos, que se creían y creen esas mandangas de "el grupo multimedia global". Así pues, no hubo número de El País donde se nos recordase que el grupo Prisa era una apuesta segura y de futuro. Y, a partir de entonces, no hubo más televisión que Cuatro, ni más radio que la SER, ni más libros que los de Alfaguara y Taurus, ni más revistas que El País Semanal y Claves. La gota que colmó el vaso fue la insistencia, incluida en los antaño sacrosantos editoriales, en la estúpida pugna por los derechos del júrgo. Se insistía, página tras página, que lo que era bueno para Prisa era bueno para España.
Y yo no estoy de acuerdo.
Por otro lado, llevo leyendo a la gente que escribe y dirige Público desde antes de irme a Rotterdam. (De hecho, el director de Público, Ignacio Escolar, llegó a enlazar en su blog Baked Beans are Off, hecho que mi estimado amigo Hidalgo no deja de envidiarme.) Estuve en una conferencia que el actual director de Internacional, Iñigo Sáenz de Ugarte, dio en la facultad, e hice unas preguntas bastante competentes que el tipo no supo responder muy bien (cierto es que mi retórica en público, que combina equilibradamente a Demóstenes y a Cantinflas, no ayuda mucho a hacerme comprensible). En todo caso, me gusta como escribe.
Cierto es que gráficamente, Público es como ADN con esteroides. Pero tiene una doble página sobre videojuegos los domingos; ha publicado más sobre comic en dos meses que El País en los diez años que lo llevaba leyendo; la sección de deportes es bastante menos júrgocéntrica que lo habitual...
En fin, que me gustó y me gusta.
Y viene el Gentleman a informarme de una delirante conspiranoia informando que el diario es nada más y nada menos que una fachada de corta duración destinada a quitarle lectores a El País y a acabar con el grupo Prisa. Citaba él a un "amigo suyo" destinado en el diario como fuente del scoop.
Una cosa es cierta: por lo que he visto por la calle, el próximo EGM hará más por las vesículas seminales de Pedro J. Ramírez que los corpiños colorados: probablemente la cantidad de gente que se ha pasado a Público haga que El Mundo venda más que El País por primera vez desde 1994.
Y, a pesar de lo que diga mi amigo el Gentleman, eso no es necesariamente malo.
La propaganda de la derecha ha imbricado tanto la relación entre la izquierda española y el grupo Polanco que se ha llegado a creer que son imprescindibles el uno al otro. Y no es así. Si El País se convirtió en el portavoz del progresismo español era porque su línea editorial así lo aprobaba. Pero ya no es lo mismo. El proyecto de un periódico de izquierda no sectaria y humanista que fundó El País en 1976 ha desaparecido para convertirse en un cementerio de viejos elefantes y una herramienta de política de empresa. España sigue adelante mientras que El País ya tiene un patrimonio que defender.
Putadas de las izquierdas. El universo siempre supera los límites que nos trazamos.
Seguiremos informando.
3 comentarios:
¡¡Pues si que empezamos bien con el Blog nuevo!! Teniendo que defenderme y todo. Y no de eso de "¿Hay gobierno? Entonces estoy en contra", que me parece bien, sobre todo desde que aseguras que "no tiene por qué ser incorrecto per se", lo que quiere decir, supongo, que tu gobierno reconoce la postura del mío como lícita.
Quiero defenderme acerca de un par de puntos, por ejemplo, yo no defiendo delirantes conspiranoias jamás.
Que existen raros signos y señales en el "Público" que dan pie a sospechas diversas es exacto: La publicidad es mucho menos abundante de lo que debería ser en un periódico -hasta el punto de que la mayoría es propia o institucional, cosas que no dan dinero... Vamos, como si ya estuviera pagado, cosa rara-, se obliga a los redactores a llenar páginas con reportajes digamos improcedentes mientras se está pagando a secciones enteras que directamente no sacan nada -véase regional-, etc...
Podría ser, efectivamente, un arma arrojadiza de corta duración, dado que es improbable que sobreviva mucho tiempo así... Por cierto que eso es UN RUMOR, que ya me han comentado varias personas sin relación entre ellas o con el periódico, no un snoop cuya fuente esté en "un amigo mío". Simplemente he conocido a alguien que ha obtenido trabajo en ese periódico y ha tenido la suerte de poder salir pitando. Como comprenderás, que tilde esto de "suerte" quiere decir que, en efecto, en esa casa pasan cosas raras.
¿La posibilidad de estar ante un "periódico de paja" inventado rápidamente por una gran potencia económico-política para acabar con otra nos resulta tan increíble en la era del Cyberpunk? Bueno, no se trata desde luego de una idea que yo fuera a defender con mi vida, pero posible, es. Cosas más raras me imaginé últimamente que luego resultaron ser ciertas literalmente...
Amigo mío, por muy moderno que veamos a nuestro país, al menos en éstos asuntos estamos cercanos del botijo que del microchip. No dudo que pueda pasar, dudo que pueda pasar en España.
Si ésta es la era del Cyberpunk, será en otro lado, porque lo que es aquí lo veo dudoso.
Y si tan convencido estás, quiero mi implante biocibernético de visión nocturna. Y lo quiero ya.
Pues en España precisamente, con lo caciques que son los ricos y la mala intención que suelen tener... ¡¡Que dicen que sólo se aprende lo malo!! Por cierto, te habrás dado cuenta de que no he comentado nada acerca de tus observaciones sobre la prensa "de izquierdas"... es que ya sabes que el margen de la izquierda no nos ponemos de acuerdo acerca de donde empieza. ¡¡Nos vemos!! ¡¡Y publicita este Blog!!
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