jueves, 31 de julio de 2008

Todo blog tiene un artículo de éstos

Seguimos con los frikismos. Es que hacía mucho que no me ponía decididamente geek en éste su blog.

Quisiera responder al amigo troll que se pasó por aquí hace unos días e informó que dado que nadie lee éste blog (eso dijo), para el trabajo que me doy (al menos reconoce mi talento) mejor sería que no fuese patético (sic) y que me dedicase a la masturbación.

Amigo troll: Partamos de la base de que la masturbación y "Ruina Imponente" no son incompatibles entre sí, y por respeto a los lectores no me abundaré en detalles sobre el tema. En todo caso, hacer éste blog no me supone ningún esfuerzo; si lo supusiese, un servidor, que es más vago que la Bernarda (la que hizo la casa redonda para no tener que barrer rincones) sería el primero en abandonarlo.

Sin embargo, la tan segura afirmación de que nadie me lee despertó mi curiosidad y me fui a por la evidencia empírica: Google Analytics. Ésto es una herramienta divertidísima que se instala en la página web y que registra cuánta gente me lee, desde dónde me lee, cuánto tiempo me lee y como rayos ha llegado a mi página.

Sí, es ceder ante el mal, pero al menos yo no he cedido lo suficiente para tener un GMail, donde a cambio de los 2 gigas de marras le das derecho a Google para que pueda leer tus mails. Ahí no paso.

A lo que íbamos: durante los últimos 15 días han visitado ésta su página web 119 visitantes únicos absolutos: es decir, se ha leído desde 119 direcciones IP diferentes. Obviamente, si lo comparamos con Microsiervos o Escolar, salgo perdiendo. Pero, naturalmente, yo no soy ni lo uno ni lo otro, y en realidad, ni ganas que tengo. Pero 119 personas son unas 90 personas más de las que pensaba que iban a leer éste blog en algún momento, por lo cuál, ¡albricias!

Más divertidos son los detalles. Por ejemplo, el 50,2% de los lectores de este su blog aún usan Internet Explorer, que, como todo el mundo sabe, es el Mal. Así que les recomendamos encarecidamente que se pasen a Firefox u a Opera. (Que a éstas alturas les tenga que explicar éstas cosas...)

Más tremendo, en mi opinión, es que haya más gente que ha leído Ruina Imponente en un Mac (9,96%) que en Linux (8,37%). Visto el hecho que no conozco a nadie que tenga un Mac, es una noticia importante. En todo caso, igual: si tienen una videoconsola, pásense a Linux en cuánto puedan. Que ya no muerde.

Lo mejor de todo es que he descubierto páginas que enlazan con la mía y de las cuáles no tenía noticia: conozco a los responsables de algunas de ellas, tal como es el caso de Meta (la página hace que se cuelgue el navegador, dale una ojeada) o sir Henry-wan (que Alá guíe sus pasos en el único reino del mundo con un trekkie en el trono), pero de otros no tenía idea, como es el caso del señor Galiceiro, que espero que al menos salude.

Como corresponde, pasarán a la lista de los Arquéologos Aventureros, que registra a casi todos aquellos que enlazan con Ruina Imponente (¿Seguro que Fotolog no permite RSS, Rubiano?)

En todo caso, gracias a todos los lectores y lectoras de Ruina Imponente. Si escribo es por ustedes.

Seguiremos informando.

(Actualización, 1 ago, 8h15): Pues sí, Fotolog permite agregación RSS, pero por Cristo bendito, qué difícil lo ponen. Ya estás en la lista, Rubiano.

miércoles, 30 de julio de 2008

Convocatoria

Como a casi todo, llego tarde a lo de los juegos on-line.

Sí, estuve jugando un tiempo al NationStates, esa especie de Travian politológico que requería saber inglés y un sentido de la diplomacia que nunca he poseído. De hecho, lo estoy intentando de nuevo, con el Principado de Hoherszal.

Pero mi intención es otra y aún peor: conseguir convocar a gente suficiente para realizar partidas on-line al juego más improbable para jugar on-line.

El OpenTTD.

La historia de éste juego es digna de constar en los anales la historia del frikismo. Resulta que a mediados de los 90 un tipo en Inglaterra llamado Chris Sawyer capitaneó la creación de un juego llamado Transport Tycoon, que iba de crear una empresa de transportes. Llegó a hacer una versión 2.0, para Windows, pero ocurrieron dos cosas: primero, la empresa que editaba el juego, Microprose, como toda empresa europea de software, quebró, y segundo, Chris Sawyer editó el Rollercoaster Tycoon, que vendió bastante mejor, así que decidió concentrarse en las montañas rusas.

Pero el Transport Tycoon había dejado tras de sí una masa de fans: nerds del averno que no sabían nada de política empresarial: sólo querían seguir jugando. Y contraatacaron. Decidieron hacer lo que nadie se atreve a hacer: perfeccionar el juego ellos mismos, sin importar patentes de software y demás tontunas.

Y de un juego bastante razonable (para 1995) que sólo funcionaba en DOS y Windows han sacado algo que funciona bastante bien en cualquier cosa que tenga un chip de memoria (se ha llegado a portar a la PSP) y que, lo que es más importante para mí, tiene modo multijugador.

Pero, claro, quién quiere jugar a un juego donde el objetivo es hacer redes de transporte.

¿Quién?

Seguiremos informando.

martes, 29 de julio de 2008

Nazis todos

Los que hablan regularmente conmigo por el Messenger saben que, en algún momento u otro, lo más probable es que me desconecte sin decir ni adiós; en la inmensa mayoría de los casos (pongamos un 95%), porque mi conexión funciona con los pies (no sé si es culpa del aMSN, pero es que es demasiado confortable para abandonarlo). El otro 5% porque hay algo (normalmente un sueño merecido, en otros casos, pornografía o comida) que me obliga a abandonar su presencia.

Digo ésto porque el otro día abandoné a medias una interesante conversación con mi barbudo compadre el Gentleman, que protestaba (el verbo inglés to rant about something da una idea más aproximada de lo que hacía) acerca de la entrevista que publicaba no sé qué medio a un perroflauta de los del Proyecto Gran Simio, esa iniciativa que dice que los gorilas y los orangutanes son como las personas y que la ley española debería protegerlos (lo cuál es un alivio para la enorme población de gorilas y orangutanes de nuestro país)

Comparto con el Gentleman un sano escepticismo por los demasiado amigos del mundo animal; vale que los bichos molan y son bonitos, pero oye, Darwin y todo eso, somos la especie dominante y no voy a privarme de las cosas importantes (y, no, Espe, conducir por autovía hasta San Martín de Valdeiglesias NO es importante) por la supervivencia de bichos que no estén amenazados de extinción.

Pero mi amigo cometió un error muy básico: vulneró la Ley de Godwin y su primer corolario.

Para quién no lo sepa (y el Gentleman no lo sabía), la Ley de Godwin (también llamada reductio ad hitlerium) reza: A medida que una discusión en Internet se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno. Y su primer corolario dice que en el momento, en cualquier debate, en que alguien menciona a Hitler o a los nazis, ese debate puede darse por terminado y perdido por el que mentó al austríaco ese. ¿Por qué? Demasiado fácil. Es como mentar a la madre en una taberna o insultar a Gene Roddenberry en la Galaxyfest (esa va por ti, Carlos): ya no hay espacio para las palabras; el siguiente paso es salir a la calle con botellas rotas en la mano.

Y así no se habla entre personas civilizadas. Reservo para los perroflautas besabichos comeflores la misma opinión que para los sacerdotes: privarse de los placeres de la vida por un, aparentemente, bien mayor (aunque nadie lo vea salvo ellos) es una opción vital totalmente aceptable y respetable, pero que no me priva de considerarla estúpida y de rechazar de forma enérgica cualquier intento de proselitismo. Compararlo con los nazis es como matar moscas a cañonazos.

¿Y a qué viene todo ésto? Oh, bueno, además de para intentar solventar cualquier malentendido que haya podido tener con el Gentleman, para recordarles que, entre nosotros, el usuario más contumaz de la Gran H en nuestro hermoso país ha sido condenado por hablar de más y pensar de menos.

Seguiremos informando.

miércoles, 23 de julio de 2008

Nada que celebrar

Artículo cabreado y cabreante, hoy.

Si alguien quería alguna prueba de que las cosas van mal para los comunistas españoles, aquí la tiene: por primera vez desde 1977, no va a haber Fiesta del PCE. Formalmente está pospuesta, pero muy bien tienen que ir las cosas hasta abril para que la vuelva a haber: directamente, no hay dinero.

Dos razones explican la debacle: primero, el hundimiento electoral de IU en las elecciones, que han supuesto el cierre del grifo de la financiación parlamentaria; segundo, y para mí más importante: de unos años para acá, la fiesta del PCE, momento de confraternización y solidaridad entre comunistas y simpatizantes, se había convertido en un festival de música más, con entradas vendidas en El Corte Inglés: en definitiva, se había comercializado y profesionalizado. Y eso cuesta mucha pasta. Cada vez más.

Yo ya he dicho en más de una ocasión que, a pesar de ser socialdemócrata y no estar de acuerdo con el comunismo, respeto y aprecio a la izquierda más allá del PSOE, fundamentalmente por su labor de vanguardia ideológica. Y considero que es una pena que porque, como prueba la debacle del PCE, el comunismo español como movimiento aglutinador social se esté perdiendo.

La extrema izquierda necesita un partido político. No sólo por razones históricas y sentimentales: considero que todo el que tenga algo que decir sobre cómo está administrado éste mundo está mejor dentro del sistema que fuera. Pero Izquierda Unida en general, y el PCE en particular, ha dejado de ser representativo de la izquierda no-socialdemócrata, y lo ha hecho fundamentalmente por la imagen que da: un saco de gatos compuesto de carcamales más preocupados por salvar lo que tienen que por luchar por más, que es lo que ha sido desde siempre la izquierda.

Y lo que es peor, en esa indefinición, cada vez más jóvenes se pasan a los movimientos anti-sistema, que precisamente por negarse a participar en el sistema se niegan a sí mismos la posibilidad de cambiarlo (y en éste mundo moderno, o lo cambias desde dentro, o lo cambias con Kalashnikovs: las batucadas, por sí solas, no van a ninguna parte) haciéndole, en consecuencia, el juego a la derecha.

Y es una pena, la verdad: y considero que es hora de que los que tengan esas ganas de cambiar el mundo y cambiarlo ahora (yo, no, por desgracia: yo soy de los de cambiar el mundo y cambiarlo cuándo se pueda) se movilicen para volver a hacerse con la herramienta que, desde los marineros del Aurora decidieron despertar a Petrogrado para llamarnos mencheviques y traidores.

Que podéis, leñe.

Seguiremos informando.

martes, 22 de julio de 2008

Serbia ya quiere ser Europa

Ésto sí que no me lo esperaba: han detenido a Radovan Karadzic, popularmente conocido como el Genocida con Tupé.

Karadzic fue ese señor divertido, psiquiatra de profesión, que decidió ponerse a la cabeza de los serbios de Bosnia en 1989 y les llevó a hacer perrerías varias a lo largo y ancho de su país.

La peor de todas ellas fue la matanza de Srebrenica, llevada a cabo por Ratko Mladic, su brazo armado, y que puede resumirse de forma sencilla y cruel: tenemos un pueblo (Srebrenica) lleno de bosnios musulmanes, algunos armados, sus mujeres y sus hijos. Alrededor del pueblo, un porrón de soldados serbobosnios, de muy mal café. Y entre unos y otros, una guarnición de cascos azules holandeses.

En 1995 la OTAN empieza a bombardear posiciones serbobosnias para levantar el sitio de Sarajevo; los serbobosnios, naturalmente, se cabrean: y Karadzic ordena acabar con los musulmanes de Srebrenica. Así que el 10 de julio de 1995 llega Mladic con un batallón de soldados serbios, con intenciones bastante evidentes. El comandante holandés llama a La Haya, informa de la situación y pregunta que si puede liarse a pegar tiros (cosa para la cuál necesita autorización de su gobierno). Y en La Haya le dicen que no, que no puede.

Así que el resultado es obvio.

- Hola, buenos días, qué veníamos a matar a todos éstos.
- No me diga. No me autorizan a responderle a tiros, así que intentaré convencerle de lo contrario. ¿Quiere un café?
- No, no, mire, órdenes son órdenes: voy a sacar a ésta gente del pueblo y fusilarla por ahí, por el monte. Pero venga ese café.

Fue la peor matanza en Europa tras la II Guerra Mundial: las estimaciones más conservadoras hablan de ocho mil muertos. Todavía se están desenterrando cuerpos.

¿Y qué se hizo con Karadzic y Mladic? Pues naturalmente, nada. El tratado de paz de Dayton fundamentalmente fragmentaba Bosnia y Herzegovina en dos entidades, la República Serbia de Bosnia y la República Croatomusulmana, y en la República Serbia Mladic era (y es) un héroe de guerra y Karadzic, reconocidamente, el padre de la patria.

Hay que recordar que el sentimiento fundamental que alimenta el nacionalismo serbio es el resentimiento, provocado por 700 años de llevarse leñazos por todos los lados (otomanos, austrohúngaros, americanos, etc.). En los diez años de guerra casi continua entre Serbia y todos los demás, Karadzic y Mladic fueron los únicos que pudieron cantar victoria. De ahí que estuviese más que claro que tanto Serbia como la República Sprska (el estado serbio de Bosnia, cuyo nombre debe pronunciarse como si uno fuese el gato Silvestre) iban a encubrir al Dúo Dinámico hasta el fin de sus malditos días.

Pero, visto lo visto, el gobierno serbio ha decidido tomarse en serio sus intenciones de acercarse a la Unión Europea. Vista la efectividad del otro posible gran amigo, Rusia, en lo de Kosovo (la solidaridad paneslava y todo eso queda muy bonito, pero si creían que Rusia iba a meterse en un jaleo por una causa en la práctica perdida eran muy ingenuos), Serbia ha decidido que quieren ser europeos de verdad y, por lo tanto, la cobertura de Karadzic, puf, ha reventado.

Aún quedan pasos: Mladic, por ejemplo, que sigue forajido; aunque será más complicado, porque posiblemente esté en Escupitajia (intenten pronunciar Sprska sin soltar saliva) y allí nadie le va a poner un dedo encima.

Pero son pasos. Y un genocida menos en las calles siempre es motivo de regocijo.

Seguiremos informando.

domingo, 20 de julio de 2008

Días de Cine: "Tropa de Élite"

Hay muchos motivos que llevan a hacer una película. Puede ser por el mero entretenimiento, puede ser para mejorar el mundo en qué vivimos, puede ser simplemente para ganar dinero, o (en un caso típico pero no exclusivo de nuestro país) perderlo y embolsarse las subvenciones.

Hay en "Tropa de Élite" una manifiesta intención de tomar un tema generalmente visto de forma superficial y estudiarlo desde todos los puntos de vista, como lo hace el libro en el que se basa la película (y que procuraré agenciarme la próxima vez que vaya a Brasil). Eso, generalmente, es un tema para el cine documental; y de hecho, esa fue la intención inicial del director José Padilha, que sólo había dirigido documentales. Pero visto que iba a ser demasiado complicado, desde todos los puntos de vista, decidió hacerla en forma de falso documental.

La película relata dos historias paralelas que se entrelazan: la del capitán Nascimento, un oficial del Batallón de Operaciones Policiales Especiales de la Policía Militar de Río de Janeiro (en Brasil, la policía de patrulla es responsabilidad de los Estados federados, y en casi todos los casos está militarizada desde un punto de vista jerárquico), un veterano que ya ha visto de todo y conoce el funcionamiento del sistema, y de dos jóvenes oficiales de policía, que acaban de entrar en el sistema y aun no han sido absorbidos por él. A su alrededor, el espantoso calderón de Río de Janeiro, donde la riqueza más conspicua y la miseria más denigrante conviven lado a lado y se retroalimentan.

Naturalmente, las comparaciones con "Ciudad de Dios" surgen de forma inmediata. Sin embargo, donde "Ciudad de Dios" es un retrato de un mundo cerrado en su propia corrupción, "Tropa de Élite" muestra el funcionamiento del mecanismo criminal del tráfico de drogas en Río de Janeiro al completo: mientras que en "Ciudad de Dios" la policía y los consumidores de drogas solo se atisban, en ésta película pasan a un primer plano.

Si han de hacerse comparaciones, la más cercana podría ser "Traffic", de Steven Soderbergh. Pero mientras que "Traffic" se convierte en agobiante por la manifiesta intención de cine-denuncia, "Tropa de Élite", aun siendo manifiestamente chocante, no provoca tanta desesperación en el espectador.

Uno de los motivos es que la película consigue combinar el preciso análisis del funcionamiento del círculo vicioso del tráfico de drogas con una película de acción al uso; gracias a la banda sonora (excelente) y a un montaje preciso, tanto de imagen como de sonido.

También es muestra el funcionamiento de un sistema corrupto hasta la raíz sin adoptar posiciones de moralidad absoluta, que suelen lastrar cualquier intención cinematográfica de denuncia: cierto es que "los buenos", es decir, los policías, son mostrados con simpatía y humanidad, pero también es cierto que igualmente forman parte del sistema e igualmente no tienen un pedestal moral sobre el que apoyarse; son corruptos, pero ni tanto ni de la misma forma que los demás.

Pero sobre todo, en mi opinión, es porque el sistema es mostrado y contado con el cinismo de quién no está sorprendido por la podedumbre universal, y en consecuencia, lo que en otras cinematografías sería contado con tensión y drama, aquí la corrupción es contada con una ironía y un humor que sorprende y, en cierta medida, alivia.

"Tropa de Élite" es una película de acción y de tiros, sí, pero consigue ser más que eso: consigue ser un retrato realista de un mundo terriblemente corrupto y dolorosamente perpétuo.

Seguiremos informando.


jueves, 17 de julio de 2008

Alegato contra la escuela concertada

Soy un asténico, la verdad. Cuándo no me paso diez días sin escribir escribo tres artículos así, del tirón. Y encima de éstos para hacer amigos: siempre que he mentado a la escuela concertada me he encontrado con los de colegio de pago que salen raudos a su defensa. Les recuerdo, por si no les he informado, que hasta cuarto de básica fui a colegios privados. Luego no.

Entendemos por escuela concertada a cualquier centro educativo privado que, a través de un acuerdo con la administración competente (en la inmensa mayoría de los casos, la Consejería de Educación de la comunidad autónoma donde está instalado) cede plazas escolares a cambio de una subvención del Estado; éstas plazas son gratuitas para quién las ocupa. Lo de gratuitas, naturalmente, es un quicir: hay que pagar extras que en los colegios públicos no son necesarios (uniformes, mayormente).

Varios son los alegatos que justifican la existencia de tales componendas entre el Estado y la iniciativa privada.

El primero de ellos, y el fundacional, es que, debido a la gigantesca expansión de la población escolar que supuso la universalización de la Educación Básica tras la Ley General de Educación de 1970, sencillamente no había plazas suficientes en los colegios públicos para dar cabida a tanto niño (y niña). Quizás fuese así en 1977, pero ya no tendría que ser así.

El segundo motivo es que, por tradición, la ciudadanía hispana tiene la convicción de que la escuela privada es mejor que la pública. Y es aquí donde reside el problema.

Si la ciudadanía quiere educación de calidad y considera que la privada es mejor que la pública, el Estado tiene dos opciones: primera, invertir ingentes sumas de dinero para poner a la escuela pública al nivel de la privada, o segunda, crear un mecanismo para que la escuela privada dé acceso a niños de la red pública. Como ésta última opción, a corto plazo, es más barata, naturalmente es la que se elige.

Sin embargo, éste sistema, aunque malo, sería tolerable si no fuese por un problema, en mi opinión, grave.

La educación privada, en nuestro hermoso país, está en la inmensísima mayoría de los casos, en manos de la Iglesia Católica y su galaxia de sub-sectas, muchas de ellas especializadas en el adoctrinamiento infantil (Salesianos, Escolapios, and so on). En consecuencia, las escuelas privadas, donde los niños de la red pública van a parar, tienen en sus planes de estudio una carga ideológica católica, cuya financiación por parte del Estado es cuánto menos intolerable.

En la escuela pública, si una familia no quiere que a sus hijos les adoctrine la Iglesia, siempre cabe la posibilidad de no elegir clase de religión. En la escuela concertada católica, no se puede escapar: la presencia curil es pervasiva e inevitable. Que si campamentos, que si cumbayá, que si catequesis: o eres católico o eres un paria.

Si no fuese suficientemente malo, nuestra hermosa Comunidad de Madrid, dentro de su programa de dotar de fondos públicos a las causas realmente importantes, fundamentalmente ha impulsado la creación de escuelas concertadas (católicas, natürlich) hasta tal punto, que existen barrios enteros donde de cinco colegios, cuatro son privados, quedando el quinto para los "inaceptables" para las escuelas concertadas: inmigrantes en general y africanos en particular (los sudamericanos, con su usual catolicismo exacerbado, son más aceptables), gitanos y "niños problema"). Todo el mundo gana: las escuelas privadas se garantizan clases llenas, lo cuál es dinero para las siempre hambrientas arcas del Arzobispado; y la Comunidad de Madrid se ahorra dinero en salarios de profesores, mantenimiento de colegios y otras inconveniencias que hacen que uno no pueda eliminar el Impuesto de Sucesiones, ese que impide que uno pueda dejar el fruto de su esfuerzo para que los hijos de uno no necesiten trabajar.

¿Quién pierde? Pues naturalmente los niños que estudian en la escuela pública; sus profesores, y, lo peor de todo, la idea de que todo niño en España tiene derecho a una educación universal de calidad.

Si hay dinero público para educación, debe ser exclusivamente para una escuela construida y administrada por el Estado, y gestionada por órganos democráticos bajo los principios y valores constitucionales; y la educación que en esa escuela se dé debe estar basada en los irrenunciables principios de rigor, ciencia, solidaridad y democracia.

Yo diría más: diría que toda educación debería estar basada en éstos principios, y el que quiera que sus hijos se arrodillen frente a estatuas de madera, que se lo pague aparte y fuera de las aulas. Pero sé que hay muchos padres que insisten en que un cura dé clases de matemáticas a sus hijos, no vayan a contaminarse con lo que haya allende la geometría euclidiana. Es una cuestión de mentalidad, y avanzamos muy despacio.

Pero deben darse pasos, y ésta es la forma de empezar: ni un duro para nadie y quién quiera un colegio privado que se lo pague: el dinero de mis impuestos, el dinero de los impuestos de todos, debe ir a lo que es de todos. A la educación de todos.

Seguiremos informando.



Hola, holita, vecinito...

Éste es uno de mis artículos donde la coherencia democrática, por decirlo de forma suave, no hace amigos. No es el primero que escribo.

Partamos de un hecho incontestable: Iñaki de Juana Chaos ya ha cumplido con la condena de cárcel que la Justicia le ha impuesto por sus variados y sanguinarios crímenes. En consecuencia, y como cualquier español, tiene derecho a vivir en el sitio que se pueda pagar (si puede).

Obviamente, si uno es una víctima del terrorismo, no te hace ni puta gracia que un asesino (hecho judicialmente probado) y gilipollas (hecho universalmente asumido) se vaya a instalar en tu portal.

Problema con el asunto: que, desde el punto de vista legal, que venga éste semoviente y se instale en el portal de uno es como si se instala tu ex-novia o el campeón del mundo de resistencia tocando el trombón; molesto, desde luego, pero está en su derecho.

Así que para evitarlo (porque no podemos dejar que los asesinos vivan con las personas) la idea es, técnicamente, impecable: ver si la vivienda es patrimonio de De Juana y, si lo fuera, embargarla para que haga frente a las indemnizaciones que todavía debe (al contrario que en otras partes del mundo, en nuestro bello país la vivienda familiar es embargable)

Como siempre que hablo de éste tema, sé que si me pusiera en el lugar de las víctimas, me sería muy difícil tolerar que un tipo como éste viviese en mi bloque de pisos. No soy quién para ponerme en el lugar de nadie.

Pero crear polémica ahora con ésto (y, en consecuencia, obligar al Gobierno a reaccionar) es uno de los nuevos mecanismos de Pedro J. para vender periódicos (como se nota que la crisis hace caras las colecciones de Agatha). En el País Vasco víctimas y verdugos han vivido, viven y vivirán lado a lado desde siempre, porque ambos son ciudadanos de un mismo país. No se puede restringir los derechos de los criminales una vez han terminado su condena: hacerlo equivale a crear una casta de ciudadanos de segunda que está en contra de cualquier principio democrático.

Y es aquí donde está el punto de fricción: hasta los más hijos de puta son igualmente ciudadanos españoles y, como tal, tienen los mismos derechos que el resto de la gente. ¿Que se aprovechan de ello? Sea. Pero sólo siendo coherentes con los principios de la democracia somos moralmente capaces de despreciar y perseguir a los que a diario la insultan con sus crímenes.

Seguiremos informando.

Las trayectorias parabólicas

Cuándo se sabe que se vive en una burbuja especulativa, hay que mantener alejado el parné de ella lo más posible (ya se sabe: cuándo el taxista habla de acciones hay que salir del taxi y de la Bolsa). Pero si uno es tan estúpido como para dejarse tentar por la burbuja, lo primero que hay que fijarse es en quién mete más ruido y hace más anuncios: esa empresa es la que peor va.

Es por eso que me ha sorprendido que la primera en hundirse por la crisis inmobiliaria no fuese Marina D'Or (pero no pierden por esperar, salvo que hayan comprado un piso allí), sino Fadesa, aunque ésta empresa también daba mala espina por ciertos proyectos suyos (no puedes convertir Tánger en la nueva Riviera sin garantías de que amables señores barbudos no vengan a insultar a las malas mujeres impúdicas, cosa que Mohamed el Bienamado no puede garantizar)

En todo caso, nadie está a salvo: Fadesa no es sino la primera de las muchas empresas, fundadas en unas incontroladas ganas de forrarse, que se hundirán por la falta de sustancia de los activos en los que se basan.

Y, por cierto, todo ésto es una prueba más, si se necesitaba, de que la presidencia del Real Madrid ha dejado de ser un cargo deportivo para convertirse en un trampolín de influencias para negocietes posteriores.

Seguiremos informando.


miércoles, 16 de julio de 2008

Cascotes (IV)

¡Vacaciones blogueras! Estoy en estado pastoso: el calor y, sobre todo, la PlayStation 2 que me he agenciado (con el GTA San Andreas incluido) me han vuelto una criatura poco informada y poco escritora. Aunque me doy los justos y necesarios puñetazos en el pecho, ustedes (mis apreciados lectores) también tienen parte de culpa: escribo un par de artículos en mi opinión importantes (a saber, éste y éste) y nadie escribe ni un miserable comentario; y como saben, ustedes y su opinión son el verdadero motor de éste su blog.

Bueno, vamos con los cascotes:
  • Bélgica se rompe, e intentemos explicarlo sin volvernos locos: Bélgica, políticamente, está dividida en tres: Flandes al norte, donde se habla flamenco (holandés, pero con más pachorra), Valonia al sur, donde se habla francés, y Bruselas, que es oficialmente bilingüe, pero donde el 80% de la población habla francés. En consecuencia, desde los años 70 todos los partidos políticos están divididos en dos: socialistas flamencos y valones, cristianodemócratas flamencos y valones, verdes flamencos y valones, etc. La cuestión es que la circunscripción electoral de Bruselas incluye la ciudad de Bruselas y todos sus suburbios (la mayoría francófonos), que están en Flandes (y en consecuencia oficialmente neerlandófonos). Como la circunscripción incluye Bruselas, en las listas electorales aparecen partidos flamencos y valones. A los partidos flamencos les pone de los nervios que ciudadanos de Flandes (por muy francófonos que sean) puedan votar a partidos valones y exigen que la circunscripción sea dividida en dos: Bruselas capital, donde se podría seguir votando a partidos flamencos y valones, y Halle-Vilvoorde, donde sólo se podría votar a partidos flamencos. Los partidos valones, naturalmente, dicen que ni jartos de lambic. Y como no puede haber un gobierno sin el consenso de ambas regiones, pues, directamente, no hay gobierno. Y si han leído todo ésto hasta el final, es que me quieren mucho.
  • Como ya dije, Ibarretxe va a seguir basando su campaña electoral en la fórmula, de comprobado éxito, "Madrid nos ataca". Convirtiendo el asunto del referéndum en el único tema a debate en la campaña (como ya hizo en 2005) y buscando (y encontrando, naturalmente) un duelo Madrid-Vitoria, el lehendakari consigue su objetivo primario, que es que la prensa pase de Patxi López (que es su único rival con posibilidades, visto como el PP vasco ha entrado en proceso de implosión) como del fúmbo femenino. Queda al PSE intentar, desesperadamente ya, que se hable de otra cosa. Queda ver si la prensa le dejará.
  • El cine brasileño evoluciona con el país. Si algo me gustó de Ciudad de Dios, fue que por primera vez vi una película brasileña que dejaba la pugnetera afición al cine denuncia moralista y se atrevía a dejar al espectador considerar la moralidad de la violencia por su cuenta. El rizo siguiente es Tropa de Elite, que se estrena en nuestra capital el viernes: pasar de la violencia de los marginales a la violencia de los policías. Todo Brasil ha visto y opinado sobre Tropa de Elite (incluso mi abuelita, poco inclinada a las pelis de arción, la ha visto), falto yo. Vénganse a verla conmigo el sábado: para los poco culturetas, hay rifles de asalto, y para los muy culturetas, eh, fue Oso de Oro en la pasada Berlinale.
Seguiremos informando.

martes, 8 de julio de 2008

El deseable fin del europeísmo acrítico

Acaba de terminar el Congreso del PSOE, y a pesar de que antes de opinar quiero informarme de primera mano con quien haya estado allí (lo que es un nada sutil guiño a mi estimado amigo Hidalgo para que use ese maravilloso iPhone que tiene para reservarme un par de horas para comer y frikear, que sé que su agenda es más apretada que la mía) una sencilla anotación: el voto inmigrante no garantiza en ninguna parte victorias para la izquierda. Al contrario, mucho voto inmigrante es reaccionario y (por increíble que pueda parecer) furibundamente anti-inmigración. Significativa ha sido la reacción entusiásticamente positiva de Gallardón y (glups) Espe. (Aunque lo del voto inmigrante tiene truco; ya hablaré del tema).

En todo caso, vamos con un tema al que llevo dando largas un buen tiempo. En 1962 España presentó por primera vez su solicitud de adhesión a las Comunidades Europeas. Durante los siguientes veinticuatro años consideramos a Europa como la panacea de todos nuestros males, y, desde nuestra entrada en 1986, podría decirse que en muchos casos lo ha sido. La España de hoy, moderna y económicamente pujante, lo es en gran medida gracias al dinero que ha fluido generosamente de Bruselas. Durante veinte años hemos sido la niña mimada de la Unión Europea, junto con Irlanda; la que mejor ha salido de todas las iniciativas de cohesión territorial.

Y, a cambio, hemos dado a Europa una admiración semi-mítica: hemos aprobado todos los tratados que nos han puesto por delante (incluida la Constitución Europea) sin leerlos, nos hemos apuntado a todas las iniciativas y planes que la UE nos ha presentado y, en general, nuestra opinión pública tiene una vaga sensación de que Europe can do no wrong.

Y ésto era así por que la UE defendía el concepto de Estado de bienestar que es (todavía) característico de la Europa occidental; un sistema que con sus fallos y inconvenientes (sobre todo las tendencias a la inflación y a la ineficiencia) presenta (y sigue presentando) como contrapartida un equilibrio socioeconómico que es lo más cercano al socialismo que puede existir sin romper con el sistema occidental de valores (y si suena demasiado críptico, no lo es, lo que pasa es que es demasiado largo y puede romper el tema del hilo; ya les contaré)

Todo ésto cambió, naturalmente, con la ampliación al Este.

Margaret Thatcher había intentado introducir el neoliberalismo en la UE en los 80, pero estaba francamente sola en ese empeño, y además, la buena señora caía mal. Sin embargo, en 2004, entraron de una tacada 10 países, de los cuáles ocho de ellos habían vivido el comunismo en sus carnes, y, en consecuencia, para ellos palabras como socialdemocracia y estado del bienestar no tenían (y en gran medida, siguen sin tener) ningún sentido. Ellos están en Europa por y para el capitalismo salvaje: ganar dinero, cuánto más mejor; el concepto del bienestar como bienestar material en su máxima expresión.

Y en consecuencia, de una sentada, hordas de políticos neocon, ultracapitalistas y pro-norteamericanos posaron tranquilamente sus reales en Bruselas. Y, junto con el resto de la nueva derecha europea, se propusieron dominar el cotarro.

Y ahora ésta gente es la que manda en Bruselas: es ésta la gente que pretende destruir lo que los trabajadores europeos han conseguido a través de duro sacrificio y lucha durante más de un siglo, en aras del Dios Mercado. La derecha civilizada sabe que el estado del bienestar trae equilibrio, y en cierta manera, paz social. La nueva derecha lo ignora; va por la Historia con una actitud de aprés moi, le déluge, poniendo fe en la anestesia de una asustada y preocupada masa acrítica.

Es la hora de que la socialdemocracia europea tome nota; estamos dejando que la derecha nos contagie con su lenguaje, nos domine con sus ideas y haga que asumamos como propios sus valores. No es mucho lo que tenemos que reconquistar, pero debemos reaccionar lo antes posible. Nuestros principios están en peligro.

Reconquistar Bruselas, reconquistar Europa para la izquierda: los valores que nos hacen distintos, los valores que nos hacen mejores, los valores que hacen que nuestra versión del capitalismo sea superior a las demás, no pueden dejarse perder.

Seguiremos informando.

viernes, 4 de julio de 2008

No Béarla

Pues vale: iba a escribir un importantioso artículo sobre la crisis, pero resulta que éste buen señor ya lo ha escrito por mí. Léanselo; es muy bueno.

Y dado que el señor Senserrich ya me ha descargado de esa obligación, vamos con nuestras taradeces de todos los días.

En uno de mis habituales desvaríos por YouTube, encontré una serie de televisión, llamada No Béarla (que podría traducirse como Sin English) donde un señor alto, larguirucho y bastante friki decidía recorrer la isla de Irlanda hablando única y exclusivamente en la constitucionalmente oficializada como primera lengua del Estado: el irlandés gaélico.

Dado que sólo el 8% de la población local habla el irlandés de forma fluida, y casi la mitad de la población no tiene siquiera nociones del idioma, el tipo, bueno, lo pasa mal y hace pasar malos ratos a quiénes lo rodean (impagable el momento en el que se pone a cantar guarreridas en gaélico en plena calle...siendo aplaudido por las ancianitas: pueden ver la serie completa en YouTube)

Viendo éste programa de televisión, me imaginaba yo como sería la versión española, es decir, la versión que harían TV3, ETB o TVG (ésta última cariñosamente conocida entre los nativos como Telegaita) y llegaba a la desanimadora conclusión de que si la serie se desarrollase en nuestras santas tierras, a nuestro héroe le habrían desmontado las gafas de un sopapo antes del final del primer episodio.

Y ésto ocurre por que en España el idioma (o los idiomas), como casi todo lo que en cualquier otra parte no se discute en ningún momento, tiene una marcada e indeleble carga política.

Todo ésto viene, naturalmente, a raíz del tal Manifiesto por la Lengua Común, firmado de forma entusiasta por la intelectualidad de derechas en pleno, por cierta distraída intelectualidad de izquierdas, y por otras figuras de nuestra cultura como Luis Aragonés (que demostrará su apego a nuestro idioma no aprendiendo turco) e Iker Casillas (éste último, naturalmente, con un nombre vasco)

Para que después no se diga, sepan que me he leído el tal manifiesto, y quitando las rimbombantes alusiones a la herencia común, a la gloria de nuestra lengua, y toda la pesca, lo que pretende es muy sencillo: se pide que nadie necesite saber, y en consecuencia, que nadie necesite aprender, otra lengua que el castellano/español para vivir y trabajar en España.

Toda la pugna lingüistica se basa en un argumento, para mí, erróneo desde un principio: que el conocimiento de un idioma deriva automáticamente en la ignorancia de los demás. Consideran éstos héroes del legado cervantino que el hecho de que un niño catalán aprenda matemáticas o biología en la lengua de mossén Cinto hacen que automáticamente se convierta en un iletrado, incapaz de acceder a todas las maravillas que nuestra lengua española ofrece.

O, simplemente, en ciertos casos, no quieren que sus hijos aprendan un idioma, en su opinión, dialectal y menor, existiendo la lengua del Imperio para sus comunicaciones cotidianas.

Para mí, es sencillo. La lengua de Cataluña es el catalán, así como la del País Vasco es el vasco, así como la de Galicia es el gallego. Y no lo digo yo, ni un grupo de nacionalistas trabucaires, sino el estatuto de autonomía de cada una de las tres comunidades, estatutos éstos aprobados por la población de cada comunidad.

Y, en consecuencia, por mera educación básica, hay que hablar, aunque sea un poco, del idioma, máxime si se quiere vivir o trabajar en esas regiones.

En Holanda, el 95% de la población sabe inglés. En mis diez meses allí sólo encontré a una persona que no supiera inglés: la guarda de un refugio de bicicletas junto al mercadillo. Es terrible: hasta los yonkis hablan mejor inglés que tú.

Y muchos de mis amigos allí se aprovechaban de esa situación; entraban en los restaurantes y pedían directamente en inglés, iban a las tiendas y pedían en inglés, así sucesivamente. La inmensa mayoría de que allí trabajaban respondía bien, instantánea y admirablemente.

Pero esa actitud de poner el idioma así, con los pies por delante, me parecía poco educada. Mi holandés era bastante limitado, pero aun así me esforzaba en empezar la conversación con unas palabras, hasta que mi directorio de cien palabras se acababa y me veía obligado a seguir en inglés; pero en todo caso, siempre preguntando: Do you speak English?

Educación, simplemente; en catalán, holandés, o sí, en castellano.

Seguiremos informando.

martes, 1 de julio de 2008

Drugs are good for you

Sí, sí, lo sé, tengo que ponerme a escribir sobre cosas serias, pero, qué copón; estamos ya en julio, hace calor y en éste su blog estamos por cosas frikis.

Cuándo viví en Rotterdam pronto noté que la tan afamada tolerancia holandesa se basaba en un principio bien sencillo: cada cuál puede hacer lo que le venga en gana, siempre y cuándo la haga en su sitio correspondiente y que no moleste a los demás.

Eso se notaba sobre todo en los bares: mientras que en el resto de los espacios públicos, en todos ellos, la paranoia antitabaco llegaba a niveles soberanos, en los bares se podía fumar todo el tabaco que se quisiese. Eso era porque, según ese sabio criterio, un bar era un sitio donde se podía fumar, y al que no le gustase el tabaco, que se fuera a otro sitio.

Sin embargo, el talibanismo antitabaco, ese movimiento global, ha sido más fuerte que la tolerancia neerlandesa. Desde hoy, 1 de julio, en los Países Bajos no se puede fumar en los bares.

Pero, por supuesto, hay un pero. Miles de pforreros de toda raza, edad y condición visitan Amsterdam, Maastricht y otras ciudades neerlandesas todos los años y todo el año para poder ponerse de marincha hasta las trancas. Es una fuente de ingresos nada despreciable, tanto para los propios propietarios de los coffee, como para los hoteleros, los vendedores de las horrendas turkse pizza, los fabricantes de papel de fumar y para el propio gobierno holandés.

Obviamente, nadie quiere perderse esa fuente de ingresos. En consecuencia, si no está permitido fumar tabaco, se debe fumar marincha. Y únicamente marincha.

Yo no me drojo, así que no puedo opinar. Así que pido la opinión de mis lectores, que tampoco se drojan.

Seguiremos informando.