Oh, oh, oh... Me he levantado demasiado pronto, porque la noche de gambiteo ha dado al resfriado radioactivo que llevaba incubando razón de ser, y me he levantado a las nueve y media de la mañana tras seis horas de sueño con un monstruo ectoplásmico en plenas narices.
Pero sí, amigos, fue la noche de risas y horteradas que estábamos todos esperando: he de agradecer vivamente a mademoiselle Fifí por acogerme (y acogernos) en su hogar: rodeado de gente alcoholizada soy bastante más creativo, y sólo gracias a los cosmopolitans y rusos blancos preparados por Mademoiselle pudimos pergeñar ideas como la del parque temático "Rocío Jurásico", con ejemplares clonados vivos de la Más Grande y atracciones como la piscina climatizada "Como una Ola" y otras fantásticas atracciones de las cuáles no puedo acordarme.
Pero vamos con lo que todos estábamos esperando:
Después de tres años de no pasar del vigésimo puesto, el 16º es una posición más que notable. Dije que mejor que los últimos años íbamos a quedar, y así ha sido: el Chiquilicuatre ha conseguido más puntos que Las Ketchup y Son de Sol sumadas. Y qué copón: con el pop-latino-lolailo que hemos mandado desde que Bisbal se hizo con nuestro mercado discográfico nunca jamás nos hemos comido un colín, y no lo haremos, por más que se insista en ello.
Nuestras quinielas, como no, se han ido al traste. Efectivamente, el bloque eslavo vota a su canción favorita, y para ver por qué Rusia hay que tener en cuenta la pasión por el dramón que abunda allende el Danubio: seguro que a más de una choni eslovaca se le han saltado las lágrimas por el pipiolín ruso arrodillado, el Violinista en el Tejado y la Barbie patinadora. La pasión por el dramón, además, salta fronteras y rivalidades regionales: sólo eso explica que el Monstruo del Pantano Negro (Rosa de Lisboa, que dijo alguien) que mandó Portugal sacase más puntos que nosotros. Y eso que mi favorito venía del bloque del Este: como no, hablamos del Tanguero Croata y de su Abuelo Rapero.
Pero recuerden, podíamos estar peor: los jevis fineses se han estrellado malamente (eso tiene cantar en un idioma como ese) y el modernuqui gabacho, por más que lo patrocinase Daft Punk, acabó peor que nosotros (lo que responde más o menos a la pregunta de cómo lo hubiese hecho La Casa Azul)
La conclusión es que si queremos ganar Eurovisión, tenemos dos alternativas:
La gala de TVE, a su estilo: la Carrà siendo toreada por todas partes por todo el mundo, Loles León, saliendo de Dios sabe donde (mi teoría era que, dado que Massiel quiere matar a Íñigo y la sangre en el escenario es difícil de sacar, trajeron a alguien que diese el pego para el ojo poco entrenado) los ex-jóvenes VJs de los 40 Principales (no puedes trabajar en los 40 y luego darte de intelectual) y figuras que garanticen el concepto español de debate: una pequeña conversación moderada de diez minutos para que se sepa de cuál postura cada uno de los invitados NO va a moverse y luego todos gritan. Uribarri, por desgracia, ya está demasiado gagá: comentar los números conforme a la potencia de las mozas presentes ya es señal de que es hora de volverse a casa.
Pero si ODIO a TVE por algo es por una cosa muy sencilla: Eurovisión, entre las interpretaciones y las votaciones, siempre pone un número musical en el intermedio. En países donde la televisión pública lo es de verdad, se mantiene la conexión y se pone el número musical. TVE, como está en la ruina y además no tiene estilo, corta a publicidad y luego pone a la Carrà a decir paparruchadas. Que en Helsinki, el año pasado, nos perdiésemos a Apocaliptica, es jodido, pero cuándo me enteré que éste año la estrella del intermedio fue Goran Bregovic, el rey de uno de mis géneros musicales favoritos, el que yo vengo a llamar Yugoslavos con Tubas, maldecí a TVE de forma tan sonora que me tuvieron que sujetar.
Pero afortunadamente, yo no trabajo en TVE: así que les pongo a Goran para que sepan lo que se han perdido y porque me apetece:
Seguiremos informando.
Pero sí, amigos, fue la noche de risas y horteradas que estábamos todos esperando: he de agradecer vivamente a mademoiselle Fifí por acogerme (y acogernos) en su hogar: rodeado de gente alcoholizada soy bastante más creativo, y sólo gracias a los cosmopolitans y rusos blancos preparados por Mademoiselle pudimos pergeñar ideas como la del parque temático "Rocío Jurásico", con ejemplares clonados vivos de la Más Grande y atracciones como la piscina climatizada "Como una Ola" y otras fantásticas atracciones de las cuáles no puedo acordarme.
Pero vamos con lo que todos estábamos esperando:
Después de tres años de no pasar del vigésimo puesto, el 16º es una posición más que notable. Dije que mejor que los últimos años íbamos a quedar, y así ha sido: el Chiquilicuatre ha conseguido más puntos que Las Ketchup y Son de Sol sumadas. Y qué copón: con el pop-latino-lolailo que hemos mandado desde que Bisbal se hizo con nuestro mercado discográfico nunca jamás nos hemos comido un colín, y no lo haremos, por más que se insista en ello.
Nuestras quinielas, como no, se han ido al traste. Efectivamente, el bloque eslavo vota a su canción favorita, y para ver por qué Rusia hay que tener en cuenta la pasión por el dramón que abunda allende el Danubio: seguro que a más de una choni eslovaca se le han saltado las lágrimas por el pipiolín ruso arrodillado, el Violinista en el Tejado y la Barbie patinadora. La pasión por el dramón, además, salta fronteras y rivalidades regionales: sólo eso explica que el Monstruo del Pantano Negro (Rosa de Lisboa, que dijo alguien) que mandó Portugal sacase más puntos que nosotros. Y eso que mi favorito venía del bloque del Este: como no, hablamos del Tanguero Croata y de su Abuelo Rapero.
Pero recuerden, podíamos estar peor: los jevis fineses se han estrellado malamente (eso tiene cantar en un idioma como ese) y el modernuqui gabacho, por más que lo patrocinase Daft Punk, acabó peor que nosotros (lo que responde más o menos a la pregunta de cómo lo hubiese hecho La Casa Azul)
La conclusión es que si queremos ganar Eurovisión, tenemos dos alternativas:
- Copiar descaradamente: Si el voto eslavo es el que va a ganar Eurovisión, hay que mandar expediciones a las Little Russia de los polígonos (Alcalá de Henares, Badalona, Orihuela), tomar nota de qué gusta a los proletarios de detrás del telón y fusilarlo de forma brutal e inconfundible. Posiblemente llegaremos a la conclusión que lo que gusta es el tecno-horterismo baladoncio lumpen: en ese caso, no nos andemos con medias tintas: Camela es la opción.
- Balcanización de España: Tomar por culo, hombre: problemas desesperados requieren soluciones desesperadas. Salvo Cataluña, que se intercambiaría con Andorra los doce puntos siempre, dividir España en estados independientes garantiza una buena posición para nuestros artistas. Un poco de limpieza étnica no iría mal tampoco, para generar refugiados que esparcir por Europa para incrementar nuestras puntuaciones.
La gala de TVE, a su estilo: la Carrà siendo toreada por todas partes por todo el mundo, Loles León, saliendo de Dios sabe donde (mi teoría era que, dado que Massiel quiere matar a Íñigo y la sangre en el escenario es difícil de sacar, trajeron a alguien que diese el pego para el ojo poco entrenado) los ex-jóvenes VJs de los 40 Principales (no puedes trabajar en los 40 y luego darte de intelectual) y figuras que garanticen el concepto español de debate: una pequeña conversación moderada de diez minutos para que se sepa de cuál postura cada uno de los invitados NO va a moverse y luego todos gritan. Uribarri, por desgracia, ya está demasiado gagá: comentar los números conforme a la potencia de las mozas presentes ya es señal de que es hora de volverse a casa.
Pero si ODIO a TVE por algo es por una cosa muy sencilla: Eurovisión, entre las interpretaciones y las votaciones, siempre pone un número musical en el intermedio. En países donde la televisión pública lo es de verdad, se mantiene la conexión y se pone el número musical. TVE, como está en la ruina y además no tiene estilo, corta a publicidad y luego pone a la Carrà a decir paparruchadas. Que en Helsinki, el año pasado, nos perdiésemos a Apocaliptica, es jodido, pero cuándo me enteré que éste año la estrella del intermedio fue Goran Bregovic, el rey de uno de mis géneros musicales favoritos, el que yo vengo a llamar Yugoslavos con Tubas, maldecí a TVE de forma tan sonora que me tuvieron que sujetar.
Pero afortunadamente, yo no trabajo en TVE: así que les pongo a Goran para que sepan lo que se han perdido y porque me apetece:
Seguiremos informando.
5 comentarios:
menos mal que no viste a los de la Noria en Tele5 poniendo verde a eurovisión: Jordi González, Pepe Calabuig, otro contertulio de Terelu... gente del todo respetable, como Gisela, la que fue por Andorra y no se comió un colín, que lloraba porque la gente que ama la música no está en Eurovisión... todo porque la Sexta mandó a alguien a Eurovisión y ellos no, ay, que pena, penita, pena... pero más razón no pudo tener Fernandisco (qué tiempos) cuando dijo que la canción que ganó no iba a vender nada. Qué coñazo dan, tanta balada en Eurovisión! Un apunte, la barbie patinadora ha sido campeón del mundo de patinaje nosecuántos años seguidos y al ruso lo producía el tipo que produce a Madonna.
¿Qué es un resfriado radiactivo?
Me moló el aquelarre azerbayano (¿eso está en Europa? de lo que se entera uno) o el francés que, mal que me pese, era el híbrido nacido de hacer un esqueje con El Nota y Eugenio (y la canción molaba, contra todo pronóstico). Por otra parte ¡BENDITA SEA UCRANIA! Uribarri no pudo hacer otra cosa que demostrar que no se es de piedra por mucho factotum de Eurovisión que se sea.
Fdo.: Aserraderos Mc Neil
Que te pongas bueno pronto ...
yo tambien me senti azerbayano.
oiga, cardenal sigo sin tener mas medio de comunicacion con Vd que este blog y cuando los hados quieren que coincidamos. le reitero mi mail, y me manda Vd, el suyo: avantasia2003@yahoo.es
Acabo de crear un Meme, que espero que le guste y le mueva, pues me veria seriamente ilusionado con su participacion. ya sabe, pasese por el eclecti-blog.
Publicar un comentario