miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los guantazos vacíos

Sin duda habrán visto ustedes alguna de éstas películas de época en la que los protagonistas declaran su intención de tener un duelo honorable abofeteando con un guantelete el rostro del agraviador. Es la imagen que me viene a la cabeza cuándo leo las últimas novedades de Honduras, y es que la situación actual que tanto el gobierno de Micheletti, como la OEA, como los Estados Unidos, se están dando amables bofetones con guantes vacíos, a la espera de que alguien tome vergüenza y se salga del impasse de una pugnetera vez.

La fecha clave para el gobierno de Micheletti es el 27 de enero de 2010. En esa fecha termina constitucionalmente el mandato del presidente Zelaya, y, a partir de ese día no será más presidente de Honduras; obviamente, no de facto, pero tampoco de iure. En previsión de ese día, el gobierno ha convocado elecciones presidenciales. Técnicamente unas elecciones libres serían la solución más pragmática de la crisis, pero lo de libres va a ser improbable: pero con el país en estado de sitio, los militares pegando tiros por las calles, y la más que probable ausencia de cualquier misión de observación, es obvio que poca gente va a poder hacer campaña, cuánto menos aquellos cuyas ideas estén más cercanas al presidente expulsado.

Uno de los motivos de la insistencia por parte del presidente Zelaya en favor de su propia reelección es por la ausencia de una base partidaria de la cuál sacar un sucesor. Honduras no tiene un gran partido de izquierdas como pueden tenerlo Nicaragua o el Salvador; en gran medida, su sistema de partidos sigue estando en el siglo XIX: conservadores y liberales, o, por color, azules y colorados. (El propio Zelaya fue elegido por los liberales-colorados) El temor de Zelaya es que, tras echarse al monte, el Partido Liberal eligiese un candidato mucho más moderado que él. Y, por lo que parece, así ha sido, pero el pobre hombre no puede hacer campaña por más que se esfuerce.

Mientras, el presidente Zelaya está en la embajada. Como usuario regular del Servicio Consular de la Embajada de la República Federativa de Brasil en Madrid, doy fe de que nadie se queda demasiado tiempo en un edificio diplomático brasileño a no ser que sea imprescindible (y aun así, que se lo digan a sus funcionarios). El gobierno Lula ha soltado un órdago bien gordo en la crisis (nunca el Itamaraty había intervenido tan directamente en una crisis latinoamericana de éste calibre) y la maniobra le ha salido relativamente bien: se ha convertido del tirón en la voz de los legitimistas en la OEA, ante la abulia del gobierno Obama, a quién Honduras ni le va ni le viene.

El problema aquí es que desde el momento en que los militares hondureños se toman el constitucionalismo a la tremenda (o sea, si alguien quiere cambiar la constitución, aunque sea legal y democráticamente, colleja) queda claro que la única forma de recobrar la legitimidad en Honduras es vía rifles. Y nadie está interesado: ni los Estados Unidos (por razones obvias) ni Hugo Chávez (una cosa es comprar armas y la otra usarlas, y, aparte, ya bastante tiene con lo suyo) ni nadie más (porque no pueden). El único que, si le dejan, puede ir a darle capones a alguien, es el secretario general de la OEA, Luis Miguel Insulza, pero él no tiene rifles.

El tiempo corre. Seguiremos informando.

lunes, 28 de septiembre de 2009

El rojo y el negro

Buenos días, buenos días. Como distinguir a un friki politólogo del resto de la gente: el friki politólogo es el que se pasa un domingo por la noche entre los canales 307 (Deutsche Welle TV) y 304 (RTP Internacional) de Digital +, para ver de primera mano los resultados electorales en Alemania y Portugal.

Vamos primero con los germanos, que es un país más grande: ganaron los cristianodemócratas de la CDU, que por mucho que El Mundo y ABC se regocijen, se parece al PP lo que un huevo de pato a uno de gallina. Recordemos que fue la CDU la que inventó el concepto de Sozialmarktwirtschaft (en nuestro idiolecto, economía social de mercado), mientras que al PP de hoy en día la palabra social le produce urticaria.

Pero, en efecto, el giro a la derecha existe, dado que el socio parlamentario de la CDU va a ser el FDP, el partido liberal, que ama el libre mercado por encima de todas las cosas.

En la oposición, el SPD ha pagado el pato de ser el comparsa de Angela Merkel y ha perdido votos por todas partes: el voto centrista ha decidido que, para tener a Merkel de canciller, mejor votarla directamente a ella, y el voto de izquierdas se ha pasado con armas y bagajes a Die Linke (La Izquierda) el partido comunista (en el Este) y de Lafontaine (en el Oeste), que se ha convertido en el cuarto partido.

Lo que sí podemos estar viendo es la descomposición final de los Verdes como fuerza política en el país que los vio nacer. En 1980, un partido ecologista alemán tenía sentido cuándo ningún otro partido tenía consciencia ecológica, no fuese a cabrear a los grandes verbände químicos (en el caso de la CDU y el FDP) o a los mineros del carbón (caso del SPD). Casi treinta años después, cuándo la consciencia ecológica es prácticamente obligatoria para cualquier partido político con aspiraciones, los Verdes han perdido su razón de ser y se han convertido en una paradoja: una extrema izquierda moderada. Lo que les ha salvado hasta ahora es que en la Willy-Brandt-Haus nadie tenía los huevos tan grandes como para empezar la segunda Ostpolitik y hablar con los comunistas; el batacazo ha sido tan descomunal que en el SPD van a tener que planteárselo - y si eso ocurre, a los Verdes van a acabar fagocitándolos por los dos lados.

Mientras, en Portugal, el síndrome PP (entendiéndose como tal el desentenderse de cualquier intento de hacer política seria y salirse con mamarrachos) ha hecho que el PSD haya desperdiciado la oportunidad de convocar el voto útil (ya lo expliqué hará un par de semanas) y el CDS-PP no sólo no se haya hundido, sino que además haya subido, convirtiéndose en el tercer partido. El Partido Socialista perdió la mayoría absoluta, como era de esperar; pero lo sorprendente es que los comunistas tradicionales (que se presentan en coalición con los ecologistas) también lo han hecho; los grandes vencedores son, por ese orden, el CDS-PP y el Bloque de Izquierdas. Ahora Sócrates tiene tres opciones: primera, un gobierno a la española, es decir, de geometría variable; en Portugal es más viable que en España porque, por suerte, la oposición no suele ser tan estúpida, pero la vida te da sorpresas. La segunda es pactar un gobierno de coalición con el CDS-PP, lo cuál garantizaría tanto mayoría parlamentaria como un giro aún más pronunciado a la derecha en lo económico; y la tercera sería una coalición con los DOS partidos de extrema izquierda: PCP y Bloque de Izquierdas, que sería la fiesta mexicana.

Y ahora un apunte para los fans ferrocarrileiros: la polémica con el AVE viene de que la oposición se pregunta por qué se hacen primero las vías de alta velocidad entre Lisboa y la frontera con España (incluyendo un carísimo tercer puente sobre el Tajo) y entre Oporto y Vigo, mientras que la LAV Lisboa - Oporto se aplaza sine die.

Las respuestas, naturalmente, están ahí: primero, porque Bruselas da dinero para construir conexiones internacionales de Alta Velocidad, mientras que la LAV Lisboa - Oporto se la van a tener que pagar los lusitanos de su bolsillo; y segundo, porque entre Lisboa y Oporto ya hay un tren (el Alfa Pendular) que, aunque no es estrictamente de alta velocidad, va bastante rápido y funciona razonablemente bien. En todo caso la oposición prefirió hacer demagogia; así les ha ido.

Seguiremos informando.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pequeño elogio de la improvisación

La más reciente buzzword contra el gobierno de Zapatero, unánime en casi toda la oposición, sea el PP, sea UPyD, sea Juan Luis Cebrián y sus siete enanitos, es "improvisación". Yo mismo he tratado tangencialmente del asunto, unos cuántos días atrás.

Por más que duela decirlo, el problema principal que ha tenido el PSOE - no el Gobierno - es que ha sido abiertamente incapaz de llevar la política española según sus propios términos. Siempre ha ido (o, al menos, ha parecido ir) a remolque de los acontecimientos, sean éstos titulares de prensa, situaciones de crisis o la última ocurrencia del bigotismo.

Y, sobre todo en tiempos de crisis, un gobierno debe dar la apariencia de que está llevando el timón. En consecuencia, lo que debe hacer éste gobierno es, en todo momento, dejar claro a los ciudadanos que está haciendo lo que tiene que hacer.

Que es improvisar.

La economía, por más que le pese tanto a los clasicistas ortodoxos (si sigue alguno vivo) como a los esquizofrénicos hayekianos que pululan por ahí - algunos en puestos de importancia -, es una ciencia social. Y, como tal, es una ciencia dinámica, sujeta a infinidad de variables, desde la productividad por empleado al estado del tiempo, pasando por la selección española de fúmbo (y, si no me creen, calculen el número de personas que no irían a currar el lunes si España ganase un Mundial el domingo y piensen en cuánto afectaría eso al PIB). En economía, como en toda ciencia social, uno nunca puede estar seguro al 100% de nada - de ahí que, a la larga, el destino de cualquier economía planificada es fracasar.

En consecuencia, la política económica, cualquier política económica, debe estar regida, por encima de todo, por un pragmatismo insuperable. Estar al tanto, ajustar, probar, acertar, fracasar; lo único que debe hacer la ideología aquí es trazar líneas rojas que no se pueden superar - y líneas púrpuras para cuándo, tarde o temprano, se superen las líneas rojas.

Lo contrario de eso es lo que propugna el bigotismo. Para ellos, gobernar es ceñirse a un programa económico y no soltarlo ni a tiros. Y de hecho, para mayor abundamiento, el conservadurismo hispánico no tiene un programa económico; tiene dos: el ideal y el real - que según ellos debe perpetuarse ad aeternam.

En el programa ideal, la política económica supone ceñirse férreamente a la ortodoxia de la teoría libegal, a saber, lo que necesitamos son menos impuestos, menos gasto público y que el Estado no meta las narices donde no le llaman, que es lo que viene a ser todo.

Y ceñirse a esa ortodoxia, como hemos visto, primero en países como Argentina o Tailandia, y luego a escala global, conduce a que las recesiones cíclicas golpeen a la gente corriente de forma más larga y fulminante.

En el programa real, la política económica consiste en mantener la economía española en 1962: España ha de vivir del turismo y de lo que pueda hacer su mano de obra barata y poco cualificada, mayormente pisos. Para eso ha de contar con la connivencia de un Estado sobre todo pequeño y poco eficaz, que sea capaz de tolerar la corrupción que sea necesaria para permitir el enriquecimiento rápido y fácil de aquél que decida no tener escrúpulos, y, al mismo tiempo, mantener el poder adquisitivo de las clases acomodadas, que al fin y al cabo es la que cuenta.

Y es esa política económica es la que ha hecho más dura nuestra caída en el agujero de la crisis - y lo que nos va a hacer más duro salir.

Así que vuelvo a reiterar: lo que necesitamos es replantearnos el paradigma de la economía española que queremos. No podemos seguir aspirando a ser un país desarrollado si nuestra economía sigue basándose en los principios que nos sacaron del subdesarrollo; hay que dar un paso más. Necesitamos más y mejor educación para todos: y ahí el Estado tiene que estar detrás (más que nada, por que cuesta menos). Necesitamos mejores infraestructuras (aún mejores) y ahí el Estado tiene que estar detrás. Necesitamos garantizar la tranquilidad social (entendiendo por ésto que será atendido en caso de necesidad) de los trabajadores (en democracia, el trabajador más tranquilo es el más productivo) y ahí el Estado tiene que estar detrás (porque estoy con el señor Senserrich: la protección social, mejor en manos del Estado que de los empresarios, aunque éstos tengan que pagar más impuestos)

¿Y como llegamos a eso? Lo acabo de decir: pues ya veremos.

Seguiremos informando.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Torontontero

Porque incluso los chistes malos se merecen una respuesta.

Seguiremos informando.

La libre lobotomía

Cuándo el conocimiento que teníamos acerca del cerebro humano oscilaba entre lo vago y lo nulo y como enfermedades mentales se entendía cualquier cosa entre la esquizofrenia paranoide y la homosexualidad, alguien tuvo la lamentable idea que si había un problema con el cerebro, la solución lógica y natural es empezar a destruir cerebro hasta que se solventase el problema. Nuestro héroe, el profesor António Egas Moniz, inventó una forma científica (quicir) de permitir abrir el cerebro e inyectar alcohol para matar las neuronas de la parte enferma. Ese procedimiento, llamado hoy lobotomía, no sólo acababa con el problema, sino que también acababa con el enfermo, transformándolo, generalmente, en una masa inerme y babeante. (Si han visto Alguien voló sobre el Nido del Cuco, saben de lo que estoy hablando.) Eso no fue óbice para que a Egas Moniz le dieran el premio Nobel de Medicina, convirtiéndolo en un héroe nacional portugués que hasta hace nada salía en los billetes de 10.000 escudos. Cosas de los lusitanos.

Salvando todas las distancias, el aborto es para la sexología lo que la lobotomía para la psiquiatría: un método brutal y primitivo de solventar (mal) un problema de salud y calidad de vida.

Dudo que cualquier persona con dos dedos de frente esté a favor del aborto per se: es decir, nadie aborta porque sí. Y, desde luego, a mi entender, utilizar el aborto como método anticonceptivo es la forma más estúpida de regular la propia sexualidad.

Mas, ante la pregunta política: "¿cuál es tu posición acerca del aborto?" la respuesta sólo puede ser una: aborto libre y gratuito en la Seguridad Social.

Pero con la inexcusable salvedad de que, a todos los niveles de educación, desde la primaria hasta la educación para adultos, se haga constantemente énfasis en que, en y por principio, nadie tendría que verse en la necesidad de abortar; que es el jodido extintor tras el vidrio, el botón rojo, el ultimísimo recurso y el más devastador.

Porque, no nos engañemos, el aborto libre es una aspiración histórica de la izquierda feminista, pero es únicamente la mitad de la tarea: porque abortar, el hecho de abortar, por motivos que no sean estrictamente de salud, supone el fracaso final de cualquier educación sexual comprensiva - cuya universalización, ésta sí, debería ser el objetivo de cualquiera que se llame de izquierdas.

Seguiremos informando.


miércoles, 16 de septiembre de 2009

Viva México

Hace 199 años, un cura se subió al campanario de un pueblo de Guanajuato y se puso a dar vivas a Fernando VII y a la Virgen de Guadalupe. Tan rústico acto fue el primer episodio de la que sería la independencia mexicana, y es origen de uno de mis rituales políticos favoritos. Tras la independencia, el campanario fue desmontado y la campana instalada sobre el balcón principal del Palacio Nacional, en la ciudad de México. Y todos los años, la noche antes al día de la Independencia, el presidente de la República sale al balcón, y ante una plaza llena hasta los topes con decenas de miles (sin exagerar) de personas, toca la campana con una cuerdecita instalada ad hoc mientras da vivas a México a pleno pulmón. El resultado (ojo, pieza de propaganda institucional), es más o menos éste.



Hay gente a la que toda ésta parafernalia le parecerá una tontería, pero a mí me gusta. Me gusta porque es un ritual de gran poder simbólico, y, lo que es más importante, de contenido absolutamente laico y cívico.

Muchos de mis lectores consideran una bendición la desvalorización del patriotismo que existe en nuestro país, derivada de la apropiación por el franquismo de los símbolos nacionales y de la propia idea de patriotismo.

Siento no estar de acuerdo. Estamos todos de acuerdo en que el ideal sería que todos los españoles fuesen modélicos ciudadanos capaces de racionalmente comprender que el sistema democrático es superior y que es imprescindible la educación y la participación para ejercer la ciudadanía en su plenitud, pero igualmente sabemos que en realidad estamos lejos de ese punto (pero, al contrario de la derecha, pienso que quizás un día los españoles podamos llegar a él)

Mientras ese día no llega, considero importante que los valores de civismo, educación, laicismo y democracia tengan una carga simbólica lo suficientemente fuerte como para poder quedar suficientemente imbricados en la ciudadanía como para resistir los embates de otros valores inferiores pero más populares por viscerales: violencia, ignorancia, puritanismo y autoritarismo.

Y, aunque son valores fuertes per se, ayuda muchísimo incorporarlos al triunvirato simbólico de cualquier país: patria, bandera e himno. Ayuda porque al convertirlos en valores fundamentales de la identificación nacional, resultan mucho más difíciles de abandonar u olvidar.

El problema fundamental es que la patria y la bandera de la izquierda española sigue siendo la República. La Transición no supuso una refundación simbólica de España: supuso la incorporación de la izquierda a una España que, simbólicamente, le sigue siendo ajena.

Ésto, aunque parezca estúpido, no lo es. Implica que, por mucho que nos esforcemos, nunca vamos a estar totalmente orgullosos de ser españoles; que nunca vamos a aceptar del todo como nuestro el país que estamos intentando construir. En consecuencia, que la motivación que podamos tener para cambiar España y convertirla en un lugar mejor y más justo va a estar permanentemente mellada. Lo que hará más fuertes proporcionalmente a los que quieren conservar las estructuras, ideas e injusticias del pasado.

Es un problema muy de fondo - como igualmente lo es su solución. Las opciones son: o dejamos atrás las naciones de una vez por todas (y alguien todavía me va a tener que explicar como, porque llevamos 250 años con lo mismo) o damos con la tecla que nos permita que, simbólicamente, España sea, por fin, el país de todos los españoles. A saber cuál opción es más difícil; una cosa está clara: para mañana no será.

Pero hay que empezar. Porque en tiempos como éstos, donde la tentación del populismo es más fuerte, es indispensable reforzar los valores fundamentales de la ciudadanía, con todos los medios que tengamos a nuestra disposición.

Seguiremos informando.

martes, 15 de septiembre de 2009

El partido mesa camilla

Como se nota que tengo estupendos amigos y amigas que saben de mis gustos y perversiones y me pasan - con poco disimulado entusiasmo - noticias que, seguro, provocarán de mí explosiones de santa y justa ira, o, cuanto menos, sangrante sarcasmo.

Cuándo alguien se pregunta por qué existen tantos programas de tertulia-debate-cotilleo en éste nuestro amado país de Dios, la respuesta viene rauda como el viento: porque son los programas más baratos de hacer. Sólo necesitas dos cámaras, un plató y unos cuántos invitados dispuestos a hablar de lo que sea durante horas - y Dios sabe que en España no falta nada de todo ésto.

La banalización y estupidificación de la televisión global (por desgracia, no es un fenómeno exclusivamente ibérico ni mucho menos) deriva de un simple cálculo de mercadotecnia: el mercado televisivo se segmenta en cinco niveles según educación e ingresos: A, B, C, D y E. Conforme se han ido popularizando internet y la televisión de pago en los segmentos AB (y parte del C), se ha reducido el consumo de televisión por parte de éstos segmentos; en consecuencia, cada vez se considera menos rentable producir programas para éstos segmentos, programas que, por otra parte, son mucho más caros de producir - porque hablamos de un público que exige calidad. Por consiguiente, la televisión cada vez se orienta más en dirección a los segmentos que tienen como único entretenimiento la televisión abierta, a saber, los segmentos C, D y E, y, dentro de éste segmento, las mujeres de entre 45 y 70 años, que consumen más televisión (porque, dentro de éste segmento de población, suelen ser amas de casa)

Lo que el lenguaje del marketing llama "mujeres de entre 45 y 70 años de los segmentos C, D y E" nuestro lenguaje popular lo ha definido con el ya consagrado término "marujas". Y, en efecto, toda ésta parrafada seudointelectual acaba definiendo lo que usted, yo, y la grada sur del Calderón ya sabíamos, señora: la televisión española se ha puesto con armas y bagajes, salvo rarísimas excepciones, al servicio de la maruja.

El fenómeno lleva muchos años en activo, pero sólo recientemente ha pasado a tener implicaciones políticas. ¿Por qué? Por tres motivos: primero, porque el mundo del "corazón" ha implosionado, víctima de su insufrible reiteración; segundo, porque varias figuras dentro de esa subespecie humana dedicada a informar a los españoles de quién se folla a quién han decidido, por obra y gracia del Espíritu Santo, que son periodistas de verdad y que, en consecuencia, deben ampliar sus horizontes y tratar sobre temas de "interés humano", o, como dicen en mi pueblo, mundo cão arrebentado (éste perro mundo destrozado) Por simple responsabilidad y buen gusto, no voy a ser exhaustivo con los casos de dramones de la vida real amplificados hasta la extenuación para loor y gloria del o la perrodista (sic) de turno.

Y el tercer motivo es porque la campaña del bigotismo con las víctimas del terrorismo (de la cuál ya he dado abierta cuenta aquí) ha popularizado de nuevo entre los españoles tres ideas, a mi entender, perniciosas. La primera es la eternamente popular teoría de que la Justicia equivale a la venganza. La segunda es que es obligación del Estado el "estar con las víctimas", lo que viene a ser convertirse en el instrumento vengador de los agraviados. Y tercero, que ser "una víctima" te da la legitimidad moral e intelectual suficiente como para opinar acerca de lo que te venga en gana, sea sobre la política antiterrorista del Gobierno, sobre economía, sobre inmigración o sobre si Raúl debe ser titular en la selección o no.

Y uno de los más destacados opinadores profesionales legitimados por el sufrimiento Juan José Cortés, el padre de la pequeña Mari Luz y Víctima.

Hablé en su momento del histerismo colectivo producido por el caso Mari Luz. Lo dije entonces y lo sigo diciendo ahora: los departamentos de Justicia son, en todas partes del globo y a todos los niveles de gobierno, las primeras víctimas en caso de recorte presupuestario por dos motivos: son un porrón de funcionarios y no producen cintas para inaugurar. En consecuencia las administraciones de Justicia, desde el Pleistoceno Medio, son lentas, farragosas y complicadas, y lo que es peor; nadie quiere poner dinero - que es lo que hace falta - en algo que los ciudadanos no van a necesitar - salvo en el peor de los casos.

Los programas de variedades catastróficas necesitan, por encima de todo, respetabilidad. (Básicamente porque gente como Ama Rosa no es que sea muy respetable, precisamente.) Es por ello que las Víctimas que buscan han de ser gente "respetable", como el profesor Neira, ahora pregonero de las fiestas de Majadahonda. Juan José Cortés fue inmediatamente objetivo de los focos precisamente porque era respetable: era - y es - un gitano que en lugar de arrancarse los cabellos y mascullar frases de dolor en español dialectal tuvo una reacción mesurada y razonable a la tragedia que fue la muerte de su hija. Rara avis para el concepto que el español medio tiene de los romanís - y la prensa sanguinolenta se lanzó como un único y enorme buitre.

La prensa le convirtió en figura - y objetivo preferencial de los más variados populismos, con - largo y desesperante suspiro - el presidente del Gobierno a la cabeza. Afortunadamente, el populismo de los dos grandes partidos en nuestro país tiene un límite; se le recibió, se le intentó contentar y aliviar bajo el intenso escrutinio de Está Pasando, pero no se le dio más importancia a partir de ahí.

Pero claro, no nos acordábamos que ahora en España tenemos un partido parlamentario, abierta y vergonzantemente populista, dispuesto a vender a su madre por un titular y que no razona ni una sola de sus propuestas, salidas directamente del horno para golpear en el estómago y atizar la furia antisistema de los mediocres. Hablamos, como no, de Rosita la Pastelera y su claque fucsia.

Sí, amigos, UPyDance ha decidido convertirse en el partido de Ama Rosa, el partido de la Campos, el partido de Salvados; el partido de las mesas camilla donde se discute a gritos temas insensatos y se hace política por y para los sentimientos primarios, política de la sangre y de las vísceras, política del dolor y de la venganza. Dispuesta a convertir en alcalde de Huelva alguien cuya única cualificación es ser un español cualquiera víctima de un terrible crimen. Dispuestos a todo para convertirse en el partido de los ignorantes, de los desinformados, de los que se sienten olvidados e ignorados porque creen que la política está para dar respuesta a la pregunta "qué hay de lo mío".

Y, lo peor de todo es que en tiempos de crisis esos son los partidos que crecen. Porque no hay ciudadanía con el estómago vacío. No podemos dejar que siga creciendo: no podemos despreciar algo que es un paso más hacia la berlusconización de España.

Seguiremos informando.

lunes, 14 de septiembre de 2009

El pánico a preguntar

Si yo convoco mañana un referéndum entre mis amigos y vecinos sobre si debo dejarme bigote o no, deben saber dos cosas: primero, que seré el líder más destacado de la campaña del NO, y segundo, que ese referéndum tendrá el mismo valor legal que el referéndum por la independencia en Arenys de Munt.

Si convocas un referéndum sobre la independencia de Cataluña en un pueblo de 8.000 habitantes en el que ocho de los trece concejales son independentistas, tienes la misma representatividad que si convocas un referéndum en un convento de clarisas sobre si es conveniente instituir una teocracia. Por supuesto que ha ganado el sí aplastantemente: votó quién se lo tomó como si fuera una votación de verdad. Y eso fue el 41% del censo.

Y a pesar de que todo ésto no ha sido más que una parranda independentista para terminar exultantemente el puente de la Diada, la derecha, naturalmente, se lo ha tomado como una agresión a la Constitución y a la convivencia, permitida, como no, por el gobierno antiespañol de Zapatero, etcétera, etcétera. El resultado, como no, ha sido publicidad gratis para el alcalde de Arenys y el independentismo - que supongo que era la intención inicial.

Lo sensato por parte de cualquier partido político parlamentario hubiese sido calurosamente ignorar la verbena referendaria esa. Tomárnosla como lo que fue, a saber, una fiesta mayor en loor y gloria de la estelada, con la representatividad política de una calçotada.

Pero ya que no lo hemos hecho, ¿por qué insistimos siempre en negar la mayor? ¿Por qué no empezamos a plantearnos el asunto como que hay que convencer a los catalanes (sustitúyase, en su caso, por cualquier independentismo con aspiraciones) que están mejor en España que fuera de ella (cosa que, por lo demás, no es nada difícil) en lugar de saltar como ranas enloquecidas gritando que no pueden hacer eso?

El arma más efectiva para acabar con el independentismo quebequense fue dejarles convocar dos referéndums y que perdieran ambos. Si hay duda sobre la voluntad popular, siempre habrá alguien dispuesto a explotarla en su beneficio.

Habría que ver como reaccionarían si les explota un "no" en plena cara.

Seguiremos informando.

Apreciaciones sobre el voto luso

Como casi todo lo referente a nuestro adorable país vecino, las elecciones portuguesas de dentro de catorce días iban a pasar completamente desapercibidas por los medios de comunicación hasta que alguien dijo la palabra mágica (¿España? ¿Han dicho algo de España?) y, ahí sí, un artículo completo titulado de forma abiertamente falaz, como si los lusitanos no tuviesen nada más importante de lo que preocuparse.

En Portugal la crisis ha pegado doblemente. Primero, porque el país ya estaba lo suficientemente endeudado (de hecho Bruselas ya les avisó hace un par de años) como para sufrir una crisis de contracción de crédito. Y, segundo, porque como aquí nosotros somos los principales socios comerciales de los lusitanos, si a España le va mal a Portugal también, y Dios sabe que las cosas no nos van muy bien precisamente.

Como espero que ya sepan, en Portugal, al igual que aquí, gobiernan los socialistas. Pero a diferencia de España, Portugal es un estado unitario centralizado y el Partido Socialista gobierna con mayoría absoluta, así que no hay cabezas de turco posibles: la morcilla de la crisis se la están comiendo el primer ministro Sócrates y su Partido Socialista ellos solitos.

Y, a pesar de ello, siguen con ventaja -aunque sin mayoría absoluta - en las encuestas. Gran responsabilidad de ello la tiene el cuñadismo del principal partido de la oposición, paradójicamente llamado Partido Social Demócrata, que durante toda la travesía del desierto de éstos cuatro años se han dedicado a darse de mamporros de forma entusiasta, dado que los dos mejores líderes del partido en los últimos veinte años están dedicados a otros menesteres: Aníbal Cavaco Silva es el presidente de la República, y como los lusitanos son gente decente no se mete en política, mientras que José Manuel Durão Barroso está en Bruselas, haciéndose amigo de todo el mundo, y no tiene ninguna intención de volverse a Lisboa a poner la cara en el saco de gatos que es su partido.

La actual líder del PSD, Manuela Ferreira Leite, es una economista bastante competente - fue ministra de Hacienda con Durão Barroso - y probablemente su elección sea una apuesta del PSD para mostrar a alguien serio, responsable y con estudios (en oposición al actual primer ministro, cuyo título de ingeniero ha sido puesto en duda) para llevar el timón de Portugal en tiempos de zozobra. No es una maniobra desencaminada - es una idea que cala muy bien en la psique lusitana.

Lo que más preocupa al gobierno Sócrates, en consecuencia, son sus futuros socios de gobierno, a saber, los partidos comunistas. Sí, amigos, porque hay dos partidos comunistas parlamentarios: el Comunista Portugués, que como siempre se presenta en coalición con los ecologistas, y el Bloque de Izquierdas, un aglomerado de gente de lo más variopinto, incluyendo los trotskistas. La mayoría absoluta suele sentarle mal a los partidos pequeños, y éstos cuatro años no han sido excepción; mucha gente en el PCP y en el BE le tienen muchas ganas al PS - habrá que ver como termina ésto.

Al que le pueden ir mal del todo las cosas es al partido más conservador del Parlamento, el CDS-PP. Liderado por el histriónico Paulo Portas (el peluquín más obvio de Portugal) no ha ido sino cuesta abajo desde la derrota electoral de 2005. Le va a resultar muy difícil escapar del voto útil al PSD, máxime cuándo el partido parece seguir anclado en aquél entonces.

Aún hay campaña.

Seguiremos informando.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Días de Cine: "Mapa de los Sonidos de Tokio"

Lo bueno - y lo malo - de ir al cine con amigos es que, si son gente inteligente, te han desguazado la película desde el momento en el que te levantas de la butaca hasta el primer semáforo de tu ruta. Eso es bueno si, por ejemplo, acabas de ver una peli de Abbas Kiarostami y aún te estás rascando la cabeza a ver qué coño hacía esa niña con una manzana, pero es malo si te propones hacer un análisis de la película y te das cuenta de que probablemente no tengas ni una idea original que escribir. Así que éste artículo ha sido compuesto en parte por Diana y el Meister, aunque no estén aquí conmigo escribiéndolo.

Al tajo: con Isabel Coixet, por lo que tengo visto - que tampoco es tanto - sabes a lo que vas: a la estética. Y "Mapa de los Sonidos de Tokio" es así: estéticamente muy hermosa - y, haciendo honor al título, con un marcado énfasis en la estética del sonido en comparación con el aspecto visual - pero, siguiendo la inmortal frase de mi amigo James, el argumento es más viejo que el hilo negro: asesino/a tiene que matar hombre guapo/a, pero se enamora como un/a cretino/a y todo va mal.

Tal original argumento puede desarrollarse perfectamente en Madrid, Londres, Los Ángeles o Villar del Arzobispo, así que la directora se ve obligada a meter - en ciertos casos con calzador - constantemente momentos "coño, estoy en Tokio": mochis, tascas de gyudon, la línea Keihin-Tōhoku, love hotels, etcétera, etcétera.

Con éstos mimbres, es obvio que el trabajo de actuación no puede ser tampoco un estruendo. Sergi López hace su papel de hablar espantosamente cualquier idioma al que se dedique - lo cuál le identifica como español - y, por lo demás, cabe incluso la posibilidad de sobreactuar - lo que en ciertos casos ocurre.

En fin, es bonita, entretiene, pero no emociona.

Seguiremos informando.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Ahí queda eso

Mi estimado amigo Hidalgo me pide que hable de la última ocurrencia del bigotismo. No sé que le ha dado últimamente a los partidos políticos de nuestro bienamado país, pero casi todas las iniciativas recientes sobre las que he leído dan la impresión de que se les ha ocurrido en la mesa del desayuno de un domingo por la mañana de mucha resaca: la "improvishación", que diría Rajoy.

Pero mientras las improvisaciones del gobierno, mal que bien, ayudan a los españoles a tirar adelante (420 euros son, efectivamente, pocos, pero menos da una piedra) las improvisaciones del bigotismo son, cuánto menos, inútiles, cuánto más peligrosas, y en general risibles.

Hablemos, pues, de su plan para salvaguardar a la infancia. Sobre lo de entrullar a los niños ya hablé largo y tendido en su momento y todavía nada me ha hecho cambiar de opinión.

Lo que ha provocado más risión ha sido la idea de impedir el acceso a Tuenti y a Facebook a los menores de 18 años.

La genial idea se engloba dentro de la idea que el sector más carcatólico del bigotismo (ese al que, por norma general, se le encarga la política de educación del partido) tiene en mayor estima: la de que los padres (entiéndanse como tal padres heterosexuales, católicos y monógamos) tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar a sus hijos de ideas perniciosas, tales como el sexo, las drogas, la racionalidad laica y el idioma catalán. Y, dado que es obligación del Estado (como puede indudablemente leerse en el artículo 26 de la Constitución) el defender la familia tradicional y cristiana por encima de todo, el Estado debe bloquear perentoriamente cualquier posibilidad que tengan los inocentes niños cristianos de tener acceso a esa cosa tan mugrienta que se llama realidad.

Pero la propuesta prueba, una vez más, que gran parte del grupo parlamentario bigotista no ha tocado un ordenador como no sea para pasarse Powerpoints y ver vídeos de la FAES. ¿No saben, hombres y mujeres de Dios, que los niños de hoy en día saben latín y son capaces de burlar bloqueos para ver porno alemán con vacas, cuánto menos colarse en el Tuenti? ¿Como piensan controlar quién entra en Facebook, cuyos servidores están en, quizás, Oregón? ¿Montamos una carísima estructura de censura al estilo chino para contentar a la panda de Hazte Oír y a la tertulia de Ama Rosa?

En fin, para qué seguir. Yo me voy de vacaciones unos días a la costa y, como viene siendo tradición desde que me paso de media doce horas al día delante de una pantalla, no me llevo el PC y pienso mantenerme todo lo lejos de Interné que pueda. Pásenselo muy, pero que muy bien.

Y, cuándo vuelva, seguiremos informando.

martes, 1 de septiembre de 2009

Cascotes (XIII)

Empieza septiembre, y el 70º aniversario del inicio de la II Guerra Mundial permite a Pedro J. estampar en la portada de su panfleto una interesante entrevista cuyo titular es, atención, "Alemania estaba desbordada por el paro y quería un estado autoritario". Hmmmm.

Y como conmemoración, en Varsovia el gobierno local pide a Alemania y a Rusia que pidan perdón y reconozcan lo obvio, a saber, que Hitler y Stalin pactaron repartirse Polonia - para luego fostiarse por el resto.

Alemania ya pidió perdón por sus desmanes hace tiempo - y de forma muy gráfica - pero lo de Rusia, obviamente, era un poco más complicado. Pero dado que ahora hay buen rollo con el gobierno polaco - todo un contraste con la rusofobia exacerbada del gobierno de Zape Kaczynski - el mismísimo Vladimir Vladimirovich ha mandado un artículo al periódico más prestigioso de Varsovia, diciendo que sí, hombre, que mal estuvo, pero bueno, eso ya es pasado y nos espera un próspero futuro, etcétera, etcétera.

Así que ésta mañana, Zipi Kaczynski, Putin y Merkel mostrarán al mundo que, setenta años después, somos mejores personas, nos llevamos bien y no matamos a otras personas, por más que sean polacas.

Y, cuándo vuelva, Merkel se encontrará con los problemas que dejó, a saber, que la oposición de toda la vida, el Partido Socialdemócrata, se ve sobrepasada por Oskar Lafontaine y su alegre pandilla.

Expliquemos ésto: Oskar Lafontaine era el ministro de Finanzas del primer gobierno Schröder, y, desde siempre, fue elegido como cabeza visible del ala izquierda de los socialdemócratas. Resentido por no ser él mismo canciller - era el secretario general del partido, pero Schröder le ganó la nominación a la candidatura - nunca se sintió a gusto, y cuándo Schröder mostró señales de querer desmantelar parte del estado del bienestar alemán en aras del libre mercado que tantos beneficios parecía mostrar, Lafontaine se las dió de Rosa Díez pero a la inversa: se fue dando un portazo y fundó un partidículo de izquierdas de nombre impronunciable hasta en alemán.

En principio no parecería tener demasiado futuro, hasta que tomó una decisión cojonuda: unir su partido al Partido del Socialismo Democrático, el heredero designado del Partido Socialista Unificado de Alemania, el partido comunista de Alemania del Este. El PDS era una fuerza política a tener en cuenta (en el Este la oposición a la CDU son ellos, no los socialdemócratas) pero a escala nacional eran y son unos parias. Tener una figura como Lafontaine a la cabeza les permitía soñar con relevancia nacional, así que juntos fundaron un partido con el original nombre de La Izquierda.

Al contrario de lo que puedan hacerle creer, las elecciones de éste fin de semana no han sido para nada decisivas - Sajonia y Turingia están en el Este y la Izquierda ya era el segundo partido, y el Sarre es un mojón y, además, Lafontaine es de allí - pero la sensación general es que Lafontaine y sus amigos le están comiendo terreno a los miembros de la gran coalición. Algo puede saltar por los aires.

Los que sí han hecho saltar cosas por los aires han sido los japoneses, que han echado literalmente a patadas a toda una clase política: la de los burócratas con el pelo teñido y la raya a un lado, excesivos bebedores de whisky Suntory 12 años y que sólo abrían la boca para prometer una nueva carretera y gritar "banzai" cuándo el PLD ganaba las elecciones. La globalización económica es lo que tiene: está convirtiendo a Japón en un país igual que los demás, entiéndase, igual de jodido.

Seguiremos informando.